—Vamos papá, no creo que pueda decir algo que me hiera más que todas las que ha dicho ya... —Luna dijo tratando de aparentar indiferencia, su padre la conocía tan bien, sabía que así no era su hija, le dolía aún, lo hacía.—No quiere tomar ninguna terapia, está renuente a verte a ti o su nieto, no le interesa formar parte de tu vida... e incluso me pidió el divorcio. —Arturo dijo sin mas, era mejor decirle las cosas como eran a endulzarcelas y causale esperazas que no habia. La mirada de Luna se humedeció, ya tenía más de un año que la había visto por última vez, después de todo lo que le había confesado, aún así Luna decidió perdonarla, aunque Camim jamás le hubiera pedido disculpas, sentía que merecía la oportunidad de redimirse, de nuevo se equivocó. Ella no quería saber nada de su hija.Su padre la abrazó fuertemente, no quería verla triste, a pesar de que no era su padre biológico siempre la quiso como su sangre y eso no cambiaría nunca. El siempre estaría para ella en todo momen
El sol irradiaba luz fuerte por todas partes, ese día era especialmente esplendoroso. Quería hacer muchas cosas como ir a la playa, nadar o tomar un buen baño de sol. Luna era una chica de 18 años que simplemente quería vivir la vida al máximo.Bajó las escaleras de la casa, a toda prisa. Tomó una manzana del frutero arriba de la mesa y se despidió de su papá de un beso en la mejilla, haciéndolo sonreír por la sorpresa.—¡Ey señorita! —La madre de Luna la llamó al notar que saldría sin pedir permiso. Luna se paró en seco, resopló y puso buena cara antes de dar media vuelta y sonreírle.—Voy a la playa con Paolo y sus amigos —dijo suplicante.—Déjala ir mujer, estamos de vacaciones. —La mujer soltó un mohín, nada contenta.Se suponía que las vacaciones eran para despejarse un poco y alejarse de la gentuza en la ciudad. Vaya sorpresa se encontró cuando se dio cuenta de que en realidad las vacaciones familiares que había dicho su esposo era una convención para los CEO’s importantes de Nue
Los fuertes brazos rodearon su cuerpo con una necesidad palpable, Luna percibió la desesperación al verlo, a él, su único y más grande amor, el hombre de su vida.David le dedicó una sincera, pero ahora triste sonrisa cuadrada, nada lo llenaba más de dicha que ver a su pequeña, aun sabiendo que tal vez ese día sería el último. Camil estaba siendo la culpable de su desdicha, la mujer que le dio la vida se convertiría en su verdugo, la obligaría a casarse con un hombre que no ama para salvar la empresa familiar.En cuanto se enteró de los planes de su madre, Luna corrió a los brazos de David esperando que él pudiera consolarla. Que le dijera que todo iba a estar bien porque ella no quería casarse con un desconocido.Sus labios se unieron en un fuerte frenesí, añoraba cada día para sentirse casi al final del día. En ese pequeño cuarto de 4 paredes, aquel que era el único testigo de su amor. Ambos cuerpos temblaron por la necesidad de sentirse mucho más.David descendió al cuello lechoso d
Tenía la esperanza de que Luna llegaría amarlo, con dedicación y amor lo conseguiría, así que aceptó el trato de nuevo. La rubia abrazó a su padre fuertemente, y este le respondió con el corazón en la mano, no quería que su única hija se sacrificara, pero que más podía hacer si todo estaba perdido.Tres meses atrás.Farit estaba vestido de negro junto a su hermana. El abogado de la familia estaba dando a conocer las cláusulas del testamento de su padre después de que este falleciera. Había dejado la reunión de los CEOs atrás. Ahora lo más importante era saber que pasaría con ellos, ya que su mamá había muerto hace algunos años y ahora su papá. Se habían quedado prácticamente solos.—Como primer punto, para mis hijos Farit y Sol, ellos serán mis herederos universales. —Citó el abogado—. Tanto mis propiedades como mi cuantiosa suma en los bancos serán repartidos por partes iguales entre ambos. —Era de esperarse, eran su única familia—. La empresa Montalvo será manejada por Farit, quien a
