—Lysa… —empezó a decir él, mientras me recostaba en mi cama.
Habíamos hecho algo increíble, tenía un talento descomunal para hacerme sentir placer. El era el hombre más atractivo y fuerte que hubiera visto en mi vida. El fundirnos el uno con el otro fue el acto más emocionante. Perdí mi virginidad con él y no me arrepentiría nunca, porque su fuerza era inconmensurable y su tamaño igualmente sorprendente.
—Te amo. —dijo él, por fin, con los ojos brillantes mirándome.
¿Cómo podía ser que me amara a pesar de que solo nos conocíamos hacía tan poco tiempo? No me importaba, mi corazón se sentía atado al suyo por alguna extraña razón, era como si nos conociéramos de toda la vida. Entrelacé su mano con la mía.
—¿Puedes decirme algo? Recuerda contestar con la verdad. —le dije, todavía no me había colocado nada de ropa.
—Quizás pueda, Lysa, pero no olvides que acabamos de conocernos. Te amo, lo sé más que nada, pero también es difícil confiar en ti.
—¿En mí? —esa afirmación me ofendió bastante. Rodé los ojos en señal de desaprobación.
—Sí, no confío en que cuando llegue el momento, optarás por la venganza. —dijo él, mirándome con su sonrisa hechizante y seductora.
—Es algo ofensivo.
—Pero es la verdad, muñeca. —volvió a decir con su voz irresistible, quería estar enfadada pero no lograba hacerlo ni, aunque me esforzara.
—Temes que mi lazo con mi antigua manada sea fuerte. —comencé a decir, desde que mis recuerdos regresaron yo misma también tuve esa duda. —Mi alfa era un malvado, pero no mi madre y hermana.
—Y si llegado el caso, ¿No pudieras salvarlas? ¿Por el bien común o por mí? —preguntó él, enfocándome.
Me quedé callada, no tenía respuestas claras en ese momento. Yo no iba a abandonar a mi madre si seguía con vida, yo la amaba. El silencio lo hizo sentir traicionado.
—Tengo que irme. —dije en un arrebato de cobardía.
Me sentí atrapada, yo lo amaba a él como si nos conociéramos de toda la vida, pero no me gustó que me hiciera escoger de esa manera. Tomé aire y comencé a caminar por la casa para buscar la salida. El no me persiguió, sino que me observó a lo lejos. Quería demostrarme que no estaba encerrada allí, lo que era amable de su parte.
—Vete, amor mío, si es lo que desea tu corazón. —dijo a lo lejos, haciendo que me sonrojara.
¿De verdad quería marcharme? Ni yo lo sabía, ni, aunque me lo preguntara un millar de veces. Pero mientras corría, sentía esa libertad que alguna vez poseí de niña, cuando era una cachorra de loba que apenas si sabía de los rangos en la manada.
Salí a las calles y seguí corriendo con la mayor velocidad que mis piernas me permitieron. Estaba cansada y aun así seguí. La ciudad se desplegaba a mi alrededor, gris y triste. Todo lo contrario, a la mansión de Seth. No obedecí el instinto de querer quedarme, a pesar de que estaba profundamente enamorada de él.
—Oye, tú. —escuché decir a una voz cuando llegué a la parada de ómnibus.
Entonces lo reconocí, era mi hermano mayor y alfa de la manada. Estaba ahí parado en su forma humana, tratando de esconder su naturaleza de lobo. Era imposible no reconocerlo, el me rechazó por omega expulsándome y condenándome casi a la muerte.
—Tú… ¿Qué quieres conmigo? —pregunté, con los ojos llorosos, tenía una angustia de solo recordar esa etapa en la cual fui expulsada.
—Eres una traidora, además de un fenómeno. —dijo él con un desprecio terrible.
Sonreía con maldad, acercándose a mí.
—No puedes hacerme daño, yo no hice nada malo. —solté, con el poco coraje que me quedaba. El era un lobo alfa y yo solo una omega débil.
—Si puedo, es mi derecho como alfa. He visto lo que has hecho, pequeña traidora. Te has emparentado con los cazadores que por años han asesinado a los nuestros. —dijo él, con severidad, mirándome con desaprobación.
—Pues yo no soy de los tuyos. Ahora, prefiero estar sola. Quiero formar un camino alejado de todo esto. —dije, aunque no estuviera segura para nada de mis propias palabras.
—No hay vuelta atrás para lo que has hecho. Te has acostado con un cazador, lo huelo en ti ahora, el hedor es insoportable. —mi hermano gruñó, queriendo transformarse en lobo, pero se detuvo por la cantidad de personas que allí había.
Era parte del anonimato de nuestro mundo, el querría atraerme a un sitio más desolado para así terminar con mi vida. Vi que comenzaba a acercarse hacía mi con una especie de pañuelo. Eso debía tener alguna clase de sedante. Entonces comencé a correr para alejarme de su lado y buscar un refugio.
