—ja…ja…ja que graciosito—
—oye, Rora ¿no crees que se está quemando eso?— dijo señalando la sartén que despedía humo y una gran llama.
—¡madre! ¡Mi comida! — Aurore salió corriendo por el extintor mientras Benjamín iba por agua, el pelinegro llego primero apagando la estufa.
—¡ay voy, ay voy! — decía Aurore corriendo con el extinguidor
—¡no Rora!, no lo…— muy tarde Aurore arrogo el contenido bañando no solo al estufa sino a Benjamín y a ella misma— …hagas
Un minuto de silencio, observándose.
—jajaja, jajaja – estallaron en carcajada mientras se limpiaban con unas servilletas
—ja, te hubieras visto todo blanco— decía Aurore riendo
—¿Y tú qué?... ¡ya voy, ya voy! — decía imitando a Aurore, mientras corría por la cocina.
—OK, pero se apagó el fuego ¿no? —
—claro, porque yo le eche agua — decía sentándose
—jajaja, jajaja—volvieron a reír
—¿interrumpo algo? — dijo un pelinegro entrando de repente, haciendo cesar las risas. Benedict no lo diría, jamás lo admitiría, pero aun cuando no había un lazo de afecto real, no le agrado para nada ver a su esposa sonreír tan cómodamente con su hermano, no eran celos, no podían ser celos.
—No, para nada— dijo Aurore
—genial, ya es hora de irnos Benjamín—
—que amargado eres hermanito, no ves, después de tantos años que no veo a mi bomboncito y ni nos dejas charlar a gusto—
—¿su qué?, pues lamento arruinar tu viaje a la calle de los recuerdos, pero se nos hace tarde para ir a la oficina—
—¿Y?, total nos pertenece podemos llegar a la hora que queramos—
—Benjamín…—dijo irritado
—será mejor que vayas, anda, ya tendremos tiempo de charlar—
—Claro, además, Aurore no se va a ir a ningún lado— dijo Benedict recalcando las últimas palabras.
Aurore sitio un escalofrió correr por toda su espina dorsal y el cómo su corazón se aceleraba a cada instante.
—Benedict tiene razón anda — miro fijamente a Benedict— yo no me voy.
Benjamín solo observaba el duelo de miradas que tenían el pelinegro y la castaña.
—Está bien— dijo interviniendo— vámonos ya— se paró y fue junto a su hermano— nos veremos luego Rora— dijo para salir de la cocina.
—nos vemos en la cena—dijo Benedict para seguir a su hermano por el mismo rumbo.
Aurore solo suspiro, su estadía en ese lugar iba a ser un tanto complicado, pero mejor no se hacía más cuestionamientos, se paró y empezó a limpiar el desastre que había, pero antes de hacerlo una sonrisa surgió de su rostro recordando el provenir de ese tiradero.
No sabía con exactitud cuanto había pasado desde que su esposo y su hermano se habían ido… ¿5¿8 horas?, no importaba por lo menos había tenido tiempo para ir a su cuarto y quedarse en la cama, viendo hacia el techo, preparándose para enfrentar a su suegra, a pesar de ya tener unas cuantas horas de haber llegado, no se había topado con la madre de Benedict, es más, si lo recordaba nunca en su infancia la vio más que quizás una vez, y el día de su boda solo la vio unos minutos y gracias a la mirada de odio que le enviaba digamos que quiso borrar todo recuerdo de ella.
Era mejor que dejara esas trivialidades para luego, debía arreglarse, hacia poco más de 15 minutos la señora Claude había subido para avisarle que la cena se serviría pronto, por suerte ya le habían llevado sus cosas.
Reviso el armario en busca de alguna ropa, pasaba una y otra vez las mismas prendas en realidad ni ella sabía que era lo que buscaba, nunca había cenado en una familia tan recatada ¿Qué debía ponerse? No quería parecer poca cosa al momento de conocer a su suegra y quería hacer un buen papel. Escogió un vestido sencillo, lo dejo sobre la cama y se metió a bañar, aunque ya lo hubiera hecho en la mañana quería estar fresca.
