Termimando aquella charla un poco incomoda, Aurore miro a Benedict mirar con atención el reloj en su muñeca, habian hablado solo un poco de la ex novia de este y habia quedado claro sus razones para dejarla.
—Mañana vendrá alguien a informarte que papeles necesitas — dijo parándose y dejando dinero en la mesa — y recuerda a los ojos de los demás tú y yo seremos un matrimonio “enamorado”— y con esto desapareció de la vista de la chica.
—Bueno ya está hecho —dijo acariciándose el vientre. — ¿Qué cosas nos esperan bebe?, ¿Qué cosas? — le cuestiono a su hijo no nato y a ella misma.
Aquel paso que acababa de dar, era el mas grande de su vida, y tambien, de la de su hijo por nacer. No se sentía segura, tampoco convencida, en realidad, no sabía porque razón en realidad es que había aceptado aquella descabellada idea, “Un matrimonio enamorado”, ¿Acaso nadie le preguntaría de donde salió ella si ya tenia una novia? Quizás, su futuro “esposo”, no estaba meditando demasiado bien las cosas, pero, aunque no fuera ético, aprovecharía la oportunidad para al menos conseguir lo necesario para su hijo y ella misma, terminaría su universidad dentro de poco, y entonces, la farsa terminaría tambien.
Bueno ya estaba todo dicho, solo le quedaba esperar, talvez y era su mejor decisión ¿o no? Eso nadie lo sabe, solo el tiempo dirá, solo los sucesos que pasen confirmaran y cometió un error o tomo la decisión más acertada, por ahora solo tenía que pensar en su futuro bebe, en su carrera, y en seguir adelante con todo esto, ¡que rollo! Pero…eso Eligio solo quedaba pedir todo saliera al pie de la letra y no un rotundo desastre.
Solo tenía que esperar y pensar en lo más importante, en el giro de 180° que daría su vida, en los cambios, en las obligaciones, y en ese mundo nuevo que se abría ante ella por caprichos del destino, solo quedaba aguardar lo que este, le tenía preparado, los retos, y las mentiras que tendría que decir al mundo entero, solo quedaba esperar y pensar en que muy pronto se convertiría en Aurore Gray o mejor dicho: la señora Gray…
3 meses después…
Inhaló el aire de su entorno…simplemente delicioso, el café recién hecho sabia y olía exquisito sobre todo en las mañanas, y está era una de esas en las que se sentía el sol a flor de piel, el cielo parecía el manto que lo arropaba, la luz, entraba por las ventanas de aquel departamento dándole un color natural y tan hermoso, si, hermoso, así era todo.
Se podía quedar ahí parada, con los ojos cerrados y perdiéndose en su mundo si no fuera porque un llanto la hizo volver a la tierra, un llanto dulce y melodioso, un llanto que aclamaba por un poco de atención y quizás de comida.
—Ya voy cariño, tranquilo — gritaba mientras apagaba la máquina del café, y el llanto se hacía más notorio. — Calma, bebé, mamá ya va —
Corrió por todo el departamento hasta llegar al cuarto de donde provenían los llantos, ahí en la cuna un bebe reclamaba por la atención de su madre, ella ya lo sabía por lo que se acercó y cargo a el pequeño bulto que hasta hace unos minutos dormía.
—¿Qué le pasa a mi príncipe? — preguntaba al bebe, como si el pequeño entendiera, mientras lo cargaba y paseaba de un lado a otro, al parecer, eso funcionó ya que los llantos cesaron, dejando escuchar de nuevo a los pájaros que cantaban en la ventana.
—Eso es, así me gusta, ahora espérame unos minutos y…—no pudo seguir ya que el timbre retumbo por todo el lugar. — ¿y ahora qué? — él bebe se quedó viendo a su madre. — No espero a nadie ¿tu sí? — pregunto haciendo posar una sonrisa en el nene. — Que lindo, ahora tu espera aquí, mientras atiendo — asentó al bebe de nuevo en su cuna para ir a recibir a…quien sea que tocaba el timbre
Una y otra vez sonaba el timbre muy insistente, era como un disco rayado…el mismo sonido una y otra y otra y otra vez…
—¡Ya, ya, ya voy! — grito, ahora corriendo y abriendo la puerta. — Lo siento, pero es que, ¿Benedict? — pregunto sorprendida al ver de quien se trataba.
