El sol irradiaba luz fuerte por todas partes, ese día era especialmente esplendoroso. Quería hacer muchas cosas como ir a la playa, nadar o tomar un buen baño de sol. Luna era una chica de 18 años que simplemente quería vivir la vida al máximo.
Bajó las escaleras de la casa, a toda prisa. Tomó una manzana del frutero arriba de la mesa y se despidió de su papá de un beso en la mejilla, haciéndolo sonreír por la sorpresa.—¡Ey señorita! —La madre de Luna la llamó al notar que saldría sin pedir permiso. Luna se paró en seco, resopló y puso buena cara antes de dar media vuelta y sonreírle.—Voy a la playa con Paolo y sus amigos —dijo suplicante.—Déjala ir mujer, estamos de vacaciones. —La mujer soltó un mohín, nada contenta.Se suponía que las vacaciones eran para despejarse un poco y alejarse de la gentuza en la ciudad. Vaya sorpresa se encontró cuando se dio cuenta de que en realidad las vacaciones familiares que había dicho su esposo era una convención para los CEO’s importantes de Nueva York y que el hermano de su esposo iría junto a su familia, la cual detestaba enormemente.Y no era diferencias de ideas o algo por el estilo, Camil siempre había visto mal que su familia se rodeara con personas de menos estatus que ellos. Aunque fuera el hermano de su esposo, aun así no tenían la misma distinción.Para Luna eso le daba igual, Paolo era su primo, se llevaba bien y era lo único que le interesaba. Camil tenía que lidiar con eso todo el tiempo, su esposo e hija no entendían la importancia de la diferencia de clases.Camil no dijo nada más y desvió la mirada hacia su desayuno, era imposible contradecirlo a los dos. Luna sonrió y le mandó un beso volado a su padre para luego salir de su casa directo a la playa.Y es que no solo era el hecho de despejarse o divertirse, la razón de que actuara tan entusiasmada, sino era porque lo vería a él, si, a él, a David, su primer y gran amor.
Aún podía recordar la primera vez que se vieron en el colegio, la primera palabra dicha, el primer roce entre ambos, fue como amor a primera vista, sin imaginar que David era becado en la preparatoria. Ella no tenía problema alguno, pero cuando se enteró su mamá de ello fue como si le hubiera dado un mini infarto. La obligó a alejarse de él e incluso la cambió de colegio, alegando que ella no podía mezclarse con gente como esa.Su amor fue más fuerte, porque a pesar de las circunstancias, meses después su amor era cada vez más fuerte.Paolo era mejor amigo de David, por lo que todo se había planeado con anterioridad. Su primo había ayudado a su novio a ir al viaje para que pudieran verse ahí. Así que cuando lo divisó a la distancia sobre la playa corrió hacia él para abrazarlo fuertemente. David la tomó entre sus brazos y la levantó sobre el aire para darle una vuelta y besarla. Estaba emocionado de verla ahí, su corazón se agitó de sobremanera al tenerla en ese momento.—Nena, estás aquí —dijo sonriente mientras le depositaba más besos sobre la boca.—Estoy aquí. —Ella sonrió.—Bueno, ya par de tortolos, vamos a divertirnos o ustedes se seguirán comiendo a besos. —Paolo los llamó gracioso al verlos tan empalagosos.Ambos se miraron y sonrieron. Sería bueno pasar el rato con otros chicos más, y así empezaron el juego de vóleibol en la playa. Otros más se unieron y fue así que empezó todo. Tiempo después, Luna decidió descansar un poco, tomar algo refrescante, sin imaginar que no muy lejos de ahí se encontraba quien se convertiría en su esposo. Farit Montalvo, era un joven de 23 años, a su corta edad había sido casi obligado a hacerse cargo de la compañía de su papá, el cual en ese momento se encontraba muy enfermo.La invitación de la convención le había llegado hace unas semanas, lo primero que pensó fue en lo aburrido que sería, sin embargo, no le quedaba de otra que acatar órdenes. Estaba un poco estresado ese día, tendría que dar el discurso de inicio y no tenía idea de lo que iba a decir.Decidió ir a la playa, tal vez eso lo podría distraer un poco de todo lo que estaba pasando. Sentía una gran responsabilidad sobre él, la empresa de la familia era todo lo que tenía y si algo salía mal podría perderlo todo y eso ocasionaría la muerte prematura de su padre. Bufó, al encontrarse sentado sobre una piedra, en la orilla del mar, poco a poco el sol se iba metiendo dejando ver el hermoso atardecer que se avecinaba.El viento en su rostro y el sonido de las olas chocando sobre las piedras era relajante, aunque esa relajación no duró lo suficiente. Su celular empezó a sonar dentro de su bolsillo, era Carlos, el abogado de su familia.