Salió con su bata y una toalla en la cabeza, inspecciono el vestido que estaba sobre la cama, suspiro y se dispuso a cambiarse, una vez hecho esto se colocó unas zapatillas de tacón color plata y de cepillo su cabello, se lo agarro en una cola baja con unos mechones de fuera, se miró en el espejo su vestido era color coral de tirantes delgados y por encima de la rodilla, hecho de una especie de tela de seda, por inercia y nerviosismo agarro el collar que tenía, de la cadena de oro colgaban dos anillos, se veía bien, mas no sabía si bien para la ocasión.
Entre abrió la puerta de la bebe para asegurarse que dormía, luego se dispuso a bajar, antes de llegar al despacho y abrir la puerta, suspiro y trato de relajarse, giro la manija, ahí adentro ya estaban todos Benjamín llevaba un traje color gris con una corbata roja, su madre, con quien hablaba en el sofá, llevaba un vestido fino de color negro y joyas adornaban su cuerpo, Benedict con su traje negro sin corbata, estaba viendo fijamente el fuego de la chimenea parado enfrente de esta mientras sostenía una copa.
—Buenas noches— dijo Aurore llamando la atención de todos
—Aurore…— el Gray se desplazó hacia su esposa y le ofreció la mano para luego rodearle la cintura. — ven te voy a presentar —
La señora Gray se paró.
—madre, recuerdas a Aurore ¿cierto? —
—por supuesto— la inspecciono de arriba abajo.
—Aurore, esta es mi madre, Bernarda Gray ¿tú también la recuerdas no? —
—claro, mucho gusto señora— dijo dándole la mano a lo que la pelinegra rechazo, solo alzo una ceja y miro a su hijo.
—por fin decidiste traer a la camarera a casa ¿no? —
—¿Camarera?, quien se cree— pensaba Aurore
—Por favor madre, ella es mi esposa así que te pido respeto—
—Ja, esposa como no, la verdad no pensé que fuera en serio, ya pasaron tres meses desde la boda y es la primera vez que los veo juntos—
—vamos familia dejen de pelear— intervino Benjamín
—disculpen—dijo una chica del servicio— la cena ya está lista
—gracias Dalia— dijo Benedict.
La cena se mantuvo en un silencio absoluto, Benedict sentado en la cabeza de la mesa a su lado izquierdo Aurore, al derecho su madre y enfrente de él Benjamín.
—y, Aurore ¿trabajas? — pregunto Benjamín
—bueno antes era camarera en una cafetería, pero ahora tengo permiso para faltar digamos unas vacaciones, y veamos tambien en una librería aunque procuró centrarme en la universidad—
—hmp ¿así o más? — dijo con sarcasmo Bernarda
—ME ALEGRA— acentuó Benjamín reprendiendo con su mirada a su madre. — he de suponer que ahora solo estarás en el colegio ¿cierto?, no creo que mi hermanito permita que su Esposa trabaje ¿o si?—
—por supuesto que no— contesto el mencionado
—mira niña— empezó con malicia Bernarda. — lo puedes ver como tu regalo de navidad, te han sacado de las calles—
—con todo respeto SEÑORA para mí el trabajar no tiene nada de malo es más, me enorgullezco porque siempre he sabido salir adelante por mí misma yo prefiero el dinero que se gana con esfuerzo al que tiene usted que lo consigue sin mover ni un dedo— dijo Aurore
—al menos yo SI tengo clase— dijo levantando la voz
Ja, por favor no me haga reír que me voy a atragantar—
—eres una irrespetuosa—
—OH! Miren al burro hablando de orejas—
Las dos se levantaron al mismo tiempo, dispuestas a seguir con su riña.
—¡Ya basta! — dijo Benedict parándose y apoyando con fuerza sus manos.
Las dos lo miraron.
Benjamín ajeno a esto seguía comiendo como si nada.
