Los hijos de Lysa y Seth se agruparon para recibir el consejo de la bruja. Ella estaba haciendo un ritual para que su fuerza aumentara. No haría una gran diferencia, pero sería de mucha ayuda ahora que tenían que pelear.Zeid estaba consternado, en su mente podía ver las imágenes de Luvioc siendo asesinado una y otra vez. Tenía miedo, el peligro parecía inminente.La bruja puso su mano sobre su cabeza y murmuró las palabras de su hechizo. El nunca había sido el más fuerte, todos los hermanos de Luvioc habían querido permanecer como niños, como cachorros. No habían acelerado su crecimiento como él.Por ello entonces no sentía que estuviera preparado.—Cierra los ojos, Zeid. —dijo ella, tratando de formular el hechizo. —Debes creer en la fuerza del lobo, la luna te bendecirá si muestras fuerza, valentía y ferocidad.Zeid obedeció, buscando aceptarlo. Aunque no ansiaba tener una ferocidad violenta. Era solo por la guerra, se decidió que cuando terminara esto y si tenían la suerte de esta
Los pequeños lobos se interpusieron en el camino de aquel lobo que parecía sacado del inframundo. Luvioc tenía la mirada ensombrecida por la ira. Sabía que pronto los mafiosos vendrían por él. Tenía que derrotar a todos esos estorbos antes de que la mafia atacara a su padre.Goth estaba escabulléndose lejos de la pelea cuando la explosión también lo alcanzó. Las explosiones comenzaron a escucharse con fuerza por todo el lugar. Seth y los cazadores también se dispersaron. Todos habían quedado en el suelo, desplomados por el impacto. Los lobos de Goth que estaban peleando contra los cazadores sufrieron más el impacto de las explosiones porque estaban más heridos. Los cazadores le habían dado una paliza. El hibrido Seth peleaba con una habilidad impresionante, su transformación era prodigiosa.—¿Humanos? —preguntó Seth, al ver que había personas armadas acercándose a ellos.Los humanos comenzaron a rodear a los cazadores y lobos que peleaban. Todos llevaban grandes armas con proyectiles
Goth tenía un objetivo en claro. La luna no estaba bendiciéndolo, eso era una obviedad. Entonces debía hacer su propio sendero, construir su propia suerte. Tenía que hacerlo por su cuenta, forjar lo que necesitaba. Si la luna no lo hacía, el lo conseguiría.Vio como Harry se retiraba a su camioneta. Lo olfateó, jamás olvidaría su olor.—El muy cobarde está tratando de huir. —murmuró, mirando a sus alrededores.Todos estaban peleando. Era el momento preciso para matar a ese desgraciado. Luvioc se encargaría de matar a Lysa y a Seth, igual que al resto. Luvioc era un demonio, podía ganarles sin problemas. Pero Harry, oh, iba a disfrutar el momento de su muerte. Si lo mataba ahora, los hombres se dispersarían. Al ver que su jefe estaba muerto, dudarían. Eso les daría la ventaja.Entró a la camioneta, persiguiendo el rastro. Actuó por las sombras, derribando los hombres que estaban en seguridad.—¿Qué demonios haces tú aquí? Todos tus lobos están muertos ahora. —sonrió Harry. —¿Has vuelto
Creí que sería sencillo permanecer en mi manada, después de todo eran mi propia familia. La vida normal que llevábamos era, por mucho, la más soñada para cualquiera. Autos de lujo importados, comidas de alto nivel y desde luego, una casa enorme con un cuarto para cada uno de los hermanos. Mi madre y padre habían tenido siete hijos, yo era la hija del medio, sin casi importancia y también, sin ningún talento.Antes de asistir a ese baile, en el que se anunciaría si yo podía seguir permaneciendo en la manada, maquillé mi rostro. El labial rojo contrastaba con mi tez morena y peiné mi cabello castaño hasta que quedó lacio, brillante como la seda.—No estás lista todavía. —dijo mi hermana Rosset, ella se veía esplendida. —Santo cielo, cuanto tardas en cambiarte.No era sencillo para mi encontrar un atuendo adecuado para el día más importante de mi vida. Escogí una blusa ceñida de color azul con una falda larga, elegante. Quería verme lo más seria posible.—Estás bella, Lysa. —sonrió mient
