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Cap. 2 Una cita para Troy

Era sábado y Troy tenía una tradición: tomar cerveza con su mejor amigo mientras evaluaban comida de otros países.

Cardenal, era su mejor amigo de toda la vida, incluso fue su rival cuando apareció Daniela en sus vidas. Era la chica más linda que habían visto y, a pesar de que se la ganó, no dejaron de llevarse bien.

Ese día le tocaba una evaluación a las t***s españolas y Cardenal puso la cámara para filmar el momento, pues tenía una página con muchas vistas, por cierto, en donde comentaba comida de diferentes restaurantes y países.

Frente a ellos tenían un servicio muy apetitoso con toda una variedad de t***s.

—Bien, estas son las famosas t***s españolas del restaurante Ícaro Montessori, dicen que son copias de las t***s que sirven en fondas españolas.

Troy muy animado, dijo con lo mejor del acento español que podía.

—Y olé.

Cardenal sonrió ante la ocurrencia de su amigo y Troy comentó.

—Dicen que le dan 5 estrellas —comentaba Troy—. Veremos si las merecen.

Cardenal entonces les indicó.

—Hoy es 17 de junio y es el día internacional de las t***s.

Había un día para todo, joder, hasta para las t***s españolas, ni más faltaba.

—¡Viva!

—Bien, como se conoce, las t***s son pequeñas porciones y estas son toda una variedad.

Seleccionaba una y decía.

—Una tapa con jamón serrano, veamos.

Probaba y le gustó y comentó saboreando los sabores. Era una fiesta en su boca.

—Diez de diez, siento que mis papilas gustativas están bailando flamenco.

—Está de queso de cabra y especies, me gusta, es un sabor un poco fuerte, pero rico en boca.

Chocaban los jarros de cerveza comiendo, porque las t***s con un buen vino y una cerveza iban bien y terminaron de evaluar. Cardenal entonces cerró el asunto.

—¡En serio! Es una gran entrada, estoy satisfecho.

—Yo igual, un plato que entre amigos se puede degustar y quedar satisfecho.

Cardenal miró a su amigo serio y le preguntó.

—¿Cuánto le damos a esta entrada?

Troy respondió con absoluta sinceridad.

—Yo, diez de diez.

—Yo, igual, es deliciosa y entretenida. T***s españolas, muy bien representadas, por el Ícaro.

Apagaba la cámara y decía a su amigo.

—En verdad esto es de dioses.

—Voy a editar el video y luego lo paso en mis redes.

Helena apareció en ese momento contenta empujando una carriola con el gato naranja dentro.

—¿Qué comen?

—Tapas.

Le daba a probar una y sonrió.

—Son ricas y picantes.

Troy le dio a probar otra y la niña asintió.

—Esa estuvo mejor.

—La niña sabe de comida.

—Así es, anda a jugar, amor.

La niña llevó a su gato junto con ella y entonces Cardenal le comentó.

—Yo creo que ya es hora.

—¿Hora para qué?

—Para tener una nueva esposa.

Hizo un gesto de fastidio y le respondió.

—No me siento listo.

—Estás crudo, son dos años, tiempo suficiente para dejar el luto.

Entonces le preguntó a su amigo.

—¿Tú ya la olvidaste?

—Nunca, tampoco podría, porque la amé siempre, pero ella tenía malos gustos y te eligió a ti.

Eso hizo reír a Troy que se sinceró con su amigo.

—No sé cómo empezar de nuevo.

Su amigo carraspeó y sacó su móvil.

—En vista de que sigo buscando al amor de mi vida, me afilié a varios sitios de citas.

Troy sonrió burlón.

—¡Por favor!

—En serio, he tenido 30 citas interesantes.

Troy sonrió y le preguntó.

—¿Y no has encontrado al amor verdadero?

Él le dijo entonces.

—Solo quiero joder, nada serio.

—No sirvo para eso.

—Solo ábrete un perfil, pon cosas interesantes, pasatiempos, deportes favoritos, esas cosas.

—Suena fácil.

—Sí, eso les encanta.

Entonces puso rostro evocador y dijo estas palabras.

—Padre soltero busca… una mujer que caliente sus noches y le ayude en la crianza de su bebe.

Él se rio por su ocurrencia y entonces Cardenal añadió.

—Es dueño de una empresa financiera y maneja grandes sumas de dinero, tiene un porche y un Ferrari.

—Ajá, y me saldrán miles de locas por esos detalles.

—Para eso se ponen filtros, por ejemplo, nada de sicópatas y ladronas compulsivas.

—¿Nada menos?

—Ansiosas sexuales, tal vez.

Negó con la cabeza.

—Ni loco.

—¿Tienes miedo?

—Siento que así no se hacen las cosas.

Cardenal dijo en son burlón.

—La vieja escuela.

—Así es, ver a alguien que te impresione y luego invitarla a salir, eso hacía la diferencia.