—mmm que rico, Dalia felicita al chef —
—podrían dejar de discutir, deseo una cena tranquilo —
—pues díselo a tu esposita, que al parecer no conoce de modales—
—lo siento Benedict— dijo mirándolo fijamente— pero creo que tu madre tiene razón—
—vaya hasta que dices algo correcto al parecer tus padres si te enseñaron algo—
Eso fue un gran golpe al corazón de Aurore, si, sus padres le enseñaron muchas cosas, sus padres.
—Pues sí, me enseñaron a luchar por lo que quiero y no dejarme humillar por absolutamente nadie y sobre todo a respetar a la gente—
—bravo— dijo sentándose la cruel mujer. — cuando los veas felicítalos, pero diles que te falta por aprender.
—claro se los diré— dijo con una gran sonrisa. — Pero no creo que puedan con lo segundo, porque…los muertos no enseñan ¿cierto? —
Todos se sorprendieron, y sintieron encoger su corazón… el cómo lo había dicho la castaña los dejo sin habla.
—Aurore…— menciono su esposo.
—Benedict perdona, pero mejor subo a la habitación, se me ha quitado el apetito.
Todos se quedaron ahí viendo cómo se iba, El se quedó ahí parado sin saber que hacer.
Miró a su bebe, era una hermosura, un pedacito de cielo en la tierra SU pedacito, ahora la tenía en brazos, acababa de terminar de darle de cenar y sacarle el aire, solo faltaba arrullarla para que se durmiera, lo hacía tan suavemente.
Ahí en la mecedora le cantaba con amor.
“Duérmete mi niño, duérmete mi sol, duérmete pedazo de mi corazón”— su voz era muy suave, cantaba con murmuro para adormecer a la nena.
Unos pasos se acercaban, mas no lo escuchó, le preocupaba más dormir a su bebe.
—Oye Rora…—Benedict se detuvo al oír a Aurore cantar por suerte esta no lo noto, él se recargo en la puerta, la voz de ella era realmente hermosa y lo que veía lo cautivo más, ahí en la mecedora mientras la luz de luna la bañaba, estaba su esposa como una gran madre y mujer, se quedó ahí mirándola con ternura.
—“Este niño linda, ya quiere dormir, háganle la cuna de rosas y jazmín, este niño linda ya quiere dormir, cierra sus ojitos y los vuelve a abrir”—
Aurore observo a su bebe, pero este, en lugar de dormir se quedó mirando a su mama y empezó a balbucear. Benedict se sintió con el corazón inflamado, aquella escena, era sin duda la más hermosa que jamás había visto, por su vida y su cama, muchas mujeres pasaron antes, todas hermosas, sin duda, pero no tanto como aquella que acurrucaba con tanto amor y ternura a su pequeño hijo, por un instante, deseo unirse a ellos, llegar por la espalda de la castaña y abrazarlos a ambos, ella y su pequeño hijo eran su familia ahora, y quizás, aquello no era tan malo como había creído que seria en un principio.