El frio de la acera bajo mi piel me hizo despertar sobresaltada. Mi cabello estaba todo enredado y mi cuerpo magullado, con rasguños que no recordaba tener. Tenía un dolor de cabeza intenso que no me permitía pensar.Abrí los ojos lentamente para acostumbrarme a la luz. Miré a mi alrededor, buscando algo conocido, sin hallar nada. En esa calle había dos pastelerías, un estudio, una escuela, podía observar con atención. Pero nada me resultaba familiar, mi cerebro estaba apagado enteramente. La gente estaba transitando por la calle rápidamente.—¿Qué le sucede señorita? —preguntó una voz a mi espalda.Allí de pie a mi lado, un hombre con uniforme azul estaba mirándome con seriedad. No sabía que era lo que pretendía de mí, por lo cual me quedé en silencio.—Permítame su identificación. —ordenó, en un tono severo.Yo no tenía ni la menor idea de lo que estaba diciéndome. Negué con la cabeza para mostrarle que no contaba con identificación.—¿Cuál es su nombre? —volvió a preguntar, con cad
El extraño me abrió la puerta con educación y me invitó a sentarme. Obedecí, con mis brazos cruzados para tapar las manchas de mi ropa. Me veía tan andrajosa entre ese lujo que me avergoncé. Mi vida era una locura y ni siquiera tenía idea de que había hecho antes de despertar en esa calle. Solo esa visión, ese recuerdo que se hacía presente y luego, se esfumaba.—¿Puedes decirme tu nombre ahora? —preguntó él, estaba concentrado en conducir el auto.—No lo sé, es la verdad. —respondí, con suma timidez. Yo no quería pasar por loca, pero no sabía mentir.Me observó con confusión, tratando de adivinar a lo que me refería. No había caso, mi pasado era tan incierto. Quería tener un nombre, lo inventaría yo misma si fuera necesario.—Mi nombre es Alyssa. —dije, era el nombre que más me resonaba. —Me gusta como suena.—También a mí, yo me llamo Seth. —dijo, con una voz imponente. —Iremos a comer algo a un restaurante que conozco, te lo debo.Sonreí, era tan cordial conmigo. Su forma de ser er
Aquellas palabras que pronunció Seth me paralizaron del miedo. Claro que yo escuché muchas veces sobre ellos, los cazadores que se dedicaban a robar pelajes, asesinando sin piedad. Para los lobos era un peligro del cual había que tener cuidado. Los fragmentos de información volvían a mi mente, comenzaba a conectar todos esos datos que creí olvidados. Como una película que iba tomando forma poco a poco.La moneda, al parecer no funcionó con totalidad en mí. Eso era extraño, según las tradiciones no tenía vuelta atrás. Pero ahora, ninguna de las cosas parecía tener sentido alguno.—No temas, no te cazaré a ti. —dijo, con su mano rodeando mis caderas. —Tu no eres mi objetivo.En ese momento, me pareció ver sangre corriendo por su boca, como si estuviera mintiéndome y aquella visión quisiera advertirme. Salir corriendo no tendría caso, yo no tenía donde ir, era rechazada por mi propia familia. Me matarían por intentar volver y en el mundo de los humanos, tampoco estaría a salvo.—Yo soy u
—Lysa… —empezó a decir él, mientras me recostaba en mi cama.Habíamos hecho algo increíble, tenía un talento descomunal para hacerme sentir placer. El era el hombre más atractivo y fuerte que hubiera visto en mi vida. El fundirnos el uno con el otro fue el acto más emocionante. Perdí mi virginidad con él y no me arrepentiría nunca, porque su fuerza era inconmensurable y su tamaño igualmente sorprendente.—Te amo. —dijo él, por fin, con los ojos brillantes mirándome.¿Cómo podía ser que me amara a pesar de que solo nos conocíamos hacía tan poco tiempo? No me importaba, mi corazón se sentía atado al suyo por alguna extraña razón, era como si nos conociéramos de toda la vida. Entrelacé su mano con la mía.—¿Puedes decirme algo? Recuerda contestar con la verdad. —le dije, todavía no me había colocado nada de ropa.—Quizás pueda, Lysa, pero no olvides que acabamos de conocernos. Te amo, lo sé más que nada, pero también es difícil confiar en ti.—¿En mí? —esa afirmación me ofendió bastante.