Nadie sabe las dimensiones de las cosas hasta que suceden. 366 millones de personas buscan por medio de apps de citas encontrar una pareja de ensueño o al amor de su vida.
Donde 35 millones de mujeres ansían encontrar a la pareja indicada. ¿Cuántas tendrán suerte? Solo Dios sabe, pero la idea del amor ideal es más fuerte.
El amor se había vuelto una oferta y una demanda, en donde los corazones y las oportunidades eran para todos, en donde el mejor postor era el que se llevaba la oportunidad de conocer al amor de su vida.
El perfil de Troy comenzó a circular en toda la ciudad y muchas se apuntaban a tener una cita con el viudo rico y solo.
July, la compañera de Mare, recibió las nuevas notificaciones y vio el perfil del viudo rico.
—Tengo que tener una cita con este papazote.
¡Un viudo rico y millonario! Era toda una ganga para las mujeres de la ciudad.
Esa mañana, Troy iba a realizar su rutina normal, se levantó a correr como lo hacía siempre, pues su padre le inculcó que todo líder debe ser siempre activo y deportista, pues eso oxigenaba la mente para las ideas corporativas.
Hacía su trayectoria usual, midiendo la velocidad y su ritmo cardiaco. Una chica se puso a su lado, era tenaz siguiendo su ritmo y le sonrió. Él hizo lo mismo y de repente la joven le dio su tarjeta.
—También me gustan los paseos por la playa al atardecer.
La joven le guiñó el ojo y él solo musitó.
—Bien por ti.
Siguió corriendo y notaba que varias mujeres se acercaban y lo señalaban y comentaban cosas de él. Movió la cabeza de un lado a otro y pensó: No es nada contigo, chico.
Un joven apuesto y musculoso se puso a la par de él.
—Hola.
—Hola.
—Sé que te gustan las mujeres, pero podrías probar conmigo, no te defraudaré.
Le daba una tarjeta y le guiñó el ojo. No entendió nada, siguió y todos parecían alterados. Fue al puesto de jugos energizantes y la vendedora al verlo sonrió de más.
—Hola.
—Hola.
—¿Sabes? Tengo tres hijos.
Nunca había cruzado más que saludos con esa señora, pero ella lo trataba con familiaridad, solo pudo responder.
—¡Qué bien!
—Te entiendo perfectamente, eso de cuidar solo a un hijo, imagínate a mí con tres.
A ella le servía un vaso grande.
—Un poquito más para el papito rico.
—Gracias…
—Por cierto, estoy libre los jueves y domingos, por si deseas una cita conmigo.
Ahora, sí, se dio cuenta de que todo estaba raro en el ambiente y decidió enfilar para su casa y su empleada lo vio con varias tarjetas en la mano.
—Guarda esto, por favor.
—¿Quiénes son?
—No lo sé, ha sido una mañana muy rara.
Subió a ducharse, no sabía qué estaba sucediendo y eso lo estresaba, al bajar ya cambiado y con su terno, su empleada le tenía el portafolio.
—Gracias, Tatita.
—Señor, puedo atreverme a decir que la foto tres le hace justicia.
No entendió eso de la foto tres. Salió y miró sus dos vehículos preferidos.
—Hoy estoy Ferrari.
Se subió de un salto a su Ferrari negro y echó a andar el vehículo. Cuando iba por la avenida, un auto de una linda chica se colocó junta al de él y la joven le pitó.
Troy saludó y del otro lado se colocó otro auto con otra joven hermosa, la cual también le pitó y él saludó con una inclinación de cabeza, a lo que la otra chica del auto de la derecha pitó varias veces, molesta y gritó.
—¡Yo lo vi primero, bruja!
La otra, cuál leona devolvió.
—¡Es mío, perra!
Troy se vio en medio de una guerra de pitos y cuando el semáforo cambió, no dio a andar y ambas féminas partieron en una carrera. Para ese momento, Troy estaba asustado.
**
Mare ocupaba su puesto y escuchaba a una de sus compañeras charlar, sobre la novedad del viudo rico.
—Resulta que un viudo rico está buscando esposa.
Una de las chicas que hacía decorados con masas dulces comentó.
—Cielos, ya quisiera un rico en mi vida que me saque de esta vida que llevo.
Mare llevó una bandeja de cupcake para decorar y le preguntaron para incluirla en la charla, aunque por su aspecto sabían que nadie se fijaba en ella.
—¿Te gustaría casarte con un hombre rico?
—No —respondió ella—. La gente no es lo que aparenta.
—Eso siempre.
Entonces añadió.
—Y menos los tipos ricos con dinero.
