—Ven, vamos a tomar chocolate caliente— susurró mientras lo calmaba.
Pasaron treinta minutos y continuaba lloviendo, más que lluvia parecía ser un diluvio el que caía, pero aquel niño estaba tranquilo mientras observaba los dibujos en los libros. Un golpe de inspiración sacudió a la mayor y comenzó con una nueva historia, era de un joven que había perdido sus recuerdos y trataba de encontrar a la chica que lo salvó en medio de un accidente, debía pulir la idea.
Tiempo después el timbre sonó, al escucharlo la chica corrió para ver si era la madre del niño. Al abrir la puerta vio a un hombre algo alto, de cabello rubio, era un rubio natural no desteñido, estaba completamente mojado y se apoyaba en sus rodillas para recuperar el aliento. Al elevar la mirada, el interior de aquel hombre se estremeció al poder observar de cerca a aquella chica que tanto había esperado volver a ver.
—¡Disculpe! ¿Ha visto a un niño de cinco años, de esta altura, ojos marrones claros y enormes junto a una sonrisa tierna? — preguntó intentando no sonar demasiado extraño o interesado en la joven Adele.
—Sí, lo he visto ¿Quién es usted? — se cruzó de brazos.
—Soy su padre, vivo al frente— señaló a la casa de enfrente.
—¡Ah! ¿Usted es el vecino que se escondía de mi hermana? — lo señaló con una sonrisa.
—Efectivamente— llevó su mano detrás de su cabeza sintiendo cómo sus mejillas se tornaban rosadas.
El niño salió en busca de su padre y al verlo saltó para abrazarlo, antes de irse se zafó de la mano de su padre y corrió a la dirección de Adele.
—¡Eres mi mami! — aseguró con una enorme sonrisa y volvió de nuevo con su padre.
—Pero ¡¿qué acaba de pasar?! Por eso es que no le abro la puerta a extraños— refunfuñó mientras cerraba la puerta.
—Lo mejor será que regrese a trabajar— susurró sentándose nuevamente frente a la computadora.
Nada pasaba, Adele no tenía ni la más remota idea de qué escribir. Aquello que había pensado sería una gran historia se desvaneció en su mente ¿Qué podría hacer ahora? Rascaba su cabeza de manera frustrada, nunca en su vida había llegado a tener un bloqueo de escritor justo después de ocurrírsele la idea. Esperó una, dos e incluso tres horas en el mismo lugar, esperando a que esa chispa de inspiración volviera. La noche había caído y con ella los ánimos de escribir esta nueva historia.
La noticia de que Mónica había llegado a Australia no había llegado, el viaje era demasiado largo para la paciencia de Adele, ella había deseado vivir en ese lugar desde que tenía memoria. Adele no sabía exactamente lo que Mónica veía en Australia, eran dos chicas completamente diferentes con sueños y pasiones opuestas, lo que sí era común para ellas era la falta que les hacía su compañera de vida.
La mañana llegó, los rayos del sol se colaban por entre las cortinas de la ventana, a pesar de no tener que levantarse temprano para ir a algún sitio, el cuerpo de la joven no se había acostumbrado a dormir más de la cuenta. Seis en punto, sus ojos se abrieron como si de persianas se tratara. En sus sueños no hubo nada que le ayudara a seguir con la historia ¿Qué debía hacer para traer la inspiración de vuelta?
El timbre sonaba igual que el día anterior, había pasado cuatro horas desde que Adele había despertado. En cuatro horas no había llegado ninguna idea, un baño refrescante no sirvió de nada, leer o ver alguna película tampoco funcionó. El sonido del timbre continuaba resonando en la casa, no cesaba, por más que lo ignorara quién fuera que lo hiciera sonar no se cansaba de tocarlo. Ayer se vio envuelta en una extraña situación gracias a abrir el timbre y que pasara por segunda vez no le parecía nada atractivo. Después de varios minutos continuaba sonando, el ruido que producía impedía que Adele pudiera concentrarse en todo lo que hacía para poder generar alguna idea. Dejando caer el cojín que se encontraba en sus manos y soltando un gran gruñido de su parte se dirigió a abrir la puerta.
—Buenos días, ¿puedo ayudarle en algo?— saludó la rubia mientras rodaba los ojos.
—¡Buenos Días!— saludó el padre del niño de ayer con una enorme sonrisa.
—¿Puedo ayudarle en algo?— preguntó por segunda vez en un tono de voz bastante fastidiada, si se mostraba esquiva, quizá aquel hombre decidiría irse.
—Solo pasaba a saludar a mi vecina— sonrió más ampliamente.