—Bueno... —respondió sereno.—Lo siento tanto Farit, tu padre acaba de fallecer. —El azabache se quedó pasmado, escuchando las palabras, negó repentinamente, mientras algunas lágrimas caían en su rostro.—Pero. ¿Cuándo? —Era irrelevante, solo quería que le dijera que no era cierto.—Fue hace un momento, necesitas volver a casa para leer las cláusulas del testamento. —Farit frunció el ceño, ¿porque le urgía de leer el testamento de su padre?—¿Pasa algo? —preguntó expectante.—No es como deberías de saberlo, pero tu padre pidió que antes de hacerte cargo de la empresa debes contraer matrimonio...—¿Qué? ¿Por qué? ¿Cuándo lo decidió? —Estaba consternado.—Es mejor que regreses Farit, aquí te daré los detalles. —El chico cerró los ojos, apretando sus labios fuertemente.Hace meses que la idea de que esto pasara estaba en su mente, pero no creyó que sería tan pronto. Se paró de la roca y miró al horizonte limpiando sus lágrimas, era la primera vez que se permitía llorar.Volvió a guardar su celular, iría a de vuelta al hotel, pero antes de hacerlo sintió como unos brazos rodearon su espalda de forma necesitada.—Aquí estás, amor. —La voz de una chica lo hizo sobresaltarse. Al darse media vuelta se encontró con los dulces ojos de una rubia—. Oh Dios, tú no eres... —La chica se sonrojó ante el vergonzoso acto—. Discúlpame yo...Farit se quedó sin palabras, sus ojos no pudieron dejar de contemplar tan bello rostro, podía decir sin miedo a equivocarse que no había visto a una mujer más hermosa que ella.Luna sonrió ante su mirada, tenía que admitir que el chico frente a ella era muy atractivo. Unos ojos enigmáticos, una nariz respingada, unos labios carnosos y su mandíbula marcada era un conjunto de cosas que resaltaban totalmente en él. Solo había un problema, él no era su David así que se sacudió su cabeza para dejar de pensar así de otro hombre.—Descuida... —Balbuceó Farit, aún seguía perdido en la belleza de la rubia.—Bueno... —Luna trató de deshacer la incomodidad.—Amm, sí... yo ya me tenía que ir. —Señaló otra dirección para despedirse de la chica que lo había cautivado y de la cual no tenía idea de su nombre. Farit se alejó dejándola sola en la orilla del mar.Luna se quedó mirando su espalda, aún seguía pensando lo mismo de él. Pero cuando unas manos la atrajeron toda su mente se inundó de una sola persona y esa era David. Sonrió ante el contacto.—Perdóname Nena, se me hizo tarde. —Ella negó, no importaba, lo bueno era que estaba ahí, aunque no tuvieran mucho tiempo, ya que su madre estaba sospechando de sus salidas.…
El señor Sandoval se tocó el puente de la nariz después de quitar sus anteojos. Cerró por un momento los ojos, tratando de pensar en otra manera de salir de ese problema. En ese momento Camil entró a su despacho con un té que ella le había preparado. Era momento de decirle a su esposa lo que estaba pasando.—¿Pasa algo? —Ella preguntó al verlo tan pensativo. El señor Sandoval se puso de pie y le entregó unos documentos, exactamente eran las finanzas de ese mes. Camil las revisó, abrió sus ojos, negando—. Esto...—Esto es el final de la empresa Sandoval Camil. Estos son los estados de cuenta del último mes y como podrás ver le debemos al banco mucho más de lo que creíamos, estamos en...—¡No lo digas! —respondió rápidamente—. Esto no puede ser, esto... debe ser, debe haber algo que podamos hacer.—Al menos que otra empresa se haga cargo de esta deuda, esto no podía ser posible —Arturo se sentó de nuevo en su silla. Sentía que sería el fin.—Tu hermano. —Pensó rápidamente.—Él no puede sustentar esa cantidad, sería un suicidio para su empresa. —Camil se mordió el labio. No podían ser pobres, no podían. Se negaba a aceptarlo.Unos golpes sobre la puerta los hizo reaccionar, soltaron una delante, dejando entrar a uno de los trabajadores de la empresa. Era el asistente del Arturo.