3: Perdida

—Bueno, déjame sola. Necesito llorar sin que me veas— Exijo sentándome en la cama.

—No te dejaré sola, te vas a duchar y luego desayunaras conmigo— Ordena tomándome del brazo y llevándome hasta el baño de la habitación.

—¿Y luego qué? ¿Me darás de nalgadas si no acomodo mi cuarto y me como todos mis vegetales? — Le reprocho con sorna.

—Y pensar que cuando mantienes la boca cerrada pareces más madura— Comenta al soltarme el brazo dentro del enorme baño —Ahora, si no te duchas, tendré que ser yo quien te ayude a hacerlo— Añade con un atisbo de deseo en su voz.

—No gracias, sé muy bien como asearme yo sola— Respondo revoleando los ojos para luego cerrarle la puerta del baño en la cara.

—¡Apresúrate, muero de hambre! — Exclama desde fuera.

Uuuuuffff… juro que en cuanto le ponga las manos encima voy a castrarlo y alimentaré a los cuervos con sus miserias.

(***)

Luego de ducharme salgo del baño con una toalla enrollada por encima de mi torso y otra envolviendo mi cabello, atravieso la habitación y me detengo frente a la puerta del vestidor cargado de ropa, me tomo un momento para observar todo lo que hay dentro e inmediatamente me siento incómoda, todo es muy hermoso, pero nada va conmigo, es como si toda la ropa fuera hecha para una supermodelo o una princesa, definitivamente no me imagino usando nada de lo que veo.

—¿Necesita ayuda para elegir su atuendo, señorita Walk? — Pregunta una voz apenas familiar detrás de mí.

—¿Morgana no? Lo siento, no te vi— Digo al verla parada en el umbral de la puerta del vestidor.

—Es mi culpa, lo siento… Debí anunciarme antes de entrar, lamento asustarla— Dice a media voz y sus mejillas se enrojecen.

—Está bien, no te preocupes… Es solo que toda esta ropa es demasiado para mí— Respondo cruzándome de brazos.

—Entiendo, sé que no está acostumbrada a llevar puesto algo de este estilo. Pero ahora será una princesa y debe verse como tal— Comenta como si nada, pero sus simples palabras son como aguijones venenosos que me dejan sin aire.

—Morgana, sé que es tu trabajo hacerme sentir cómoda, pero no finjas que estamos en un cuento de hadas en el que un príncipe azul rescata a una plebeya de su torre y la convierte en princesa. Estoy aquí cautiva en contra de mi voluntad— Espeto fríamente.

—Me disculpo, señorita, no fue mi intención ofenderla de ninguna manera— Musita inclinando la cabeza en señal de sumisión.

—No… no te disculpes, fui yo quien fue grosera contigo y lo lamento. Aún me siento muy agobiada con todo esto— Declaro con expresión lastimera.

—Sé que debe ser duro para usted, pero no tiene de que preocuparse, siempre estaré aquí para lo que necesite; estoy segura de que con el tiempo podremos ser amigas— Afirma esbozando una leve sonrisa.

—Pues… en ese caso, puedes empezar por ayudarme a elegir algo que no sea tan ostentoso para desayunar con la bestia— Digo mientras la tomo del brazo y la arrastro hasta el interior del vestidor.

(***)

Gracias al cielo Morgana encontró unos blue jeans Al fondo del vestidor porque no me hago a la idea de usar uno de esos vestidos tan elegantes, acompañé los jeans con unos tenis y un suéter de lana, puesto que hace algo de frío, a diferencia del territorio Regium, el clima en el distrito Bellatore es más frío y húmedo, clima al que no estoy acostumbrada, ya que nunca antes había salido del reino

Morgana me llevó hasta el enorme comedor y ya sentado a la mesa estaba la bestia esperándome con cara de pocos amigos.

—¡Ya era hora, muero de hambre! — Se queja malhumorado con el ceño fruncido.

—No tenías que esperarme, soy tu prisionera, no tu invitada— Respondo tajante mientras tomo asiento en el otro extremo de la mesa, de ninguna manera podré comer estando cerca de él, me daría indigestión.

—¿Todas las mañanas tienes ese humor tan agradable? — Pregunta sarcástico.

—De hecho no, todas mis mañanas solían ser muy felices hasta que destruiste mi hogar— Respondo mientras me sirvo un poco de fruta fresca con yogur.

—Pronto verás que eso que llamas hogar, que solía ser tan perfecto, no era más que una cortina de humo. Deberías indagar en mi biblioteca, así podrás entender por qué hice todo lo que hice— Comenta para luego sorber su taza de café.

—Esas no son más que calumnias, conozco muy bien la historia de mi pueblo y sé que tu pueblo es el causante de todas las disputas entre las manadas— Declaro sin ocultar la indignación que me provoca su comentario.

—Es muy fácil encontrar culpables cuando solo se conoce una sola versión de la historia. Pero pronto cambiaré la percepción de todas las criaturas sobrenaturales que existen— Espeta la Bestia con aires de superioridad.

—Con tu actitud, el único futuro que percibo es verte siendo consumido aún más por tu hambre de poder—Sentencio en tono frío.

—Veo que no somos tan diferentes, hablas de mi hambre de poder y no le das crédito a tu ferviente sed de venganza— Dice en tono retador, dispuesto a seguir con las discusiones para satisfacer su miserable ego.

Abro mi boca para responderle al tiempo que me levanto con brusquedad al colmarse mi paciencia, pero no logro articular ninguna respuesta a tiempo, ya que soy interrumpida por un grupo de soldados que se adentran en la habitación.

—Su majestad, traemos noticias sobre los cuerpos que mandó traer hasta acá— Informa uno de los uniformados.

—Dime que tienes buenas noticias— Exige la bestia sin las más mínimas intenciones de mirar a su lamebotas.

—Me temo que no, señor, no encontramos el cuerpo de la bruja, tampoco hay rastros del príncipe Lucas, ni de los otros que solicitó… según nuestros cálculos, faltan al menos ciento cincuenta cuerpos desaparecidos— Responde el líder de la cuadrilla.

—¿Significa que Lucas y mi madre están vivos? — Pregunto confundida.

—Hablemos en mi oficina— Le ordena a su soldado— Y tú no te alejes demasiado. Le pediré a Morgana que te dé un recorrido por el castillo— Dice la Bestia, esta vez dirigiéndose a mí sin poder ocultar la preocupación delatora de su rostro.

—Espera, quiero saber más sobre lo que sucede. Tengo derecho a saber si mi madre está con vida y dónde se encuentra— Musito mirándolo fijamente a los ojos.

—Si quieres tener derechos, gánatelos… Ahora por favor no interfieras en asuntos oficiales— Declara el alfa para luego salir de la habitación seguido por sus soldados.

Otro secreto más, no sé cómo, pero debo encontrar la manera de averiguar qué sucede porque comienzo a darme cuenta de que mi secuestro solo es la punta del iceberg. Creo que las cosas se pondrán peor de lo que ya están.

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