El tiempo que Naomi llevaba sin respiración continuaba avanzando, los ojos de Adele no dejaban de contemplar con horror la escena. Mientras Federic luchaba contra la corriente y en sostener a su hermana, Adele se dedicaba a llamar a los servicios de emergencia, cada segundo era vital en ese instante, no podrían perder a nadie más, no importaba el costo. Luego de haberse asegurado de dar correctamente la dirección y de que el servicio de ayuda viniera en camino, la joven se acercó lo más que pudo para extenderle una mano a Federic, quien lentamente perdía las fuerzas en su cuerpo. Ambos sabían que saltar al agua para salvar a alguien sin tener conocimientos de rescate era demasiado riesgoso y podría poner en peligro la vida de ambos, sin embargo, quedarse de manos cruzadas para ellos tampoco era una opción.
Ellos sentían que el ser
—¡¿Federic?! — exclamó Thoma elevando el tono de su voz. —De todos, incluso si se lo hubieras enviado incluso al mismísimo presidente, no me molestaría, pero ¿Federic? — llevó sus manos a la cabeza y agitó frustrado su cabello —¿sabes todo lo que podría decirme? — lanzó un suspiro. —Podría decir que te disculpo, pero esto y enviarme a la horca es similar— señaló a Mónica con los labios fruncidos —tendré que tener una revancha, hay que ser justos— sentenció. —Pero ¡¿qué dices?! — exclamó Mónica cruzándose de brazos —fue simplemente un accidente, estás siendo injusto— rodó los ojos —¿O quieres ponerme de mala? ¿Qué tal si mi hermana ve el video sin la parte en la que te golpean? ¿Eh? — elevó múltiples veces su cabeza, imitando la apariencia de un molesto gallo de pelea. Thoma no tuvo más opción que rendirse frente a las amenazas de Mónica, él bien sabía que discutir con ella era siempre terminar perdi
Un fugaz gesto de sorpresa hizo su aparición en el rostro de Adele, ella sentía cómo sus mejillas se ruborizaban y su corazón sentía unos ligeros cosquilleos. Los ojos de ambos se encontraron, podían sentir la respiración del otro, al parecer, esta era la ocasión en la que Thoma llevaba la delantera; mas a pesar de que las intenciones de ambos fueran las mismas, estaba claro que ese no era el momento ni el lugar apropiado. Con una diminuta y cómplice sonrisa se alejaron del otro dando un par de pasos atrás.—Por fin los encuentro— susurró Mónica llegando junto a ellos, sus pasos se frenaron en seco y una traviesa sonrisa se posó en sus labios —Lo siento ¿Les interrumpo? — arrugó su nariz y se dio la vuelta. —Como sea, los dejaré a solas un momento más— s
Thoma se acercó decidido a los pies de la chica, levantando las sábanas, se encontró con las pequeñas extremidades de Naomi, con una sonrisa traviesa. Adele presenciaba la escena, ella recordaba que cuando eran pequeñas, Federic molestaba a su hermana menor mientras le hacía cosquillas, sí, esa era la manera en la que ellos habían aprendido a negociar. —Aquí voy— anunció el rubio acercando el colgante a la chica; antes de que él lograra tocarla, los pies de la chica terminaron entre las sábanas, los había recogido aún mientras fingía estar dormida. Un gesto de sorpresa adornó el semblante del mayor y uno de satisfacción en el de Adele.—¿Si ves? ¡Te lo dije! — exclamó saltando al lado de Naomi. —Ahora sí, deja de fingir, te hemos atrapado— susurró cerca a ella —y si no abres los o
