El extraño me abrió la puerta con educación y me invitó a sentarme. Obedecí, con mis brazos cruzados para tapar las manchas de mi ropa. Me veía tan andrajosa entre ese lujo que me avergoncé. Mi vida era una locura y ni siquiera tenía idea de que había hecho antes de despertar en esa calle. Solo esa visión, ese recuerdo que se hacía presente y luego, se esfumaba.
—¿Puedes decirme tu nombre ahora? —preguntó él, estaba concentrado en conducir el auto.
—No lo sé, es la verdad. —respondí, con suma timidez. Yo no quería pasar por loca, pero no sabía mentir.
Me observó con confusión, tratando de adivinar a lo que me refería. No había caso, mi pasado era tan incierto. Quería tener un nombre, lo inventaría yo misma si fuera necesario.
—Mi nombre es Alyssa. —dije, era el nombre que más me resonaba. —Me gusta como suena.
—También a mí, yo me llamo Seth. —dijo, con una voz imponente. —Iremos a comer algo a un restaurante que conozco, te lo debo.
Sonreí, era tan cordial conmigo. Su forma de ser era en extremo seductora, podía hechizarme con esos ojos tan profundos. Seth, ese nombre no me resultaba familiar en absoluto.
Tras recorrer unas seis calles llegamos a una bodega pintoresca. El aroma de la pizza se esparcía por todos los lugares de alrededor, lo cual hizo más grande mi apetito. Tomé valor para bajar del auto a su lado, aunque fuera un completo extraño.
Yo no sabía cómo le diría que no contaba con ni un solo centavo para pagar esa comida. Buscamos una mesa en el centro del restaurante y nos sirvieron champaña rápidamente. El sabor me resultó dulce y agradable.
La gente a mí me miraba como si fuera la peste, seguramente a causa de mi vestimenta tan andrajosa. Me daba igual, solo me concentré en la canasta de pan que tenía enfrente mío y devoré rápidamente.
Seth me observó con una sonrisa.
—Le daré tus felicitaciones al chef. —dijo bromeando, me miraba como si pudiera despojarme de cualquier prenda que llevara encima. —Pareces una loba, por el apetito voraz que tienes.
Eso me hizo sentir extraña y me sobresalté, dejando caer el tenedor al suelo y posteriormente, chocando mi brazo con el vaso de vidrio, haciendo que este se destruyera en muchos pedazos. Tomé aire para tranquilizarme, sin entender porque esa palabra me generó tal impacto.
—Lo siento, no quise decir nada indebido. —susurró él, con los ojos apenados.
—No lo has hecho, solo, no sé lo que me pasa. La verdad estoy muy loca. —dije, tratando de romper esa tensión entre los dos.
—Alyssa, no estás loca. Yo te entiendo, a veces no se lo que me pasa. Es una fase, una etapa. —dijo él, con la voz calmada.
Cuando trajeron la pizza al fin, la muzzarella derretida hizo que mi sonrisa fuera eterna. El sabor de la comida era increíble, el haber pasado tanta hambre hizo que todo tuviera mejor sabor.
No me di cuenta de que comí la pizza entera yo sola y cuando quise disculparme, ya era demasiado tarde.
—Oh, que grosera me he mostrado al no dejar ni una sola rebanada. —dije con temor, otra vez con mis mejillas sonrosadas.
Un mareo comenzó a invadirme y a provocarme una intensa jaqueca. Froté mi frente para despejarme sin obtener ningún resultado. Empezaba a sentirme cada vez más débil, como si la energía de mi cuerpo estuviera siendo succionada por alguna cosa.
Seth sonreía, con los ojos fijos en mí.
—Lo siento, omega. —dijo él, con su sonrisa perfecta. No dejaba de ser tan guapo ni siquiera en estos momentos.
El miedo me hizo gritar para alertar a los presentes en el restaurante. Pero por más que escucharon los gritos, nadie hizo nada para ayudarme. Comenzaba a quedarme dormida lentamente, cayendo en un trance.