—Tu no piensas dormir ¿cierto? — dijo divertida mientras empezaba a pararse, al hacerlo vio a Benedict recargado en la puerta lo que hizo que diera un salto.—Rayos, me espantaste— dijo Aurore—Así tendrás la conciencia— empezó a caminar hasta quedar frente a frente. — Este es…—¿Eh? — vio como miraba fijo a sus brazos. — ¡Oh! Si este es mi bebe —Benedict, estaba embelesado viendo a ese bultito que yacía sonriente en los brazos de Aurore.—¿Quieres…? — insinuó Aurore. Benedict de inmediato dio un paso atrás, uno instintivo, se sentía tentado a tomar a aquel pequeño entre sus brazos, pero lucia tan hermoso y tan frágil, que sentía que entre sus manos podía romperse.—No sé cómo — respondió de inmediato, mientras miraba la hermosura de ese bebe que tenía delante, era, ciertamente, tan hermoso como su madre, la misma piel de porcelana y esos ojos verdes vivaces.—No es tan difícil, créeme— Aurore paso al niño a los brazos de Benedict, primero con algo de dificultad, pero al fin pudo hac
NO dormiría en su cama ¡NO SEÑOR!Esa noche lo enfrentaría.Cerró con cuidado la puerta de la niña, no la Quería despertar.Esa noche…estarían cara a cara.Terminó de cerrar la puerta.Esa noche aun NO terminaba.Una gran sonrisa llena de satisfacción adorno su rostro.—oye Benedict, cariño…—Esa noche lo iba a convencer, al estilo de una mujer.—Benedict, cariño…—El mencionado paró de quitarse los zapatos, la miró atentamente y alzó una ceja.—“¿cómo me dijo?” ¿Qué pasa? ——pues verás— caminó hacia él de una manera muy sexy y con las manos en los bolsillos— necesito decirte algo——dilo——si, pero antes—dijo divertida, se inclinó hacia el y le susurró en la oreja de forma muy sensual— necesito ponerme có—mo—da—Con una sonrisa pícara se fue al baño.Benedict la siguió con la mirada y con un tic en el ojo ¿cómoda? Eso solo lo decían las mujeres para una sola cosa: ponerse el pequeño baby doll que habían comprado para la noche de bodas o bien en cualquier día para ponerse un pijama muy
“Es un reverendo idiota”“idiota, pero bien que te dejaste”“¡no es cierto! Yo solo…solo… ¡ah! Ya ni sé que me paso solo sé que lo odio”Bufó molesta, mientras cruzaba los brazos y se debatía internamente entre sus pensamientos, analizó minuciosamente su alrededor allí estaba la puerta del baño, la ventana cubierta por la cortina, un buró con libros, sillones, a unos metros más allá la puerta de su bebé, se detuvo, su bebé, como desearía volver a esos tiempos donde dormía con Ezra acurrucados los dos en la cama, muy buenos tiempos, siguió con el recorrido, bien, de ahí la puerta de entrada hasta ahora va todo bien hasta ahora, sigue la pared…pared…más pared y, se detuvo, él….Ahí tan relajado estaba su maridito leyendo una revista de negocios con la luz de la lámpara iluminando su lectura, parecía tan satisfecho y tan tranquilo, y, ahí, estaba ella a un costado de él, ambos tapados con una sábana, ambos callados ¡oh! Casi lo olvido…ambos en la cama. En la misma cama.Se quedó viéndolo
Otro día, otra actuación, otro amanecer de cosas nuevas, luego de una larga noche necesitaba un día de paz, ahí estaba en la cocina de su nueva casa intercambiando un dialogo con su marido.Vaya maridito.Si lo de anoche solo fue, ESO una noche, ¡lo que le esperaba! El tiempo que durase todo.Lo bueno era que paciencia le sobraba o al menos eso quería pensar.—Bueno ya me voy, regreso para el almuerzo — dijo su flamante esposo falso.—Ajá lo que digas— decía Aurore mientras comía un plato de frutas y jugo de naranjas.—¿y Ezra? — cuestiono Benedict sobre el pequeño, realmente, aunque no lo admitiría, se preocupaba por aquel adorable encanto.—Durmiendo — respondió ella con simpleza.—Bien, y ya deja ese enojo solo, acéptalo — menciono con un deje de burla el apuesto hombre.—Tu ego es muy grande ¿cierto Gray? — Aurore hablo con sarcasmos, era más que evidente que así era.—No tienes idea de cuanto — dijo entrando Benjamín.—Cállate y vámonos — Benedict miro a su hermano, realmente, no
