“Es un reverendo idiota”“idiota, pero bien que te dejaste”“¡no es cierto! Yo solo…solo… ¡ah! Ya ni sé que me paso solo sé que lo odio”Bufó molesta, mientras cruzaba los brazos y se debatía internamente entre sus pensamientos, analizó minuciosamente su alrededor allí estaba la puerta del baño, la ventana cubierta por la cortina, un buró con libros, sillones, a unos metros más allá la puerta de su bebé, se detuvo, su bebé, como desearía volver a esos tiempos donde dormía con Ezra acurrucados los dos en la cama, muy buenos tiempos, siguió con el recorrido, bien, de ahí la puerta de entrada hasta ahora va todo bien hasta ahora, sigue la pared…pared…más pared y, se detuvo, él….Ahí tan relajado estaba su maridito leyendo una revista de negocios con la luz de la lámpara iluminando su lectura, parecía tan satisfecho y tan tranquilo, y, ahí, estaba ella a un costado de él, ambos tapados con una sábana, ambos callados ¡oh! Casi lo olvido…ambos en la cama. En la misma cama.Se quedó viéndolo
Otro día, otra actuación, otro amanecer de cosas nuevas, luego de una larga noche necesitaba un día de paz, ahí estaba en la cocina de su nueva casa intercambiando un dialogo con su marido.Vaya maridito.Si lo de anoche solo fue, ESO una noche, ¡lo que le esperaba! El tiempo que durase todo.Lo bueno era que paciencia le sobraba o al menos eso quería pensar.—Bueno ya me voy, regreso para el almuerzo — dijo su flamante esposo falso.—Ajá lo que digas— decía Aurore mientras comía un plato de frutas y jugo de naranjas.—¿y Ezra? — cuestiono Benedict sobre el pequeño, realmente, aunque no lo admitiría, se preocupaba por aquel adorable encanto.—Durmiendo — respondió ella con simpleza.—Bien, y ya deja ese enojo solo, acéptalo — menciono con un deje de burla el apuesto hombre.—Tu ego es muy grande ¿cierto Gray? — Aurore hablo con sarcasmos, era más que evidente que así era.—No tienes idea de cuanto — dijo entrando Benjamín.—Cállate y vámonos — Benedict miro a su hermano, realmente, no
Aurore guardo silencio por un momento, realmente no le resultaba nada agradable que ese hombre sostuviera a su hijo. Aun sabiendo del contrato que existía de por medio entre ella y Benedict, aquello de hacer pasar a su hijo por hijo de él, no terminaba de gustarle.—El niño debe de estar hambriento, así que será mejor que no lo vea en este momento — dijo Aurore con seriedad e incomodidad.—Nada de nada, tráelo ahora mismo — ordeno el patriarca de la casa a la sirvienta.—Sí señor —A los pocos minutos Windermere entro con el pequeño en brazos, tenía puesto un mameluco color rojo con una capucha con orejas como de un oso. Estaba realmente adorable.—Aquí tiene señora Aurore — Dijo pasándole al bebe que no dejaba de llorar.—¿Sabes? Se nota muy hambriento mejor voy a la cocina por su comida — dijo Aurore empezando a irse.—No, que Windermere traiga la comida aquí y de paso la mía hoy quiero desayunar con mi bisnieto — demando el anciano.—Pero…——Es lo que quiero y es lo que se hará — d
—si eso quiero, bien además Ezra necesitara un futuro seguro, pero no quiero que tenga nada de aquí Bernard— es más terco que sus nietos, ni como persuadirlo, como quiera es su dinero y por los visto — observo la habitación— tiene y le sobra…—Quizás solo estaba alimentando falsas esperanzas, pero, si eso lo hacía tener un motivo para vivir, Aurore se lo daría, no era nada malo ¿cierto? Darle, aunque sea un rayo de luz a su vida, hacerle creer que tiene una nieta, que aún tiene una razón para vivir.Ezra y Bernard Gray desayunaron juntos, era lindo verlos juntos como si en verdad fueran abuelo y nieta, como deseaba Aurore que eso fuera verdad. Se abrazó a sí misma.—como quisiera que todo fuera real, darle un abuelo a Ezra, un papá, un tío, una abuela, que todos los días jugara con todos que cuando crezca llegue corriendo a despertarnos a Benedict y a mi y luego ir por sus abuelos y tío, comer todos juntos, verla crecer en los rincones de este hogar ver su primer día de clase en el cu
