Casius introduce su lengua dentro de mi boca ágilmente y yo intento seguirle el ritmo a pesar de que este es mi segundo beso, mi experiencia en casi nula. Debo admitir que no me desagrada en lo absoluto, pero jamás imaginé que mis primeros momentos románticos serían con él.Las cosas suben de tono a tal punto que siento fuego en el centro de mi femineidad, al tiempo que Casius empuja su pelvis sobre mi y siento su enorme bulto rozando mi vientre. Mi sentimientos desbocados me obligan a seguir pegada a el, mi excitación está a niveles inimaginables. Vivazmente Casius sujeta el cuello de mi pijama y tira de el hacia los lados, haciendo que todos los botones se revienten y salgan despedidos por los aires, dejando así mis pechos descubiertos. En ese momento ya no pude continuar con nuestra interacción candente, fue como si de pronto me lanzarán una cubeta de agua helada sobre el cuerpo y no hago más que poner ambas manos sobre el pecho de la bestia y empujarla con una fuerza que ni yo mi
De haber sabido que puedo correr tan rápido, quizá no habría tenido tantos problemas en la clase de educación física, cuando iba a la escuela. Es increíble como a pesar de ir tan inhumanamente rápido, todo a mi alrededor parece moverse en cámara lenta, lo cual me viene de maravilla porque de no tener estás habilidades ya me habría tropezado o estrellado contra algún árbol.El crujir de las ramas y hojas secas que piso, me resulta relajante, como si la madre naturaleza cantara victoria por mi huida. Conforme más me alejo del castillo, más en libertad me siento, hasta que oigo múltiples pasos que provienen de todas partes. ¡Demonios! Olvidé por completo que Casius tiene el bosque infestado de guardias, las veinticuatro horas del día. Me paro en seco e instintivamente agudizo mi oído para poder identificar, cuantos hombres vienen hacia mi. ¡Maldición, estoy totalmente rodeada!, Fácilmente puedo oír a unos quince o veinte lobos acercándose cautelosa pero velozmente. No sé cómo rayos lo h
Al llegar al castillo, Casius ordenó que le dieran atención médica a todos los guardias que yo había herido y cuando estuvo desocupado le pedí a Casius que me llevara con la serpiente. Ambos fuimos hasta el establo en el cuál la tienen cautiva y nos adentramos en el.—Es por aquí— Dice la bestia haciendo un movimiento de cabeza, indicándome que lo siguiera.Desde que atravesé las puertas del establo me quedé sin habla, más que un establo, está cosa parece más bien un laboratorio clandestino. En su interior puedo ver cuentos de máquinas, jaulas con distintas especies de animales, tanto mágicos, como comunes, desde lechuzas hasta un hipogrifo. —Mi señor, le tengo noticias. En efecto, no es una serpiente, es un hombre lobo convertido en serpiente— Comunica el veterinario.—Eso quiere decir que alguien hechizo a una persona para convertirla en serpiente— Afirmo con certeza.—Si, eso me temo…— Responde el veterinario.—Quiero verla ahora mismo— Exijo.—Venga por aquí— Dice el veterinario.