Eso llamó la atención de una de sus compañeras que le preguntó.
—¿Y tú cuántos tipos ricos has conocido en tu vida?
Ella guardó silencio y después de un momento respondió.
—A ninguno, lo digo por las revistas. Tipos ricos que de repente hacen cosas estúpidas o tienen doble vida.
Una de las jóvenes que veía la pantalla de su móvil les comentó.
—Yo voy a escribirle, puede que me elija.
—¿Y vas a cuidar a su hija? —preguntó otra.
—Bueno, siempre hay escuelas e internados.
Todas rieron, ese era el plan de muchas en ese momento.
**
Cuando Troy llegó a su empresa, una joven con coquetería se detuvo y le dio su tarjeta.
—Amo un buen filete.
—Ok, genial.
—Llámame.
Entró acomodándose la corbata y la recepcionista, con su voz chillona, lo saludó.
—Buenos días, señor Káiser, lindo yate.
Le guiñó el ojo, no entendía nada, tomó el ascensor y varias mujeres subieron empujando a los varones que esperaban ocupar el ascensor y entraron junto con él.
—Hola, soy Cindy.
—Yo, Diana.
—Tamy.
Le daban su tarjeta y una le cogió el trasero, eso fue el colmo, apenas se abrió su parada, salió casi espantado.
—Mónica —le ordenó a su secretaria—. Un café sin azúcar.
Se sentía acosado y agredido. Después de un momento, Mónica le traía un café negro y fuerte.
—Tiene una reunión con Berkley y asociados y la señora Garret desea hablar con usted antes de eso.
—Dígale que pase.
Esperó unos minutos y su colega y mano derecha entró mirando su teléfono con atención. Tenía ese aire masculino y empresarial muy utilizado en el medio.
—Hola, Briget.
—Hola, viudo rico cotizado.
Troy frunció el ceño por ese extraño saludo y preguntó.
—¿Qué es eso de viudo cotizado?
La tal Briget era una mujer bien puesta, con el cabello pintado de rojo fuerte y un aire de superioridad innato en ella. Entonces le explicó.
—Jamás imaginé que serías del tipo que abriera un espacio en un sitio de citas a ciegas.
Eso causó risa en Troy que le preguntó.
—¿Bromeas?
—Tienes siete mil notificaciones, incluso de China y del Reino Unido.
Se levantó molesto.
—¿De qué m****a, hablas?
Ella le mostró la foto de él sin camisa y en traje de baño. Padre soltero busca…
—¡Qué! ¡Qué m****a es esto!
—¿No lo hiciste tú?
—Nunca haría eso.
Entonces ambos dijeron al unísono.
—Cardenal.
Llamó a su amigo y no le contestaba, lo enviaba al buzón. Desesperado preguntó.
—¿No hay cómo dar de baja ese perfil?
—Solo, Cardenal puede hacerlo.
—Ese imbécil es un cretino —decía con rabia—. Con razón todas estas notas, hasta hombres me dieron su tarjeta.
—Eso sí es despertar pasiones.
—Nunca me sentí tan mal en mi vida.
—Has causado un impacto y creo que sería justo que comenzaras a pensar un poco en tu vida sentimental.
Eso le sorprendió y ella, con ese aire empresarial, le explicó.
—Sería bueno que proyectarás una imagen familiar, ahora la tendencia en negocios es hacerlo con hombres de familia.
—¿Es en serio?
—Un hombre de familia proyecta una imagen más confiable en materias de negocios y si tiene una esposa e hijos es mejor.
Ella movió su cabellera y esta despidió un perfume muy exclusivo. Entonces Troy murmuró.
—No puedo casarme de nuevo.
—Querido, no es que no puedas, es que no quieres y ya son dos años de eso.
—Nunca la olvidaré.
Ella le dijo con dureza.
—Es que nunca la podrás olvidar, solo iniciarás algo nuevo, es tu derecho.
Negó con la cabeza y revisó el dichoso perfil y se dio cuenta de que todo apuntaba a que un viudo rico deseaba una novia con vías a ser esposa. Todo era por interés, y no en él, sino en su billetera.
Cardenal veía las llamadas perdidas y ni se inmutó en contestar. Sabía que su amigo le armaría toda una novela de tragedia y no estaba para eso. Revisó el perfil, las fotos de las chicas caían como lluvia y ninguna era despreciable.
—Eres un éxito.
Sonrió y guardó el móvil.
El día para Troy era de alta tensión, viendo cómo las chicas le escribían diciéndole lo bello, apuesto y sexi que era.
—Tengo que detener esto.
