No me toques

Tenía la esperanza de que Luna llegaría amarlo, con dedicación y amor lo conseguiría, así que aceptó el trato de nuevo. La rubia abrazó a su padre fuertemente, y este le respondió con el corazón en la mano, no quería que su única hija se sacrificara, pero que más podía hacer si todo estaba perdido.

Tres meses atrás.

Farit estaba vestido de negro junto a su hermana. El abogado de la familia estaba dando a conocer las cláusulas del testamento de su padre después de que este falleciera. Había dejado la reunión de los CEOs atrás. Ahora lo más importante era saber que pasaría con ellos, ya que su mamá había muerto hace algunos años y ahora su papá. Se habían quedado prácticamente solos.

—Como primer punto, para mis hijos Farit y Sol, ellos serán mis herederos universales. —Citó el abogado—. Tanto mis propiedades como mi cuantiosa suma en los bancos serán repartidos por partes iguales entre ambos. —Era de esperarse, eran su única familia—. La empresa Montalvo será manejada por Farit, quien a su corta edad ha demostrado que tiene la capacidad de manejarla apropiadamente, solo tengo un último mandato, para que él tome título como el nuevo CEO de la empresa tendrá que contraer matrimonio en menos de medio año. —Tanto Farit como Sol se miraron entre sí.

—¿Qué significa eso? —El abogado hizo una pausa.

—Tu padre estaba preocupado por ustedes, más por ti Farit, sintió que era necesario ponerte alguna cierta motivación para el puesto. —El chico alzó una ceja, incrédulo.

—Y supuso que obligándome a contraer nupcias con alguien sería la respuesta a todo —dijo sarcástico.

—Ambos sabemos que la mente de tu padre podría razonar de diferentes formas. Él solo sabría su razón de ser. —Farit resopló, sí, su padre era un gran hombre de negocios, su mente era brillante y valiente a la hora de arriesgarse, pero lo que nunca había sido era un buen padre, y no podía creer que aun después de muerto siguiera con su obsesión enfermiza de controlar sus vidas.

—¿Y qué pasa si no lo hago? —El hombre apretó sus labios con tensión y leyó lo siguiente.

—De no hacer válido mi mandato, ya que sé muy bien que Farit estará renegando ahora mismo. Tendré que retirar todo mi apoyo anteriormente mencionado y la empresa tanto los bienes pasaran a manos de Luis Sandoval, mi hermano. —¿Qué? Esto era inaudito.

—Esto no puede ser verdad. —Exclamó Sol parándose en jarra. Mirando como su hermano, poco a poco se desanimaba ante la noticia.

—Pero aún hay más. Sol, tú no estás expensas a los mandatos de tu padre y también te da una prologa de 2 años para contraer matrimonio. —La mencionada resopló.

—Eso es una m****a. —Farit la tomó de la mano, tratando de controlar su enojo, aunque él estuviera igual.

Tenían que pensar con la cabeza, saber qué harían en ese momento, no podía simplemente negarse a la posibilidad. Podrían hacer otra cosa, imputar el testamento, no sabía, en ese momento no tenía cabeza para pensar.

—Yo sé que esto es un poco difícil de asimilar, pero si comprendes que es mejor para ti y tu hermana entenderás que lo que pide tu padre no es tan descabellado. —Carlos tomó sus cosas y salió de la casa, dejando al par de aludidos con muchas cosas que pensar en ese momento.

Luna se encontraba con la cabeza recostada sobre la camilla en la que se encontraba su padre, después del infarto que sufrió todo podía pasar, cualquier mínima alteración lo podría llevar al borde de la muerte. Luna tenía miedo, estaba temerosa de que su papá la dejara y más sabiendo con quién la dejaría.

Camil no se había presentado durante la mañana. Mucha gente del círculo del trabajo de Arturo lo había ido a visitar al hospital, él era un hombre honorable y respetable que todo mundo quería. 

Unos más que nada lo hacían por mero compromiso, y eso fue lo que les paso a Farit y Sol. Sabían la hermandad que tenía el señor Sandoval con su padre y había sido por eso que habían acudido al hospital esa mañana con un enorme ramo de rosas.

Para todos era un secreto la causa del suceso. Para Camil era algo vergonzoso decir que no contaban con la solvencia para los gastos médicos. Fue algo curioso que el abogado de los Montalvo y los Sandoval fuera el mismo, y que sin querer hubiera mencionado algo de su situación actual.

Farit había visto solo una vez a Arturo, recordó la vez que su padre le prometió que siempre lo ayudaría y fue otra más de las malditas cláusulas en el testamento de su padre. Como fuera ahora se encontraban ahí, a simple vista podía apreciar a Camil, como una esposa preocupada por la salud de su esposo.

—Gracias por venir, sé lo que pasó con tu padre. —Camil tomó un pedazo de papel limpiando sus lágrimas.