—Lo siento, señor, pero... me acaban de notificar que llegaron a embargar los inmuebles de la empresa y se llevaron todo. —El semblante de Arturo cambió una y mil veces, parándose estrepitosamente de su asiento.—¡¿Qué estás diciendo?! Eso no puede ser posible... eso... —De pronto un fuerte dolor en su pecho lo hizo frenar, se llevó la mano hasta esa zona, sentía como la respiración se entrecortaba.—Arturo. ¿Qué tienes? ¿Qué te pasa? —Camil se acercó a él con alarma, estaba teniendo un infarto—. Rápido pide una ambulancia. —Le pidió al chico parado frente a ella. Esto podía ser el final.Los fuertes brazos rodearon su cuerpo con una necesidad palpable, Luna percibió la desesperación al verlo, a él, su único y más grande amor, el hombre de su vida.David le dedicó una sincera, pero ahora triste sonrisa cuadrada, nada lo llenaba más de dicha que ver a su pequeña, aun sabiendo que tal vez ese día sería el último. Camil estaba siendo la culpable de su desdicha, la mujer que le dio la vida se convertiría en su verdugo, la obligaría a casarse con un hombre que no ama para salvar la empresa familiar.En cuanto se enteró de los planes de su madre, Luna corrió a los brazos de David esperando que él pudiera consolarla. Que le dijera que todo iba a estar bien porque ella no quería casarse con un desconocido.Sus labios se unieron en un fuerte frenesí, añoraba cada día para sentirse casi al final del día. En ese pequeño cuarto de 4 paredes, aquel que era el único testigo de su amor. Ambos cuerpos temblaron por la necesidad de sentirse mucho más.David descendió al cuello lechoso d
Tenía la esperanza de que Luna llegaría amarlo, con dedicación y amor lo conseguiría, así que aceptó el trato de nuevo. La rubia abrazó a su padre fuertemente, y este le respondió con el corazón en la mano, no quería que su única hija se sacrificara, pero que más podía hacer si todo estaba perdido.Tres meses atrás.Farit estaba vestido de negro junto a su hermana. El abogado de la familia estaba dando a conocer las cláusulas del testamento de su padre después de que este falleciera. Había dejado la reunión de los CEOs atrás. Ahora lo más importante era saber que pasaría con ellos, ya que su mamá había muerto hace algunos años y ahora su papá. Se habían quedado prácticamente solos.—Como primer punto, para mis hijos Farit y Sol, ellos serán mis herederos universales. —Citó el abogado—. Tanto mis propiedades como mi cuantiosa suma en los bancos serán repartidos por partes iguales entre ambos. —Era de esperarse, eran su única familia—. La empresa Montalvo será manejada por Farit, quien a
Caminó por el centro comercial, al menos se distraería viendo las tiendas. La verdad no le apetecía comprar nada, solo le gustaba observar. Estuvo a punto de entrar a una tienda cuando su celular empezó a sonar. Un número desconocido se veía en la pantalla, aun así contestó. Podía ser algo importante.—¿Luna? —La voz profunda de David sonó del otro lado del parlante provocando que detuviera sus pies al igual que su corazón. Por la sorpresa, una enorme sonrisa apareció en su rostro y su corazón comenzó a latir de manera más acelerada.—David, mi amor —susurró y escuchó un suspiró al otro lado de la línea. No podía creer que él estuviera llamándole.—Pensé que cambiarías tu número de celular. —El chico estaba con un nudo en la garganta después de enterarse de todo. Quería ir por ella, estuviera donde estuviera y rescatarla de las garras de aquel idiota.—David... —Quería decirle tantas cosas. Pero no podía, se sentía sucia, avergonzada por no luchar por su amor.—Pequeña, te ves hermosa
La sangre se le subió a la cabeza, furiosa, ¿Qué no pensaba acaso? Se preguntó. Luna no se daba cuenta de que si seguía con sus estúpidos encuentro arruinaría sus planes. Si Farit se enteraba de su aventura no sabía qué cosas sería capaz de hacer, pero no era difícil imaginar lo que un hombre herido haría. No sintió culpa alguna cuando su imaginación despertó de como Farit podría hacerla pagar por esto. Entonces una idea pasó por su mente malévola y sonrió. Todo podría salir a su favor si lo planeaba muy bien, así que no enfrentó a Luna ni al muerto de hambre de David en ese momento. Regresó a su mesa como si nada hubiera pasado y esperó pacientemente a que su hija regresara. Actuó totalmente normal hasta que regresaron a casa para la cena. La cena había pasado entre charlas banales, Farit era muy ocurrente. Luna lo observó por un momento pensando en que tal vez lo estaba juzgando mal desde un principio. Aceptando que cualquier mujer caería perdidamente enamorada de él con solo verl
