La vida con Farit no había cambiado en absoluto. Se la pasaban en total silencio durante la cena, no comentaban nada, no se preguntaban nada, prácticamente eran dos desconocidos que vivían juntos, es más, ni siquiera se atrevían a mirarse a los ojos. Luna estaba sumergida en sus pensamientos mientras él se desesperaba un poco más cada día.Al contrario de ella, Farit si quería conversar, quería saber de su esposa, saber lo que pensaba, lo que sentía y quería. No quería ser más duro, pero no sabía cómo acercarse a ella. Parecía que se encontraba con un muro enorme y frío. Por más que trataba de acercársele no lograba nada. Era muy orgullosa e incluso estaba casi seguro de que lo culpaba por la muerte de su amante. Y no estaba tan alejado de la realidad.Ese día, mientras Luna estaba en su habitación, el azabache entró sin tocar, era su casa, así que pensó que no necesitaba permiso alguno para transitar por donde se le diera la regalada gana. Acto que enfureció a Luna y con mucha razón,
—Farit nos habló de sus planes, debes estar entusiasmada, aun teniendo muy poco de casados se notan tan enamorados y es lógico que ya quiera tener su propia familia. —Luna escuchó atenta sin saber nada de lo que estaba hablando. Casi se atragantó con él vaso de agua, que estaba tomando al escuchar a la mujer. Pero apenas sintió el ligero apretón en su muslo, reaccionó.¿Qué cosas estaba diciendo? Miró de reojo a Farit tratando de obtener alguna explicación, aunque claramente sabía que en ese momento no iba a poder dársela como ella quería. Tal vez se las hubiera podido dar si no hubiesen pasado toda la tarde peleando.En un principio Luna pensó mandar todo a la m****a. Al final de todo el problema era de él, pero sus amenazas siempre le provocaban escalofrío. Sabiendo que las cumpliría si hacia algo que no le gustara.—¡Oh claro! La familia es lo más importante, ¿verdad AMOR? —Luna le regresó el gesto de tocarlo en la pierna por debajo de la mesa, pero al sentir la firme y musculosa pi
Luna no dijo nada al respecto, y solo siguió sonriendo, aún estaba en shock por lo que acaba de hacer.—Arturo estará muy emocionado de tener un socio como usted. —Montalvo asintió satisfecho, se puso de pie y los acompaño a la salida después de despedirse con un apretón de manos, dejándolos a solas. Entonces ahora no le costó trabajo entender lo que Farit había tratado de hacer. Lo cual era ayudar a su padre. No sabía cómo sentirse exactamente. ¿Agradecida? O ¿Molesta por no habérselo dicho antes? —¿Por qué no me dijiste que esto le daría un contrato a la empresa de mi papá? ¿El señor Pride es un inversionista? —preguntó aturdida y lo miró directamente.—Te lo dije, ¿qué no lo entendiste? Prime estaba buscando una compañía en donde invertir, que mejor que en la de tu padre. —respondió encogiéndose de hombros, se acercó a la mesa y tomó su copa bebiendo el último trago de ella, su mirada había regresado a ser la misma, tan perdida y triste que antes.—Yo pensé algo diferente… —Fari
—Luna. —Farit Sonrió. La azabache no demostró nada, aunque por dentro estaba querido decirle muchas cosas que pensaba, tuvo que morderse la lengua para no hacerlo—. Creí que estabas descansando —dijo mientras Eliza no se despegaba de su lado ni un centímetro y miraba a la rubia de forma curiosa. Luna miró a la aludida de arriba a abajo, de forma penetrante, la chica llevaba un vestido corto floreado que mantenía un escote lo suficiente prominente para dejar embobado a cualquier hombre, era como si hubiera usado esa prenda al propósito y como no, solo tenía que ver a Farit y la atención que percibía que le daba. No sabía quién era, pero tampoco le importaba saber. No le importo en ese momento, Farit la decepcionaba cada vez que veía algo bueno en él, cada vez que creía que podía al menos tratar de convivir como dos personas civilizadas, siempre lo terminaba arruinando con una u otra cosa. Por ejemplo, lo que hacía ahora. ¿Cómo le decía que la amaba cuando claramente si lo hiciera no