Su amigo asentía y se servía otra jarra de cerveza.

—Lindo rollo, pero tú ni sales para conocer mujeres.

—Puedo salir.

—¿Al parque?

—Al parque, sí, puede ser.

Entonces Cardenal le respondió.

—Ahora las mujeres no van al parque, van a discos bien prendidos, sitios de moda, no es como hace 10 años en que las encontrabas en librerías o bibliotecas, cafeterías o salones de arte.

La verdad es que siempre le gustaba la vida tranquila, lejos de ruidos y escenarios ostentosos. Terminó diciendo.

—La soledad no es tan mala.

—Siempre que no tengas a nadie, pero tu hija está creciendo y necesita una madre.

Entonces Troy le señaló ese asunto.

—¿Y crees que en perfiles de citas hay madres para mi hija?

—Uno nunca sabe.

Negó con la cabeza, no quería más que ver con el amor, solo deseaba vivir su soledad relajada y tranquila.

Sin embargo, Cardenal no pensaba lo mismo y buscó una foto del viudo en donde estaba haciendo un gesto chistoso y abrió un perfil con su nombre.

«Hola, soy Troy Káiser, viudo de 37 años, padre soltero y busco una linda compañera para formar una familia».

—Suena bien.

Cualidades.

«Soy heterosexual. Me identifico con las águilas que aman a una sola pareja».

—Eso suena muy cursi, hasta para mí, pero como no es para mí, me encantó.

Continuó escribiendo.

«Me gusta tomarme un buen vino y escuchar música relajante. Me encanta un buen filete en las noches de domingo, comer comidas exóticas y cocinar. Amo cocinar deliciosas comidas para mis amigos.

—Cachifo.

«Pasar momentos junto a mi pequeña princesa. Dar paseos por la playa al atardecer y ver caer la noche».

—Esto es lo más pendejo que he escrito en mi vida, por favor.

«Me gusta leer libros de superación personal y motivación al éxito, además mi éxito lo comparto con mis amigos, siempre ayudo a la gente a avanzar como un equipo».

—Si tú, ándale, papito.

Se reía malicioso.

«Estoy solo desde la muerte de mi amada esposa. Mi cama está vacía y mi corazón rebosante de amor para darle a la dama perfecta».

—Soy un maldito.

Deportes.

Artes marciales y natación. Correr todas las mañanas 3 kilómetros y llevar a mi hija al parque y jugar con ella.

—Suena, ñoño, pero así eres, amigo.

Buscó fotos de su amigo sin camisa cerca de la piscina.

—¡Bingo!

Otra con la niña jugando en los columpios.

—Todo un papucho.

Fotos en su yate. Los paseos en yate me gustan, colocaba.

—Eso es para darte un plus y fotos de tus carritos, eso te dará mayor vistosidad, no me lo agradezcas, por favor.

«Soy rico, pero me siento solo».

—Me hiciste llorar, pendejo.

Armaba un perfil a nombre de su amigo, leía: rango de mujeres que prefieres.

—Bueno, nada viejas, entre 20 a 30 años, solteras y…

Recordó a Daniela, una bella mujer de cabello castaño largo, ojos avellanos y piel blanca que quebró su corazón al elegir a su amigo y no a él.

—Tal vez no éramos el uno para el otro, pero el no tenerte es… Lo más triste que tengo en la vida.

Entonces comenzó a poner los rangos.

—Pongamos morenas, castañas y unas que otras rubias. Las rubias están locas.

Colocó el perfil público y sonrió satisfecho con lo realizado. Ahora solo tenía que esperar la aprobación del sitio de citas y luego su amigo estaría en el mercado.

Desde el invento de las aplicaciones de citas no se sentía tan solo, siempre tenía con quién salir, que sí le había resultado alguna cita especial.

Hubo una que de los nervios no paraba de reír y, aunque era contagiante, se dio cuenta de que la joven era un desastre. Las hubo ardientes, pero ninguna lo suficiente para llenar su corazón y por eso seguía divirtiéndose viendo a los prospectos buscando el amor verdadero.

Él ya no creía en el amor verdadero, porque Daniela lo fue, pero a su vez lo fue de Troy y eso no le parecía que existiera un mismo amor para todos.

Así que por eso era así, loco, divertido, sensual y coqueto, nada más y nada menos. Vio la aprobación del portal de citas y sonrió.

—Ahora, ¿qué me dirás, pendejo?

Sonrió, le estaba haciendo un favor a su amigo. Miró la foto de Daniela y sonrió.

—Ok, cariño, tú lo hubieras aprobado, pero no a mi modo, claro.

Besó la foto de la bella señora, entonces vio cómo le daban corazones a la foto y comenzaban los comentarios melosos.

—Ay, qué papi tan rico.

Se reía de su locura, lo cierto es que no imaginaba el impacto que daría todo aquel asunto del Papá soltero busca…

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