—¡Qué bien! Ya que me saludó, hasta luego— dijo cerrando la puerta en su cara.
El timbre comenzó a sonar nuevamente, después de resoplar volvió a abrir.
—¿Necesita algo?— preguntó ya bastante irritada.
—De hecho, sí… sé que apenas nos conocemos y que no vine a saludarles cuando recién me mudé— ella lo interrumpió.
—Y se lo agradezco, no me gustan las personas— dijo cerrando la puerta como vez anterior, él fue más rápido y metió su pie evitando que la cerrara del todo —¡¿Qué es lo que quiere?! ¡¿Debo llamar a la policía?!— gritó furiosa.
—Necesito que por favor cuides a Joel… Tengo que salir de urgencia y no tengo absolutamente a nadie con quien dejarlo, no puedo llevarlo y apenas tiene cinco años como para dejarlo solo— suplicó hincándose de rodillas.
Verlo así llenaba de vergüenza a la menor, pero a su vez estaba convencida de que podría sacarle provecho a eso en un futuro.
—Te pagaré todo lo que pidas, solo será hasta la tarde de mañana, es un niño muy tranquilo, no le dará problemas— unió sus manos en señal de ruego.
—No estoy buscando empleo y tampoco tengo necesidad de dinero— se cruzó de brazos haciéndose la difícil—¿hay otra cosa que me ofrezca?— elevó una ceja.
—¡Haré lo que sea que quieras! No importa lo que sea— sonrió.
—Está bien, pero solo hasta mañana en la tarde, si no cumple, lo encontrará en la calle esperándole— aceptó con una sonrisa victoriosa.
—¿Dejarías a un niño en la calle?— preguntó sorprendido.
—Si no cumple con su parte del trato, sí— intentó sonar seria, pero su risa terminó delatándola.
—¡Me asustaste!— exclamó en un tono dramático —lo traeré ya mismo— salió corriendo a su casa.
Diez minutos después y Joel estaba sentado delante de ella, debía reconocer que era un niño muy tierno y juzgando por lo de ayer, uno muy bien portado, además no parecía dar problemas, eso sí, si los daba, Adele no dudaría por un segundo encerrarlo en el armario.
—¿Me puedes decir cómo sabías mi nombre?— preguntó en un tono serio.
—Le dije que era un secreto— respondió jugando con uno de sus carritos.
—¿Por qué dijiste que yo era «tu mami» ayer cuando te fuiste con tu papá?— se inclinó a su dirección.
—Porque usted es mi mamá— observó directo a los ojos de Adele y sonriendo de manera muy dulce, quizá aquel niño, aún no tenía idea del efecto que tenían en la mayor, sus palabras.
—Es imposible que sea tu mamá, nunca he tenido… eh, ya sabes, hijos— intentó explicar la mayor, cruzando sus brazos y recostándose en el espaldar de su silla.
—¡Claro que sí! Me tienes a mí— Sonrió ampliamente señalándose con bastante energía.
—Te conocí ayer, es imposible que seas mi hijo— respondió.
—Nos conocimos antes… puedo probarlo— expuso el menor con bastante seguridad, Adele se limitó a asentir repetidas veces a causa de su curiosidad ¿De qué manera podría Joel demostrarle que se conocían desde antes, sabiendo que nunca lo había visto?
—Tienes una cicatriz en este lugar— se puso en pie y dibujó en la espalda de Adele la línea de la mencionada cicatriz.
El rostro de la mayor palideció y su corazón dio un brinco, eso era algo absolutamente imposible.
—¿Cómo lo sabes? ¿Nos hemos visto antes?— él asintió.
—Papá me ordenó que no te lo dijera, no puedo darte más detalles, Adele… nos hemos visto antes— sonrió y añadió —y eres mi mami— aclaró con dulzura.
