Cuando ya estaba calmada y arreglada se había encaminado hacia la habitación de Lizzie y en ese lugar, junto a la Leila y Andrado charlando frente a la bebé, encontró a la pequeña princesa jugando con su oso de peluche.Ni siquiera sabía cómo será capaz de controlar la mil y un mareas dentro de su pecho.Leila había dicho que Lizzie esperaba por sus padres y no pudo negar que algo de felicidad se apoderó en su pecho al oír “sus padres” y que ya la consideraran como una figura materna para Lizzie, así que sonrió y explicó que sólo estaban haciendo unas cosas con un carraspeo. Luego Andrade y Leila salieron del cuarto después de decirle a Andrade que comerá más tarde y a Leila que ella se encargaría de la niña a partir de ese momento. Y ahora a solas en el cuarto, durando algunos minutos, Lizzie se aferra a los brazos de Julieta sin dejar de soltar tampoco su peluche, y Julieta se pasea con Lizzie por todo el cuarto para dormirla.—Julie —llama la niña.—¿Sí, preciosa?—Mi abuela me di
—¿Lauren? —la voz de Román sale más grave de lo normal y con un tono disgustado que no deja ni siquiera que Julieta procese la situación en la que están—, Lauren, ¿Qué haces aquí?Julieta tiene que arreglarse rápidamente su ropa y bajar del mesón mientras Román, todavía en paños menores, sostiene la toalla y no la deja que de otro paso más ya que la toma de la cintura con fuerte agarre y ambos observa a Lauren, todavía postrada en esa dirección.Julietta traga saliva y con todo lo que su cuerpo estaba sintiendo, todo ese deseo se desploma en la vergüenza y en la falta de aire. ¿Qué hace ella aquí?—¡Perdónenme, en serio! ¡No era mi intención! Pero es que tu vigilante me dijo que podía entrar y no quise ser imprudente así que estaba buscando a tus señoras del servicio y creí encontrarlas aquí en la cocina. Pero, eh, bueno. ¡Lo lamento mucho! Te espero en la sala, Román. Por Dios, perdonenme —y Lauren se da la vuelta moviendo sus manos y expresándose de manera atolondrada, desaparecie
Hierve de ira al mirarla frente a todas esa cámaras, se dirige al país por completo y tiene el aire de que ha ganado ésta batalla y que la tiene bajo su mando. Julieta suspira llena de resentimiento y aparta la mirada del televisor mientras Margot también observa de la misma forma. —Nunca me ha caído bien esa mujer…—murmura Margot—, sé que sigue siendo tu tía…—Ella no es nada mio. Dejó de serlo cuando hizo lo que hizo —Julieta se levanta y la sigue Margot—, di lo que quieras de ella que creeme, seré la última que la defienda.—Julieta, espera. Bueno, Margot. ¡Ah! Tú me entiendes —Margot la detiene por el hombro, mirándola de forma preocupada—, ¿Realmente crees que esto funcionará?—Julieta Peterson está muerta para todo el mundo. Muerta y hay un sello y una firma que lo justifica así. Tengo que sacarle provecho a eso —Julieta agradece al mesero por su atención y junto a su amiga empiezan a caminar hacia los pasillos del hospital—, no le digas nada a nadie. —¿Y la gente que te cono
Siente tristeza, siente dolor, siente impotencia. Los recuerdos golpean su mente de manera atroz. Nunca había temblado tanto antes, incluso en esa primera noche que vio a Rebecca después de años.Julieta se olvida de todo lo que existió o vivió porque ahora, después de ver a Bianca tras años de desaparición, existe un antes y un después.Retrocede por instinto, creyendo estar viendo un espectro del pasado que la atormentará de por vida, pero ese rostro lo conoce y no puede ser una memoria borrosa de su vida. Es BiancaLo único que obtiene de Bianca es una expresión de sorpresa.—Bianca, eres tú —tartamudea Julieta. El dolor comienza a aparecer—, eres tú, Bianca. ¿Cómo es posible?Pero Bianca tan sólo cierra sus labios y la forma en la que ya la está observando le dice de manera indirecta que a diferencia de Julieta, no está del todo contenta. Es la misma de siempre, con cabello rojo y piel nívea, y en su hombro lleva su cartera. Julieta se da cuenta de su teléfono en el piso y lo rec
