Cap. 3 El viudo rico

Nadie sabe las dimensiones de las cosas hasta que suceden. 366 millones de personas buscan por medio de apps de citas encontrar una pareja de ensueño o al amor de su vida.

Donde 35 millones de mujeres ansían encontrar a la pareja indicada. ¿Cuántas tendrán suerte? Solo Dios sabe, pero la idea del amor ideal es más fuerte.

El amor se había vuelto una oferta y una demanda, en donde los corazones y las oportunidades eran para todos, en donde el mejor postor era el que se llevaba la oportunidad de conocer al amor de su vida.

El perfil de Troy comenzó a circular en toda la ciudad y muchas se apuntaban a tener una cita con el viudo rico y solo.

July, la compañera de Mare, recibió las nuevas notificaciones y vio el perfil del viudo rico.

—Tengo que tener una cita con este papazote.

¡Un viudo rico y millonario! Era toda una ganga para las mujeres de la ciudad.

Esa mañana, Troy iba a realizar su rutina normal, se levantó a correr como lo hacía siempre, pues su padre le inculcó que todo líder debe ser siempre activo y deportista, pues eso oxigenaba la mente para las ideas corporativas.

Hacía su trayectoria usual, midiendo la velocidad y su ritmo cardiaco. Una chica se puso a su lado, era tenaz siguiendo su ritmo y le sonrió. Él hizo lo mismo y de repente la joven le dio su tarjeta.

—También me gustan los paseos por la playa al atardecer.

La joven le guiñó el ojo y él solo musitó.

—Bien por ti.

Siguió corriendo y notaba que varias mujeres se acercaban y lo señalaban y comentaban cosas de él. Movió la cabeza de un lado a otro y pensó: No es nada contigo, chico.

Un joven apuesto y musculoso se puso a la par de él.

—Hola.

—Hola.

—Sé que te gustan las mujeres, pero podrías probar conmigo, no te defraudaré.

Le daba una tarjeta y le guiñó el ojo. No entendió nada, siguió y todos parecían alterados. Fue al puesto de jugos energizantes y la vendedora al verlo sonrió de más.

—Hola.

—Hola.

—¿Sabes? Tengo tres hijos.

Nunca había cruzado más que saludos con esa señora, pero ella lo trataba con familiaridad, solo pudo responder.

—¡Qué bien!

—Te entiendo perfectamente, eso de cuidar solo a un hijo, imagínate a mí con tres.

A ella le servía un vaso grande.

—Un poquito más para el papito rico.

—Gracias…

—Por cierto, estoy libre los jueves y domingos, por si deseas una cita conmigo.

Ahora, sí, se dio cuenta de que todo estaba raro en el ambiente y decidió enfilar para su casa y su empleada lo vio con varias tarjetas en la mano.

—Guarda esto, por favor.

—¿Quiénes son?

—No lo sé, ha sido una mañana muy rara.

Subió a ducharse, no sabía qué estaba sucediendo y eso lo estresaba, al bajar ya cambiado y con su terno, su empleada le tenía el portafolio.

—Gracias, Tatita.

—Señor, puedo atreverme a decir que la foto tres le hace justicia.

No entendió eso de la foto tres. Salió y miró sus dos vehículos preferidos.

—Hoy estoy Ferrari.

Se subió de un salto a su Ferrari negro y echó a andar el vehículo. Cuando iba por la avenida, un auto de una linda chica se colocó junta al de él y la joven le pitó.

Troy saludó y del otro lado se colocó otro auto con otra joven hermosa, la cual también le pitó y él saludó con una inclinación de cabeza, a lo que la otra chica del auto de la derecha pitó varias veces, molesta y gritó.

—¡Yo lo vi primero, bruja!

La otra, cuál leona devolvió.

—¡Es mío, perra!

Troy se vio en medio de una guerra de pitos y cuando el semáforo cambió, no dio a andar y ambas féminas partieron en una carrera. Para ese momento, Troy estaba asustado.

**

Mare ocupaba su puesto y escuchaba a una de sus compañeras charlar, sobre la novedad del viudo rico.

—Resulta que un viudo rico está buscando esposa.

Una de las chicas que hacía decorados con masas dulces comentó.

—Cielos, ya quisiera un rico en mi vida que me saque de esta vida que llevo.

Mare llevó una bandeja de cupcake para decorar y le preguntaron para incluirla en la charla, aunque por su aspecto sabían que nadie se fijaba en ella.

—¿Te gustaría casarte con un hombre rico?

—No —respondió ella—. La gente no es lo que aparenta.

—Eso siempre.

Entonces añadió.

—Y menos los tipos ricos con dinero.