—¿Aurore?— pregunto mirando de abajo hacia arriba a la castaña, llevaba un vestido blanco de tirantes, Benedict se sorprendió, si bien, cuando la vio por primera vez estaba con un aspecto de cansancio, y claro una gran barriga, ahora era todo lo contrario, su cara parecía rejuvenecida sin ningún rastro de cansancio ni ojeras , su pelo, antes corto y maltratado ahora era largo y liso como la seda, combinando con su piel de porcelana…y su figura, esa era la que más había cambado, ahora había adelgazado y recuperado su figura, una figura digna de envidiar que se amoldaba a su vestido, definitivamente esa era otra Aurore.
—Tengo que admitir que no te esperaba — dijo la castaña haciéndose a un lado. “¿Qué hace aquí?... ¿vendrá porque quiere anular todo?” se preguntó mentalmente.
La castaña no dejaba de hacerse preguntas mientras lo veía sentarse, después de todo ¿Por qué no?, al hombre en cuestión no lo había visto desde el día de su “boda”, él se había tenido que ir de inmediato a Londres para arreglar asuntos de la empresa, sin antes, claro, dejarle una buena cantidad de dinero para que se sustentara, no es que reprochara el que se haya ido así de rápido, es más, apenas se fue pensó que no lo volvería a ver o siquiera él se preocuparía por ella es decir ¿Por qué tendría que hacerlo?, después de todo, eran solo un matrimonio de contrato, pero, contrario a lo que creyó, el aun en Londres le había llamado apenas se enteró que había dado a luz preguntando como había salido todo, muy lindo de su parte, pero aun así hacia tres meses que no veía a su…¡así! A su, “esposo”.
Entonces ¿para qué venia si no para acabar todo? Claro, de seguro ya había conseguido otra, y ahora venia por el divorcio, bien, se lo daría no tendría problemas con eso, lo malo es que quizás, ya no contaría con todo lo que tenía hasta ahora, que bueno que había ahorrado porque ahora sí que lo iba a necesitar.
—Te veo cansado— comento la chica
—Si, no he dormido en días —contesto Benedict sin vacilar
—Estaba preparando café ¿quieres? — ofreció Aurore, viendo como el afirmaba se dio vuelta sobre si, para entrar a la cocina. Y claro Benedict no perdió de vista el caminar de la castaña.
No, simplemente su cabeza no le daba respuestas a la llegada del chico, todavía estaba sorprendida por su repentina aparición.
—y ahora ¿Qué querrá Gray?— decía hablando consigo misma. — ¿será…¡No! No lo creo ¿o si? — sacudió la cabeza mejor se lo preguntaba y ya.
Salió de la cocina con una bandeja en la cual llevaba dos tazas de café y unas cuantas galletas como bocadillos.
—Entonces para que has…—calló al ver al Gray en una tierna escena, asentó con cuidado la bandeja en la mesa, se sentó, tomo una galleta y se la empezó a comer mientras cruzaba las piernas, apoyaba el codo derecho en el brazo del sillón y su mano en la cabeza mientras con la otra comía la galleta de chispas de chocolate, con una mirada enternecedora miraba lo que nunca creía podría ver y que era algo único en la vida: él estaba ahí con los brazos cruzados en algo que quizás, conscientemente, el Gray nunca hubiera hecho pero como dicen “siempre hay una primera vez” y así era… Benedict se había quedado dormido en el sofá…
Hacía ya unos minutos que Aurore se encontraba ahí, observando al Gray, quien poco a poco iba abriendo los ojos, examinando el lugar y tratando de ordenar su mente para recordar donde era que estaba.
—Te quedaste dormido en el sofá— dijo Aurore al ver la cara de duda del chico, este solo atino a sonrojarse un poco.
—Ah— es todo lo que pudo pronunciar
—El café que había traído se enfrió así que prepare otro— dijo ofreciéndole una taza
—Gracias— el asintió y lo tomo de las delicadas manos de ella.
—Y…para que has venido…digo lo imagino, si quieres acabar con esto está bien te comprendo, pero…—
—¿Qué?, no yo no vengo a eso — Benedict la interrumpió de inmediato.
—¿A no? ¿Entonces? — cuestiono Aurore aun mas confundida.
—Creo que ya es hora de que vayas a mi casa — soltó el hombre de repente, sorprendiendo a la castaña en demasía.
Aquellas palabras la sorprendieron mas de lo que debian, y Aurore no sabia si estaba lista para ese otro gran paso.