—¿Conocía a mi padre? Pensé que solo su esposo lo conocía. —Ella asintió aparentando tristeza. La verdad era que no le importaba en lo absoluto.

—Fue un buen hombre. —Farit se mofó despacio, todo mundo decía lo mismo, estaba claro que nadie lo había conocido en verdad.

—Espero que su esposo se encuentre mejor. —Ella asintió. Farit prefirió cambiar de tema—. Me alegro, sé que no me conoce, pero de verdad siento mucho por lo que está pasando, lamento decirle que tal vez las próximas visitas las hará mi tío Luis, así que fue un gusto conocernos. —Camil frunció el ceño.

—¿Por qué tu tío y no tú? —Si era un poco metiche.

—Por qué mi padre puso sus malditas cláusulas antes de morir. —Sol no se pudo quedar callada.

—Sol, por favor. No tienes por qué ventilar nuestra situación. —Esta se cruzó de brazos y soltó un mohín.

—Por favor somos de confianza. —Camil trató de sonar coherente.

—Son situaciones que pasan. Mi papá puso una cláusula, donde si yo no me comprometía en menos de seis meses toda la fortuna de los Montalvo pasará a manos de mi tío Luis. —Camil abrió sus ojos, sorprendida y un poco curiosa.

—Entiendo y supongo que quien sea tu esposa será acreedora a la fortuna Montalvo también —Sol asintió.

Camil se quedó pensativa, tal vez estaba ante ella la solución para todos sus problemas. Y sonrió ante ello.

TIEMPO ACTUAL*

Era difícil y le estaba costando trabajo, pero tenía que ser paciente con Luna, aunque se muriera de las ganas por tocarla y besarla tenía que ir lento si quería ganarse su confianza y más adelante su amor. Porque de algo estaba seguro y era de que no descansaría hasta que su ahora esposa, lo amara como él lo hacía con ella.

Era absurdo decir que la amaba a pesar de que no se conocían, solo le había bastado verla una vez, fue amor a primera vista. Luna era una belleza, su rostro y cuerpo eran un sueño hecho realidad, sin mencionar que el solo hecho de haber aceptado este trato para ayudar a su padre hablaba del noble corazón que poseía.

Las cosas estaban yendo lentas, aceptó todas y cada una de sus condiciones. El dormir en cuartos separado, en no tratar de tocarla o incluso besarla, podía intuir como se volvería loco al tenerla cerca y no poder hacer nada, sin embargo, cedió a todo para su comodidad.

Ese día irían a Riverside, había insistido de todas las formas posibles para llevarla de luna de miel, jurando que no la tocaría, pero fue un "No tengo ganas" lo que recibió como respuesta. Ahora tenía que ocuparse de algunos asuntos en la ciudad y mientras él trabajaba, Luna se quedaría en la residencia que tenía allí.

Creía que si estaban tiempo a solas podía conocerse mejor y con suerte avanzar un poco en su relación.

Por otro lado, Luna trató de mantener la calma y aparentar que todo estaba bien cuando en realidad la tristeza la consumía por dentro. Más cuando se enteró a donde viajarían. Ella debió de ir a Riverside, pero no casada con alguien más, sino a lado de David. No sabía nada de él después de no haberse presentado en la estación de tren, no sabía si se había ido o si incluso la odiaba por haber roto su promesa. Deseaba tanto volver a verlo, pedirle perdón y besarlo.

Lo único que quería era estar junto al hombre que amaba, pero sabía que pedía demasiado para su cruda realidad.

A pesar de que Farit se estaba comportando como un caballero tarde o temprano iba a querer consumar su matrimonio. Esa idea la ponía muy nerviosa, ya que no imaginaba a otro hombre que no fuera David tocando su cuerpo. Suspiró ante su inevitable futuro y salió de su habitación.

Necesitaba distraerse, respirar aire fresco, el lugar donde estaba era asfixiante, no hacía nada que solo estar encerrada esperando hasta que Farit regresara. Era tan desgastante mantenerse así todo el tiempo, no tenía a nadie conocido. Solo estaba la empleada. Su nombre era Yuri, la cual se encargaba de cocinar y limpiar, siempre estaba demasiado ocupada para platicar con ella.

Agradeció cuando Farit le sugirió que fuera de compras al centro comercial. No era la clase de chica que le gustara ir de tienda en tienda todos los días, despilfarrando el dinero, lo sentía innecesario, pero no veía otra opción ante su aburrimiento. Antes de casarse trabajaba en la empresa de su papá, ahora, incluso eso no lo podía hacer. Resopló cansina.

Si estuviera en Los ángeles, al menos iría a ver a Jessi, su amiga, para pasar el rato, pero no, parecía una presa, porque incluso si le había permitido salir siempre sería acompañada... Farit le asignó un guardaespaldas quien la seguía como perro sabueso a todos lados, alegando que no le gustaba que estuviera sola.

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