Jennifer Stone
Apenas entro de nuevo en la oficina, el está viendo su reloj, llegue cinco minutos antes, me siento en mi escritorio en silencio y erguida, tratando de poner al día todo, no entiendo quien ocupaba mi puesto anteriormente, pero tienen razón de haberla despedido el trabajo de meses esta acumulado sobre el escritorio.
Reviso el archivo físico detrás de mí, y comienzo a colocar todo en orden mientras la no quita su mirada de mí.
—No has cambiado nada. — Expresa con un tono de voz que conozco perfectamente, no es un halago.
— ¿No dices nada?— Cuestiona con ganas de sacarme de mis casillas.
— ¿Tengo algo que decir?—. Cuestiono sin mirarlo.
—Me molesta mucho tenerte aquí. — Señala.
—Lo siento mucho, ya no estoy en periodo de prueba y no puedes despedirme sin un motivo justificado. — Le respondo.
—Es mi m*****a empresa, ¡no quiero verte aquí!— Exclama golpeando el escritorio donde esta sentado.
—Lo lamento por ti. — Le respondo sin dejar de hacer mi trabajo, aparentando calma pero dentro de mi hay una revolución de emociones indescriptibles, tenerlo frente a mi después de tanto tiempo es demasiado para mí.
—Solo quieres dinero verdad ¿Cuánto quieres para irte?— Cuestiona sacando la chequera de su traje.
Nunca fui una mujer interesada, si aceptara el dinero que me ofrece todo seria más fácil, pero le daría la razón y no estoy dispuesta a negociar mi dignidad.
—Pon el precio. — Me dice extendiendo el cheque el blanco firmado por el, lo tomo en mis manos lo miro a los ojos y lo hago pesados.
Su mirada de incredulidad es épica y lo disfruto—No quiero tu dinero, déjame trabajar en paz. — Respondo.
— ¿Por qué haces todo esto? ¿Porque insiste en quedarte?— Se que no pensó mucho antes de decir esas palabras.
—Porque tengo derecho a progresar por mí misma, porque esta empresa me garantiza muchos beneficios, puedo volver a retomar mis estudios y tener todo lo que merezco en la vida. — Explico de forma atropellada
—Que ilusa, no tendrás tiempo para eso. — Me dice con una sonrisa burlona.
—Creo en mi, y sé que puedo tu opinión me resbala Samir. — Respondo.
—Señor Soleimani, para ti. — Ruge, mirándome de forma amenazadora.
—Bien como usted diga. — Respondo.
—No te voy a permitir que me tutees, aquí eres una simple asistente. — Me señala con una mano en la cadera.
—Y yo no le permito que se inmiscuya en mi vida privada y diga lo que puedo o no hacer. — Señalo defendiendo mi postura.
—Tu vida privada no me interesa, tú fuiste la que estas hablando de lo que no se te pregunto. — Dice acercándose molesto y esas palabras duelen pero disimulo el malestar.
— ¡Pues a mí la suya tampoco me importa!, por mi puede regalarle las flores que le de la ganas. — Exclamo poniéndome de pie y caminando hacia él y luego cubro mis labios rápidamente.
— ¿Estas celosa?— Cuestiona con una sonrisa satisfecha.
—Ya quisieras, por mi puedes casarte si te da la gana. — Le respondo, pero mi voz se quiebra, esa idea es insoportable para mi.
—Estás segura que no sientes nada por mí. — Cuestiona dando un paso que me deja entre él y mi escritorio, me mira los labios, ¡muero por un beso suyo!, pero me doy cuenta que esto es solo un juego para él.
Se forma una atmosfera de tensión sexual, tan fuerte o más que antes…Cuando estamos por besarnos me doy cuenta que sería un error
—Esto ya ha pasado antes, y sé cómo termina. — Respondo y me aparto para salir huyendo de la oficina como una cobarde, mientras mi corazón parece querer escaparse de mi pecho.
Me coloco una mano en el pecho y me pregunto ¿Qué demonios paso allá adentro?, ¡se supone que ya no siento nada por él!
—Hola bonita ¿Cómo estás?— Cuestiona unos de los gerentes que siempre ha sido muy amable conmigo, cuando entre Samir estaba de viaje de negocios...