—¿Qué? No gracias, aquí estoy bien — respondió negándose de inmediato.—Escucha, mi abuelo está muy mal y si quiero que deje todo a mi nombre, necesita ver que en serio tengo un matrimonio feliz — dijo Benedict con seriedad.—Pero, si no lo tienes — respondió ella tambien seria.Benedict solo la miro con amenaza. — No, no lo tengo, lo sé, pero… ¿no “debería serlo”? ——Eso creo, pero ¡ni loca voy a esa casa! Solo de recordar la mirada que me enviaba tu madre en la boda, hace que se me erice la piel, no y no — respondió con disgusto la joven castaña. Realmente, el día de su pequeño boda quedo mas que claro que nunca seria bien recibida en esa familia, quienes dejaron claro que desaprobaban el matrimonio y mas aun, que ella estuviese embarazada envuelta en ese vestido blanco.—Vamos, si queremos que esto salga según el plan tienes que hacerlo — reprocho Benedict.“En primera ¿queremos? Nah que no me incluya será EL quiere, y en segunda ¿plan? ¿Desde cuándo tenemos uno?” pensaba Aurore—
—¡Vaya!, esto es sorprendente— decía la castaña mientras observaba la casa, o en estos casos la enorme mansión en frente de ella.Hacia unas cuantas horas que todo se había tornado de otro color, hacia unas cuantas horas que su “esposo” había llegado a su casa para pedirle, no, para ordenarle que se mudara a su casa, claro tuvo que insistir mucho para que su querida “esposa” aceptara, pero al final de cuentas lo hizo. No podía negarse, y como, sí ella misma se había metido en todo esto, nadie la obligo ¿cierto?Cargaba solo una bolsa al hombro, después de todo, como Benedict le había informado, alguien más tarde iría por sus cosas, ahora estaba frente a la honorable mansión Gray, era elegante, sobre todo grande, con sus jardines adornados con finas fuentes y estatuas importantes. Apenas le abrió la puerta el chofer, ella bajo aún con su cara de asombro y con sumo cuidado pues llevaba a su bebe en brazos, envuelta en una manta rosada, al entrar una sirvienta la esperaba ya, en la entra
—ja…ja…ja que graciosito——oye, Rora ¿no crees que se está quemando eso?— dijo señalando la sartén que despedía humo y una gran llama.—¡madre! ¡Mi comida! — Aurore salió corriendo por el extintor mientras Benjamín iba por agua, el pelinegro llego primero apagando la estufa.—¡ay voy, ay voy! — decía Aurore corriendo con el extinguidor—¡no Rora!, no lo…— muy tarde Aurore arrogo el contenido bañando no solo al estufa sino a Benjamín y a ella misma— …hagasUn minuto de silencio, observándose.—jajaja, jajaja – estallaron en carcajada mientras se limpiaban con unas servilletas—ja, te hubieras visto todo blanco— decía Aurore riendo—¿Y tú qué?... ¡ya voy, ya voy! — decía imitando a Aurore, mientras corría por la cocina.—OK, pero se apagó el fuego ¿no? ——claro, porque yo le eche agua — decía sentándose—jajaja, jajaja—volvieron a reír—¿interrumpo algo? — dijo un pelinegro entrando de repente, haciendo cesar las risas. Benedict no lo diría, jamás lo admitiría, pero aun cuando no había
—Tu no piensas dormir ¿cierto? — dijo divertida mientras empezaba a pararse, al hacerlo vio a Benedict recargado en la puerta lo que hizo que diera un salto.—Rayos, me espantaste— dijo Aurore—Así tendrás la conciencia— empezó a caminar hasta quedar frente a frente. — Este es…—¿Eh? — vio como miraba fijo a sus brazos. — ¡Oh! Si este es mi bebe —Benedict, estaba embelesado viendo a ese bultito que yacía sonriente en los brazos de Aurore.—¿Quieres…? — insinuó Aurore. Benedict de inmediato dio un paso atrás, uno instintivo, se sentía tentado a tomar a aquel pequeño entre sus brazos, pero lucia tan hermoso y tan frágil, que sentía que entre sus manos podía romperse.—No sé cómo — respondió de inmediato, mientras miraba la hermosura de ese bebe que tenía delante, era, ciertamente, tan hermoso como su madre, la misma piel de porcelana y esos ojos verdes vivaces.—No es tan difícil, créeme— Aurore paso al niño a los brazos de Benedict, primero con algo de dificultad, pero al fin pudo hac