El sonido del autobús acercándose a toda velocidad llegó tarde a mis oídos. Lo tenía casi encima, eran unos segundos antes de que me aplastara y ese fuera mi triste final. Sentí como el miedo me paralizaba las piernas, cada uno de mis huesos estaba helado por el destino incierto de la muerte.
No me dio tiempo siquiera a gritar. Supongo que mi hermano estaría feliz por no haber tenido que matarme con sus propias manos.
El autobús estaba casi sobre mí cuando lo vi allí, sosteniéndome y abrazándome contra su pecho, protegiéndome. Seth me cargaba en sus fuertes brazos para alejarme de la acera, salvándome la vida e impidiendo que me arrollara ese vehículo.
Lo miré a los ojos cuando me llevó al otro extremo de la calle, el tenía el amor allí dibujado en su rostro. Era tan guapo, no podía dejar de mirar sus rasgos tan perfectos.
Busqué a mi hermano por la calle y el había desaparecido. Por alguna extraña razón, el le tenía miedo a Seth, podía olfatearlo a pesar de ser una omega.
—No tengas miedo, princesa, yo siempre te cuidaré. —susurró Seth a mi oído, con una dulzura increíble.
Me aferré a su pecho, buscando un poco de tranquilidad. El me salvó la vida a pesar de que hui de su lado sin que me importara nada. Me sentía tan confundida, no quería alejarme de Seth pero el miedo también se hacía presente.
¿Sería acaso posible que este hombre me amara en verdad? Había pasado tan poquito tiempo que me mostré escéptica ante ello. Seth me cargó entre sus brazos luego de casi ser atropellada y lastimada en la calle. Mi hermano también pudo matarme si hubiera tenido unos minutos extras.—¿Por qué lo has hecho? —pregunté, con los ojos llorosos, temblando por el impacto del shock.—Ya te lo dije, Lysa, yo te amaré siempre. Eres la mujer de mi vida. —Seth entrecerró los ojos de un modo tan tierno. —Se que es difícil de entender. Pero es mi verdad, tu conoces sobre los rangos y jerarquías de lobos, más no sabes nada sobre nosotros los cazadores.Esto fue lo último que dijo antes de llevarme hacia el interior de su casona nuevamente, donde estaría a salvo de mi hermano. A pesar de tener la vista cansada pude percatarme de que, este lugar había cambiado bastante. Los hombres en la entrada portaban armas de gran calibre, con la que protegían la puerta con fervor. Las miradas asesinas poseían una fu
—¿Lysa? —preguntó uno de los omegas que había visto, no era el mismo del cuarto, el que se hizo dorado. Sino que era otro de ellos, su nombre era Kalte, si mal no recordaba. En su forma humana, era alto y delgado, de nariz prominente y mejillas delgadas.Aunque no tenía ánimos de hablar con nadie, traté de sonreír. No quería tener enemigos, después de todo era una locura seguir creyendo que era una protegida. Tenía que cuidar mis propias espaldas, en especial después del ataque de mi hermano. Algo andaba mal, ese lobo había cambiado de forma y aunque no supiera si era peligroso, mi instinto me decía que las cosas no eran buenas ni normales.—Veo que estás un poco asustada. Se lo que pasó con tu hermano. —dijo él, invitándome a sentarme en la silla de ese pasillo. Era un juego de living para tomar té.Kalte hizo una seña a una de las personas que pasaba y le pidió que trajera té para ambos. Me sentí bien de beber algo cálido después del ajetreado día que había tenido. Parecía que las e
No podía creer que las causas de nuestro sufrimiento se debieran a un cruel experimento. Lo peor es que era solo una obra de un manipulador que estuviera dispuesto a sacrificar a alguien de su propia familia. Quería llorar, gritar, arrojar objetos al aire por la ira, lo que estaba leyendo era terrible. Mi vida había sido así de complicada y sufrida, porque alguien más así lo había querido. Yo tenía tantos padecimientos como loba, era tan enfermiza… Pensé por tanto tiempo que era un problema mío.—Entiende poco a poco, que las cosas que ven tus ojos son tan reales como tu las quieras creer. —dijo Kalte, con los ojos fijos en mí.—Es una mala broma, una tragedia. —dije, sollozando. No pude evitar que las lágrimas se me escaparan.—Los lobos son seres inteligentes, demasiado. Nada es al azar en este mundo, por ello se encargan de mantener sus jerarquías intactas. —dijo Kalte, con paciencia.Ahora todo tenía un sentido para mí, cuando por tanto tiempo pensé que mi vida fue tan mala por mí
