—¡Vaya!, esto es sorprendente— decía la castaña mientras observaba la casa, o en estos casos la enorme mansión en frente de ella.
Hacia unas cuantas horas que todo se había tornado de otro color, hacia unas cuantas horas que su “esposo” había llegado a su casa para pedirle, no, para ordenarle que se mudara a su casa, claro tuvo que insistir mucho para que su querida “esposa” aceptara, pero al final de cuentas lo hizo. No podía negarse, y como, sí ella misma se había metido en todo esto, nadie la obligo ¿cierto?
Cargaba solo una bolsa al hombro, después de todo, como Benedict le había informado, alguien más tarde iría por sus cosas, ahora estaba frente a la honorable mansión Gray, era elegante, sobre todo grande, con sus jardines adornados con finas fuentes y estatuas importantes. Apenas le abrió la puerta el chofer, ella bajo aún con su cara de asombro y con sumo cuidado pues llevaba a su bebe en brazos, envuelta en una manta rosada, al entrar una sirvienta la esperaba ya, en la entrada.
—Mucho gusto, soy Windermere Claude, la ama de llaves, el señor Gray me informo de su llegada y hemos preparado todo para usted — dijo amablemente.
Windermere Claude, la ama de llaves, tendría aproximadamente unos 35 años, de cabello castaño agarrado en una trenza y ojos del mismo color, tenía un vestido largo negro con bolsas, debajo una camisa de manga larga y cuello de tortuga color blanco, los de las demás sirvientas era un vestido negro con un mandil blanco con olanes al igual que la pañoleta de la cabeza.
—Oh gracias señora Claude, yo soy Aurore…—dudo en que apellido usar… ¿Ellis? O ¿debería aceptar Gray?
—Si es tan amable de seguirme, le mostrare su habitación — dijo mientras subía las grandes escaleras, Aurore la siguió muy de cerca, pero con cuidado para no despertar al bebe que traía en brazos.
—Esta es su habitación, puede dejar aquí sus cosas —
Aurore entro, pero lo más extraño era que el cuarto tenía un ambiente masculino, eso no le dio buena espina.
“¿Qué pasa aquí?, al menos que… ¡Oh no! Mas le vale no haberse atrevido… ¡lo voy a matar!” pensó de inmediato al intuir que aquella habitación, era la que pertenecía a Gray.
—Señora ¿está usted bien? — pregunto al ver los gestos que Aurore hacia.
—Si, claro, ¿y la habitación del niño? —
—Está a lado de la del señor y usted, pero por esa puerta — dijo apuntando a la que estaba enfrente de ellas. — Se puede pasar ¿quiere que se la muestre? — ofreció la ama de llaves con amabilidad.
—Si, por favor — entraron a la habitación y era un ensueño, tonos azules pasteles adornaban el lugar, una cuna blanca con una tela de seda encima, era lo que más resaltaba, también había una mecedora, una mesita de té, un estante con cuentos infantiles, en el techo, cientos de estrellitas lo adornaban, la luz que entraba por la ventana junto al sonido del móvil de la cuna daban una sensación inexplicable, pareciera que la habitación la hubieran hecho los mismos Ángeles.
Aurore estaba fascinada, era mas de lo que podría pedir, se imaginaba a su hijo por ese lugar, jugando tranquilamente, viendo salir el sol por las mañanas e ir a la habitación continua a despertarla…pero, sonrió amargamente, eso, solo se quedaría en un sueño, un hermoso sueño, seria realmente poco tiempo lo que estuvieran allí, lo sabía. Avanzó hacia la cuna, y con su mano libre acarició el barandal.
—El señor Gray decoró personalmente la habitación — informo la mujer a sus espaldas.
— ¿¡Benedict!? — cuestiono incrédula.
—Si, se esmeró mucho para que quedara hermosa—
Aurore estaba sin habla no podía creerlo ¿Benedict la había adornado? Habrá sido ¿para ella? O solo lo hizo por obligación y para que no se fuera de ahí.
