4: Orquídeas

Morgana me enseñó gran parte del castillo y la verdad es que fuera de la presencia de la bestia, todo el castillo es muy hermoso y acogedor, incluso me hizo imaginar por un momento el vivir aquí.

Al caer la tarde, el sol comenzó a ponerse en el horizonte apenas visible entre los árboles, finalmente siento algo de paz al estar aquí parada en el jardín trasero observando las flores de diversos colores y especies, disfrutando de su aroma que se esparce por el lugar con la ayuda de la brisa nocturna que empieza a desatarse. Me inclino para olfatear unos tulipanes enormes que tengo en frente y su dulce aroma me hace sonreír de placer, pero hay algo distinto en estos tulipanes, he tenido tulipanes cerca antes y sin duda alguna su olor es distinto.

Al apartarme de los tulipanes sigo sintiendo ese aroma tan particular que me resulta conocido; cerca de donde estoy parada veo un rosal así que me dedico a oler las rosas carmesí y tampoco son ellas las que despiden ese aroma, parece venir del bosque, con cuidado ladeo mi cabeza para observar a los guardias que me vigilan y casualmente están distraídos, no pienso escapar, solo quiero buscar ese aroma.

Espero el momento justo y cuando ya estoy segura de que nadie me está observando, corro hacia el interior del bosque hasta estar fuera de la vista de los guardias; camino cuidando muy bien en dónde piso, hasta encontrar un sendero. Mientras más dentro del bosque estoy, más intenso es el aroma, tanto que juraría que estoy muy cerca de la causa de ese aroma. A medida que me adentro en el bosque, voy disfrutando del espesor de este con sus enormes robles, largos pinos estilizados y hasta paso junto a un par de secuoyas que parecen tener siglos aquí plantados.

Al cabo de unos minutos más de caminata sobre las hojas secas de diversos colores otoñales, logro ver a un par de metros frente a mí una esfera de luz flotante al final del sendero, como si el camino estuviera hecho para llevarme hasta esta luz segadora, camino más rápido hasta estar frente a esa esfera y para mi sorpresa esta se ha desvanecido en mi presencia dejando en su lugar una orquídea…

—¡Eso es!— Exclamó emocionada —Sabía que no podías estar muerta— Musito como si temiera ser escuchada.

Debí saberlo, mamá siempre ha fabricado ella misma sus perfumes y sé que ama las orquídeas, ahora sé que está viva y no ha de estar demasiado lejos, estoy segura de que la dejó aquí para mí. Tomo con delicadeza la flor para no dañarla y justo cuando las yemas de mis dedos tocan sus pétalos, todo a mi alrededor comienza a dar vueltas, la brisa fresca se transforma en un ventarrón escandaloso haciendo a qué los árboles se estremezcan como si tuvieran vida propia, una más libre de la que tienen.

—Siria, cariño… ¿Eres tú?— Oigo la voz de mi madre entre el fuerte viento.

—¡Mamá, mamá! ¿Dónde estás?— Exclamó dando vueltas en busca de mi madre.

—No hagas ruido, no podrás verme, estoy muy lejos— Responde desesperada por mi acción desmedida.

—¿Y por qué puedo oírte?— Pregunto confundida.

—Es un hechizo de susurro, mi voz viaja a través del viento, pero solo tú puedes oírme. No tengo mucho tiempo, quería que supieras que estoy bien, estoy a salvó dónde estoy— Responde, y no puedo evitar sentir fascinación por lo que sea que está sucediendo.

—¿Dónde estás? ¿Lucas está contigo? ¡Conjura un portal, quiero ir contigo!— Suplico sollozando.

—No, no puedo hacerlo, estarás a salvó dónde estás. Hija, hay muchos problemas grandes que están pasando ahora, el alfa te cuidará bien, él me dio su palabra de que lo haría— Sus palabras son como flechas al azar que atraviesan el aire, de maneras confusas que hacen que el ansia se apodere de mí.

—¿Tú sabías que él iba a raptarme?— Pregunto sorprendida e indignada a la vez.

—Fue para protegerte hija, alguien viene… nadie puede saber que estás viva. Te amo pequeña—Farfulló desesperada y luego el sonoro viento que transportaba su voz se disipó.

—¡No, no, no! ¡Aguarda mamá! ¡No me dijiste dónde está Lucas!— Chillo abrumada.

No sé qué está sucediendo, mi corazón está acelerado, todo me da vueltas y siento ganas de vomitar; miro a mi alrededor y ya es de noche, todo a mi alrededor está obscuro, casi no puedo ver nada y eso me desespera más, tanto que siento impulsos de salir corriendo en busca de refugio.