Omega, esa palabra me resonaba en el interior de mi corazón. La memoria no quería volver a mí, estaba demasiado sepultada en mi inconsciente. Logré ver como Seth me cargaba de vuelta en su automóvil, mientras saludaba a los clientes del restaurante como si fueran sus viejos amigos. Quise luchar con mis manos y pies para liberarme, siendo inútil por mi poca fuerza. Estaba siendo raptada, eso era evidente, no lograba hacer nada para huir.
Era una impotencia muy grande, el cansancio caía sobre mis ojos.
—Estábamos esperándote, Lysa. —empezó a decir Seth, al tiempo en que acariciaba mi cabello con dulzura. —Sabíamos que serías la última omega expulsada de las manadas de lobos.
No contesté nada, mis labios parecían sellados y no tenía fuerza en absoluto. Solo me limité a escuchar sus palabras, su voz tan dulce, tan agradable. Aunque estuviera raptándome, me sentía segura. Eso hizo que me dijera a mi misma que era una completa ingenua y que tranquilamente, ahora podía matarme sin que nadie me buscara.
—Tu memoria fue borrada para que no reveles los secretos de los lobos, te llevaré con otros como tú. Los lobos se han comportado de un modo terrible. ¿No es así? Despojándote de tu riqueza, de tu capacidad de transformarte. Oh princesa, yo te haré ver un nuevo mundo.
Sonreí, porque su angelical rostro me hipnotizaba. Sentí que, era la primera vez que me encontraba enamorada en toda mi vida. Mi corazón galopaba con una intensidad fuerte, las mariposas en mi estomago estaban enloquecidas. El quería cuidarme, ese hombre fuerte e imponente me mantendría a salvo.
Me quedé profundamente dormida allí, en el asiento suave y cómodo de su lujoso automóvil. Mis sueños eran completamente oscuros, sin imágenes, como si mi cerebro estuviera completamente vacío. Seth dijo que mi memoria había sido borrada y que, por eso, ni siquiera recordaba mi nombre.
Al despertar, me hallaba en un jardín repleto de estanques de agua cristalina. El césped húmedo me hizo sentir confortable, fresca. El estaba allí, a mi lado. Al ver que desperté tomo mi mano entre las suyas y la estrechó.
—¿Eres tú? —pregunté, con los ojos brillantes.
—Sí, te dije que no volverías a estar sola. Yo te cuidaré. —dijo, abrazándome.
Realmente era el abrazo mas hermoso que en mi vida hubiera experimentado. Me hizo sentir libre y al mismo tiempo, cuidada y a salvo. Su contacto físico era cálido, misterioso. El sentir su piel rozando la mía, era algo sumamente adictivo.
Otras personas comenzaron a llegar, sentándose en el suelo al igual que nosotros.
—Hemos esperado este momento, Seth. —dijo uno de ellos, un joven de cabello rubio. —Lysa ha llegado. ¿No me reconoces? —me preguntó directamente.
Yo no tenía idea de quien era.
—Pronto recuperarás la memoria, Lysa. —me prometió Seth, con su mano rodeando mi cintura. Me hacía estremecer el mínimo contacto con él.
Se puso de pie para hablarle a todos los que habían llegado, eran aproximadamente treinta personas. Muchos de ellos tenían entre veinte y cuarenta años. No conocía a nadie, o al menos no que yo recordara.
—Ha llegado el momento de destruir a los alfas, mis amigos. —empezó a decir Seth, con voz de mando. Era un líder nato, lo veía en su imponente presencia. Cualquiera incluso podría enamorarse de él con solo verlo una vez. —Pasen al frente los omegas expulsados.
