El palacio imperial era un hervidero de tensiones. Desde el nacimiento de los trillizos, la atmósfera había cambiado drásticamente. La alegría inicial por la llegada de los herederos se había transformado en preocupación debido al deterioro de la salud de la princesa Valeria. Día tras día, su estado empeoraba, y aunque los médicos reales hacían todo lo posible, no lograban encontrar una explicación clara. En medio de este caos, las ambiciones y las intrigas florecían como malas hierbas, y en el centro de todo estaba Layla, quien veía en esta situación una oportunidad perfecta para avanzar en sus propios planes.Layla sabía que los períodos posparto eran delicados para cualquier mujer, y más aún para alguien como Valeria, quien había dado a luz a trillizos en un parto complicado. La princesa estaba débil, casi indefensa, y Layla estaba decidida a aprovechar esa vulnerabilidad. Desde hacía semanas, había estado observando los movimientos en la cocina del palacio, buscando el momento per
El palacio imperial, con sus intrincados pasillos y majestuosas salas, era un lugar donde los secretos y las ambiciones se entretejían como una red de seda. Mientras en la superficie todo parecía estar bajo control, en las sombras se gestaban intrigas que amenazaban con desestabilizar no solo a la familia real, sino a todo el reino. En el centro de este torbellino de conspiraciones estaba Takeq, el hermano menor de Faruq, quien, con una sonrisa encantadora y una reputación de hombre festivo, escondía un alma ambiciosa y peligrosa.Desde hacía meses, los rumores sobre Takeq se habían extendido más allá de los muros del palacio. Aunque oficialmente era un vasallo leal a su hermano mayor, Faruq, Takeq había comenzado a actuar como un gobernante independiente en su propio feudo. Su territorio, rico en recursos naturales, era clave para la economía del reino, pero Takeq había empezado a acuñar su propia moneda sin el permiso del rey.La moneda, conocida como el dinar de Takeq, tenía grabad
El reino parecía tranquilo en la superficie, pero en las entrañas del palacio imperial, los cimientos del poder se tambaleaban. Los hermanos del rey Maruq, aquellos que alguna vez juraron lealtad a la corona, ahora estaban divididos por ambiciones y traiciones. Entre todos ellos,su hijo Takeq, el más joven, había demostrado ser el más peligroso. Aunque había sido puesto bajo arresto domiciliario tras su desafío a la autoridad real, sus conspiraciones no se detuvieron. En secreto, seguía tejiendo una red de intrigas, y sus acciones pronto desencadenarían una tragedia que cambiaría el destino del reino para siempre.El rey Maruq, a pesar de su firmeza y sabiduría, no era inmune al peso de las responsabilidades que recaían sobre él. Las tensiones con su hijo Takeq habían desgastado su salud. Durante semanas, había sufrido dolores en el pecho, pero los había ignorado, concentrándose en mantener la estabilidad del reino.“Mi deber es con mi pueblo,” le dijo a la reina Amira
Mientras Khalid se preparaba para asumir más responsabilidades, Faruq, Khaliq y la reina Amira tramaron un plan para neutralizar a Takeq. Con la ayuda de los espías reales, reunieron pruebas irrefutables de sus crímenes y las presentaron al consejo.Takeq, al darse cuenta de que su posición era insostenible, intentó huir del palacio, pero fue capturado por los guardias reales. Fue llevado ante el consejo, donde Khaliq, con la autoridad de la reina madre, declaró: “Takeq, has traicionado a tu familia y a tu reino. Por tus crímenes, serás exiliado, y tus tierras serán confiscadas.”Takeq, furioso, gritó: “¡Esto no ha terminado! ¡Volveré, y cuando lo haga, este reino será mío!”Pero sus palabras cayeron en oídos sordos. Fue escoltado fuera del palacio, y aunque su amenaza seguía latente, el reino respiró un poco m&aacut
