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Cap. 4 No todo lo que brilla es oro

Mare escuchaba a sus compañeras hablar de los ricos y de todo lo que conllevaba ser uno de ellos en su imaginario, claro está.

—Los ricos comen delicioso.

—Aunque poco, he visto las fotos de sus platos y son cositas pequeñitas.

Otra añadió.

—Por eso no se ven ricos, gordos, muy pocos.

Mare decoraba unos cakes y escuchaba el alboroto.

—Yo podría encajar en una mansión —dijo una contoneándose.

—Entonces todas. Ahora, ser esposa de un tipo rico es otra cosa.

Una con aire soñador enumeraba.

—Joyas, vestidos, zapatos.

Otra la secundó.

—Perfumes, amo los perfumes de marca.

Ella sonreía de escucharlas hablar y una reparó en la chica marcada. Le decían así a sus espaldas.

—¿Te burlas de nosotras?

—No, suena todo tan bonito, pero no siempre lo es.

—¿Qué sabes tú?

Tal vez sea un momento de contar su realidad y comenzó a decirles.

—Bueno, escuché una historia de una chica rica que lo tenía todo.

Ellas prestaron atención y continuó.

—Joyas, dinero, perfumes, vestidos, yate, comía solo de lo mejor, le encantaba el caviar y viajar, pero su padre la vendió a un mercenario.

Ellas hicieron un respingo y Mare continuó.

—Resulta que su vida de lujo se convirtió en un infierno, ese hombre apuesto y viril, rico, sí, mucho, era el mismo demonio.

—¿Qué le pasó?

—Ellos pelearon y lo que salió en los medios es que ella cayó del yate al agua fría y murió.

—¡Qué horror!

—Por eso es que no creo en eso de hombres ricos pidiendo citas, es muy raro.

Una comentó muy desanimada por la historia.

—Bueno, chicas, a vivir nuestra miserable vida.

Mare negó con la cabeza, recordando las trufas con crema que solía comer y las flores fragantes que adornaban siempre su habitación.

Al abrir sus ojos, su nana tenía un jarrón con flores frescas. Ese día amaneció rara y le dijo a su nana.

—Nana, estoy morada.

Era la señal de que todo debía ser de ese color. Se levantó y fue a un amplio baño con jacuzzi y se duchó, luego salió envuelta en una bata de felpa y caminó hacia su ropero, apretó un botón y este se abrió para ella.

Sonrió y vio los innumerables vestidos de marca que tenía, eligió un atuendo morado y luego otro apretón de botón y sendos zapatos de marca estaban frente a ella.

—Genial —escogió unos morados.

Su vida era genial hasta ese momento, bajó a los jardines y vio un servicio con flores moradas y una serie de platos con esos tonos.

—Gracias, nana, todo se ve divino.

Desayunaba en el jardín de la casa y recibió una llamada.

—Hola, Crazy.

—Mareska, ¿es cierto que tienes guardaespaldas?

—Sí, mi padre contrató a un equipo.

—¡Qué de lujo! Le dije a mi padre que necesitaba uno y me dijo que le iba a poner guardaespaldas a mis tarjetas de crédito.

Mareska rio ante sus ocurrencias y miró al sujeto fornido que estaba de pie, mirando a un lado.

—Te dejo, después hablamos.

Le puso asunto a ese tema y lo llamó.

—Hola, ¿cómo te llamas?

—Me llamo Philip, señorita.

—Entonces eres mi guardaespaldas.

Él asintió y ella preguntó.

—¿Qué se siente?

No entendió su pregunta.

—Bueno, cuidar de alguien, ¿qué se siente?

—Es un trabajo más.

—No, si se trata de mí.

Entonces preguntó desconcertada.

—¿Es cierto que debes de dar tu vida por la mía?

—Si ese fuese el caso.

Ella se agitó y le dijo preocupada.

—Eso es horrible, no quiero que eso pase.

—Entonces no se exponga a ningún peligro.

Ella no entendió y fue a hablar con su padre.

—Papá, no quiero un guardaespaldas.

—Querida, eso no es negociable.

—Es que me da miedo que le pase algo.

—Más miedo me daría que te pase a ti.

Su padre hablaba con despotismo y ella le preguntó.

—¿Por qué eso ahora?

—Es necesario, eres una chica hermosa, Mareska y rica, eso llama la atención de los maleantes.

La idea era muy escabrosa.

Alguien le colocó delante otra tanda de dulces.

—Enfócate, pareces en otro planeta.

La joven sonrió y continuó con su trabajo, pero esa fue la forma en que se remeció todo en su vida.

**

Por consejos de Philip, tomaba clases de tiro, era para aprender a defenderse, estaba progresando en su puntería.

—¡Muy bien, Mare! Cada vez lo haces mejor.

Tenía el pulso, y determinación y una causa. Su maestro le había explicado que toda persona que se inicia en las armas debía tener un objetivo y motivo. Ella lo tenía: defender su vida. Motivo por el cual debía estar lista para lo que viniera.