Diez de ellos pasaron al frente, eran humanos a simple vista. Lo que sucedió después hizo que parte de mi memoria regresara. Todos ellos comenzaron su transformación fatal. El pelaje opaco, seco y sin vida sobre sus lomos. Eran delgados, con garras despojadas de su filo. Los otros, que debían ser humanos y no lobos, se veían fuertes, agiles y hábiles al igual que Seth.
Yo había sido también, la omega más débil. No olvidaba las miradas de desprecio de los que conocí en mi vida anterior, esa pena que todos sentían por la fea loba que no podía ni siquiera sacar las garras.
—Oh, ya lo recuerdo. —dije con lágrimas en los ojos. —Soy un monstruo, uno débil y torpe. —me lamenté, al comenzar a vislumbrar todo aquello que sucedió.
Mi familia, ellos tuvieron que expulsarme porque las reglas así lo mandaban.
—Todos ustedes fueron expulsados de sus vidas porque los consideraron inferiores. Es una completa injusticia, quedándose sin apellido ni nombre, sin riqueza, sin identidad. Ellos creen que pueden hacer todo a su antojo, devorando a los que pasan por su camino, derramando sangre inocente.
Seth miró a todos con atención, sus ojos eran en extremo penetrantes y agudos. No pude dejar de mirarlo a pesar de mi angustia, era tan atractivo, como si me hechizara para que lo amara para siempre.
Yo no quería transformarme, que me vieran siendo esa criatura flaca y sin poder alguno, sería una humillación total. Me quedé observando en silencio, con esa cobardía e inseguridad que me caracterizaban. Yo no estaba lista para pelear por nada, nunca me había resultado.
—Seth, la cacería de los alfas comenzará en dos días. Ellos sabrán que has secuestrado a su omega, Goth sabrá que este es un golpe. —dijo otra loba, al igual de desmejorada que yo. —Debemos quedarnos en nuestro refugio hasta que llegue el momento.
—Pagarán todo lo que nos han hecho en el pasado. —este era otro lobo igual de desmejorado. Parecía estar ciego de un ojo.
Los demás presentes comenzaron a brindar en mi nombre, con las copas llenas. Seth me tomó de la mano y me llevó hacia uno de los estanques, donde contemplamos el agua clara. Yo me sentí insegura.
—No comprendo bien lo que está ocurriendo. —murmuré en voz baja, para no arruinar esos festejos. —Estoy tan confundida.
—Es normal, mi bella Lysa. Yo te he esperado por mucho tiempo, pero no te asustaré. Quiero que descubras la verdad poco a poco, para que no te espantes. —sonrió, poniendo una mano sobre mi hombro.
Apoyé mi cabeza en su pecho, sin saber porque tenía tanta confianza con un completo desconocido.
—¿Tu eres un lobo, Seth? —pregunté, tenía esa incógnita en mi mente.
Como estaba empezando a recordar aquellas cosas del pasado, de mi vida entre los lobos, pensaba que me había escogido como mate. Algo que pensé que jamás ocurriría porque yo era una loba débil y enfermiza, a la cual todos despreciaban y creían peor que basura.
—No. —contestó con una sonrisa, su boca perfecta hizo una mueca que me aterró por unos segundos. Besó mi frente. —Yo soy un cazador de lobos.