Al verlo me quedo paralizada, es él, está vivo, pensé que nunca más volvería a verlo, pero hay algo malo en él, sus ojos son negros, con venas color vino alrededor de estos, como si fuese un hombre lobo demoniaco y tiene espuma saliéndole de la boca. Este no es el chico que yo conozco, este está endemoniado.—¡Siria, corre!— Grita Casius mientras intenta evitar que Lucas lo estrangule.Tengo miedo, pero estoy en shock… ¿Cómo el chico más dulce que conozco, puede estar a punto de asesinar a alguien? No sé me ocurre nada más que gritar su nombre.—¡Lucas! ¡Basta, por favor!— Grito desesperada.—Siria… estás aquí, ¿Vienes a ver cómo asesino a este maldito animal?— Brama clavando sus ojos en mi, haciéndome palidecer aterrada.—¡No le hagas más daño, ven por mi!— Suplico entre sollozos.—Siria… tienes que… irte…— Dice Casius sudoroso y ahogado.—¡Lucas, te lo suplico! ¡Suéltalo!— Chillo frustrada.—Si es lo que quieres… No tengo problema en matarte a ti primero y luego volver por el, ¡Asqu
Demonios… nunca pensé que sería así de directo, aunque ya que lo pienso, de hecho si, él es el tipo de hombre que pelea por lo que quiero. Creo que quizá soy yo quien temía que en algún momento me hiciera esta pregunta, ¿Pero eso que importa? Ni siquiera debería dudar para responder. El no me gusta, es decir; no es feo y físicamente… Cielos, no está nada mal, ¡Maldición! Porque tiene que ser tan jodidamente perfecto, creo que hasta podría lavar ropa en su esculpido abdomen y luego quizá, tomar un baño de burbujas en la bañera, acostada entre sus piernas, ¡Dios mío, no puede ser! ¿Qué son todos estos deseos carnales? Se supone que sigo virgen, pienso como una cuarentona en crisis menopausia.—Oye… te hice una pregunta— Insiste apretando mi mano haciéndome salir de mi peligrosa laguna mental corrupta. —Uhm… si— Carraspeo —Lo siento, es que me tomaste por sorpresa y…— Carcajeo nerviosa —Es que no sé que decir— Añado cubriendo mi rostro con ambas manos para ocultar mi ruborizada vergüen
Parada en la cima de la escalera, Casius me observa desde abajo con sorpresa y tristeza. No dice nada, pero su expresión dice demasiado. Hasta a mí se me rompe el corazón al decirle esto y ver su cara.—¿Puedes darme un momento a solas?— Consigo decir a penas, suprimiendo la tristeza en mi pecho.—Has lo que quieras… ya no me importa— Musita desilusionado con los hombros caídos y el semblante abatido.Luego de responderme, me dio la espalda y se fue sin mirar hacia atrás. No sé a dónde se dirige, solo veo como se aleja hasta salir del castillo y dejar la puerta abierta. En silencio bajo las escaleras y comienzo a caminar en busca de un sitio donde pueda estar sola, para pensar con calma e intentar organizar mis emociones y pensamientos.Espero que nadie nos haya escuchado, si alguien llegara a hablar sobre lo que le dije, podría crear rumores sobre nuestra unión arreglada. Aturdida por mis pensamientos, recorro los pasillos del enorme castillo, sin un rumbo fijo, solo me paseo divagan
Snowball Al abrir la caja veo una bola peluda durmiente de color blanco y nariz rosa, que me llena de ternura, nunca antes había visto un hurón albino. Esto es estupendo, siempre quise tener una mascota, pero el Rey Magnussen no permitía la entrada de animales al castillo y por eso mi madre nunca me dejó tener ni siquiera un perrito. Eufórica, lo tomo con cuidado para no asustarlo y lo acuno en mis brazos como si fuera un bebé, sorprendentemente, la alargada bola de pelos, no se molesta en despertarse, solo se acomoda, libera un bostezo y sigue durmiendo como si nada. —¿Cómo lo consiguieron?— Pregunto sorprendida. —El alfa lo encontró ayer atrapado en una trampa en el bosque, a punto de morir, así que lo rescató, lo llevo con el veterinario y, decidió regalártelo. Quizá solo quería darte un poco de felicidad, se veía algo triste cuando me pidió que te lo diera. Digo… aún tiene su cara de enojado, pero la mirada en sus ojos, demuestra que no se siente bien; además de que estos días
—¡Dios, me asustaste!— Chillo dando un respingo.—No deberías estar aquí, solo la familia puede venir— Insiste.—Por favor, no me alejes. Vengo en son de paz— Musito mirando el suelo.—Bueno… escucharé lo que me tengas que decir y luego te vas, es un lugar sagrado para mi.—Vine porque sé que no estás bien y en parte es por mi culpa…—¿Es eso de lo que quieres hablar? Te dije que tengo cosas más importantes en las que pensar— Espeta interrumpiéndome en tono hostil.—Dijiste que escucharías, así te pido por favor, que me dejes hablar sin interrumpirme— Farfullo exasperada.—Vale, continua— Dice entre dientes.—Hay muchas cosas que quiero decirte, sé que no estuvo bien la manera en la que me expresé cuando dije que no me casaría contigo y, lamento haberlo dicho de esa forma. También vine a verte porque sé lo que es perder a un padre y que sientes un vacío en tu alma que no podrás llenar jamás— Musito calmada a pesar de que cuando mencioné lo de perder a mi padre, Casius tensó su mandíbu