—¿Quieres beber algo?— preguntó Thoma con una sonrisa, entre tanto se paraba frente a la menor, la cual estaba completamente centrada en sus escritos. Sí, había dejado en pausa aquella historia que era inspirada por Joel, deseaba revisarla, sin embargo, esperaría un poco más para refrescar sus ideas y de esa manera poder observar cada detalle con facilidad.
Por más que Thoma intentaba hablarle a la menor, ella seguía en su mundo, en esa lluvia de ideas en las que parecían diluviar. Gracias a algunas de las charlas que tuvo ella con Angie, su menor, Adele, había tenido una nueva idea —son muchas ideas y tan poco tiempo— murmuró ella sin deparar en la presencia de Thoma.
—¿Poco tiempo?— Indagó el mayor —pero, pareces como si fueras
—¿Estás segura?— preguntó Mónica un poco confusa, sin embargo, decidió no añadir más a la conversación. Lo que Adele no había notado era la extraña similitud que aquel anciano y Jade tenían.—Lo estoy— respondió sin dudar —ahora ¿Podrían decirme cómo se conocieron? Por favor, tengo demasiada curiosidad— suplicó la menor intentando desviar el tema de conversación. Ellos se dispusieron a responder hasta que Adele se percató de la hora.—¡Joel!— exclamó para salir corriendo del lugar. —Él podría estar triste porque no le avisé— se regañó ella misma tomando el primer taxi que encontró. —Mami— llamó Joel frente a la habitación de Adele —mami ¿Estás?— preguntó una vez más. Al otro lado de la puerta, se escuchó la voz de Adele pidiendo aquella contraseña —vengo solo, y la contraseña es: Mami es mi favorita— susurró intentando no ser escuchado por los mayores. Lentamente, la puerta se abrió revelando a una sonriente Adele que invitaba a su pequeño a entrar.—¿Qué traes en tus manos Joel?— Indagó la chica al notar que su pequeño traía algo en su espalda.—Una sorpresa— anunció dejando la torta de Adele a un lado. —Papi dijo que estabas extraña y la tía Mónica que si tú estabas molesta lanzara la torta y corriera por mi vida— 42. ¿Quién fue el responsable?
Los pequeños ojitos de Joel se abrieron con lentitud, buscó con su mirada a Adele «pensé que se quedaría conmigo» pensó el pequeño mientras observaba alrededor, su mirada se posó en los mayores que parecían muy cariñosos el uno con el otro. Pese a su corta edad, Joel decidió cerrar sus ojitos una vez más y aparentar estar dormido, de esa manera no entorpecería el paso que había dado su padre.La noche se había adentrado y Adele no podía conciliar el sueño, caminaba de un lado a otro en su habitación sin mostrar intención de detenerse, su corazón se encontraba inquieto por lo sucedido con Thoma y esa inalterable sonrisa relucía con intensidad. —¿De verdad sucedió?— se preguntaba lanzando un suspiró —voy a enloquecer&mda
—Te lo dije— expuso Adele con satisfacción mientras todos caminaban a dejar a sus niños al colegio.—Pensé que podría dormir un poco más, ¡¿Es mucho pedir?!— se quejó Thoma arrastrando infantilmente sus pies. —No importa, mañana dormiré todo el día si me es posible— sonrió intentando animarse.A lo lejos Adele se percató una vez más de la presencia de los hermanos Weber, su presencia no se le hacía extraña «quizá Broun los envió a seguirnos las pisadas» creyó. La mirada de Naomi estaba puesta en Adele y en la manera en la que se relacionaba aún con Thoma, ella comenzaba a suponer que no había logrado convencer a la menor de alejarse, quizá, ella necesitaba un poco
Las manos de Adele llegaron hasta su boca, demostrando sorpresa de no haber podido hablar más bajo. —Espérame un momento— pidió Thoma cortando la llamada, con una diminuta sonrisa se aproximó al lugar del que provenía la voz de Adele. Thoma sabía que aquella chica era bastante curiosa, pero no que fuera a arruinar su misión de espionaje de una manera tan cómica. —¿Qué se supone que haces?— susurró acercándose demasiado a ella intentando contener la risa, su sonrisa se había esfumado a propósito para conocer qué tan lejos Adele estaba dispuesta a llegar.—¿Yo?— repitió mientras se señalaba y dejaba pasar un gran trago de saliva por su garganta —solamente acabé de llegar y vine a buscarte— confesó —escuché que
A Adele le costaba creer aquello que su compañero le decía —¿Estás seguro de ello?— soltó una risita incrédula, su padre era un fiscal, simplemente un fiscal «¿No le habrá jugado alguna broma al pequeño Tomás?» se preguntó ella. Henry era conocido no solo por su dedicación a la hora de investigar, sino también por su gran sentido del humor.—Lo estoy— respondió el mayor sin detener su búsqueda, sin importar que esta aún no mostrara ninguna clase de frutos. —Estoy seguro de que había una en algún lugar de aquí— murmuró observando a Adele —¿No recuerdas nada de eso?— indagó acercándose a la más joven, ella en silencio llevó su cabeza de un lado a otro.
—A algún lugar del mundo— respondió con serenidad —algunas veces llegué a creer que podría ser un alma libre viajando a dónde quiera que se me ocurriera o mi hermana me arrastrara— suspiró —pero mírame ahora, no he tenido pareja y tengo un niño que reclama toda mi atención. ¿Cuándo me metí en algo así?— cuestionó elevando las palmas de sus manos. Thoma elevó sus hombros a manera de respuesta.—No sé aún de qué manera exacta, pero… se te agradece— sonrió envolviendo a Adele en un cálido abrazo.—Ya, invades mi espacio personal— se quejó Adele infantilmente, intentando alejarse del agarre del mayor. El rubio lejos de dar por terminado el asfixiante abra
—En mis tiempos se saludaba— susurró Adele confundida observando en la dirección que su mayor miraba —¿Y esto?— cuestionó apresurándose a examinar el interior de su bolso. Había una pequeña nota en el exterior de la carpeta: «Un pequeño regalo para la hermosa Adele» —yo no metí nada de esto ¿A qué hora llegó aquí?— se preguntó ella misma con un gesto de confusión y un poco de preocupación. No había deseado que Thoma se enterara de su plan, sin embargo, ella podría asegurar que esto era obra de Federic, él era el único que la llamaba «hermosa Adele».—¿Mami tiene un regalo?— preguntó Joel en su inoce