Aquellas palabras que pronunció Seth me paralizaron del miedo. Claro que yo escuché muchas veces sobre ellos, los cazadores que se dedicaban a robar pelajes, asesinando sin piedad. Para los lobos era un peligro del cual había que tener cuidado. Los fragmentos de información volvían a mi mente, comenzaba a conectar todos esos datos que creí olvidados. Como una película que iba tomando forma poco a poco.La moneda, al parecer no funcionó con totalidad en mí. Eso era extraño, según las tradiciones no tenía vuelta atrás. Pero ahora, ninguna de las cosas parecía tener sentido alguno.—No temas, no te cazaré a ti. —dijo, con su mano rodeando mis caderas. —Tu no eres mi objetivo.En ese momento, me pareció ver sangre corriendo por su boca, como si estuviera mintiéndome y aquella visión quisiera advertirme. Salir corriendo no tendría caso, yo no tenía donde ir, era rechazada por mi propia familia. Me matarían por intentar volver y en el mundo de los humanos, tampoco estaría a salvo.—Yo soy u
—Lysa… —empezó a decir él, mientras me recostaba en mi cama.Habíamos hecho algo increíble, tenía un talento descomunal para hacerme sentir placer. El era el hombre más atractivo y fuerte que hubiera visto en mi vida. El fundirnos el uno con el otro fue el acto más emocionante. Perdí mi virginidad con él y no me arrepentiría nunca, porque su fuerza era inconmensurable y su tamaño igualmente sorprendente.—Te amo. —dijo él, por fin, con los ojos brillantes mirándome.¿Cómo podía ser que me amara a pesar de que solo nos conocíamos hacía tan poco tiempo? No me importaba, mi corazón se sentía atado al suyo por alguna extraña razón, era como si nos conociéramos de toda la vida. Entrelacé su mano con la mía.—¿Puedes decirme algo? Recuerda contestar con la verdad. —le dije, todavía no me había colocado nada de ropa.—Quizás pueda, Lysa, pero no olvides que acabamos de conocernos. Te amo, lo sé más que nada, pero también es difícil confiar en ti.—¿En mí? —esa afirmación me ofendió bastante.
¿Sería acaso posible que este hombre me amara en verdad? Había pasado tan poquito tiempo que me mostré escéptica ante ello. Seth me cargó entre sus brazos luego de casi ser atropellada y lastimada en la calle. Mi hermano también pudo matarme si hubiera tenido unos minutos extras.—¿Por qué lo has hecho? —pregunté, con los ojos llorosos, temblando por el impacto del shock.—Ya te lo dije, Lysa, yo te amaré siempre. Eres la mujer de mi vida. —Seth entrecerró los ojos de un modo tan tierno. —Se que es difícil de entender. Pero es mi verdad, tu conoces sobre los rangos y jerarquías de lobos, más no sabes nada sobre nosotros los cazadores.Esto fue lo último que dijo antes de llevarme hacia el interior de su casona nuevamente, donde estaría a salvo de mi hermano. A pesar de tener la vista cansada pude percatarme de que, este lugar había cambiado bastante. Los hombres en la entrada portaban armas de gran calibre, con la que protegían la puerta con fervor. Las miradas asesinas poseían una fu
—¿Lysa? —preguntó uno de los omegas que había visto, no era el mismo del cuarto, el que se hizo dorado. Sino que era otro de ellos, su nombre era Kalte, si mal no recordaba. En su forma humana, era alto y delgado, de nariz prominente y mejillas delgadas.Aunque no tenía ánimos de hablar con nadie, traté de sonreír. No quería tener enemigos, después de todo era una locura seguir creyendo que era una protegida. Tenía que cuidar mis propias espaldas, en especial después del ataque de mi hermano. Algo andaba mal, ese lobo había cambiado de forma y aunque no supiera si era peligroso, mi instinto me decía que las cosas no eran buenas ni normales.—Veo que estás un poco asustada. Se lo que pasó con tu hermano. —dijo él, invitándome a sentarme en la silla de ese pasillo. Era un juego de living para tomar té.Kalte hizo una seña a una de las personas que pasaba y le pidió que trajera té para ambos. Me sentí bien de beber algo cálido después del ajetreado día que había tenido. Parecía que las e