—Ahora no Yuri. —No quiso escucharse grosera, pero en serio, necesitaba estar sola o no se aguantaría las ganas de decirle todo lo que pensaba.Farit trató de ir tras ella, sabía que la situación en la que lo había encontrado con Eliza se malinterpretaba de mala manera y solo quería explicarle. No podía permitir que Luna se hiciera una idea errónea de ellos dos, quería dejarle en claro que entre Eliza y él no había nada más que una amistad, incluso solo la consideraba su hermanita, estuvo a punto, pero la peli naranja lo detuvo antes. —¿No me vas a llevar a comer, conejito? —Eliza meneó sus pestañas, coqueta y miró al azabache con ojos tiernos, no quería que la dejara sola ahí. A Farit ni siquiera le gustaba ese apodo, pero no quería ser grosero con ella y dañar sus sentimientos. Eliza reflexionó en la sorpresa que le causo saber que Farit estaba casado, ¿aun así, eso cuando la había detenido de su objetivo? Sonrió cuando su mente se llenó de muchas más posibilidades.—Sí, después
—Solo no quiero que malinterpretes todo, ella es así conmigo, desde pequeña tiene la costumbre de sentarse en mi regazo, pero te juro que solo la veo como una hermana. —Luna se mofó, no entendía por qué se empecinaba a hacerle creer otra cosa que claramente no creí.Farit estaba equivocado si suponía que iba a aceptar una explicación tan absurda como aquella. Ya lo había pensado antes, pero esta vez era la idea más factible. Era demasiado ingenuo para no darse cuenta de lo interesada que estaba Eliza por él, o de verdad ella era una mujer astuta que lo envolvía en cuentos de amistad para mantenerlo cerca y que él no sospechara nada. Suponía que era un poco de ambas y no sabía si abrirle los ojos sería lo mejor.—Si tan solo tú me dieras una oportunidad te demostraría que no miento cuando te digo que te amo de verdad. —Farit demostró de nuevo sus verdaderos sentimientos, a pesar de que Luna le despreciaba. Había algo que no dejaba que se rindiera, algo que le decía que tarde o temprano
Tal vez había interrumpido algo, pero no le importó, ella quería estar con Farit a toda costa y nadie, ni siquiera Luna, se lo impediría.—¿Me vas a llevar a comer como me prometiste, conejo? —Luna entornó los ojos ante el sobre nombre ridículo que tenía para el y la voz chillona que usaba para hablar.No podía creer que Farit le comprará su actuación barata, era tan insoportable como su cabello de zanahoria, toda ella solo desprendía desprecio. Eliza se moría por él, únicamente tenía que ver cómo le hablaba, lo miraba o incluso lo tocaba, pero a Montalvo no parecía importarle y tampoco debía importarle a ella. El azabache asintió sin verla, seguía con la mirada clavada en Luna, preguntándose hasta cuando dejaría de sentirse así, tan poca cosa para su ella. Debido a que, a pesar de hacer todo lo posible para conquistarla, ella lo rechazaba de una forma tan despiadada, no tenía idea de cuánto tiempo más podría soportar su desdén. Tal vez se lo había ganado a pulso, pero también creía
Luna pudo notar que Farit no le había contado nada del acuerdo de su matrimonio cuando Sol les hizo prometer a ambos que pronto la harían tía en una de las cenas que compartieron. La rubia casi se atragantó en esa ocasiones, pero no hizo nada para sacarla de su error.También se dio cuenta de que Farit era un poco más seco con ella, actuaba más como su padre y no como su hermano, de forma estricta.Ese día, Luna había amanecido más irritante que de costumbre, pero dejando todo lo anterior de lado, eso no era lo que la tenía de mal humor esa mañana, sino un pequeño detalle que ya empezaba a hacérsele costumbre y que no sabía cómo ponerle fin.Se había vuelto difícil vivir en su propia casa, cada vez que bajaba a desayunar estaba ella, Eliza, cada vez que quería tomar el sol en la piscina, ella estaba también o simplemente cuando tenía que hablar con Farit.Siempre estaba presente, como una sanguijuela pegada a su esposo y ya no la soportaba. Era una persona odiosa que siempre la miraba