Aunque el enfrentamiento parecía haber terminado, Zainab tenía otros planes. Esa misma noche, mientras Zahra caminaba sola hacia su habitación, fue interceptada por Nadia y Hala. Esta vez, no hubo palabras. Las dos mujeres, alentadas por Zainab, la atacaron físicamente, golpeándola con fuerza. Zahra, aunque fuerte, no pudo defenderse contra ambas.Desde la distancia, una de las sirvientas, Mariam, observó el ataque con horror. Sin dudarlo, corrió a buscar ayuda, sabiendo que esto no podía quedar impune.Cuando Madame Samira llegó al lugar del ataque, encontró a Zahra en el suelo, con el rostro golpeado y la ropa rasgada. Nadia y Hala intentaron huir, pero fueron detenidas por las damas de disciplina."¿Qué significa esto?" exclamó Madame Samira, su voz llena de indignación. "¿Cómo se atreven a comportarse de esta manera en el harén imperial?"Nadia, temblando de miedo, intentó justificarse. "Solo... solo queríamos darle una lección. No fue nuestra intención...""Silencio," interrumpió
Mientras algunas mujeres intentaban acercarse a Safira, otras comenzaban a planear su caída. En una reunión secreta en los aposentos de Layla, Zainab presentó su idea.“Si queremos eliminar a Safira como una amenaza, debemos actuar con precisión,” dijo Zainab, mirando a las demás mujeres presentes. “No basta con humillarla. Debemos destruir su belleza. Sin eso, no será nada en este lugar.”Layla, aunque inicialmente dudosa, terminó por aceptar el plan. “Pero debemos ser cuidadosas. La reina ya está vigilándonos de cerca. Si algo nos relaciona con lo que ocurra, estaremos acabadas.”Zainab asintió. “Lo sé. Por eso no actuaremos directamente. Usaremos a las sirvientas. Ellas harán el trabajo por nosotras.”Dos días después, mientras Safira se preparaba para asistir a una reunión en el salón principal, una de las sirvientas, manipulada por Zainab, se acercó a ella con una bandeja de aceites perfumados. “Señorita Safira, pensé que este aceite podría ser de su agrado. Es conocido por realz
“El movimiento brusco y el estrés han provocado contracciones prematuras,” explicó Rafiq. “Esto no es normal. Debemos actuar rápidamente para estabilizarla. Si no lo hacemos, podríamos perder a los bebés… o a la princesa.”El anuncio provocó un revuelo en el palacio. Los sirvientes corrían de un lado a otro, llevando agua caliente, toallas limpias y medicamentos. La noticia llegó rápidamente a la reina Amira, quien dejó todo lo que estaba haciendo y corrió a los aposentos de Valeria.Cuando la reina llegó, encontró la habitación en completo caos. Valeria estaba acostada en la cama, sudando y gimiendo de dolor. Las damas de compañía intentaban calmarla, mientras el doctor Rafiq daba órdenes apresuradas a sus asistentes.“¿Qué está ocurriendo aquí?” demandó la reina, su voz firme pero llena de preocupación.“El accidente ha provocado complicaciones graves,” explicó Rafiq, sin apartar la vista de Valeria. “La princesa está en trabajo de parto prematuro, pero su estado es crítico. Estoy ha
El palacio imperial era un hervidero de tensiones. Desde el nacimiento de los trillizos, la atmósfera había cambiado drásticamente. La alegría inicial por la llegada de los herederos se había transformado en preocupación debido al deterioro de la salud de la princesa Valeria. Día tras día, su estado empeoraba, y aunque los médicos reales hacían todo lo posible, no lograban encontrar una explicación clara. En medio de este caos, las ambiciones y las intrigas florecían como malas hierbas, y en el centro de todo estaba Layla, quien veía en esta situación una oportunidad perfecta para avanzar en sus propios planes.Layla sabía que los períodos posparto eran delicados para cualquier mujer, y más aún para alguien como Valeria, quien había dado a luz a trillizos en un parto complicado. La princesa estaba débil, casi indefensa, y Layla estaba decidida a aprovechar esa vulnerabilidad. Desde hacía semanas, había estado observando los movimientos en la cocina del palacio, buscando el momento per