No podía creer que las causas de nuestro sufrimiento se debieran a un cruel experimento. Lo peor es que era solo una obra de un manipulador que estuviera dispuesto a sacrificar a alguien de su propia familia. Quería llorar, gritar, arrojar objetos al aire por la ira, lo que estaba leyendo era terrible. Mi vida había sido así de complicada y sufrida, porque alguien más así lo había querido. Yo tenía tantos padecimientos como loba, era tan enfermiza… Pensé por tanto tiempo que era un problema mío.—Entiende poco a poco, que las cosas que ven tus ojos son tan reales como tu las quieras creer. —dijo Kalte, con los ojos fijos en mí.—Es una mala broma, una tragedia. —dije, sollozando. No pude evitar que las lágrimas se me escaparan.—Los lobos son seres inteligentes, demasiado. Nada es al azar en este mundo, por ello se encargan de mantener sus jerarquías intactas. —dijo Kalte, con paciencia.Ahora todo tenía un sentido para mí, cuando por tanto tiempo pensé que mi vida fue tan mala por mí
Miré a esos bellos cachorros maravillada, el corazón me latía rápido por la alegría. Sentí una conexión apenas los vi, eran cuatro cachorros pequeños, debían ser casi recién nacidos, amontonados para resguardarse del frío. Uno de ellos era color negro azabache, otro color marrón claro y los otros dos de un rojo pardo. Eran hermosos, cargué en mis brazos al de color negro lo acuné. Me miraba con los ojos brillantes.—¿De donde han salido estos cachorros? —preguntó Seth, estaba interrogando a los que estaban afuera.Uno de los hombres respondió, estaba encogiéndose de hombros.—No tengo la menor idea, Seth. Estoy tan sorprendido como ustedes… No los vi, nadie se acercó. El que lo hizo, ha de tener una gran velocidad. —respondió, tartamudeando.—Un lobo. —dijo Seth, mirando los cachorros con desconfianza. —¿Por qué abandonaría a sus hijos?—No lo sé, pero no creo que sea buena idea conservarlos. Puede que sea una trampa, hay que llevarlos lejos. —dijo el hombre, si mal no recuerdo se lla
Seth había aceptado la crianza de esos pequeños, realmente estaba sorprendida. Mi felicidad era muy grande. Hasta el último minuto pensé que no lo haría, después de todo el era un cazador y adoptar cachorros de lobo no era lo más adecuado. Los días pasaban y él cada vez parecía más encariñado con los pequeños. Era un buen padre, yo lo sabía. Su sed de venganza nunca opacaría su amor por mí. Estábamos destinados a estar juntos.Pero algo dentro de mí hizo me decía que tenían que estar conmigo.Una visión llegó a mí, otra vez la voz de mi bella madre. Me decía que me extrañaba, que se hallaba esperándome.Dolor, el hecho de que su voz estuviera en el aire me hacía sentir una terrible nostalgia.Suspiré con tristeza, yo sabía que no volvería a verla. Era tan difícil tener que elegir entre mi madre y hermana, y el amor de mi vida. Caminé con mis cachorros por la mansión, buscando un poco de tranquilidad. No era bueno que me estresara de esa manera. Seth continuaba con su plan, fortalecie
La rama cayó sobre mi cuerpo, haciendo que mi transformación desapareciera. Me quedé en mi forma humana, lastimada y magullada. Me costaba mucho respirar, el tronco me aplastaba. Ella sonreía, la sangre manchaba su pelaje.—Tal parece que no eres muy lista que digamos. —dijo ella, riéndose. —Has caído en una trampa muy simple.—¿Vas a matarme? Porque no terminas rápido… —empecé a decir, me fastidiaba que se quisiera burlar de mí.Los omegas aprendían a aceptar la muerte incluso desde cachorros. Porque no tenían oportunidad si un alfa los enfrentaba o un beta, porque teníamos nulas capacidades para pelear. Busqué mi fuerza para no mostrarle temor, no iba a suplicarle que me dejara vivir.Otra persona comenzó a caminar hacia mí. Había estado oculta entre los árboles, no pude olfatear su aroma. Su presencia me hizo helar la sangre, me generaba un gran temor incomprensible. Intenté respirar nuevamente, pero volví a toser sangre a un costado. No podía quitarme la rama de encima, era tan pe