Eso llamó la atención de una de sus compañeras que le preguntó.

—¿Y tú cuántos tipos ricos has conocido en tu vida?

Ella guardó silencio y después de un momento respondió.

—A ninguno, lo digo por las revistas. Tipos ricos que de repente hacen cosas estúpidas o tienen doble vida.

Una de las jóvenes que veía la pantalla de su móvil les comentó.

—Yo voy a escribirle, puede que me elija.

—¿Y vas a cuidar a su hija? —preguntó otra.

—Bueno, siempre hay escuelas e internados.

Todas rieron, ese era el plan de muchas en ese momento.

**

Cuando Troy llegó a su empresa, una joven con coquetería se detuvo y le dio su tarjeta.

—Amo un buen filete.

—Ok, genial.

—Llámame.

Entró acomodándose la corbata y la recepcionista, con su voz chillona, lo saludó.

—Buenos días, señor Káiser, lindo yate.

Le guiñó el ojo, no entendía nada, tomó el ascensor y varias mujeres subieron empujando a los varones que esperaban ocupar el ascensor y entraron junto con él.

—Hola, soy Cindy.

—Yo, Diana.

—Tamy.

Le daban su tarjeta y una le cogió el trasero, eso fue el colmo, apenas se abrió su parada, salió casi espantado.

—Mónica —le ordenó a su secretaria—. Un café sin azúcar.

Se sentía acosado y agredido. Después de un momento, Mónica le traía un café negro y fuerte.

—Tiene una reunión con Berkley y asociados y la señora Garret desea hablar con usted antes de eso.

—Dígale que pase.

Esperó unos minutos y su colega y mano derecha entró mirando su teléfono con atención. Tenía ese aire masculino y empresarial muy utilizado en el medio.

—Hola, Briget.

—Hola, viudo rico cotizado.

Troy frunció el ceño por ese extraño saludo y preguntó.

—¿Qué es eso de viudo cotizado?

La tal Briget era una mujer bien puesta, con el cabello pintado de rojo fuerte y un aire de superioridad innato en ella. Entonces le explicó.

—Jamás imaginé que serías del tipo que abriera un espacio en un sitio de citas a ciegas.

Eso causó risa en Troy que le preguntó.

—¿Bromeas?

—Tienes siete mil notificaciones, incluso de China y del Reino Unido.

Se levantó molesto.

—¿De qué m****a, hablas?

Ella le mostró la foto de él sin camisa y en traje de baño. Padre soltero busca…

—¡Qué! ¡Qué m****a es esto!

—¿No lo hiciste tú?

—Nunca haría eso.

Entonces ambos dijeron al unísono.

—Cardenal.

Llamó a su amigo y no le contestaba, lo enviaba al buzón. Desesperado preguntó.

—¿No hay cómo dar de baja ese perfil?

—Solo, Cardenal puede hacerlo.

—Ese imbécil es un cretino —decía con rabia—. Con razón todas estas notas, hasta hombres me dieron su tarjeta.

—Eso sí es despertar pasiones.

—Nunca me sentí tan mal en mi vida.

—Has causado un impacto y creo que sería justo que comenzaras a pensar un poco en tu vida sentimental.

Eso le sorprendió y ella, con ese aire empresarial, le explicó.

—Sería bueno que proyectarás una imagen familiar, ahora la tendencia en negocios es hacerlo con hombres de familia.

—¿Es en serio?

—Un hombre de familia proyecta una imagen más confiable en materias de negocios y si tiene una esposa e hijos es mejor.

Ella movió su cabellera y esta despidió un perfume muy exclusivo. Entonces Troy murmuró.

—No puedo casarme de nuevo.

—Querido, no es que no puedas, es que no quieres y ya son dos años de eso.

—Nunca la olvidaré.

Ella le dijo con dureza.

—Es que nunca la podrás olvidar, solo iniciarás algo nuevo, es tu derecho.

Negó con la cabeza y revisó el dichoso perfil y se dio cuenta de que todo apuntaba a que un viudo rico deseaba una novia con vías a ser esposa. Todo era por interés, y no en él, sino en su billetera.

Cardenal veía las llamadas perdidas y ni se inmutó en contestar. Sabía que su amigo le armaría toda una novela de tragedia y no estaba para eso. Revisó el perfil, las fotos de las chicas caían como lluvia y ninguna era despreciable.

—Eres un éxito.

Sonrió y guardó el móvil.

El día para Troy era de alta tensión, viendo cómo las chicas le escribían diciéndole lo bello, apuesto y sexi que era.

—Tengo que detener esto.

No era un tipo mediático y ahora estaba en el ojo del huracán y de muchas mujeres locas por pescar al viudo rico.

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