El palacio imperial, con sus intrincados pasillos y majestuosas salas, era un lugar donde los secretos y las ambiciones se entretejían como una red de seda. Mientras en la superficie todo parecía estar bajo control, en las sombras se gestaban intrigas que amenazaban con desestabilizar no solo a la familia real, sino a todo el reino. En el centro de este torbellino de conspiraciones estaba Takeq, el hermano menor de Faruq, quien, con una sonrisa encantadora y una reputación de hombre festivo, escondía un alma ambiciosa y peligrosa.Desde hacía meses, los rumores sobre Takeq se habían extendido más allá de los muros del palacio. Aunque oficialmente era un vasallo leal a su hermano mayor, Faruq, Takeq había comenzado a actuar como un gobernante independiente en su propio feudo. Su territorio, rico en recursos naturales, era clave para la economía del reino, pero Takeq había empezado a acuñar su propia moneda sin el permiso del rey.La moneda, conocida como el dinar de Takeq, tenía grabad
El reino parecía tranquilo en la superficie, pero en las entrañas del palacio imperial, los cimientos del poder se tambaleaban. Los hermanos del rey Maruq, aquellos que alguna vez juraron lealtad a la corona, ahora estaban divididos por ambiciones y traiciones. Entre todos ellos,su hijo Takeq, el más joven, había demostrado ser el más peligroso. Aunque había sido puesto bajo arresto domiciliario tras su desafío a la autoridad real, sus conspiraciones no se detuvieron. En secreto, seguía tejiendo una red de intrigas, y sus acciones pronto desencadenarían una tragedia que cambiaría el destino del reino para siempre.El rey Maruq, a pesar de su firmeza y sabiduría, no era inmune al peso de las responsabilidades que recaían sobre él. Las tensiones con su hijo Takeq habían desgastado su salud. Durante semanas, había sufrido dolores en el pecho, pero los había ignorado, concentrándose en mantener la estabilidad del reino.“Mi deber es con mi pueblo,” le dijo a la reina Amira
Mientras Khalid se preparaba para asumir más responsabilidades, Faruq, Khaliq y la reina Amira tramaron un plan para neutralizar a Takeq. Con la ayuda de los espías reales, reunieron pruebas irrefutables de sus crímenes y las presentaron al consejo.Takeq, al darse cuenta de que su posición era insostenible, intentó huir del palacio, pero fue capturado por los guardias reales. Fue llevado ante el consejo, donde Khaliq, con la autoridad de la reina madre, declaró: “Takeq, has traicionado a tu familia y a tu reino. Por tus crímenes, serás exiliado, y tus tierras serán confiscadas.”Takeq, furioso, gritó: “¡Esto no ha terminado! ¡Volveré, y cuando lo haga, este reino será mío!”Pero sus palabras cayeron en oídos sordos. Fue escoltado fuera del palacio, y aunque su amenaza seguía latente, el reino respiró un poco m&aacut
Esa misma noche, Dolores ordenó que el plato original de Valeria fuera llevado en secreto a los alquimistas reales para ser analizado. Los resultados confirmaron sus sospechas: el guiso estaba envenenado.Dolores y Amira informaron de inmediato a Faruq, quien, al escuchar la noticia, sintió una mezcla de ira y tristeza. “Esto no puede quedar impune,” dijo. “Las consortes han cruzado una línea. Si no las detenemos ahora, seguirán conspirando.”A la mañana siguiente, Faruq convocó a las consortes a la sala del trono. Samira y sus aliadas llegaron con expresiones de falsa inocencia, pero su confianza se desmoronó cuando Faruq presentó las pruebas del veneno.“Han traicionado no solo a mi esposa, sino a la memoria de mi padre,” dijo Faruq, su voz resonando con autoridad. “Por sus crímenes, serán desterradas del palacio y sus títulos serán revocados. Nunca volverán a pisar estas tierras.”Samira intentó defenderse, pero Faruq no le dio oportunidad. “Llévensela