Aurore guardo silencio por un momento, realmente no le resultaba nada agradable que ese hombre sostuviera a su hijo. Aun sabiendo del contrato que existía de por medio entre ella y Benedict, aquello de hacer pasar a su hijo por hijo de él, no terminaba de gustarle.—El niño debe de estar hambriento, así que será mejor que no lo vea en este momento — dijo Aurore con seriedad e incomodidad.—Nada de nada, tráelo ahora mismo — ordeno el patriarca de la casa a la sirvienta.—Sí señor —A los pocos minutos Windermere entro con el pequeño en brazos, tenía puesto un mameluco color rojo con una capucha con orejas como de un oso. Estaba realmente adorable.—Aquí tiene señora Aurore — Dijo pasándole al bebe que no dejaba de llorar.—¿Sabes? Se nota muy hambriento mejor voy a la cocina por su comida — dijo Aurore empezando a irse.—No, que Windermere traiga la comida aquí y de paso la mía hoy quiero desayunar con mi bisnieto — demando el anciano.—Pero…——Es lo que quiero y es lo que se hará — d
—si eso quiero, bien además Ezra necesitara un futuro seguro, pero no quiero que tenga nada de aquí Bernard— es más terco que sus nietos, ni como persuadirlo, como quiera es su dinero y por los visto — observo la habitación— tiene y le sobra…—Quizás solo estaba alimentando falsas esperanzas, pero, si eso lo hacía tener un motivo para vivir, Aurore se lo daría, no era nada malo ¿cierto? Darle, aunque sea un rayo de luz a su vida, hacerle creer que tiene una nieta, que aún tiene una razón para vivir.Ezra y Bernard Gray desayunaron juntos, era lindo verlos juntos como si en verdad fueran abuelo y nieta, como deseaba Aurore que eso fuera verdad. Se abrazó a sí misma.—como quisiera que todo fuera real, darle un abuelo a Ezra, un papá, un tío, una abuela, que todos los días jugara con todos que cuando crezca llegue corriendo a despertarnos a Benedict y a mi y luego ir por sus abuelos y tío, comer todos juntos, verla crecer en los rincones de este hogar ver su primer día de clase en el cu
—Hola— saludo Benedict con un tono molesto. —Hola, hoy han desaparecido todo el resto de la tarde – dijo Aurore sin mucho interés. —Si, una junta de último momento— se metió a cambiarse al baño — Al parecer ha dejado lo de la tarde en paz, pero ¡claro! Se me pasó ¿habrá ido a ver a su abuelo?, ¿y si ya le dijo? Ojalá y no se moleste, ¿y si le pregunto? — Estuvo unos minutos pensándolo mientras se mordía la uña del dedo pulgar— —tsk, nada pierdo— Dejo el libro sobre la mesa se paro y se puso frente a la puerta. (Rima n.n) —oye Benedict— —¿Qué?— —¿de casualidad hoy has hablado con tu abuelo?— dijo mientras se apoyaba de lado en la pared y jugaba con su pie viéndolo. —No, hoy no en la mañana no he tenido tiempo, y como habrás notado acabo de llegar— dijo desde el baño algo sarcástico. —Eso es obvio— murmuró Se abrió la puerta y Benedict quedo enfrente de ella, esta no hizo más que alzar la casa y verlo a los ojos. —¿Por qué?— pregunto el pelinegro — No, nada mas— dijo y se
Aurore se incorporó y quedo sentada llevándose una mano al pecho que subía y baja bruscamente por la agitación, su corazón estaba acelerado y estaba sudando mucho e inconscientemente tenia lagrimas en sus ojos vidriosos, habia vuelto a recordar algo que habia querido olvidar. —Iris…—murmuró entre suaves lagrimas. Era hora de levantarse y bien lo sabía, se sentó y se puso sus pantuflas, estuvo un momento ahí sentado tratando de despertar por completo, sintió como alguien se movía, y volteo a ver al responsable. Aurore se estaba revolviendo en la cama, tenía un semblante tranquilo mientras se aferraba a la almohada como si su vida dependiese de ello. No pudo evitar sentirse conmovido por aquella tierna escena. Benedict sonrió. – Eres una caja de sorpresas Aurore – Se levantó y fue directo al baño, tras unos minutos salió ya bañado y cambiado, se sentó muy despacio en la orilla de la cama tratando de no despertar a la castaña. Se puso sus zapatos muy tranquilamente. Un llan