—Al parecer, hay cosas que nunca cambian— anunció Daisy dando un paso para evitar ser aplastada por Thoma y Mónica. —¿Dónde están los señores?— se preguntó ella pasando de largo intentando ignorarlos.
—¿Saben? Yo los dejo… Thoma debe decirte algo ¿No es así Thoma?— comentó Mónica a la velocidad de la luz y aparentemente desapareció de la vista de Adele y Thoma, aunque, ella simplemente había regresado a esconderse tras la puerta para evitar, según ella, que Thoma metiera la pata de alguna manera.
—Hola— saludó Thoma aún en el suelo moviendo su mano de un lado a otro.
—Hola— susurró Adele denotando cierto nerviosismo en su voz.
—¿Lo recordaste?— preguntó él bastante incrédulo, mientras Adele asentía con una pequeña sonrisa, estaban dando unos cortos, pero significativos pasos en la recuperación de Adele, aún faltaba camino por recorrer, sin embargo, se podía percibir el ambiente de esperanza en la atmósfera.—Tengo curiosidad… sobre lo que tenías para decirme— dijo la más joven observando con detenimiento los claros ojos de Thoma. Era la primera vez en la que Adele podía observar aquellos ojos sin ningún tipo de preocupación, se sentía totalmente en calma. Hace un par de días no podía siquiera escucharlo, y ahora sentía como si hubiesen estado el uno junto al otro durante demasiado tiempo, un poco más que una vida.&
El celular de Thoma comenzó a vibrar mientras él intentaba ignorarlo, este era el momento que él había estado esperando, el momento en el que Adele le permitiera acercarse una vez más. Era el momento perfecto, uno de los tantos que se presentarían en el futuro si el destino decidía actuar a su favor, si su destino era estar juntos.—¿No piensas contestar?— preguntó Adele ladeando la cabeza. El móvil de Thoma estaba sonando por cuarta vez y el mayor permanecía en su deseo de prestar toda la atención a Adele. Él sacudió su cabeza de un lado para otro, entre tanto observaba con firmeza a su menor, podría devolver la mirada en cualquier momento.Después de aquella cena para nada tranquila, Thoma llevó a Adele a dar un pequeño pas
Las palabras de Adele se detuvieron, permanecía aquel estado de trance en ella lo que no le permitía sentir la pesadez que estaba en el ambiente. Cada uno de los presentes percibía aquel enorme nudo en su garganta, parecía que no podían decir ninguna palabra, como si ellas no tuvieran la fuerza suficiente para salir por entre sus labios. La confusión reinaba, y mucho más que confusión, podría decirse que el dolor comenzaba a arder entre sus pechos. No habían pensado que la última versión de Adele iba a ser incompleta, Thoma no lo había pensado de esa forma, y ahora, podrían asegurar de que Broun fue el responsable de ambos accidentes.Los señores habían sido advertidos de que los recuerdos que Adele pudiera tener, podrían estar fragmentados o podrían estar lejos de la re
Thoma continuaba en el mismo lugar a pesar de que Adele no pudiera continuar con su trabajo gracias a la presencia de su mayor. —¿Acaso me permitirías trabajar?— preguntó ella girando en dirección del mayor, sus rostros quedaron tan cerca que podían sentir con facilidad la respiración del otro.El gesto de sorpresa de Adele se mantuvo tan solo un par de segundos, después de eso su mirada se posó en los labios de Thoma, el cual no despegaba la mirada de los de Adele. Parecía como si el tiempo se hubiera detenido y no hubiera interés en ninguno de ellos dos de regresarlo a la normalidad, sus corazones con lentitud se estaban sincronizando al igual que su respiración.La mano del mayor de ambos se posó en la mejilla de Adele, nada más había una cosa en sus
—Espera voy por mi abrigo y paraguas— respondió Adele siguiendo el juego de Federic. Se colocó de pie e hizo parecer que era cierto que iría con su mayor.—¿De verdad me dejarás aquí?— preguntó Thoma con un gesto de desaprobación —si sales ahora, podrías resfriarte— sonrió ladino —y si te resfrías, no podrás estar tan cerca de Joel, podría enfermarse de regreso— añadió.—Eso es ser chantajista— se quejó Adele sentándose de regreso. —Lo siento Federic, tendremos que esperar hasta que haga sol para tener nuestra cita— suspiró fingiendo lástima.—Si mami quiere, puede ir con el tío Federic. Cuando regrese
Por otro lado, Naomi estaba decidida a poner en marcha su plan de venganza, aquella idea que su mente había concebido, estaba en su cabeza sin poder salir de ella. Parecía ser el plan perfecto, un poco cruel, pero perfecto, al fin y al cabo. Para poder ejecutarlo necesitaba que alguien se ensuciara las manos y tenía a la persona indicada para eso: Su hermano. —¡Federic! ¡Hermanito! — llamaba Naomi al otro lado de la puerta, sin embargo, nadie respondía a esta. Las llaves las había tomado la señora Weber para evitar que su hijo escapara, cuando hubiese terminado su tarea, entonces podría salir. Con lo que la señora no contaba, era que su hijo se había vuelto experto en escapar por la ventana, una información que en lo absoluto debería llegar a sus oídos. El silencio que reinaba al otro lado le hacía creer a la menor de los Weber que su hermano estaba realmente furioso con ella, así que comenzó a hacerle un par de promesas que, si Federic estuviera del t**o
— ¡Desearía poder tenerlo frente a mí y depositar cientos de golpes en su enorme y arrugada cara— expuso Adele apretando uno de sus puños! —Es increíble que aun tenga la osadía de confesar todo eso en una llamada telefónica— expuso Adele bastante frustrada.—Lo hizo porque estaba seguro de que lo eliminaría de su lista— suspiró Thoma. —Sin embargo, tu padre nos dejó una gran información para dejarlo tras una reja ¿Quién podría negarse ante semejante acusación teniendo las pruebas necesarias en tu contra? — sonrió de lado. —Tenemos trabajo que hacer, pero, tenemos la ayuda de tu padre, aunque no esté físicamente con nosotros.Thoma posó una de sus manos en el rostro de la m&aacut
Con los archivos revisados y las pruebas clasificadas, cada uno de ellos había regresado a su respectivo hogar. Adele estaba corrigiendo los documentos además de sus historias y por fin había llegado el tiempo en el que podría verlos con facilidad, sin haber ningún cambio en las contraseñas ni ningún ruido de niños que se interpusiera. Thoma estaba en el piso superior junto a su hijo preparando algo para la cena, Mónica se había encerrado en el baño para tomar una larga y desestresante ducha.—Ahora sí podremos ver de qué se trata esto— se dijo a sí misma con una curiosa sonrisa. Se sentó de una mejor manera para comenzar a leer aquellas páginas que había avanzado, ella no recordaba nada de lo que había escrito y parecía que lo leyera como por primera vez. —