—Bien gracias a Dios ¿y usted como estas?— Cuestiono, respirando aun agitada.
—Parece que viste un fantasma, ¿Qué te pasa?— Pregunta el al ver lo nerviosa que estoy.
—No es nada Señor Brandon. — Suelto, tratando de calmarme.
—Señorita Stone, le pago para trabajar. — Pronuncia mi ex, desde la puerta de la oficina, mirándome de forma acusatoria.
—Discúlpala, se siente un poco mal. — Me defiende el gerente.
—Mantente alejado de mi asistente, las relaciones sentimentales están prohibidas dentro de la empresa. — Amenaza Samir dando media vuelta y entrando de nuevo a la oficina, nuestro nuevo campo de batalla.
—Tengo una pequeña empresa, y estoy a tus órdenes cuando tengas que irte. — Ofrece el gerente viéndome con lastima, nadie cree en mí.
— ¿Por qué todos creen que soy incapaz de quedarme con el puesto?— Cuestiono frustrada.
—No eres tú, es el, ninguna dura lo suficiente, si trabajas para el no te dará tiempo ni para respirar, no podrás ni siquiera tener novio, porque te molestara las veinticuatro horas los siete días de la semana. —Dice él.
—Eres un exagerado, el no es así. — Digo sonriendo—
— ¿Lo conoces de antes?— Cuestiona, no puedo revelarle que tanto lo conozco, ni que es mi ex esposo
—No— Miento y escucho que mi ex grita mi nombre a todo pulmón –¡Jenniferrrr!.— Inmediatamente me apresuro a volver a la oficina.
—¿Así quieres quedarte con el puesto, perdiendo el tiempo en el pasillo?.— Cuestiona asomándose a la puerta y mirándome de forma acusatoria entrando de nuevo a su oficina dando un portazo.
Entrar de nuevo a la oficina cerca de él es una tortura para mí, si no necesitara el empleo, me iría de inmediato, estar cerca de él no es fácil para mí.
Continua ordenando cosas hasta que estoy agotada, cuando culmina el horario de trabajo, todavía me quedo un par de horas más, luego me coloco el abrigo y tomo mi cartera lista para irme a casa, ya es tarde.
—¿A dónde crees que vas?.— Dice con una sonrisa burlona.
Yo miro en todas direcciones me señalo a mi misma y cuestiono ¿Hablas conmigo?.— Suelto
—¿Ves a alguien más?.— Cuestiona burlón señalando la oficina, desierta todos se han marchado y yo también me quiero ir…El y yo solos podemos ser peligrosos.
—Ya termino el horario laboral.— Digo estúpidamente viendo el reloj.
—Mis asistentes tienen que estar disponibles para mi, las veinticuatro horas.— Puntualiza y siento mucha rabia con esa frase.
—No has cambiado nada, sigues viviendo para trabajar.— Le critico
—Eso no es de tu incumbencia, si no te gusta el trabajo,siempre puedes renunciar.—Dice tranquilo,
Eso es lo que el quiere pero no lo pienso complacer, no hare lo que él quiere, no se lo pondré tan fácil.
—No tengo problema en seguir trabajando.— Respondo, son las ocho de la noche y me muero de hambre.
—Necesito que los balances del mes estén listos a primera hora.— Ordena
Se sirve él mismo, café de la cafetera, dándome una vista privilegiada de su trasero, siempre me gusto su trasero los ojos se me van...Sé que es mas lindo aún sin ropa.
—No me estés mirando el trasero.— Dice serio y yo me pongo roja hasta la raíz del pelo.
—No te estaba viendo, ni que estuvieses tan bueno.— Me defiendo, mordiendome la lengua.
Él me conoce demasiado bien, pero eso es reciproco, estoy segura que esa calma que apareta es pura actuación.
Después de una hora más intentando trabajar ¡porque no logro concentrarme en nada! estando tan cerca de él, me dice—Vámonos de una vez., es suficiente por hoy— Apagando su computadora.
El comienza a apagar todo incluyendo las lamparas y yo hago lo propio, mis manos tiemblan y respiro agitada, soportar esto será algo difícil para mí, pero tengo que hacerlo.