Esa misma noche, Dolores ordenó que el plato original de Valeria fuera llevado en secreto a los alquimistas reales para ser analizado. Los resultados confirmaron sus sospechas: el guiso estaba envenenado.Dolores y Amira informaron de inmediato a Faruq, quien, al escuchar la noticia, sintió una mezcla de ira y tristeza. “Esto no puede quedar impune,” dijo. “Las consortes han cruzado una línea. Si no las detenemos ahora, seguirán conspirando.”A la mañana siguiente, Faruq convocó a las consortes a la sala del trono. Samira y sus aliadas llegaron con expresiones de falsa inocencia, pero su confianza se desmoronó cuando Faruq presentó las pruebas del veneno.“Han traicionado no solo a mi esposa, sino a la memoria de mi padre,” dijo Faruq, su voz resonando con autoridad. “Por sus crímenes, serán desterradas del palacio y sus títulos serán revocados. Nunca volverán a pisar estas tierras.”Samira intentó defenderse, pero Faruq no le dio oportunidad. “Llévensela
Mientras las consortes peleaban por el favor del rey, Valeria observaba desde las sombras. Como madre de los tres príncipes y reina consorte, su posición era inalcanzable. Sin embargo, eso no significaba que estuviera a salvo. Sabía que muchas de las consortes la veían como un obstáculo, y que algunas incluso soñaban con ocupar su lugar.Una tarde, Valeria se reunió con Faruq en privado. “Mi señor,” dijo, mirándolo con preocupación, “estas mujeres están convirtiendo el palacio en un campo de batalla. Si no haces algo, su ambición podría destruirnos.”Faruq, agotado, tomó la mano de Valeria. “Sé que tienes razón, pero no sé cómo detener esto. Todo lo que hago parece empeorar la situación.”Valeria lo miró con ternura. “Eres un buen hombre, Faruq, pero debes recordar que también eres un rey. No puedes permitir que estas mujeres te manipulen. Si no tomas el control, ellas lo harán por ti.”La tensión en el palacio alcanzó su punto máximo cuando se descubrió
Valeria soltó las manos de Sarifa y se dirigió hacia la ventana, mirando los jardines del palacio. “Tu padre, Lord Malik, es un hombre muy respetado. Su lealtad al reino es incuestionable, y su posición le da un poder considerable. Si realmente amas a Khaliq y él te ama a ti, hay una forma de que estén juntos, pero debe hacerse de la manera correcta.”Sarifa frunció el ceño, tratando de entender. “¿Qué quiere decir, Majestad?”Valeria se giró para mirarla directamente. “Khaliq ya tendrá una esposa principal, fue elegida por razones políticas. Eso no se puede cambiar. Pero como príncipe, y eventualmente como funcionario, y mano derecha del rey, tiene derecho a tomar concubinas. Si realmente deseas estar con él, debes hablar con tu padre. Él puede negociar tu posición como concubina del príncipe. De esta manera, no solo estarás con Khaliq, sino que también protegerás tu honor y el de tu familia.”Sarifa se quedó en silencio, procesando las palabras de Valeria. “¿C
Finalmente, Lord Malik se reunió con el rey y la reina para discutir el futuro de su hija. Faruq, aunque inicialmente dudoso, aceptó la propuesta de Malik después de escuchar los argumentos de Valeria.“Si Khaliq realmente la ama, y si esto fortalece nuestra alianza con Malik, no veo razón para oponerme,” dijo Faruq. “Pero Khaliq debe entender que su deber como príncipe está por encima de sus deseos personales.”Cuando la decisión fue anunciada, Sarifa fue oficialmente nombrada concubina del príncipe Khaliq. Aunque muchos en el palacio la miraban con envidia y resentimiento, Sarifa se mantuvo firme, sabiendo que había tomado el camino correcto.El palacio de Dunas estaba envuelto en una atmósfera tensa desde el regreso de las hermanas del rey Faruq. Las princesas, hijas del difunto rey Maruq, habían regresado al palacio tras la muerte de su padre, trayendo consigo sus propias ambiciones, resentimientos y opiniones sobre el rumbo que el reino debía tomar. Aunque algunas de ellas ya esta