No era un tipo mediático y ahora estaba en el ojo del huracán y de muchas mujeres locas por pescar al viudo rico.
Mare escuchaba a sus compañeras hablar de los ricos y de todo lo que conllevaba ser uno de ellos en su imaginario, claro está.—Los ricos comen delicioso.—Aunque poco, he visto las fotos de sus platos y son cositas pequeñitas.Otra añadió.—Por eso no se ven ricos, gordos, muy pocos.Mare decoraba unos cakes y escuchaba el alboroto.—Yo podría encajar en una mansión —dijo una contoneándose.—Entonces todas. Ahora, ser esposa de un tipo rico es otra cosa.Una con aire soñador enumeraba.—Joyas, vestidos, zapatos.Otra la secundó.—Perfumes, amo los perfumes de marca.Ella sonreía de escucharlas hablar y una reparó en la chica marcada. Le decían así a sus espaldas.—¿Te burlas de nosotras?—No, suena todo tan bonito, pero no siempre lo es.—¿Qué sabes tú?Tal vez sea un momento de contar su realidad y comenzó a decirles.—Bueno, escuché una historia de una chica rica que lo tenía todo.Ellas prestaron atención y continuó.—Joyas, dinero, perfumes, vestidos, yate, comía solo de lo mejor,
Briana se miraba en el ancho espejo del baño y pintaba sus labios de rojo y decía a su amiga.—Voy a salir con ese millonario.—Tiene muchas solicitudes.—Y eso qué, soy mejor que ellas —se acomodaba sus tetas falsas—. Invertí mucho en mi imagen, debo hacer valer eso.La gordita de lentes le comentó entonces.—Tiene una hija.—Y en el mundo hay muchos internados, por eso no me preocupo, siempre y cuando salga conmigo.Briana Sprint era una socialité que saltó a la fama por colocar su vida en reality. Era una mujer que no daba puntada sin hilo y lo mejor que le pasaría en esos momentos es poder casarse con un millonario apuesto.Iba a dar su primer paso, pues conocía el ambiente en el que Troy Káiser se movía y ella iba a tomar la iniciativa.**Troy miraba las fotos de cientos de chicas que esperaban ser la indicada y no se decidía. Cardenal le decía en esos momentos.—Lizzy está bien y Ofelia tiene varias llamas.—¿Eso qué significa?—Que es ardiente en la cama.—No voy a escoger muje
Su padre salió a recibirlo junto con otros empresarios. Crazy le dijo entonces.—Dicen que es el nuevo rico del momento.—Debe ser un viejo petulante.Pero cuando vio salir a un hombre joven de unos 34 años, vestido elegante y estrechar la mano de su padre, se interesó.—No parece viejo.—No, para nada.Decidió salir a saludar al recién llegado. Su padre estaba encantado con el mancebo.—Te gustará la ciudad Capital, es un hervidero de oportunidades.—Eso me motiva mucho.Mareska salió a su encuentro y él se detuvo a mirarla detenidamente. Era una joven con una belleza radiante, piel canela en su justo punto y un cabello lacio con una melena preciosa con destellos grises. Ojos de color avellano y una mirada muy curiosa.—No me digan nada, esta es la preciosa Mareska.Jasone dijo complacido, como si elogiar la belleza de la joven fuera su mayor tributo.—Sí, es mi Mareska, mi hija.El sujeto, de forma galante, besó su mano; ella sonrió cautivada. Fue en ese instante en que Philip la tra
Su mente daba vueltas en imágenes de su primera conversación con Zeus Dimitrios.—Así que es de Grecia.—Sí, soy de Grecia, la República Helénica.—Suena tan lindo —comentó Crazy.—Y lo es, se los aseguro, si desean están invitadas para ir a un viaje por las mejores islas griegas.Ellas se miraron y él añadió.—Podríamos perdernos en medio de los paisajes rocosos, bailar con poca ropa en las playas de mi tierra.Ellas se miraron divertidas por sus palabras. Mareska comentó.—Dicen que ahí nació la cultura.—Nació la cultura, la belleza, el arte y yo —dijo arrogante.Entonces Mareska le preguntó.—¿Cómo se considera usted?—Como la suma de todo eso, claro.Ellas se miraron y rieron. Su padre hizo entrar un servicio con varias bebidas de ese país.—Metaxá, es un cogñag muy peligroso para las niñas como ustedes.Mareska entonces dijo animada.—Quiero probarlo.—Es fuerte, el más fuerte, pero sí gustas.Ella tomó un vaso y se lo llevó a sus preciosos labios y bebió, le quemó la boca y la g