—Bueno yo me retiro ¿quiere que le prepare algo de desayunar? — pregunto la ama de llaves antes de marcharse.
—No se preocupe, yo bañare al bebe, luego, tomaré una ducha y veré que como después de eso, puedo ir a prepararme algo a la cocina ¿cierto? —
—Pero claro — dijo la mujer acercándose a la puerta. — Después de todo…usted es la señora de la casa—
—la…señora…de la casa— dijo en un apenas oíble susurro luego de que la Sra. Claude desapareciera de la habitación.
Aurore había bañado al bebe y ella misma se había relajado en la tina, ahora, ya estaba fresca y descansada. El ruido de su estómago le aviso que era el momento indicado para bajar y prepararse algo, le dio un último vistazo a la habitación, miro la cuna donde su bebe dormía, le subió la frazada celeste cubriéndolo del frío, se inclinó y le dio un beso en la frente, antes de cerrar la puerta se colgó en el cinturón el comunicador de bebe.
Estando ya en SU habitación se miró al espejo, llevaba una blusa blanca de tirantes pegadita, un saco color rosa, su pantalón de mezclilla con un cinturón negro donde estaba el comunicador y unas botas negras por último su pelo suelto que le llegaba hasta un poco más debajo de los hombros, brillaba de frescura y le daba un toque excepcional.
Bajo las escaleras de la mansión y fue directo a la cocina, no perdió tiempo y fue a las alacenas a revisar esperando encontrar algo que le sirviera para cocinar un digno desayuno, buscaba y buscaba, registraba una a una mientras se estiraba para poder alcanzar las cosas y mover lo que le estorbara.
—¿Sabías que es delito registrar lugares ajenos? — dijo una voz masculina con un tono de molestia.
—Eh… ¡rayos! ¿Ahora que hago? Yo lo siento, pero la señora Claude dijo que estaba bien— decía sin voltear a ver a su interlocutor y poniéndose nerviosa. — No quería…—
Una carcajada sonó por el lugar cosa que hizo que Aurore alzara la ceja.
—Tu como siempre tan educada e inocente ¿cierto bomboncito? — dijo el hombre
—¿Qué? — es lo único que pronunció mientras giraba sobre sí. Ahí, con cara divertida un hombre de cabello negro atado en una coleta y penetrantes ojos negros estaba apoyado en la puerta con los brazos cruzados.
—¿Benjamín? — cuestiono incrédula al reconocer al hermano mayor de Benedict.
—El mismo— decía mientras caminaba hacia Aurore y la encerraba en un cálido abrazo.
—No lo puedo creer —decía aun abrazada. — Después de tanto tiempo….
—ja…ja…ja que graciosito——oye, Rora ¿no crees que se está quemando eso?— dijo señalando la sartén que despedía humo y una gran llama.—¡madre! ¡Mi comida! — Aurore salió corriendo por el extintor mientras Benjamín iba por agua, el pelinegro llego primero apagando la estufa.—¡ay voy, ay voy! — decía Aurore corriendo con el extinguidor—¡no Rora!, no lo…— muy tarde Aurore arrogo el contenido bañando no solo al estufa sino a Benjamín y a ella misma— …hagasUn minuto de silencio, observándose.—jajaja, jajaja – estallaron en carcajada mientras se limpiaban con unas servilletas—ja, te hubieras visto todo blanco— decía Aurore riendo—¿Y tú qué?... ¡ya voy, ya voy! — decía imitando a Aurore, mientras corría por la cocina.—OK, pero se apagó el fuego ¿no? ——claro, porque yo le eche agua — decía sentándose—jajaja, jajaja—volvieron a reír—¿interrumpo algo? — dijo un pelinegro entrando de repente, haciendo cesar las risas. Benedict no lo diría, jamás lo admitiría, pero aun cuando no había