Me doy la vuelta y hecho a correr aterrada de la oscuridad, esa oscuridad densa que me envuelve a la cual siempre he temido. Corro tan rápido como puedo rogándole a Dios, no tropezar con un árbol o una roca, mis jadeos son sonoros, siento que el corazón se me subió a la garganta y los pulmones me arden. Oigo ruido detrás de mí, no sé si sea producto de mi miedo, pero siento como si algo muy veloz viniera siguiéndome y está a punto de alcanzarme, por un momento doy la vuelta para ver si realmente algo me sigue y no logro ver nada más que oscuridad, vuelvo la vista al frente y de la nada tropiezo con algo inhumanamente duro, pero no me caigo, puesto que la causa de mi impacto tiene brazos, con la poca fuerza que me queda inspiro hondo y grito aterrada.

—¡Ayuda!— sale desde lo más profundo de mi garganta.

Intento separarme de lo que sea que me abraza dándole golpes y patadas, pero es inútil… Y justo cuando me rindo, esperando mi muerte, los ojos de mi opresor se encienden en un rojo intenso, seguido de una carcajada conocida.

—¿Qué haces aquí pequeña traviesa?— Pregunta mi alfa secuestrador.

—No lo sé…— Balbuceo, apenas sintiendo que la vida se me escapa del cuerpo y pierdo el conocimiento al desmayarme en sus brazos.

(***)

Un fuerte olor a alcohol y mentol se cuela por mis fosas nasales haciendo a que me levanté de golpe, aún siento que todo me da vueltas, abro mis ojos y miro al frente topándome con el rostro de mi captor que me observa con una leve sonrisa, pero a pesar de mostrarse en confianza, sus ojos delatan la ansiedad que lo carcome ¿Está preocupado por mí?

—¿Qué sucede?— Pregunto algo confundida.

Con ambas manos me froto los ojos para intentar recomponerme del mareo, pero aún persiste y no entiendo por qué.

—Te desmayaste luego de que te encontrara corriendo en el bosque… ¿Qué hacías allí? ¿Si sabes que tenemos un gimnasio dentro del palacio? Si querías hacer cardio, solo tenías que decírmelo— Bromea guiñándome un ojo.

—Corría porque estaba asustada, sentí que algo venía siguiéndome— Respondo de mala gana.

—Es imposible, tengo guardias en el bosque las veinticuatro horas del día rondando, no hay nada que pueda hacerte daño en kilómetro y medio— Afirma cruzándose de brazos.

—Era de esperarse, temes que con tu reputación alguien venga a invadir tus tierras, como lo hiciste con mi pueblo. Típico… el ladrón juzga por su condición— Ataco verbalmente fastidiada de su arrogancia.

—No asumas cosas sin conocer las causas, sé lo que hacías en el bosque. Mis guardias tenían órdenes de vigilarte, pero no de molestarte; ahora dime dónde está tu madre y si el príncipe Lucas está con ella. Debemos rescatarlos— Exige.

—No lo sé, no me lo dijo y si lo supiera no te lo diría. No confío en ti— Espeto dándole la espalda para luego ponerme de pie.

Camino hasta el ventanal que da hasta el balcón y al salir Sonrío con la fría brisa nocturna que me relaja al acariciar mi piel.

—¿No te enseñaron que es de mala educación el dejar a una persona hablando sola?— Pregunta la bestia con su irritante tono sarcástico detrás de mí.

—No me vengas con falsas moralidades, hasta dónde sé, soy mayor de edad y yo decido que hacer con mis modales— Declaro sin voltear a verlo.

—Ahora que sabes el trato que hice con tu madre, deberías bajarle a tu mala actitud. No soy tu enemigo Siria, te estoy protegiendo— Dice al pararse junto a mí.

—No puedo confiar en ti, no te conozco, lo único que sé, es que eres un sociopata, ni siquiera sé tu nombre— Refuto mirándolo fijamente con recelo.

—Soy Casius Blind, Alfa de los Bellatores, aliado de tu madre. ¿Algo más que quieras saber?— Responde en tono serio con su mandíbula tensa.

—Casius… es un peculiar nombre, significa fuerza, valentía, responsabilidad— Digo alzando una ceja escrutadoramente —Entonces… Casius Blind, Alfa de los Bellatores— Canturreo burlonamente —¿De qué carajos me estás protegiendo?— Pregunto al borde de la ira.

A este punto ya estoy cansada de todo este misterio, no entiendo qué está pasando, necesito saber qué demonios sucede… cada que me enojo siento como mis poderes burbujean como ácido ardiente en mi interior y ya no sé cuánto más pueda contenerme antes de que algo malo suceda, sé que no es bueno dejar de usar tus poderes porque la energía se acumula y solo basta una mísera cosa que me haga enojar para acabar con todo lo que me rodea en tres kilómetros a la redonda.

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