La sacó por la puerta trasera y llegó al estacionamiento. Troy le comentó.—Mi auto está cerca.—Descuide, ya ha hecho suficiente.Se levantó con dificultad, y le rogó.—No le diga a nadie lo que sucedió.—Es que no sé qué decir.—Mejor.Un auto negro entró y un hombre corpulento se asomó y le ordenó.—¡Sube!Ella lo hizo de manera inmediata y se colocó una capucha sobre la maraña de papel. No entendió nada. Fue por su hija y en un descuido salió con ella del hospital.—Ella tiene un gran secreto —comentó Helena.—Así parece.Había perdido su entrada a la guardería, así que llevó a la pequeña a su empresa. No dejaba de pensar en ese rostro tan bello y la desesperación de la joven por cubrirlo. Recibió una llamada de parte del hospital.—Señor Káiser, la paciente que trajo, desapareció, ¿sabe algo de ella?—No, solo la dejé y me fui con mi hija.—¿No sabe dónde vive?—No, nada, solo la dejé y luego me fui, solo eso.—Entendemos.Estaba preocupado por esa chica y no sabía si ese sujeto q
Cardenal buscó sentarse, tan pálido como una lápida.—¿Qué tienes?—Troy, la mujer que buscas, es… una muerta.Troy se rio ante sus palabras y entonces Cardenal le mostró la foto de Mareska Roberts, muerta en un penoso accidente en un yate.—Sucedió hace dos años, se cayó de un yate y murió ahogada.—No, eso es imposible —negaba Troy.Leía las implicaciones del caso en donde nombraban a un Zeus Dimitrios y otras personas, decía que la joven de sociedad cayó en un penoso incidente por la borda del Potomac en invierno, aguas gélidas y una muerte segura, añadían que días después se encontró el vestido de la joven corriente abajo.Troy se pasó una mano por el rostro y le dijo a su amigo.—Esto es raro, muy raro. Esa mujer no era una muerta, eso te lo puedo jurar.Entonces Cardenal dijo algo sorprendente.—Entonces es peor de lo que pensamos, esa tal Mareska Roberts se hace pasar por muerta.Era muy rara. Buscó fotos de la joven y de sus sitios en redes; era muy hermosa y elegante.—Era la
Mareska respiraba alterada y entonces Troy le comentó.—Tranquila, no diré nada, pero tienes que explicarme.—¿Tengo? Te tomas muchas atribuciones.—Tengo atribuciones, porque de cierta forma ahora estoy involucrado en esto.Ella preguntó preocupada.—¿Quién era el tipo que estaba contigo?—Mi mejor amigo, Cardenal.—¿Y ese tipo, qué pito toca en todo esto?—Le conté lo que pasó.Ella se alteró con lo dicho.—¡Le contaste todo!—Espera, espera… —se orillaba—. Estás muy alterada.Ella estaba tensa y le respondió.—Es de mi vida, de la que hablamos.—Cardenal es confiable, jamás diría nada.—No puedo confiar en nadie.Eso sorprendió y le preguntó.—¿Por qué?—Es complejo… Ahora mi vida es diferente.Ni que diría, miró su prótesis y entonces le preguntó.—¿Esa es nueva?—Sí.Carraspeó y entonces dijo su nombre.—Mareska, deseo entender lo que pasa contigo. Deseo saber que lleva a una joven a dejarlo todo para fingir algo que no es.Hace tiempo que no escuchaba su nombre y eso fue grato, e
Era amor, o eso pensó, esa atracción que emanaba de ese sujeto la tenía electrizada. Cada movimiento era muy especial, sonreía y se sentía comprendida.—¿Cómo te llamas?Él negó con la cabeza y le dijo al oído.—Todavía no es el tiempo.Le hizo girar y luego la abrazó por detrás.—Hueles delicioso.Ella sonrió cautivada por sentir su barba en su cuello. La música cambiaba a una más sensual y todos estaban muy pegados y ellos igual.—Pareces un dios, ¿serías mi dios?Él sonrió y le hizo girar y July sentía que volaba para caer en los brazos de ese hombre.—¿Quieres beber algo?—Estoy sedienta.Fueron al bar a tomar algo y él pidió un whisky y ella un cóctel.—¿Vienes siempre?—¿Por qué eres tan curiosa?—Solo siento curiosidad de las personas que me interesan.—Entonces te intereso.—Mucho —sonrió.Las luces cambiaron y comenzaron a girar y July sentía que giraba junto a la mirada de ese apuesto caballero.**Troy revisaba la biblioteca de cuentos que su hija tenía y ella le sugirió.—Q