Aquellas palabras que pronunció Seth me paralizaron del miedo. Claro que yo escuché muchas veces sobre ellos, los cazadores que se dedicaban a robar pelajes, asesinando sin piedad. Para los lobos era un peligro del cual había que tener cuidado. Los fragmentos de información volvían a mi mente, comenzaba a conectar todos esos datos que creí olvidados. Como una película que iba tomando forma poco a poco.
La moneda, al parecer no funcionó con totalidad en mí. Eso era extraño, según las tradiciones no tenía vuelta atrás. Pero ahora, ninguna de las cosas parecía tener sentido alguno.
—No temas, no te cazaré a ti. —dijo, con su mano rodeando mis caderas. —Tu no eres mi objetivo.
En ese momento, me pareció ver sangre corriendo por su boca, como si estuviera mintiéndome y aquella visión quisiera advertirme. Salir corriendo no tendría caso, yo no tenía donde ir, era rechazada por mi propia familia. Me matarían por intentar volver y en el mundo de los humanos, tampoco estaría a salvo.
—Yo soy una loba, Seth. —solté, con un valor que saqué del fondo de mi corazón. —Los cazadores matan lobos y también…
Empecé a recordar cuales eran las otras tareas de los cazadores y se me helaron los huesos. Donde me había metido, ahora me hallaba en grandes problemas. Los demás que se hallaban en el jardín platicaban animosamente, festejando mi llegada.
—Tu no eres mi objetivo. No lo comprendes ahora, pero descubrirás que estamos destinados a estar juntos. —me miró fijamente. —Eres una bella mujer, la más hermosa de todas.
Pensé que estaba exagerando, yo no era de las mujeres más bellas, había visto muchas más agraciadas. Debía estar sobrevalorándome. Sin embargo, esa conexión de la que hablaba también la sentía yo. Porque mi corazón me decía que había nacido para estar a su lado, estaba tan atraída por su imponente y fuerte presencia.
El me tendió su brazo.
—Te llevaré a tu nuevo hogar, Lysa, o Alyssa, como tu prefieras. —dijo, guiñándome un ojo.
Eso hizo que me sonrojara, tenía la capacidad de hacerme poner así de nerviosa. Era tan atractivo e irresistible que esos gestos me derretían. Acepté su brazo, sin pensar con claridad en el peligro ni en las consecuencias.
Caminamos hacia el interior de esa mansión, que parecía tener al menos veinte habitaciones y una sala comedor inmensa. Era mas como un edificio, pero en extremo elegante y fino, con detalles en madera de cedro que resaltaban. La enorme puerta de entrada marcaba unas letras en dorado, yo no conseguía entender ninguna de las palabras.
Seth me condujo hacia uno de los cuartos, el ultimo subiendo las escaleras. Me sentí agotada hasta llegar allí, mis pies casi se acalambran. Valió la pena cuando abrió la puerta y contemplé el interior. Era un piso amplio, inmenso, con una cama matrimonial en el centro, con cortinas a los costados de color verde musgo. Todo allí era tan hermoso, los muebles, los adornos. Un armario gigante mostraba atuendos nuevos e impecables. Espejos de gran calidad, toda clase de accesorios y vajillas nuevas, dignas de admiración.
—Lo mandé a pedir todo para ti, busqué que te sintieras cómoda aquí, es tu nuevo hogar. —murmuró en mi oído, estaba tan cerca que sentí su respiración cerca de mi oreja, haciéndome estremecer de pies a cabeza.
—Es hermoso. —dije maravillada, mirando todo a mi alrededor.
Sin decir más nada, lo besé directamente en los labios con intensidad. Sin pensarlo dos veces, yo necesitaba hacerlo para liberar mi deseo. Era algo que tenía profundo, una necesidad de sentir su contacto. El me besó también, haciendo que sintiera la humedad de su lengua en mi boca.
Nunca sentí una sensación tan fuerte. Mi corazón latía con una fuerza abismal y el calor me quemaba por dentro. No quería que terminara nunca, ansiaba que ese beso durara para siempre. Evidentemente me había vuelto loca, estaba besando apasionadamente al hombre que me reveló que era un cazador de lobos.
Cuando terminamos, el se alejó para regresar con una taza de té en sus manos y una porción de pastel. La acepté con una sonrisa, estaba comenzando a sentirme cada vez más enamorada.
—Yo dormiré en el sofá, para no incomodarte. —dijo con suspicacia, mirándome con los ojos brillantes. —Deberías descansar un poco, serán días muy agitados. Pronto tu familia se enterará de que has recuperado la consciencia.
Entonces allí fue cuando la escena de mis recuerdos volvió. Mi hermana y madre peleando para que no me llevaran, la sangre en el suelo… Tuve que hacer un gran esfuerzo para no gritar al recordarlo. Ellas me necesitaban, habían querido protegerme y quizás ahora estaban en peligro.
Decidí no contarle nada a Seth, a pesar de que sentía esa fuerte atracción por él todavía no confiaba a ciegas en su causa. Debía actuar con cautela, porque no era una loba fuerte ni feroz, tendría que valerme de mi inteligencia para sobrevivir.
