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Capítulo 4 - Puntos ciegos

No se podía negar que era una mujer impactante, elegante, hermosa y retadora. Llegar al sepelio de su difunto esposo con los labios pintados con un rojo intenso me dio a entender que no era un matrimonio armonioso. No tenía mucho maquille, sin embargo, la naturaleza le dio belleza de sobra. Su cabello castaño medio estaba suelto. No parecía estar sufriendo por la muerte de su marido. ¿Lo habrá matado?  

Algo en este caso no era coherente, si tenía problemas con su marido, ¿por qué fueron asesinados los otros socios de su esposo? Sin duda había un gato muy encerrado. Por lo que vi, durante la ceremonia religiosa y el sepelio del supuesto distinguido senador y empresario no era amable con su familia. —Partidas de hipócritas, aun cuando el hombre era un hijo de puta, miserable, asesino, violador y ladrón—. Por la actitud de su esposa, se debía tener cuidado, era una mujer hermosa y peligrosa.

Los medios de comunicación me ayudaron para poder infiltrarme, con disimulo instalé un localizador en el auto de su padre, casi imperceptible. Con la evidente tensión entre ella y la familia del difunto no demoró en alejarse. Y mis palabras fueron proféticas, cumplió con el compromiso, no aceptó ningún pésame. Con su actitud dio a entender lo feliz de que estaba por su fallecimiento.

Me alejé al verla caminar al auto de su padre. El empresario Francisco Carvajal. Fui por mi auto y mientras los seguía, gracias al GPS sabré a donde se dirigen. Aproveché y llamé al equipo para que me dieran reporte.   

—Gamal.

—Capitán, me encuentro aún en el sepelio, la dama ha mantenido su papel. Se ve fría, pero respetuosa. No se ha relacionado con los familiares de su difunto esposo.

—Comprendo. No le pierdas el rastro, no demora el mayor en efectuar el acto de ataque para que ellas se vean en la obligación de contratar seguridad. Lo que te parezca extraño me lo reportas. Por ahora no le informaremos nada al mayor. Todo a través de mí.

—Si señor, lo comprendí al recibir la llamada al celular antiguo.

Así era, los cuatro teníamos un celular viejo, de los primeros, cuando no existían la era táctil, ese no era rastreable. Le marqué a Jabir.

—Capitán. Veo que manejaremos doble información.

—No es eso. Digamos que es corazonada. ¿Novedades?

—Aparte de que los nervios parecen activarle el metabolismo para ingerir comida. Nada diferente. Nunca había visto a una mujer comer tanto en dos horas que lleva el sepelio.

—Jabir. —escuché su sonrisa—. No es tan gorda como en la foto que nos dio el mayor, o se puso en una dieta estricta. Lo cierto es que come mucho y no se lleva bien con la familia de su difunto esposo. Como buena costeña no se ha quedado callada ante las ofensas recibidas. —Parece la misma situación—. Sus padres no la acompañaron, solo vino con su hermano.

—Que no te reconozca.

—Me ofendes Lozano. Si soy un gran reportero; un hombre de bigote, con una verruga en la ceja y vestimenta nerd, ¡Ah!, y gafas, fondo botella. —Ese imbécil no cambiaba.

—No la pierdas de vista. Sabes que en cualquier momento la atacarán, el mayor nos dijo que será un ataque fingido, se usarán balas de salva. Cuídala de ser necesario.

—Entendido. —llamé a Yasar, había viajado a Medellín.

—Capitán.

—¿Cómo transcurre tu misión?

—La tengo en la mira. De camino a no sé dónde, cuando estaba en el sepelio, se enfrentó a la madre de su marido y sus padres intervinieron. Parece que la relación con sus suegros era muy tirante, hay muchos conflictos familiares.

Son cuatro supuestas amigas, las culpan o ellas asesinan a sus maridos el mismo día, no se llevan muy bien con la familia de su pareja… Muchas coincidencias para tener en cuenta.

—En cualquier momento la atacarán, verifica que no se excedan. Es un ataque simulado.

 —Utilizarán balas de salva.

—Si te parece excesivo, protégela desde lejos. Evita que te reconozcan.

—Entendido, capitán.    

Continué siguiendo el auto con una diferencia de kilómetros para no despertar sospechas, me guiaba por el GPS. ¿Qué era lo que no estaba viendo? —Cuatro mujeres, cuatro casos similares, son el blanco, no solo de nosotros, sino de los familiares políticos, lo serán de los reporteros, de los políticos y de la mafia. Parecía un guion de novela. Media hora después el auto se detuvo en el comando de la policía.

¿Qué hace aquí?, aparqué lejos del auto del padre de Salomé. Me puse una gorra, mis gafas de sol y me encaminé para ingresar al interior de la institución. —Por ser miembro de GEACC tenemos acceso a todas las entidades públicas de la nación—. En el auto se quedó el señor Francisco con su chofer.