—Hola— saludo Benedict con un tono molesto. —Hola, hoy han desaparecido todo el resto de la tarde – dijo Aurore sin mucho interés. —Si, una junta de último momento— se metió a cambiarse al baño — Al parecer ha dejado lo de la tarde en paz, pero ¡claro! Se me pasó ¿habrá ido a ver a su abuelo?, ¿y si ya le dijo? Ojalá y no se moleste, ¿y si le pregunto? — Estuvo unos minutos pensándolo mientras se mordía la uña del dedo pulgar— —tsk, nada pierdo— Dejo el libro sobre la mesa se paro y se puso frente a la puerta. (Rima n.n) —oye Benedict— —¿Qué?— —¿de casualidad hoy has hablado con tu abuelo?— dijo mientras se apoyaba de lado en la pared y jugaba con su pie viéndolo. —No, hoy no en la mañana no he tenido tiempo, y como habrás notado acabo de llegar— dijo desde el baño algo sarcástico. —Eso es obvio— murmuró Se abrió la puerta y Benedict quedo enfrente de ella, esta no hizo más que alzar la casa y verlo a los ojos. —¿Por qué?— pregunto el pelinegro — No, nada mas— dijo y se
Aurore se incorporó y quedo sentada llevándose una mano al pecho que subía y baja bruscamente por la agitación, su corazón estaba acelerado y estaba sudando mucho e inconscientemente tenia lagrimas en sus ojos vidriosos, habia vuelto a recordar algo que habia querido olvidar. —Iris…—murmuró entre suaves lagrimas. Era hora de levantarse y bien lo sabía, se sentó y se puso sus pantuflas, estuvo un momento ahí sentado tratando de despertar por completo, sintió como alguien se movía, y volteo a ver al responsable. Aurore se estaba revolviendo en la cama, tenía un semblante tranquilo mientras se aferraba a la almohada como si su vida dependiese de ello. No pudo evitar sentirse conmovido por aquella tierna escena. Benedict sonrió. – Eres una caja de sorpresas Aurore – Se levantó y fue directo al baño, tras unos minutos salió ya bañado y cambiado, se sentó muy despacio en la orilla de la cama tratando de no despertar a la castaña. Se puso sus zapatos muy tranquilamente. Un llan
—No te preocupes Benedict, tu secreto está a salvo conmigo — él la miro con la ceja alzada. — nadie sabrá que el corazón de hielo del gran Benedict Gray por fin se ha derretido— le guiño el ojo. — Será un secreto entre tú y yo — aseguro.—Hmp, solo le di de comer es todo — se acercó a la barra y la miró. — Como su mamá estaba bien dormidita, no había quien lo atendiera — sonrió mirando al pequeño.Pensó que eso le serviría para que Aurore le siguiera el juego, pero no fue así, al contrario, la chica pareció perdida, su sonrisa se borró y se quedó mirando al horizonte como ida.—El sueño…por eso me quede dormida — dijo la joven perdida en medio de los recuerdos de aquel horrible sueño.—Aurore, ¿estas bien? — cuestiono Benedict quien de inmediato dedujo que algo extraño pasaba con su esposa.—Si, ¿por qué no habría de estarlo? — sonrió Aurore tristemente.—¿Segura? ¿Te pasó algo? — cuestiono preocupado.—Solo, no pude dormir tuve una pesadilla, una muy horrible — se sinceró.—Dicen que
Benjamín alzo una ceja llevándose una uva a la boca.—¡Esta bien!, yo organicé todo, pero— apoyó su brazo derecho en la mesa y a la vez su cabeza en su mano. — no te negaré que valió la pena, si tuviera la oportunidad lo haría de nuevo— se llevó una pieza a su boca. — fue lo mejor que he hecho en mi vida ——Bueno, esa noche…Iris lucia realmente hermosa y tú, no le quitaste la mirada de encima, así como ella tampoco a ti, toda esa noche fue perfecta, aunque debo admitir que te cayeras al lago fue maravilloso jaja, ¿No lo crees Nessi? — dijo Aurore con gracia.—Ahora comprendo— decía Benjamín tomando un poco de jugo— por fin entiendo porque a las vacaciones siguientes, todos me llamaban “Benjamín del lago ness”, por qué Benedict siempre se burlaba y hasta por qué un día el tonto de Cormac me regalo un arreglo de algas——Jeje, es que al siguiente día se nos salió— dijo Aurore— le comentamos a Cormac, él se lo dijo a los chicos y todo el pueblo terminó enterándose ——Mira que me costó lav