Salgo como alma que lleva el diablo de esa oficina y pido el ascensor, él se acerca lentamente como un depredador...Mientras miiro en otra dirección, tratando de calmarme ¿Por qué me pasan estas cosas a mi? cuestionon dentro de mí, evitando el contacto visual, ¿pero como hago con su cercanía una vez llega mi lado?, su olor me vuelve loca…
El ascensor se abre y el ingresa tranquilo, y yo estoy clavada en el piso como si me hubiesen colocado pegamento en los pies.
—¿No piensas entrar?.— Cuestiona, asiento nerviosa y doy dos pasos vacilantes, tratando de disimular mi perturbación, pero con los nervios que tengo tropiezo y si no es porque el me sostiene me caigo como la estúpida que soy.
—¿Por qué eres tan torpe?. —Cuestiona entre dientes molesto y me aleja de él como si quemara, estoy muy avergonzada y deseo que este viaje en ascensor dure menos…
Cuando llegamos abajo, me apresuro a salir casi corriendo, es tarde y debo caminar a casa al menos una hora ya que no hay transporte público a esta hora y no me puedo permitir gastar el poco dinero que tengo en taxis, si quiero reconstruir la panadería.
Cuando estoy a una cuadra de la empresa un auto se detiene delante de mi, me pongo fría y mi corazón se paraliza, todo esta oscuro tengo mucho miedo.
—Sube, te llevo a casa.— Dice el rodando los ojos, cuando baja la ventanilla
—No gracias, no es necesario, no quiero molestarte.— Respondo titubeante.
—Sube de una vez, no quiero perder el tiempo, además tu casa queda de camino a la mia.— Explica
—No gracias.— Le respondo y sigo adelante, el pisa el acelerador molesto y se va en su increíble BMW negro, era uno de sus sueños, él logro todo lo que quería y yo me quede estancada.
Me abrazo a mi misma por el frio de la noche y de pronto alguien me hala con fuerza a un callejón oscuro, grito y forcejeo para que me suelten pero son dos hombres grandes con el rostro cubierto con un pasamontañas.
—¡Déjeme, Suélteme!.— Grito desesperada.
—Mira lo que tenemos aquí! Esta divina.— Dice una de los delincuentes, comenzando a meterme manos, fui una estúpida al no aceptar el aventón de Samir.
—No me toques.— Chillo y lo golpeo con la cartera, sin hacerle daño.
—Me encantan bravas.— Dice arrancándome la cartera
El otro delincuente se la quita y saca el poco dinero que llevo encima.
—¡No tiene nada!.— Dice molesto, el esta interesado en el dinero pero me preocupa él otro.
—Si tuviese algo, ¡no estuviese caminando!.—Respondo bocona aunque estoy del miedo.
— Podemos jugar con ella un rato.— Dice él primero de los maleantes sujetando con fuerza mis manos.
—¡Noooo!.— Chillo
le doy un rodillazo, con todas mis fuerzas, no me importa nada salgo corriendo de ese callejón oscuro.
Mientras en sujeto grita ¡Maldita!.—
Corro por mi vida llorando a mares y debo parecer un personaje de una película de terror con todo el maquillaje corrido, no pienso permitir que abusen de mi, prefiero morir.
—Párate.— Grita él tipo detrás de mí.
pero no le hago caso, en ese momento Samir llega en su auto y se baja.
—Excelente, este si tiene dinero.— Dicen los dos sujetos cambiando el objetivo Samir sonríe
—Vete.— Chillo empujándolo a su auto, para salvarlo.
—Los voy a enseñar a respetar a las mujeres.— Dice Samir quitándose la chaqueta.
—No seas tonto, vete son peligrosos.— Le digo empujándolo a su auto, pero no lo muevo ni un centímetro, él solo comienza a pelear con los otros sujetos a la vez y yo solo estoy en shock paralizada del miedo.