—Que no me digas nada… ¿Tendré que preguntarle a tu padre?— Preguntó Adele ladeando su cabeza.—¡No! ¡No lo hagas! Me colgará de los piecitos— suplicó con una sonrisa nerviosa.—Está bien, espera— hizo una leve pausa —¡¿Te colgará de los pies?! ¿Tu padre hace eso?— preguntó molesta y sorprendida, Joel al ver la reacción de Adele negó numerosas veces sacudiendo su cabecita de un lado a otro.—No, no lo hace. Es solo una expresión que vi en las caricaturas— explicó.—Bueno, tiene suerte tu padre de tener un hijo muy inteligente, o sería él quien terminara así—
—¿Por qué pensaste que nos secuestrarían? ¡Estás loco! Solo nos divertimos un poco— respondió la menor en un intento ineficaz de contener su risa.Joel, el cual estaba abrazado a la pierna de Adele, asomó su cabecita mientras su mirada viajaba a cada uno de sus mayores, Adele con suavidad acariciaba el cabello del niño.—Soy papá, es normal exagerar— se justificó Thoma viendo directo a los ojos de Adele.—No con esa magnitud, pero… ¡Me has dado una idea para el padre de Austin!— dijo la menor bastante emocionada. Esa era una de las más notorias características de Adele, en cualquier conversación o acontecimiento sacaba por lo menos una idea para sus historias, no era
Había pasado un par de días desde la última vez que Adele se encontró con Joel, más bien, cuando Joel encontró a Adele. Ella había podido avanzar solo un poco desde ese día ¿No era extraño?—He comenzado a pensar que Joel es mi fuente de inspiración, sé que es extraño, pero el tenerlo cerca me da nuevas ideas ¿Tendría que ir por él?— hizo una pausa sorprendiéndose a sí misma por sus palabras —No, no lo haré.Justo después de pensar en eso, el timbre comenzó a sonar —¿Serán ellos?— Se preguntó. Bueno, realmente ellos eran los únicos que tocaban a su puerta —¿Qué necesitarán esta vez? Sé que quiero ir a abrirles, per
La mirada de Adele se posó sobre él, estaba temblando, demasiado a decir verdad, era algo nuevo para todos ellos, y Adele trataba de mantener la calma por los demás, si ella perdía la calma, sería mucho más difícil para los que la acompañaban. Joel estaba aferrado con fuerza a Adele.—Lo siento— alejó su mano.—No es necesario, si está nervioso puede tomarla— respondió ella tomando su mano, una sonrisa se posó en sus labios, una bastante nerviosa.—Es la primera vez en años que uso un autobús— confesó —cuando voy al trabajo, suelo caminar, esa es la razón por la que nos mudamos aquí, bueno, casi no tengo que salir de casa, es algo un poco raro— solt&oa
Mientras Adele servía su taza de medio litro de café, posó su mirada sobre el armario. En él se podía percibir una pequeña y colorida caja, esta la había traído Mónica el día en el que se mudaron a la casa de los fallecidos padres de Adele.—¿Qué tendrá dentro?— preguntó ella en un tono bajo.No esperó más y la tomó, al revisar lo que contenía una sonrisa se formó en sus labios. Eran los álbumes de su infancia. Comenzó a verlos con un sentimiento de melancolía, había muchas fotos con sus padres biológicos, lentamente el álbum comenzó a llenarse de sus lágrimas, ellos le hacían tanta falta.—Adele&hel
Así que esa era la razón por la que Joel pudo recordar a Adele durante estos tres años, aun en Thoma estaba la esperanza de que ella recordara todo lo que había pasado. Gracias a ella no había perdido a su hijo junto con su esposa, estaba seguro de que el momento en el que ella recobraría sus recuerdos se estaba acercando, no sabían qué consecuencias traerá en su salud, pero, todo se dará a su tiempo.—Es hora de que duermas, Joel— dijo Thoma con una leve sonrisa en su rostro.—Pero papá… ¿Crees que mamá quiera ver mis fotitos? Es que estaba sin pelo— se mostró algo preocupado.El mayor no pudo contener la risa, en ese entonces tuvieron un «Accidente» con su cabello y tuvieron
Al día siguiente, bastante de mañana Adele decidió salir en busca de sus padres, un poco de sus recuerdos se estaban haciendo más claros y ellos, eran los únicos que podrían despejar las dudas que ella tenía.—¡Adele!— Exclamó su madre mientras la envolvía en un muy apretado abrazo.—¿Viniste en auto?— preguntó extrañado su padre, que mostraba un gesto de confusión y asombro.—Sí, bueno, estoy intentando superar el miedo, eso es un poco difícil, pero no puedo temerle a algo siempre ¿No es así? Además… Tengo unas grandes razones para venir— su tono de voz era un poco más serio.—&i
—Pero…— lanzó un pesado suspiro, era cierto que hoy había tenido demasiado y no debía sobrecargarse, hacerlo no ayudaba a nadie, era más, si continuaba exigiéndose recordar algo que estaba lejos de su alcance, podría hacer que sus recuerdos se cerraran y no pudiera recuperarlos en un largo tiempo.—¿Quieres dormir?— preguntó Thoma con una serena sonrisa.—Yo… ¿Les gustaría ver una película? Así distraeré un poco mi mente— propuso Adele observando al pequeño Joel.—¡Sí mamá! ¡Yo quiero! ¿Podemos papá?— lo observó con mucha expectativa.Los ojitos de Joel estaban tan br