—Tu no piensas dormir ¿cierto? — dijo divertida mientras empezaba a pararse, al hacerlo vio a Benedict recargado en la puerta lo que hizo que diera un salto.—Rayos, me espantaste— dijo Aurore—Así tendrás la conciencia— empezó a caminar hasta quedar frente a frente. — Este es…—¿Eh? — vio como miraba fijo a sus brazos. — ¡Oh! Si este es mi bebe —Benedict, estaba embelesado viendo a ese bultito que yacía sonriente en los brazos de Aurore.—¿Quieres…? — insinuó Aurore. Benedict de inmediato dio un paso atrás, uno instintivo, se sentía tentado a tomar a aquel pequeño entre sus brazos, pero lucia tan hermoso y tan frágil, que sentía que entre sus manos podía romperse.—No sé cómo — respondió de inmediato, mientras miraba la hermosura de ese bebe que tenía delante, era, ciertamente, tan hermoso como su madre, la misma piel de porcelana y esos ojos verdes vivaces.—No es tan difícil, créeme— Aurore paso al niño a los brazos de Benedict, primero con algo de dificultad, pero al fin pudo hac
NO dormiría en su cama ¡NO SEÑOR!Esa noche lo enfrentaría.Cerró con cuidado la puerta de la niña, no la Quería despertar.Esa noche…estarían cara a cara.Terminó de cerrar la puerta.Esa noche aun NO terminaba.Una gran sonrisa llena de satisfacción adorno su rostro.—oye Benedict, cariño…—Esa noche lo iba a convencer, al estilo de una mujer.—Benedict, cariño…—El mencionado paró de quitarse los zapatos, la miró atentamente y alzó una ceja.—“¿cómo me dijo?” ¿Qué pasa? ——pues verás— caminó hacia él de una manera muy sexy y con las manos en los bolsillos— necesito decirte algo——dilo——si, pero antes—dijo divertida, se inclinó hacia el y le susurró en la oreja de forma muy sensual— necesito ponerme có—mo—da—Con una sonrisa pícara se fue al baño.Benedict la siguió con la mirada y con un tic en el ojo ¿cómoda? Eso solo lo decían las mujeres para una sola cosa: ponerse el pequeño baby doll que habían comprado para la noche de bodas o bien en cualquier día para ponerse un pijama muy
“Es un reverendo idiota”“idiota, pero bien que te dejaste”“¡no es cierto! Yo solo…solo… ¡ah! Ya ni sé que me paso solo sé que lo odio”Bufó molesta, mientras cruzaba los brazos y se debatía internamente entre sus pensamientos, analizó minuciosamente su alrededor allí estaba la puerta del baño, la ventana cubierta por la cortina, un buró con libros, sillones, a unos metros más allá la puerta de su bebé, se detuvo, su bebé, como desearía volver a esos tiempos donde dormía con Ezra acurrucados los dos en la cama, muy buenos tiempos, siguió con el recorrido, bien, de ahí la puerta de entrada hasta ahora va todo bien hasta ahora, sigue la pared…pared…más pared y, se detuvo, él….Ahí tan relajado estaba su maridito leyendo una revista de negocios con la luz de la lámpara iluminando su lectura, parecía tan satisfecho y tan tranquilo, y, ahí, estaba ella a un costado de él, ambos tapados con una sábana, ambos callados ¡oh! Casi lo olvido…ambos en la cama. En la misma cama.Se quedó viéndolo
Otro día, otra actuación, otro amanecer de cosas nuevas, luego de una larga noche necesitaba un día de paz, ahí estaba en la cocina de su nueva casa intercambiando un dialogo con su marido.Vaya maridito.Si lo de anoche solo fue, ESO una noche, ¡lo que le esperaba! El tiempo que durase todo.Lo bueno era que paciencia le sobraba o al menos eso quería pensar.—Bueno ya me voy, regreso para el almuerzo — dijo su flamante esposo falso.—Ajá lo que digas— decía Aurore mientras comía un plato de frutas y jugo de naranjas.—¿y Ezra? — cuestiono Benedict sobre el pequeño, realmente, aunque no lo admitiría, se preocupaba por aquel adorable encanto.—Durmiendo — respondió ella con simpleza.—Bien, y ya deja ese enojo solo, acéptalo — menciono con un deje de burla el apuesto hombre.—Tu ego es muy grande ¿cierto Gray? — Aurore hablo con sarcasmos, era más que evidente que así era.—No tienes idea de cuanto — dijo entrando Benjamín.—Cállate y vámonos — Benedict miro a su hermano, realmente, no