El me tomó de las manos mientras me daba otro beso, esta vez más suave, con calma. Lo disfruté mucho, haciendo que mi cuerpo se relajara y liberara las tensiones. Me acarició los hombros y señaló el ropero.
—Allí hay ropa para que te cambies y tomes un baño. —dijo, con suavidad, cerca de mi oído, haciendo que se me erizara la piel. —Si necesitas ayuda, estaré aquí.
Escogí un vestido de color azul tan precioso que me quedé sin palabras al tenerlo en mis manos. La cantidad de ropa era sorprendente, no veía la hora de usar todas esas prendas. Era un lugar muy confortable y cómodo, como mi viejo hogar, cuando los lujos eran para mi, cosas totalmente normales. Busqué el baño para ir a ducharme, debía tener un aspecto terrible después de tanto ajetreo. El me condujo con total despreocupación y abrió la puerta de allí, sonriéndome con esa seguridad que me desarmaba todos los esquemas.
—¿Quieres que te acompañe? —me preguntó, con la voz más seductora del mundo.
Yo sentí como me humedecía poco a poco, con los nervios a flor de piel y la sonrisa que no se me iba del rostro. Era como si lo conociera de toda la vida, siendo en realidad un total desconocido. Ni siquiera el peligro me hacía desearlo menos, lo miraba sin poder resistirme a todos sus encantos.
Me coloqué la bata de baño y suspiré, relajándome, mirándolo a los ojos directamente. Él me recorría con la mirada lentamente, generando en mi esa adictiva atracción.
—Sí, me gustaría mucho. —contesté con completa sinceridad.
—Lysa… —empezó a decir él, mientras me recostaba en mi cama.Habíamos hecho algo increíble, tenía un talento descomunal para hacerme sentir placer. El era el hombre más atractivo y fuerte que hubiera visto en mi vida. El fundirnos el uno con el otro fue el acto más emocionante. Perdí mi virginidad con él y no me arrepentiría nunca, porque su fuerza era inconmensurable y su tamaño igualmente sorprendente.—Te amo. —dijo él, por fin, con los ojos brillantes mirándome.¿Cómo podía ser que me amara a pesar de que solo nos conocíamos hacía tan poco tiempo? No me importaba, mi corazón se sentía atado al suyo por alguna extraña razón, era como si nos conociéramos de toda la vida. Entrelacé su mano con la mía.—¿Puedes decirme algo? Recuerda contestar con la verdad. —le dije, todavía no me había colocado nada de ropa.—Quizás pueda, Lysa, pero no olvides que acabamos de conocernos. Te amo, lo sé más que nada, pero también es difícil confiar en ti.—¿En mí? —esa afirmación me ofendió bastante.
¿Sería acaso posible que este hombre me amara en verdad? Había pasado tan poquito tiempo que me mostré escéptica ante ello. Seth me cargó entre sus brazos luego de casi ser atropellada y lastimada en la calle. Mi hermano también pudo matarme si hubiera tenido unos minutos extras.—¿Por qué lo has hecho? —pregunté, con los ojos llorosos, temblando por el impacto del shock.—Ya te lo dije, Lysa, yo te amaré siempre. Eres la mujer de mi vida. —Seth entrecerró los ojos de un modo tan tierno. —Se que es difícil de entender. Pero es mi verdad, tu conoces sobre los rangos y jerarquías de lobos, más no sabes nada sobre nosotros los cazadores.Esto fue lo último que dijo antes de llevarme hacia el interior de su casona nuevamente, donde estaría a salvo de mi hermano. A pesar de tener la vista cansada pude percatarme de que, este lugar había cambiado bastante. Los hombres en la entrada portaban armas de gran calibre, con la que protegían la puerta con fervor. Las miradas asesinas poseían una fu
—¿Lysa? —preguntó uno de los omegas que había visto, no era el mismo del cuarto, el que se hizo dorado. Sino que era otro de ellos, su nombre era Kalte, si mal no recordaba. En su forma humana, era alto y delgado, de nariz prominente y mejillas delgadas.Aunque no tenía ánimos de hablar con nadie, traté de sonreír. No quería tener enemigos, después de todo era una locura seguir creyendo que era una protegida. Tenía que cuidar mis propias espaldas, en especial después del ataque de mi hermano. Algo andaba mal, ese lobo había cambiado de forma y aunque no supiera si era peligroso, mi instinto me decía que las cosas no eran buenas ni normales.—Veo que estás un poco asustada. Se lo que pasó con tu hermano. —dijo él, invitándome a sentarme en la silla de ese pasillo. Era un juego de living para tomar té.Kalte hizo una seña a una de las personas que pasaba y le pidió que trajera té para ambos. Me sentí bien de beber algo cálido después del ajetreado día que había tenido. Parecía que las e
