Isaac se levantó con gracia y rodeó el sofá con una elegancia natural, recogiendo las zapatillas que descansaban cerca. Con un gesto reverente, volvió junto a ella y se arrodilló, como si estuviera rindiendo homenaje a su presencia. Con delicadeza, deslizó las zapatillas en sus pies, sintiendo un pequeño vuelco en el estómago al hacerlo.Ella, por su parte, experimentó una extraña mezcla de emociones al verlo humildemente a sus pies. Sacó con cuidado el dedo del pie por debajo de la falda, y él, con galantería, le agarró el pie para calzarla. El gesto no pasó desapercibido para ella, quien se sintió más culpable que asustada ante las muestras de devoción que le brindaba."Gracias", murmuró ella, refrenando el impulso de despedirlo como a un criado. La situación la incomodaba, pero al mismo tiempo la llenaba de un sentimiento de res
Valeria se encontraba retenida en el Palacio por orden del Rey, sin poder salir debido a un susto que la había dejado en estado de impacto. Todos comprendían su delicadeza, sobre todo su padre, el Rey, quien la consideraba su hija favorita. Después de un tiempo, Valeria llamó a su doncella para que le trajera tinta y papel, ya que necesitaba escribir una carta para enviarla al Duque de Llelewas, pidiendo permiso para reunirse con Alta, su amiga.Sabía que el padre de Aita, el vizconde de Pertóng, no permitiría el encuentro debido a los problemas pasados entre ellas. Valeria recordaba con pesar esos momentos, siempre involucrada en situaciones complicadas junto a sus amigas. La doncella le trajo lo que necesitaba y Valeria se sentó a escribir, pensando en cómo expresar su dolor y encontrar consuelo en alguien que entendiera el amor que sentía por esa persona especial, David de Romsome, el heredero. Recordaba con melancolía a su amiga Dolores, ahora casada con el Duque de Ghrad, Nicolás
Le había dejado muy claro que no quería saber nada de bailes y se hubiera agradecido más aquella noticia si lo hubiera dicho. Hasta el momento, había sido sincera con él y si aún quería rechazarlo, no habría forma más rápida y efectiva que admitir que prefería a otro hombre. De todos modos, se lo preguntaría cuando se encontraran esa noche para saber lo que tenía que decir al respecto. También le preguntaría si seguía disfrutando de su compañía o de cualquier otra mujer. Se esperaría una alabanza hipócrita, pero con Aita trato era distinto. Él habría preferido que lo llamase por su nombre de pila después de lo que sucedió en el salón, pero ella pronunció su título con una entonación muy especial, como si hielo igual fuese un tipo muy afortunado por haber conquistado a una dama como ella.Sonrió y vio cómo las llamas reducían la hoja a cenizas. No estaba preparada para decirle que lo amaba, pero cuando lo hiciera, sería verdad. Y después de haber oído su versión de la fuga con el prof
La posibilidad de que el Duque comprara guantes y medias para seducir a otras chicas irritó a Aita. A pesar de desaprobar sus acciones, prefería pensar que el detalle único y especial que había tenido con ella demostraba que le importaba. La idea de casarse con él la aterraba, pero también sabía que él compartía sus temores. Temía hacer daño a los demás por su negligencia, y eso le importaba. Por ello, decidió deshacerse del envoltorio, la hoja del periódico y la carta que le habían enviado sobre su amiga. No quería pensar en valses, solo quería sentirse segura al casarse con él.Sin embargo, la preocupación la invadió al pensar en la razón por la cual el Duque quería juntarla con su amiga. ¿Estaría pasando por algo? Las noticias del palacio no habían salido a la luz, a pesar de que se hablaba mucho de la llegada de los Príncipes. Conociendo a su amiga, sabía que ninguno de los pretendientes principales le interesaría, ya que su único amor había sido el hermano de Dolores David, quien