Un par de años atrás, las investigaciones del fiscal Jones y las pruebas que tenía bajo su poder le aseguraban a Broun ir a prisión. Si no hubiera sido por el favor que el ministro le debía, de seguro habría terminado en la cárcel; ante tantos problemas, él decidió encomendar a su hija predilecta bajo el cuidado de uno de sus más grandes aliados y de su único hijo, él había sido el más grande amigo de Naomi desde que estaban en la preparatoria. Un par de años después, el padre de Luca falleció y él tomó parte en el cuidado de Naomi.Su trabajo como médico era simplemente una fachada para esconder su verdadero trabajo, la madre de Luca había fallecido en el mismo instante del parto, no pudo ni siquiera ver a su hijo ni saber que eran demasiado parecidos. El
Thoma abrió la puerta del horno, el aroma de la torta era mucho más notable al estar cerca de ella, la dulzura de sus componentes y lo dorado de sus bordes le hacía ver mucho más apetitosa. Dentro de sí, el joven estaba pensando en tomar una rebanada para darle un mordisco; a pesar de esto, los gritos de Federic lo hicieron dejar a un lado sus deseos de saborear aquella preparación y se dirigió a la entrada.—¿Qué sucede? ¿Qué haces Adele? — cuestionó intentando librar la oreja de Federic del agarre de Adele. Cabe destacar que su oreja estaba completamente enrojecida.—Nada— respondió elevando sus manos. El mayor observó a la rubia esperando a que ella diera algún tipo de detalle más específico para justificar su comportamiento. —Yo, eh, ¡Federic ayudó a Naomi a escapar! — soltó de repente seña
Thoma se atragantó con su propia saliva, no esperaba en lo absoluto que el señor Levine se atreviera a decir algo así de manera tan repentina; comenzó a jugar con sus manos mientras observaba a otro lugar de la habitación. El abuelo, con una sonrisa ladina que no había sido percibida por el más joven, volvió a abrir la boca para apresurar la respuesta que esperaba.—¿Cuándo planeas formalizar tu relación con mi nieta? — sus ojos marrones y llenos de larga vida se negaban a apartar su mirada del joven. —¿Tienes miedo de que ella te rechace? — cuestionó por segunda vez.Los ojos de Thoma se abrieron un poco más de lo normal y girando su rostro en dirección del anciano, sacudió su cabeza de un lado a otro. Eso era lo que menos le
Thoma y Johann se habían detenido poco antes de llegar frente a la habitación. Sus miradas se apreciaban nerviosas y curiosas, sabían que deberían respetar; sin embargo, además de querer escuchar lo que fuera que las muchachas hablaban, ellos esperaban estar en primera fila para ver la reacción de Adele al ver a su abuelo. Era un momento que ambos habían esperado con paciencia y que se había visto pospuesto a causa del juicio.—¿Deberíamos tocar? — indagó Thoma en un susurro, no podían permitirse ser escuchados, porque, de ser así, terminarían con un ojo más oscuro que el otro.—No, no. Pésima idea— renegó su compañero, el cual apoyaba el lateral de su cabeza para poder escuchar mejor lo que decían dentro d
«Hace mucho, mucho tiempo, en la ciudad de un país desconocido. Había un niño que jamás había sonreído.Sus papás lo observaban con preocupación y sus hermanas se sentían muy tristes, intentaban de todas las maneras posibles hacer reír al más chico de la familia; sin embargo, todos sus intentos fueron en vano.Lila, su hermana mayor se pintaba la cara de maneras muy graciosas; Tere, bailaba dando vueltas, pero nada de esto ayudaba al niño.—Es gracioso— decía el chiquillo.—¿No quieres reír? — preguntó Tere.—Yo no sé cómo reír— señaló con un poco de sonrojo en sus mejillas.—¡Te enseñaremos! — manifestaron sus hermanas en un tono alegre. Ambas querían que su hermano de una vez por todas sonriera.Por mucho tiempo soñaron con ver el rostro de su hermano menor una señal de alegría, antes pensaban que era un niño gruñón y que pasaba todo el tiempo enojado, luego, se enteraron de que no podía hacerlo.—Hermanito— susurró Tere frunciendo el ceño. —Pareces una piraña— confesó luego de que