Caminó por el centro comercial, al menos se distraería viendo las tiendas. La verdad no le apetecía comprar nada, solo le gustaba observar. Estuvo a punto de entrar a una tienda cuando su celular empezó a sonar. Un número desconocido se veía en la pantalla, aun así contestó. Podía ser algo importante.—¿Luna? —La voz profunda de David sonó del otro lado del parlante provocando que detuviera sus pies al igual que su corazón. Por la sorpresa, una enorme sonrisa apareció en su rostro y su corazón comenzó a latir de manera más acelerada.—David, mi amor —susurró y escuchó un suspiró al otro lado de la línea. No podía creer que él estuviera llamándole.—Pensé que cambiarías tu número de celular. —El chico estaba con un nudo en la garganta después de enterarse de todo. Quería ir por ella, estuviera donde estuviera y rescatarla de las garras de aquel idiota.—David... —Quería decirle tantas cosas. Pero no podía, se sentía sucia, avergonzada por no luchar por su amor.—Pequeña, te ves hermosa
La sangre se le subió a la cabeza, furiosa, ¿Qué no pensaba acaso? Se preguntó. Luna no se daba cuenta de que si seguía con sus estúpidos encuentro arruinaría sus planes. Si Farit se enteraba de su aventura no sabía qué cosas sería capaz de hacer, pero no era difícil imaginar lo que un hombre herido haría. No sintió culpa alguna cuando su imaginación despertó de como Farit podría hacerla pagar por esto. Entonces una idea pasó por su mente malévola y sonrió. Todo podría salir a su favor si lo planeaba muy bien, así que no enfrentó a Luna ni al muerto de hambre de David en ese momento. Regresó a su mesa como si nada hubiera pasado y esperó pacientemente a que su hija regresara. Actuó totalmente normal hasta que regresaron a casa para la cena. La cena había pasado entre charlas banales, Farit era muy ocurrente. Luna lo observó por un momento pensando en que tal vez lo estaba juzgando mal desde un principio. Aceptando que cualquier mujer caería perdidamente enamorada de él con solo verl
Farit estaba sentado en su escritorio, mirando la computadora perdidamente. Llevaba así por lo menos unos veinte minutos, o la mañana entera. Aún tratara de concentrarse en su trabajo le era imposible. Las palabras y los sollozos de Luna los tenía incrustados en su mente.Ese día ni siquiera se había esperado al desayuno, estaba tan avergonzado que no sabía como debía pedir perdón. Lo poco que había avanzado en la lucha por ganarse su amor se había ido por la borda, estaba seguro. Todo era culpa del el hombre que su esposa amaba, ese tal David que se estaba interfiriendo en sus asuntos.A veces sus celos podían sacar lo peor de él y lo que había ocurrido anoche era un gran y catastrófico ejemplo de eso.Pero estaba arrepentido, de verdad lo estaba y si pudiera regresar el tiempo lo haría, sin embargo, ya era tarde. Ahora tenía que hacer algo para que Luna lo perdonara porque a pesar de todo no la quería perder.La amaba demasiado para perderla por un error así. Pensaría en algo, tal ve
Unas horas antes*David aún no podía creer que su hermosa chica hubiera decidido por fin escaparse con él. Cuando le dio la noticia no pudo contener su alegría, era lo que tanto había esperado. La amaba con toda su alma, con cada célula de su cuerpo, con cada suspiro de su amor, que haría cualquier cosa por ella. No podía ver su futuro sin Luna a su lado, ni siquiera podía ver su día sin el efímero momento que compartían todos los días, pero por fin eso había llegado a su fin porque se tendrían el uno al otro sin tener que esconderse de nadie.Le emocionó tanto el panorama que veía a la distancia. Los dos juntos para toda la vida, sin más obstáculos. Soltó un suspiro de añoranza. Pensando en lo feliz que haría a su bella Luna.Estaba todo arreglado, se irían a un pueblo cerca de la costa y con los ahorros que tenía podían sobrevivir mientras él encontrara trabajo. No le importaba que tendría que hacer para que ella estuviera bien. Se esforzaría para que nada le faltara a su pequeña.Es