NO dormiría en su cama ¡NO SEÑOR!Esa noche lo enfrentaría.Cerró con cuidado la puerta de la niña, no la Quería despertar.Esa noche…estarían cara a cara.Terminó de cerrar la puerta.Esa noche aun NO terminaba.Una gran sonrisa llena de satisfacción adorno su rostro.—oye Benedict, cariño…—Esa noche lo iba a convencer, al estilo de una mujer.—Benedict, cariño…—El mencionado paró de quitarse los zapatos, la miró atentamente y alzó una ceja.—“¿cómo me dijo?” ¿Qué pasa? ——pues verás— caminó hacia él de una manera muy sexy y con las manos en los bolsillos— necesito decirte algo——dilo——si, pero antes—dijo divertida, se inclinó hacia el y le susurró en la oreja de forma muy sensual— necesito ponerme có—mo—da—Con una sonrisa pícara se fue al baño.Benedict la siguió con la mirada y con un tic en el ojo ¿cómoda? Eso solo lo decían las mujeres para una sola cosa: ponerse el pequeño baby doll que habían comprado para la noche de bodas o bien en cualquier día para ponerse un pijama muy
“Es un reverendo idiota”“idiota, pero bien que te dejaste”“¡no es cierto! Yo solo…solo… ¡ah! Ya ni sé que me paso solo sé que lo odio”Bufó molesta, mientras cruzaba los brazos y se debatía internamente entre sus pensamientos, analizó minuciosamente su alrededor allí estaba la puerta del baño, la ventana cubierta por la cortina, un buró con libros, sillones, a unos metros más allá la puerta de su bebé, se detuvo, su bebé, como desearía volver a esos tiempos donde dormía con Ezra acurrucados los dos en la cama, muy buenos tiempos, siguió con el recorrido, bien, de ahí la puerta de entrada hasta ahora va todo bien hasta ahora, sigue la pared…pared…más pared y, se detuvo, él….Ahí tan relajado estaba su maridito leyendo una revista de negocios con la luz de la lámpara iluminando su lectura, parecía tan satisfecho y tan tranquilo, y, ahí, estaba ella a un costado de él, ambos tapados con una sábana, ambos callados ¡oh! Casi lo olvido…ambos en la cama. En la misma cama.Se quedó viéndolo
Otro día, otra actuación, otro amanecer de cosas nuevas, luego de una larga noche necesitaba un día de paz, ahí estaba en la cocina de su nueva casa intercambiando un dialogo con su marido.Vaya maridito.Si lo de anoche solo fue, ESO una noche, ¡lo que le esperaba! El tiempo que durase todo.Lo bueno era que paciencia le sobraba o al menos eso quería pensar.—Bueno ya me voy, regreso para el almuerzo — dijo su flamante esposo falso.—Ajá lo que digas— decía Aurore mientras comía un plato de frutas y jugo de naranjas.—¿y Ezra? — cuestiono Benedict sobre el pequeño, realmente, aunque no lo admitiría, se preocupaba por aquel adorable encanto.—Durmiendo — respondió ella con simpleza.—Bien, y ya deja ese enojo solo, acéptalo — menciono con un deje de burla el apuesto hombre.—Tu ego es muy grande ¿cierto Gray? — Aurore hablo con sarcasmos, era más que evidente que así era.—No tienes idea de cuanto — dijo entrando Benjamín.—Cállate y vámonos — Benedict miro a su hermano, realmente, no
Aurore guardo silencio por un momento, realmente no le resultaba nada agradable que ese hombre sostuviera a su hijo. Aun sabiendo del contrato que existía de por medio entre ella y Benedict, aquello de hacer pasar a su hijo por hijo de él, no terminaba de gustarle.—El niño debe de estar hambriento, así que será mejor que no lo vea en este momento — dijo Aurore con seriedad e incomodidad.—Nada de nada, tráelo ahora mismo — ordeno el patriarca de la casa a la sirvienta.—Sí señor —A los pocos minutos Windermere entro con el pequeño en brazos, tenía puesto un mameluco color rojo con una capucha con orejas como de un oso. Estaba realmente adorable.—Aquí tiene señora Aurore — Dijo pasándole al bebe que no dejaba de llorar.—¿Sabes? Se nota muy hambriento mejor voy a la cocina por su comida — dijo Aurore empezando a irse.—No, que Windermere traiga la comida aquí y de paso la mía hoy quiero desayunar con mi bisnieto — demando el anciano.—Pero…——Es lo que quiero y es lo que se hará — d