Valeria miró a su alrededor un segundo, pero su rostro cambió al instante. Su cara se puso seria, con un ceño fruncido, como si la tristeza la hubiera invadido de repente."Aita", dijo con un tono de desánimo y tristeza.Aita la miró y volvió a repetir: "Valeria, ¿qué te pasa? No te sientes bien. Tienes algo, ¿qué pasa?". Sin decir más, Aita, la abrazo que ella tanto necesitaba. Alguien que la conocía de verdad, alguien que la escuchaba, alguien que le reconfortaba. Las lágrimas se le escaparon a ambas."Yo estaba desconsolada", admitió Valeria.Aita, se alejó un momento y luego le agarró por el hombro. "Amiga, ¿cómo has estado? ¿Cómo has pasado toda esta temporada? ¿Qué hay de ti, Valeria?". La miró a los ojos, pero no pudo decir mucho más. Solo movió la cabeza en señal de respuesta, pero nada era suficiente."Yo... yo...", balbuceó Valeria.La miró fijamente y le preguntó: "¿Qué pasa? ¿Algo anda mal? Cuéntame qué sucede". Valeria volvió a mirarla, con los ojos aturdidos y un río de
Hasta que finalmente, él entró a la habitación. La chica estaba sentada en silencio, envuelta en un perfume embriagador y el incienso que llenaba el ambiente. Parecía como si el aire mismo estuviera cargado de una tensión que la había torturado y mareado. El heredero se acercó a ella con cautela, sintiendo que debía dirigirle la palabra. A pesar de la incomodidad, se armó de valor y le habló. Mientras tanto, ella permanecía planeando su permanencia sin hablar en la habitación, observando la escena con detenimiento.La mujer permanecía de espaldas, aun con un velo cubriendo su rostro. Sin embargo, el heredero no dudó y se acercó a ella, comenzando a besarla con pasión. Sin embargo, la tranquilidad duró poco, ya que pronto las cosas se complicaron. Alguien había llegado con el chisme desde los demás rincones del Palacio, y el bullicio se apoderó del lugar. Se decía que la princesa Valeria estaba haciendo algo indebido, lo que causó un revuelo entre Verónica, el príncipe y demás presente
En la mañana, al salir Valeria a su patio, sintió miradas muy curiosas sobre ella. Los murmullos se volvían molestos. Su sirvienta, al estar al tanto de lo que había pasado, sudó frío al enterarse de lo sucedido en el palacio en ausencia de la princesa. Una doncella la vio y dijo:"Fingen pureza, pero se entregan al primer pretendiente que ven a la vista. ¿Acaso no pudo esperar para el matrimonio? Ha desgraciado su futuro."Valeria, ajena al murmullo, no entendía de qué estaban hablando, y la doncella siguió con un tono más alto para que ella la mirase. Valeria estaba molesta porque ni siquiera tomaron en cuenta su presencia y continuaron con los murmullos. Pensó para sí misma que era el nuevo plan de su hermana Verónica, pero eso ya era demasiado. Se paró, y al mismo tiempo su doncella se acercó a ella y le habló._ "Mi princesa, algo muy malo, se habla de usted."_La doncella se sentía muy incómoda porque todo era falso._ "¿Qué se dice de mí?"__ "Dicen que estuviste en una relació
El rey se encontraba en su sala del trono, furioso. La noticia de los rumores que circulaban sobre su hija, la princesa Valeria, había llegado a sus oídos como un torrente imparable. No podía creer lo que escuchaba. ¿Tanto odio le tenían a su hija para deshonrarla de tal manera? Si él no hubiera sabido dónde estaba su hija anoche, si no hubiera sido consciente de que ella había salido y que había conseguido el permiso, habría creído las calumnias. Se sentía como si hubiera matado a su propia hija, deshonrada de esta manera.El rey se levantó de su trono, su rostro enrojecido por la ira. Miró a su alrededor, buscando respuestas en los rostros de sus consejeros y sirvientes. La única certeza que tenía era que las habladurías provenían de su propia hermana, la princesa Verónica. Golpeó la mesa con un puño cerrado, reclamando silencio.—¡Silencio! —gritó, su voz resonando en las paredes del palacio.Preguntó de nuevo, con un tono más grave:—¿Quién ha visto a