Farit estaba sentado en su escritorio, mirando la computadora perdidamente. Llevaba así por lo menos unos veinte minutos, o la mañana entera. Aún tratara de concentrarse en su trabajo le era imposible. Las palabras y los sollozos de Luna los tenía incrustados en su mente.Ese día ni siquiera se había esperado al desayuno, estaba tan avergonzado que no sabía como debía pedir perdón. Lo poco que había avanzado en la lucha por ganarse su amor se había ido por la borda, estaba seguro. Todo era culpa del el hombre que su esposa amaba, ese tal David que se estaba interfiriendo en sus asuntos.A veces sus celos podían sacar lo peor de él y lo que había ocurrido anoche era un gran y catastrófico ejemplo de eso.Pero estaba arrepentido, de verdad lo estaba y si pudiera regresar el tiempo lo haría, sin embargo, ya era tarde. Ahora tenía que hacer algo para que Luna lo perdonara porque a pesar de todo no la quería perder.La amaba demasiado para perderla por un error así. Pensaría en algo, tal ve
Unas horas antes*David aún no podía creer que su hermosa chica hubiera decidido por fin escaparse con él. Cuando le dio la noticia no pudo contener su alegría, era lo que tanto había esperado. La amaba con toda su alma, con cada célula de su cuerpo, con cada suspiro de su amor, que haría cualquier cosa por ella. No podía ver su futuro sin Luna a su lado, ni siquiera podía ver su día sin el efímero momento que compartían todos los días, pero por fin eso había llegado a su fin porque se tendrían el uno al otro sin tener que esconderse de nadie.Le emocionó tanto el panorama que veía a la distancia. Los dos juntos para toda la vida, sin más obstáculos. Soltó un suspiro de añoranza. Pensando en lo feliz que haría a su bella Luna.Estaba todo arreglado, se irían a un pueblo cerca de la costa y con los ahorros que tenía podían sobrevivir mientras él encontrara trabajo. No le importaba que tendría que hacer para que ella estuviera bien. Se esforzaría para que nada le faltara a su pequeña.Es
La vida con Farit no había cambiado en absoluto. Se la pasaban en total silencio durante la cena, no comentaban nada, no se preguntaban nada, prácticamente eran dos desconocidos que vivían juntos, es más, ni siquiera se atrevían a mirarse a los ojos. Luna estaba sumergida en sus pensamientos mientras él se desesperaba un poco más cada día.Al contrario de ella, Farit si quería conversar, quería saber de su esposa, saber lo que pensaba, lo que sentía y quería. No quería ser más duro, pero no sabía cómo acercarse a ella. Parecía que se encontraba con un muro enorme y frío. Por más que trataba de acercársele no lograba nada. Era muy orgullosa e incluso estaba casi seguro de que lo culpaba por la muerte de su amante. Y no estaba tan alejado de la realidad.Ese día, mientras Luna estaba en su habitación, el azabache entró sin tocar, era su casa, así que pensó que no necesitaba permiso alguno para transitar por donde se le diera la regalada gana. Acto que enfureció a Luna y con mucha razón,
—Farit nos habló de sus planes, debes estar entusiasmada, aun teniendo muy poco de casados se notan tan enamorados y es lógico que ya quiera tener su propia familia. —Luna escuchó atenta sin saber nada de lo que estaba hablando. Casi se atragantó con él vaso de agua, que estaba tomando al escuchar a la mujer. Pero apenas sintió el ligero apretón en su muslo, reaccionó.¿Qué cosas estaba diciendo? Miró de reojo a Farit tratando de obtener alguna explicación, aunque claramente sabía que en ese momento no iba a poder dársela como ella quería. Tal vez se las hubiera podido dar si no hubiesen pasado toda la tarde peleando.En un principio Luna pensó mandar todo a la m****a. Al final de todo el problema era de él, pero sus amenazas siempre le provocaban escalofrío. Sabiendo que las cumpliría si hacia algo que no le gustara.—¡Oh claro! La familia es lo más importante, ¿verdad AMOR? —Luna le regresó el gesto de tocarlo en la pierna por debajo de la mesa, pero al sentir la firme y musculosa pi