59. Ciro… Estás herido.

Julia se encontraba bloqueada, observando el cañón del arma apuntándola. Era como si su cerebro se hubiera apagado y su cuerpo se negara a reaccionar. Por un instante, cerró los ojos, resignándose y también llevando sus manos al vientre, como si así pudiera proteger a su bebé de lo que estaba por suceder.

Ni su hijo ni ella podían morir ahí, pero todo parecía indicar que eso era precisamente lo que pasaría y nadie podría impedirlo.

El sonido del disparo pareció congelar el tiempo o, mejor dicho, ralentizarlo, como si de pronto todo se desarrollara en cámara lenta. Ciro giró la cabeza hacia donde Víctor estaba apuntando, y un grito horrorizado escapó de sus labios al ver a su esposa en peligro.

— ¡Julia! — exclamó Ciro antes de correr hacia ella, deseando ser más rápido que la bala que parecía dirigirse hacia su objetivo. Su esposa.

Solo en el instante que la bala pareció encontrar su objetivo, en ese momento el tiempo pareció que volvía a acelerarse.

Los hombres de Ciro ya estaban red
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