Jennifer Stone¡Quiero gritar pero simplemente nada sale de mi garganta! es como si alguien la presionara con fuerza.Samir está golpeando a uno de los sujetos y el otro se acerca por la espalda con una navaja, reacciono en ese momento y lo golpeo con todas mis fuerzas en la cabeza con una botella que estaba en el suelo, no voy a permitir que nadie le haga daño a Samir.Samir voltea a verme con sus preciosos ojos miel y me regaña—Todo esto se hubiese evitado si hicieras caso.— Reprocha.Los dos sujetos están en el suelo mal heridos, me dejo llevar por la emocion del momento y no discuto nada solamente lo abrazo agradecida de que se haya devuelto por mi, el acaricia mi espalda y llama a la policía y vienen de inmediato.Esta sangrando un poco por la boca, lograron darle un golpe, sin permiso saco un pañueol de mi cartera ylo limpio cuidadosamente con el, nos vemos a los ojos y nos decimos muchas cosas en silencio, los ojos no mienten...Lo sigo amando y me sigue amando.Todo lo que no
Jennifer StoneNo sé a qué hora me dormí, pero me levanto sobresaltada por los golpes de la puerta y los gritos de mi madre— ¿Qué sucede?— Pregunto al caer de la cama, golpeándome el trasero.—Te lo dije cuando llegaste, tu hermano viene hoy. — Dice emocionada, y yo ruedo los ojos un poco celosa, siempre ha sido el niño de mamá.—Gran vaina. — Susurro y ella se ríe, está acostumbrada a que hable así de él.—Tenemos que prepararle su pastel favorito, y no tengo los ingredientes, ve a comprarlos. — Me ordena.— ¿Es en serio?— Chillo aun desde el suelo.—Apresúrate para que esté listo cuando el llegue.— Me responde como si nada, y por supuesto todos esos gastos van por mi cuenta, cuando se quemo la panadería hace un mes, mi madre quedo llena de deudas que tuvo que pagar con lo que tenia ahorrado en el banco.—Ya voy. — Le respondo y entro al baño prácticamente arrastrándome, de verdad aun tengo mucho sueño.Hago todo como una autómata sin pensar en nada ni siquiera me combino cuando me v
Jennifer StoneSamir me lleva a casa –Por favor Jennifer todo tiene que ser perfecto. — Puntualiza entregándome una tarjeta para los gastos.—Si señor. — Respondo bajándome, mi amiga me ve desde lejos y grita emocionada al vernos juntos pensando que me hizo un favor y que volví con él.— ¡Jennifer que suerte tienes!— Chilla llegando hasta donde estoy y cuando el auto va lejos dejo la actuación y dejo de sonreír.— ¡Se va a casar con otra!— Digo y hago una mueca, abrazando las compras— ¡No lo puedes permitir! Es tu oportunidad de volver con él. — Dice tomándome las manos frías.— ¿Qué puedo hacer? El me supero ¿No entiendes?— Cuestiono con los ojos llenos de lagrimas. —— ¡Déjenos en paz!— Grita mi madre desde la casa, salgo corriendo al ver la puerta abierta, asustada, algo está pasando allí— ¿Que sucede?—Pregunto viendo al menos seis hombres en la pequeña sala y mi hermano golpeado en el suelo, las cosas se me caen de nuevo y ya está todo hecho un desastre, esta situación me da mu
Jennifer Stone—Tengo trabajo. — Les digo poniéndome de pie y voy a mi habitación a cambiarme lo más rápido posible, no puedo salir así, me visto más decente, me miro al espejo y trato de recomponerme aunque me veo mal aun...Unas ojeras profundas enmarcan mi rostro, y no puedo disimular la trasteza que se refleja en mi mirada.— ¿Hoy sábado?— Preguntan todos a la vez desde la sala mientras me cambiaba.—Sí, por eso me pagan tan bien, tengo que estar disponible para el jefe las veinticuatro horas los siete días de la semana. — Les respondo, limpiando mi cara.—Eso es un contrato de esclavitud, si tan solo aceptaras la propuesta de Mateo. — Comienza mi madre con lo de siempre, me tiene cansada,.—Si tanto te gusta Mateo cásate con el. — Le respondoEstoy harta de que me siga presionando con el mismo tema, él no me gusta, no despierta ni siquiera un mal pensamiento en mí.— ¡Eres una insolente!, si estuviese más joven no lo dudo un seguro no lo pensaría dos veces., eres tan tonta. — Me
