Los ojos horrorizados de Mónica no se detenían al derramar lágrimas, con lentitud se habían convertido en una inagotable fuente de llanto, sus manos estaban temblando y lo único que se le ocurrió en ese preciso instante era llamar a sus padres. Con dificultad logró decir de manera entendible el nombre del hospital en el que su hermana estaba, solo era cuestión de minutos a que sus padres llegaran al lugar.
—¡Estamos aquí!— exclamaron ellos mientras corrían en su dirección. Mónica sentía que le hacía falta hacer algo, más su mente se había agolpado por la preocupación de que algo muy malo estuviera sucediendo con su hermana. Las mañana había clareado mientras las cosas en el hospital se estaban normalizando, Adele había sido estabilizada y lo peo
El médico desapareció de la vista de los presentes, sus miradas se encontraban tratando de llegar a un silencioso acuerdo de no decir nada en caso de que Adele despertara. Lo importante era mantener la calma y confiar en que todo saldría bien, aunque, algunas veces no terminara siendo de la manera esperada.Las horas parecían ir mucho más lento que lo acostumbrado, quizá era el ambiente que no les permitía percibirlo, no obstante, no dejaban de esperar el momento en el que Adele abriera sus ojos. Joel permanecía en silencio, jugando con la mano de su madre, la cual había procurado mantener sujeta durante toda la jornada. Era tan pequeño que no conocía la seriedad del problema, ni tampoco comprendía el por qué de las miradas entristecidas de los demás, no permitía que nadie hablara en la habitació
El tiempo en el que aquella sedación debía hacer efecto, había terminado. Los ojos de Adele se abrían una vez más, sin embargo, ahora era una habitación vacía la que la rodeaba. Sus ojos examinaron cada rincón para cerciorarse en dónde se encontraba —un hospital— susurró sobando su cabeza. Ella aún se sentía adormilada y le parecía estar en una realidad diferente. La primera persona en cruzar aquella puerta, fue su hermana, una sonrisa adornó el rostro de la mayor al ver a la rubia despierta y observando en dirección de la ventana. —Buenos días, dormilona— susurró con delicadeza en tanto se sentaba a su lado —¿Recuerdas qué edad tienes?— Indagó para conocer acerca del espacio en la línea de tiempo en la que Adele se encontraba. —Tengo veinte, lo sé, aún soy demasiado joven, pero… ¿Por qué preguntas?— sonrió
Los padres de Mónica y Adele se habían dispuesto a hacer la cena, a pesar de las objeciones que la mayor de ellas presentaba. Federic se había marchado después de haber discutido un poco con la pelinegra de las hermanas, sin embargo, él había notado la manera en la que ella y Johann intercambiaban miradas. Adele parecía recordar acerca de Johann y Angie, más sus memorias de Thoma y de Joel continuaban bloqueadas. —Ya deberían acercarse a la mesa— anunció el padre con una sonrisa, hacía algún tiempo que no cenaban en familia, este momento les hacía ilusión, sin embargo, había una joven que se rehusaba a cenar con la familia y que trataba de evitar a Thoma a toda costa. No recordaba a Thoma, más pensaba que debía alejarse de él a cómo diera lugar. Las dos primeras semanas iban de esta forma: Adele encerrada en su habitación intentando descubrir qué plan t
—¡¿Qué es lo que huele tan mal?!— exclamó Mónica que recién llevaba, su mano terminó en la frente al ver a Thoma luchando contra una sartén que escupía humo negro. —Ruega para que la cosa esa, quede como nueva, si mi madre la ve le dará un infarto y te golpeará hasta el cansancio con una de sus cucharas.—¡No le digas, por favor!— rogaba Joel con un gesto nervioso. Él ya había visto como la dulce abuela podía pasar a ser un monstruo golpeador con cucharas.En la parte de arriba, la joven Adele había despertado a causa del ruido que ellos estaban provocando, se giró intentando cubrir sus oídos más sus ojos se posaron en la repisa, había una especie de cuadro que ella no recordaba haber puest
—Es la primera vez que nos vemos, Adele. A pesar de esto, tus padres me han hablado bastante de ti— dio unos pasos en dirección de la menor —además, también me comentaron que tienes unas pequeñas dificultades para recordar cosas de tu pasado. Vengo a ayudarte, si tú quieres—. Extendió la mano en dirección de Adele dando paso para presentarse como era conveniente —mi nombre es Daisy y soy psicoterapeuta, he ayudado a muchos que al igual que tú, han olvidado partes de su pasado.La mirada de Adele se posó en sus padres, los cuales, con una pequeña sonrisa asintieron en señal de apoyo. Ellos tendrían que hacer lo posible para ayudar a su hija antes de que aquellos síntomas, que ya se habían agravado, lo hicieran una vez más.&mdash
—Al parecer, hay cosas que nunca cambian— anunció Daisy dando un paso para evitar ser aplastada por Thoma y Mónica. —¿Dónde están los señores?— se preguntó ella pasando de largo intentando ignorarlos.—¿Saben? Yo los dejo… Thoma debe decirte algo ¿No es así Thoma?— comentó Mónica a la velocidad de la luz y aparentemente desapareció de la vista de Adele y Thoma, aunque, ella simplemente había regresado a esconderse tras la puerta para evitar, según ella, que Thoma metiera la pata de alguna manera.—Hola— saludó Thoma aún en el suelo moviendo su mano de un lado a otro.—Hola— susurró Adele denotando cierto nerviosismo en su voz.
—¿Lo recordaste?— preguntó él bastante incrédulo, mientras Adele asentía con una pequeña sonrisa, estaban dando unos cortos, pero significativos pasos en la recuperación de Adele, aún faltaba camino por recorrer, sin embargo, se podía percibir el ambiente de esperanza en la atmósfera.—Tengo curiosidad… sobre lo que tenías para decirme— dijo la más joven observando con detenimiento los claros ojos de Thoma. Era la primera vez en la que Adele podía observar aquellos ojos sin ningún tipo de preocupación, se sentía totalmente en calma. Hace un par de días no podía siquiera escucharlo, y ahora sentía como si hubiesen estado el uno junto al otro durante demasiado tiempo, un poco más que una vida.&
El celular de Thoma comenzó a vibrar mientras él intentaba ignorarlo, este era el momento que él había estado esperando, el momento en el que Adele le permitiera acercarse una vez más. Era el momento perfecto, uno de los tantos que se presentarían en el futuro si el destino decidía actuar a su favor, si su destino era estar juntos.—¿No piensas contestar?— preguntó Adele ladeando la cabeza. El móvil de Thoma estaba sonando por cuarta vez y el mayor permanecía en su deseo de prestar toda la atención a Adele. Él sacudió su cabeza de un lado para otro, entre tanto observaba con firmeza a su menor, podría devolver la mirada en cualquier momento.Después de aquella cena para nada tranquila, Thoma llevó a Adele a dar un pequeño pas