Miré a esos bellos cachorros maravillada, el corazón me latía rápido por la alegría. Sentí una conexión apenas los vi, eran cuatro cachorros pequeños, debían ser casi recién nacidos, amontonados para resguardarse del frío. Uno de ellos era color negro azabache, otro color marrón claro y los otros dos de un rojo pardo. Eran hermosos, cargué en mis brazos al de color negro lo acuné. Me miraba con los ojos brillantes.—¿De donde han salido estos cachorros? —preguntó Seth, estaba interrogando a los que estaban afuera.Uno de los hombres respondió, estaba encogiéndose de hombros.—No tengo la menor idea, Seth. Estoy tan sorprendido como ustedes… No los vi, nadie se acercó. El que lo hizo, ha de tener una gran velocidad. —respondió, tartamudeando.—Un lobo. —dijo Seth, mirando los cachorros con desconfianza. —¿Por qué abandonaría a sus hijos?—No lo sé, pero no creo que sea buena idea conservarlos. Puede que sea una trampa, hay que llevarlos lejos. —dijo el hombre, si mal no recuerdo se lla
Seth había aceptado la crianza de esos pequeños, realmente estaba sorprendida. Mi felicidad era muy grande. Hasta el último minuto pensé que no lo haría, después de todo el era un cazador y adoptar cachorros de lobo no era lo más adecuado. Los días pasaban y él cada vez parecía más encariñado con los pequeños. Era un buen padre, yo lo sabía. Su sed de venganza nunca opacaría su amor por mí. Estábamos destinados a estar juntos.Pero algo dentro de mí hizo me decía que tenían que estar conmigo.Una visión llegó a mí, otra vez la voz de mi bella madre. Me decía que me extrañaba, que se hallaba esperándome.Dolor, el hecho de que su voz estuviera en el aire me hacía sentir una terrible nostalgia.Suspiré con tristeza, yo sabía que no volvería a verla. Era tan difícil tener que elegir entre mi madre y hermana, y el amor de mi vida. Caminé con mis cachorros por la mansión, buscando un poco de tranquilidad. No era bueno que me estresara de esa manera. Seth continuaba con su plan, fortalecie
La rama cayó sobre mi cuerpo, haciendo que mi transformación desapareciera. Me quedé en mi forma humana, lastimada y magullada. Me costaba mucho respirar, el tronco me aplastaba. Ella sonreía, la sangre manchaba su pelaje.—Tal parece que no eres muy lista que digamos. —dijo ella, riéndose. —Has caído en una trampa muy simple.—¿Vas a matarme? Porque no terminas rápido… —empecé a decir, me fastidiaba que se quisiera burlar de mí.Los omegas aprendían a aceptar la muerte incluso desde cachorros. Porque no tenían oportunidad si un alfa los enfrentaba o un beta, porque teníamos nulas capacidades para pelear. Busqué mi fuerza para no mostrarle temor, no iba a suplicarle que me dejara vivir.Otra persona comenzó a caminar hacia mí. Había estado oculta entre los árboles, no pude olfatear su aroma. Su presencia me hizo helar la sangre, me generaba un gran temor incomprensible. Intenté respirar nuevamente, pero volví a toser sangre a un costado. No podía quitarme la rama de encima, era tan pe
—Lo que me dices son puras mentiras. Se que las brujas son embusteras, siempre quieren su propio beneficio. —contesté, rechazando su ofrecimiento.—Por supuesto, es lo que deberían hacer todos. ¿De qué sirve la vida si la vives para otros? Dejar tu vida por una causa trae la infelicidad a futuro. —Sonrió, entrecerrando los ojos con suspicacia.—No tengo porqué escuchar tus tonterías. Mis cachorros le advertirán a Seth sobre mi situación y ahora que se ha roto el hechizo, vendrá a ayudarme.Tenía una fe ciega en que aquello ocurriría, Seth ahora no dudaría en buscarme. Después de todo, me había ausentado por mucho tiempo.—Escucharás, Omega. —ordenó ella. —Las brujas somos poderosas y el Omega siempre debe obedecer a quien posee más poder. —sonrió con malicia. —Te garantizo que obedeciendo te ahorrarás dolor.Por mucho que intenté hacer el esfuerzo por negarme, mis heridas aumentaban mi debilidad. Pero había mas que eso, la sensación de sumisión crecía conforme mis poderes de Omega ava
El aroma de Luvioc se hacía más fuerte, comenzaba a correr con mi mayor velocidad para lograr alcanzarlo. Tenía los sentidos más activados que nunca, el poder corría por mis venas. Aunque estuviera tan malherida, mi dolor disminuía por la fuerza creciente. Era mi hijo, lo sentía como si tuviéramos la misma sangre y nuestra conexión fuera demasiado fuerte.El camino se hizo corto porque me impulsaba el amor.Llegué y me arrojé hacia el barranco, pensando que mi cachorro estaría agarrado de alguna rama. Por el contrario, un montón de personas. estaban contemplando un punto en lo más alto. Me acerqué con sigilo, temía que fueran enemigos, no podía sentir más aromas que no fueran los de mi hijo.—Aquí estas, Lysa. ¿Qué te ha sucedido? —preguntó Seth, corriendo hacia mí.—¿Dónde está Luvioc? —pregunté, desesperada. No quise aceptar su abrazo.El aroma de mi hijo se hizo más fuerte. En el medio del amontonamiento, una luz se filtró y logré ver a mi pequeño allí, sentado, con los ojos claros