Su prótesis comenzó a picarle señal de que debía cambiarla por una nueva. Al salir de la escuela de tiro se dirigió a un salón de belleza no muy conocido y cuando entró el tipo le hizo señas de que siguiera de largo por un pasillo.

El sujeto afeminado entró minutos después y la admiró, una chica tan linda luciendo como un monstruo horrible, entonces comentó.

—Cada vez que te veo, me da aprensión. Ya es hora de cambiarla, ¿verdad?

—Me está comenzando a picar.

—Sí, te entiendo, todo tiene su fecha de caducidad.

Buscaba entre una serie de máscaras y encontró la prótesis nueva.

—Esta te ayudará, es reciente, usa la crema hidratante y cuando estés sola te la quitas, así oxigenas la piel.

La joven se la quitó y pudo respirar un poco de todo eso.

—Es un alivio.

—Vivir así es lo más horrible.

—No sabes cuánto.

Entonces el sujeto le dijo a modo de confianza.

—Philip va a venir a la ciudad.

Eso la alegró y el sujeto afeminado le señaló.

—Espera que estés haciendo todo lo que te sugirió.

—Al pie de la letra.

—Él desea que te sepas defender, hasta que todo esto pase.

—¿Entonces pasará?

—Se supone que ni el enemigo puede durar tanto, ni el cuerpo lo resiste.

Entonces preguntó preocupada.

—¿Qué sabes de mi padre?

—Eso lo sabe Philip.

Ella asintió y salió con la prótesis nueva puesta. Al menos no le molestaba, se dio cuenta de cuánto apreciaba su vida al punto de tener que vivir a las sombras por conservarla.

Cuando llegó al departamento, su compañera tenía todo un set de maquillaje dispuesto.

—Hola, ¿qué sucede?

—Tengo una cita, con un tipo lindo, al menos eso me dijeron.

—¿Quién te lo dijo?

—Una amiga que lo conoce o algo así, no me importa.

Ella entró a su habitación y cerró con llave. Ese era su espacio. Se quitó la ropa y la prótesis la colocó en su estuche y se fue a duchar y a ponerse una bata y zapatillas, comenzó a revisar su móvil y encontró unos posts de moda. Dios, se veían divinos, serían suyos si no fuera por…

Se dio vuelta en la cama y escuchó la voz de su compañera gritando.

—¡Deséame suerte!

—¡Suerte! —devolvió ella.

Ella ya no podía tener una cita, no podía salir ni hacer nada especial, era muy exasperante todo eso, pero necesario.

**

Cuando Cardenal le contestó, la descarga fue tremenda.

—¡Cómo pudiste hacerme eso! He tenido un día de m****a siendo acosado por mujeres locas.

—¿Acosado?

—Acosado y casi morboseado, hasta por hombres.

—¿Hombres?

—Escucha, borra esa m****a.

—No.

—¡Qué!

—Está funcionando, podemos seleccionar a la primera chica y el sitio en donde irán.

—No quiero nada de eso.

—Debes rehacer tu vida, es justo.

—No quiero eso, ¿entiendes?

Nada, como hablar con una pared, estaba en problemas. Su pequeña hija se acercó a él y le dio unas tarjetas.

—Mi profesora te envía esto y dos mamás de mis compañeros.

Él vio las tarjetas y la niña le dijo.

—Una me invitó a comer un helado el fin de semana. ¿Puedo?

Troy se quedó impresionado por el alcance que dio esa publicación, decidió mirar bien de qué trataba y leyó muchas cosas personales.

—Se supone que todo eso es privado y ahora lo pone público.

Vio a todas las “aspirantes” a su futura esposa.

—¡Cómo salgo de esto!

Volvió a llamar a su amigo y este le contestó.

—¿Qué?

—¿Qué m****a hago ahora?

—Estuve revisando tu perfil y hay unas chicas que puedes considerar…

—Quiero que pare.

—Eres el boom del momento, luego vendrá otro y te quitará el trono.

Entonces Cardenal le comentó.

—Voy a probar con una chica que es muy interesante.

—¿Cómo lo sabes?

—Por las estrellas.

Entonces le explicó que algunas que habían sido evaluadas, con citas anteriores, les ponían estrellas.

—Mientras más estrellas es interesante.

Eso lo llenó de curiosidad y le preguntó.

—Y si es interesante, ¿por qué no se casa?

—Algunos solo quieren alguien con quien pasar el tiempo, nada serio.

—¿Y eso te parece justo?

—Es lo que hay. El mundo es así, amigo, por eso hay que saber escoger.

Eso le molestó mucho, no quería hacerle eso a una mujer, pero entonces siempre sucedía que alguien se ilusionaba y perdía, como otra que ganaba. Ahora, ¿quién sería la primera candidata a una cita con el viudo rico?

La Pluma

Iniciamos con esta preciosa novela de amor entre un viudo y una misteriosa mujer que trastocará su vida para siempre.

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