Antes de ingresar vi salir a un hombre por la segunda puerta del comando. ¡Ese era el hombre que causó la muerte de mi familia! ¡Se subió a un auto!… ¡¿Qué m****a era esta vaina?! Se supone que estaba en prisión con una condena de cincuenta años. Y eso se lo agradecí a la familia Carvajal. Su padre se encargó de conseguir la máxima condena por haber matado a su esposa e hijo. Ese señor compartía el mismo dolor que yo.

¿Cuándo quedó libre el teniente Zapata? ¡Puta madre! —miré hacia el interior, desde lejos vi caminar a mi objetivo. Su padre ni se percató de ese hombre, seguía en el interior de su auto, lo vi hablando por teléfono, el chofer tomó el periódico. Regresé la mirada hacia el asesino de mi familia... Debía hacer algo.

……***……

Me molestaba escucharlo, sin embargo, debía soportarlo. Continué escuchando la intercesión de la llamada telefónica.

—Escúchame muy bien, no me agrada tu plan. Es como mantenernos al filo de la navaja.

—Es el que tenemos, supe de muy buena fuente lo que una agencia piensa hacer. Debemos recuperar la información que el hijo de puta de Orlando y compañía ocultó en algún lugar. Tu nombre y el mío se encuentran en ese listado. Ellos al dejar a sus esposas como herederas de todo, aun cuando no las amaban, me da a entender que esas mujeres saben más de la cuenta, por eso serán nuestro blanco. Esto no puede llegar a oídos de él. Él no tiene nada que perder. Nosotros una gran reputación.   

—Lo sé. Pero el Capitán Yaro es incorruptible. Hace parte de una organización de élite y los miembros de esa organización se creen los santos inquisidores.

—Es muy buena dicha agencia, lo reconozco. Pero todos tenemos un precio o algo que ocultar, nada más debemos averiguar cuál es el suyo.

—Debemos sacar al teniente Zapata, debe salir del país.

—Entonces confió en ti. Nadie debe saber que ciertos nombres se encuentran en ese listado.

—De llegarse a saber, Colombia quedará sin la mitad de su fuerza pública, congreso, senado y hay muchos empresarios salpicados. Lo recuperaremos.

—Es nuestro trabajo, por ahora que él no se entere.

No quieren que me entere, no soy el jefe de todo si no supiera lo que imbéciles como ellos hacen.

—¿Sus órdenes?

—hago una llamada y te confirmo. —No puede quedar cabo suelto. Ese teniente Zapata ha vivido mucho.

……***……

Me sentí como una completa idiota ante la negligencia del oficial que tomaba mi declaración. Mi padre me lo advirtió. Me dijo que no confiara en la policía y menos en esta, pero era la más cercana. Él desde la muerte de mi madre los odia a todos. Fue un teniente borracho el que causó el accidente y por eso pagaba una condena de cincuenta años.

—Esperé un momento, la atenderá el comandante.

Suspiré. No creo que una denuncia merezca la atención del comandante. Salomé, continúa interpretando el papel de tontona.

—Señora Agudelo, sígame, por favor. —Con mi frente en alto y ante la mirada de los presentes caminé con paso seguro—. El comandante la atenderá.

—Qué amable. —comenté con ironía. La patrullera me miró con algo de pesar.

—Buenos días, señora Agudelo.

—Carvajal. Mi apellido es Carvajal.

—Discúlpeme, las mujeres de su… estilo les agrada usar el apellido de su marido.

—No es mi caso y no se disculpe, solo sean más proactivo.

—¿En qué puedo ayudarla? —Se hizo el idiota.

—Dígame usted. Si me mandó a llamar debe saber las razones, tengo más de una hora, tratando de poner una denuncia.

El hombre de ojos y cabello negro se puso las manos en su abultada barriga.

—Ya veo de quien heredó el carácter. Recuerdo el caso de su padre contra un teniente de esta jurisdicción.

A mi padre lo conocen en todo Colombia, y se hizo más reconocido por el juicio que enfrentó contra la policía.

—No tengo todo el tiempo, y le agradezco su comparación con mi padre. Comandante, fui amenazada y mi familia también.

—Dado los antecedentes le recomiendo que contrate seguridad, nosotros podemos ofrecerle unos oficiales para ese fin.

—¡Ni loca acepto a la policía para custodiarme! —El malestar del panzón fue evidente—. Debe comprender mi renuencia comandante. Vine para hacer una declaración de amenaza y que quedé constancia.

—Se demorará un poco.

—No me extrañaría, pero si no se inicia en este momento tardaré mucho más.

—La remitiré con el agente especializado.

—Se lo agradezco. —Salí de la oficina, llamé a mi padre—. Me demoro un poco, papá.

—Te lo dije, en este comando no somos bien recibidos. Pero tú insististe.

—Sé por qué lo hice. ¿Me esperarás?

—Estoy trabajando desde el auto. De castigo espero que realices la cena.

—Viejo chantajista. —Lo escuché reír—. Gracias, papá.

Debía poner la denuncia, y hacerlo aquí podré tener acceso a lo que necesitamos. Todo por Operación Aroma.

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