Jennifer Stone.El domingo, limpio mi habitación escuchando canciones de despecho, mi madre sale a pasear con mi hermano y yo me siento tan sola.Solo estuve casada un par de años pero comienzo a recordar todo lo que viví…Lo malo dentro de lo bueno y lo bueno dentro de todo lo malo.No cambiaría nada, de lo que viví y lo que di en esa relación yo ame a Samir con todas las fuerzas de mi corazón aun lo amo, lo único que quisiera fuese una pesadilla fue la perdida de nuestro bebe.— ¿Qué haces aquí?— me pregunta Adriana entrando a mi habitación sin tocar.—Nada. — Respondo con timidez, mientras limpio una lagrima que se me escapo de los ojos con disimulo.—Es hora de que tomes las riendas de tu vida querida. — Me dice con voz cantarina.— ¿Alguna propuesta?— Cuestiono dejándome llevar, estoy harta de vivir de forma pasiva mi vida, dejando que todo fluya y no fluye nada.—Es un proceso, pero comenzaremos con uno pasos sencillos. — Me dice viéndome fijamente con los ojos entrecerrados.—
Jennifer StoneMe despierto por el sonido de la alarma, e inmediatamente salgo corriendo al baño, mareada y vomitando, no debí haber bebido tanto si no estoy acostumbrada.La cabeza me da vuelta y creo recordar que bese a Samir, seguramente es una fantasía de mi loca cabeza, pienso mientras vacio mi estomago en el sanitario, yo misma me asqueo por el mal olor.Me baño con el agua helada y siento que la cabeza me va a explotar, cierro los ojos y me sostengo de la pared mientras el agua hace trabajo, quiero volver a la cama, pero tengo que trabajar, ahora no solo por el dinero.Necesito poner mi plan en marcha, no puedo permitir que Samir se case con otra mujer, no podría soportar verlo casado con alguien más.Sé que fue un error dejarlo ir, pero en ese momento no estaba pensando con claridad precisamente…Todavía me siento culpable, si tan solo me hubiese cuidado mas, las cosas serian totalmente diferentes.Alguien golpea la puerta del baño—Apúrate que tengo que hacer pis.— Me dice mi h
Jennifer StoneMe levanto del suelo con una sonrisa guasona, que luego se convierte en una mueca al sentir el tirante dolor en mi antebrazo, por Dios.Me muerdo el labio y me coloco el abrigo para ir a la enfermería de verdad me duele mucho, me atienden rápidamente y me hacen una placa, no me rompí nada. Me recetan analgésicos y cuando vuelvo a la oficina una media hora después mi ex está sentado en su escritorio con mala cara, viendo su reloj.—Stone la hora de entrada fue hace una hora. —Me señala, —este es motivo de despido. — Agrega boqueo de la indignación, estoy acá primero que todo el mundo.—Señor tuve un accidente. — Comienzo a explicar, me da rabia lo idiota que se está comportando conmigo al querer despedirme.—No me interesan tu excusas ordenare que tengan el cheque de lo que te corresponde en recursos humanos. — Me dice como si nada.— ¿Es en serio?, no puedes botarme solo porque soy tu ex esposa…Eso algún tipo de discriminación y te puedo demandar por eso. — Le digo lo
ANILLOJennifer Stone—Te pido de la forma más amable posible que te ocupes de tu trabajo y los asuntos personales las soluciones cuando salgas de acá. — me dice Samir odioso.—Bien. — Respondo entre dientesA él le gusta molestarme, no he terminado una cosa cuando ya me está ordenando otras dos.—Me levanto de la silla después de dos horas a estirar un poco las piernas y me pregunta — ¿Adonde crees que vas?——Al baño. — Respondo caminando a la salida, necesito apoyo si quiero terminar con toda la carga laboral que me acaba de ordenar.—Tienes un baño acá. — Me dice señalando su baño privado.—No cargo toallas y me vino el periodo. — Me excuso—No te tardes, tienes mucho que hacer. — Me señala la computadora.—Si señor. — Respondo entre dientes, ni crea que me voy a dejar volver loca, para eso tengo amigas, camino hacia el baño y le hago una señal disimulada a mis amigas con los dedos ellas comprenden de inmediato y me siguen.— ¿Qué sucede?— Cuestiona Bianca. —— ¡El jefe me acaba de