Aurore guardo silencio por un momento, realmente no le resultaba nada agradable que ese hombre sostuviera a su hijo. Aun sabiendo del contrato que existía de por medio entre ella y Benedict, aquello de hacer pasar a su hijo por hijo de él, no terminaba de gustarle.—El niño debe de estar hambriento, así que será mejor que no lo vea en este momento — dijo Aurore con seriedad e incomodidad.—Nada de nada, tráelo ahora mismo — ordeno el patriarca de la casa a la sirvienta.—Sí señor —A los pocos minutos Windermere entro con el pequeño en brazos, tenía puesto un mameluco color rojo con una capucha con orejas como de un oso. Estaba realmente adorable.—Aquí tiene señora Aurore — Dijo pasándole al bebe que no dejaba de llorar.—¿Sabes? Se nota muy hambriento mejor voy a la cocina por su comida — dijo Aurore empezando a irse.—No, que Windermere traiga la comida aquí y de paso la mía hoy quiero desayunar con mi bisnieto — demando el anciano.—Pero…——Es lo que quiero y es lo que se hará — d
—si eso quiero, bien además Ezra necesitara un futuro seguro, pero no quiero que tenga nada de aquí Bernard— es más terco que sus nietos, ni como persuadirlo, como quiera es su dinero y por los visto — observo la habitación— tiene y le sobra…—Quizás solo estaba alimentando falsas esperanzas, pero, si eso lo hacía tener un motivo para vivir, Aurore se lo daría, no era nada malo ¿cierto? Darle, aunque sea un rayo de luz a su vida, hacerle creer que tiene una nieta, que aún tiene una razón para vivir.Ezra y Bernard Gray desayunaron juntos, era lindo verlos juntos como si en verdad fueran abuelo y nieta, como deseaba Aurore que eso fuera verdad. Se abrazó a sí misma.—como quisiera que todo fuera real, darle un abuelo a Ezra, un papá, un tío, una abuela, que todos los días jugara con todos que cuando crezca llegue corriendo a despertarnos a Benedict y a mi y luego ir por sus abuelos y tío, comer todos juntos, verla crecer en los rincones de este hogar ver su primer día de clase en el cu
—Hola— saludo Benedict con un tono molesto. —Hola, hoy han desaparecido todo el resto de la tarde – dijo Aurore sin mucho interés. —Si, una junta de último momento— se metió a cambiarse al baño — Al parecer ha dejado lo de la tarde en paz, pero ¡claro! Se me pasó ¿habrá ido a ver a su abuelo?, ¿y si ya le dijo? Ojalá y no se moleste, ¿y si le pregunto? — Estuvo unos minutos pensándolo mientras se mordía la uña del dedo pulgar— —tsk, nada pierdo— Dejo el libro sobre la mesa se paro y se puso frente a la puerta. (Rima n.n) —oye Benedict— —¿Qué?— —¿de casualidad hoy has hablado con tu abuelo?— dijo mientras se apoyaba de lado en la pared y jugaba con su pie viéndolo. —No, hoy no en la mañana no he tenido tiempo, y como habrás notado acabo de llegar— dijo desde el baño algo sarcástico. —Eso es obvio— murmuró Se abrió la puerta y Benedict quedo enfrente de ella, esta no hizo más que alzar la casa y verlo a los ojos. —¿Por qué?— pregunto el pelinegro — No, nada mas— dijo y se