No le ha contado a Román la verdad de su pasado, la realidad que la hizo más miserable.No será capaz de contarlo ahora. Bianca tiene sus ojos abiertos observando tanto a Lizzie como a Román, y aunque ella conoce muy bien a Román porque mantuvo con él una estricta relación en el pasado, verlo ahora hace que se congele.Román la observa.—¿Bianca Romanov? —pregunta Román dejando a Lizzie en el suelo—, ¿No es usted la mujer que hablaba con mi ex-esposa?—Eh —balbucea Bianca sin saber qué decir ahora mismo y mucho menos en ésta situación. Es la única que sabe la verdad de Julieta, y quien conoce a la verdadera madre de la niña que carga Román. La pregunta es ¿Ellos conocen la verdad?—, señor McGrey, es un placer volver a verlo. Y ver a la niña. Lo lamento, pero ya tengo que irme. Ha sido un completo placer encontrarmelos, tenga una hermosa y feliz tarde.Lizzie corre hacia los brazos de Julieta y de una vez la carga entre sus brazos tragándose las palabras porque no quiere discutir dela
Julieta tiene que sentarse un momento, colocar las manos en su cabeza y ahogar los sollozos en su garganta. Un sentimiento de rabia que no puede ser diferenciada de la decepción o de la furia. Todo está unido.—Si resulta verdad ella pagará —Román se agacha hacia ella para buscar su rostro—, mírame, hey…—Tenía sospechas pero deseaba con todas mis fuerzas que no fuera así —Julieta siente los dedos de Román en su rostro—, ¿Por qué haría algo así? Mi papá la quería mucho, mucho…—Papi —pronuncia Lizzie acercándose a los dos—, ¿Por qué mami llora…?Julieta rápidamente se limpia sus mejillas al notar a Lizzie y Román se levanta para dejar que sea Julieta quien la tome en sus piernas.—No estoy llorando, linda. Sólo estoy un poco triste. Sabes que cuando estamos tristes reaccionamos así —Julieta deja salir un balbuceo que controla para no preocupar a Lizzie. Sube sus ojos—, sé que todo se solucionará pero no quiero perder el tiempo, hay que arreglar esto cuanto antes. Tiene todo de mí, se
Julieta alisa su vestido y finge una sonrisa a Rebecca antes de que esta se acerque a besarle la mejilla. También lo hace con Román y su esposo por simple cortesía le corresponde el saludo.—¿Lo ves? Ya todo se solucionó, Margot, sobrina. Espero que este malentendido sólo sea un tedioso recuerdo —Rebecca coloca su mano en el hombro de Julieta—, no dejes que los periodistas te atormenten con sus tontas preguntas y espero que ésta noche sirva para arreglar nuestras indiferencia. ¿Qué dices?Julieta prefiere mirarla un momento en silencio. Y no da una sonrisa, sino que desliza una mueca fingida en su rostro.—No tengo problema con eso —finalmente contesta para darle a entender que no está siendo afectada por sus palabras, incluso cuando hay una bomba de tiempo que explotará si Julieta no se apresura en demostrar la clase de persona que es Rebecca.Rebecca alza la copa de champagne y ahora se gira para ver a Román.—¿Te molesta si me quedo con ellas unos instantes? —pregunta Rebecca. Lo
—¿Papá…? Sus palabras se quedan estancadas en su garganta, demasiado dolorosas como para pensarlas una vez más. Díficil de creer, de pensar que es cierto, y de tratarse de una alucinación Julieta vuelve a buscar la manilla de la puerta para salir incluso cuando el carro ya está en movimiento. —Esto no puede ser verdad. No, no. ¡Quiero bajarme! ¡Detén el auto! —Julieta… —¡No, por Dios! No. Me volví loca, no estoy pensando con claridad, no, no. No es de ésta manera…—balbucea cuando oye una vez más el sonido de lo imposible, de lo que no puede ser. Golpea la puerta del auto para tratar salir, dando fuertes golpes al vidrio—, ¡Quiero salir…! —Soy yo, Julieta. Como si un rayo hubiese caído en su cuerpo, destrozando cada parte que necesita para sobrevivir como la estado haciendo durante cuatro años, Julieta deja la manilla de la puerta y lleva todo su cuerpo a la puerta con tal de alejarse lo más posible de aquella figura que por el tono de la voz indica que es masculina, y comienza