No podía creer que las causas de nuestro sufrimiento se debieran a un cruel experimento. Lo peor es que era solo una obra de un manipulador que estuviera dispuesto a sacrificar a alguien de su propia familia. Quería llorar, gritar, arrojar objetos al aire por la ira, lo que estaba leyendo era terrible. Mi vida había sido así de complicada y sufrida, porque alguien más así lo había querido. Yo tenía tantos padecimientos como loba, era tan enfermiza… Pensé por tanto tiempo que era un problema mío.—Entiende poco a poco, que las cosas que ven tus ojos son tan reales como tu las quieras creer. —dijo Kalte, con los ojos fijos en mí.—Es una mala broma, una tragedia. —dije, sollozando. No pude evitar que las lágrimas se me escaparan.—Los lobos son seres inteligentes, demasiado. Nada es al azar en este mundo, por ello se encargan de mantener sus jerarquías intactas. —dijo Kalte, con paciencia.Ahora todo tenía un sentido para mí, cuando por tanto tiempo pensé que mi vida fue tan mala por mí
Miré a esos bellos cachorros maravillada, el corazón me latía rápido por la alegría. Sentí una conexión apenas los vi, eran cuatro cachorros pequeños, debían ser casi recién nacidos, amontonados para resguardarse del frío. Uno de ellos era color negro azabache, otro color marrón claro y los otros dos de un rojo pardo. Eran hermosos, cargué en mis brazos al de color negro lo acuné. Me miraba con los ojos brillantes.—¿De donde han salido estos cachorros? —preguntó Seth, estaba interrogando a los que estaban afuera.Uno de los hombres respondió, estaba encogiéndose de hombros.—No tengo la menor idea, Seth. Estoy tan sorprendido como ustedes… No los vi, nadie se acercó. El que lo hizo, ha de tener una gran velocidad. —respondió, tartamudeando.—Un lobo. —dijo Seth, mirando los cachorros con desconfianza. —¿Por qué abandonaría a sus hijos?—No lo sé, pero no creo que sea buena idea conservarlos. Puede que sea una trampa, hay que llevarlos lejos. —dijo el hombre, si mal no recuerdo se lla
Seth había aceptado la crianza de esos pequeños, realmente estaba sorprendida. Mi felicidad era muy grande. Hasta el último minuto pensé que no lo haría, después de todo el era un cazador y adoptar cachorros de lobo no era lo más adecuado. Los días pasaban y él cada vez parecía más encariñado con los pequeños. Era un buen padre, yo lo sabía. Su sed de venganza nunca opacaría su amor por mí. Estábamos destinados a estar juntos.Pero algo dentro de mí hizo me decía que tenían que estar conmigo.Una visión llegó a mí, otra vez la voz de mi bella madre. Me decía que me extrañaba, que se hallaba esperándome.Dolor, el hecho de que su voz estuviera en el aire me hacía sentir una terrible nostalgia.Suspiré con tristeza, yo sabía que no volvería a verla. Era tan difícil tener que elegir entre mi madre y hermana, y el amor de mi vida. Caminé con mis cachorros por la mansión, buscando un poco de tranquilidad. No era bueno que me estresara de esa manera. Seth continuaba con su plan, fortalecie
La rama cayó sobre mi cuerpo, haciendo que mi transformación desapareciera. Me quedé en mi forma humana, lastimada y magullada. Me costaba mucho respirar, el tronco me aplastaba. Ella sonreía, la sangre manchaba su pelaje.—Tal parece que no eres muy lista que digamos. —dijo ella, riéndose. —Has caído en una trampa muy simple.—¿Vas a matarme? Porque no terminas rápido… —empecé a decir, me fastidiaba que se quisiera burlar de mí.Los omegas aprendían a aceptar la muerte incluso desde cachorros. Porque no tenían oportunidad si un alfa los enfrentaba o un beta, porque teníamos nulas capacidades para pelear. Busqué mi fuerza para no mostrarle temor, no iba a suplicarle que me dejara vivir.Otra persona comenzó a caminar hacia mí. Había estado oculta entre los árboles, no pude olfatear su aroma. Su presencia me hizo helar la sangre, me generaba un gran temor incomprensible. Intenté respirar nuevamente, pero volví a toser sangre a un costado. No podía quitarme la rama de encima, era tan pe
—Lo que me dices son puras mentiras. Se que las brujas son embusteras, siempre quieren su propio beneficio. —contesté, rechazando su ofrecimiento.—Por supuesto, es lo que deberían hacer todos. ¿De qué sirve la vida si la vives para otros? Dejar tu vida por una causa trae la infelicidad a futuro. —Sonrió, entrecerrando los ojos con suspicacia.—No tengo porqué escuchar tus tonterías. Mis cachorros le advertirán a Seth sobre mi situación y ahora que se ha roto el hechizo, vendrá a ayudarme.Tenía una fe ciega en que aquello ocurriría, Seth ahora no dudaría en buscarme. Después de todo, me había ausentado por mucho tiempo.—Escucharás, Omega. —ordenó ella. —Las brujas somos poderosas y el Omega siempre debe obedecer a quien posee más poder. —sonrió con malicia. —Te garantizo que obedeciendo te ahorrarás dolor.Por mucho que intenté hacer el esfuerzo por negarme, mis heridas aumentaban mi debilidad. Pero había mas que eso, la sensación de sumisión crecía conforme mis poderes de Omega ava