CAPÍTULO 02

CAPÍTULO 02

Creo que todos nosotros tenemos días de días y créeme este no es mío. Mis compañeros me quedan viendo, sabiendo de que soy de las personas que no hablan mucho, así que ver sus rostros sorprendidos al escuchar semejante acusación, los han dejado perplejos. Lu mueve las cejas y señala con sus ojos al nuevo jodido profesor y es que aún no puedo salir de mi trance. No sólo me ha dañado la mañana si no la poca castidad que tengo al escucharle gemir como un cerdo cuando estaba teniendo sexo con aquella mujer. Gabriel relaja el rostro como si acabase de reconocerme y más perdida no puedo estar.—Acabo de hacerle una pregunta, ¿Cuál es su nombre, alumna? Por favor, levántese y preséntese ante mí…—y es que ya estoy sudando frío, este tío tiene cara de que le van las cosas pesadas y si no me mantengo a raya mi carrera y mi posición en esta universidad se van a ir a la fregada.

Organizo mis libros sobre mi puesto, la verdad es que ni siquiera tengo fuerzas para mantenerme en pie, respiro hondo porque sé que después de esto toda la facultad se va a enterar de lo que sucedió aquí y ver como el grupo de amigas de Mara empieza a grabarme con sus móviles, tengo más que entendido que todo va a terminar mal—Soy Sandara Smirnov, alumna de tercer semestre de licenciatura en artes de la universidad de Hilton, profe…—guardo silencio al verlo relamerse los labios ¿O ya me estoy volviendo loca? Inhalo hondo y termino de hablar—¿Me puedo sentar, profesor Ford?—Gabriel se apoya en el borde del escritorio detrás de él con los labios en línea recta y los ojos como si quisiera asesinarme con sus propias manos.

—Al parecer…—suelta y le miro—La incompetencia viene de familia, ¿Tiene una hermana gemela?—asiento y suelta un resoplido—Ambas son un desastre…—y las risas de todos me desarma por completo. Odio ser el centro de atención y esto no me está ayudando de mucho—Dígame algo, señorita Smirnov,—se detiene como si quisiera confirmar algo— bueno, si sigue siendo virgen; pero por la forma en la que se viste me hace pensar que en un futuro terminará en un convento ¿O me equivoco, Sor Sandara?—agarro mis libros y me levanto para salir del salón—Coloca un pie fuera del aula de clases y puedo jurarle que por mi parte usted perdió esta carrera…

Hijo de… Mara levanta la mano y vuelvo a mi posición inicial.—Profesor…—y allí va la rubia que se cree extranjera con la voz más chillona intentando conseguir algo más que buenas notas—¿Está casado?—entierro mi cabeza en el libro de Historia del Arte que sostengo con mis manos—Digo, un hombre tan sexy como usted es imposible que esté solo ¿O me estoy equivocando?—es tan típico de ella, intentar seducir a todos los chicos que se le crucen por su camino, y creo que esta sería realmente su verdadera carrera.

El profesor Ford busca un portafolio y tacha algo con el bolígrafo que acaba de sacar del bolsillo interno de su americana—Me imagino que usted es Mara Jordán, ¿Estoy en lo cierto?—la rubia asiente satisfecha como si se llenara de orgullo que el bastardo que tenemos por profesor la haya reconocido—Ya me habían puesto sobre aviso sobre usted, pero jamás pensé que su descaro llegara tan lejos…—muerdo mi mejilla interna para no reírme—¿Puede tomar sus libros y salir de mi salón de clases? Este lugar es para aprender, no para andar de ofrecidas…—Mara abre los ojos indignada—¿Te parece injusto lo que acabo de hacer contigo?

La chica de tez aperlada tuerce la boca mientras que me señala con su dedo índice—¡¿Por qué a Smirnov no la echó?!—Gabriel me mira y se ríe. Giro mis ojos hacia otra dirección al sentir la presión de mis compañeros—¡Está siendo injusto! ¿Sandara vale mas que yo por ser nieta de un mafioso?—y viene de nuevo ese silencio que me hace dudar de mi existencia. Mis compañeros me quedan viendo y es en ese justo momento en que en algunas ocasiones me gustaría desaparecer de la faz de la tierra.

Gabriel da algunos pasos hasta llegar a unos cuantos centímetros cerca del asiento de Jordán—¿Sabe cuál es la diferencia entre una higuera y un árbol de manzano?—todos guardan silencio y Mara niega—La higuera se seca y jamás dará frutos y el manzano se reproducirá y nacerán deliciosas y jugosas frutas ¿Sabes por qué digo esto? Porque tú eres un higo y Sandara una manzana… Con solo ver el promedio de la señorita Smirnov y a diferencia del suyo, debería ponerse a estudiar, ya que buena falta le hace…—le señala la puerta haciendo que ella salga sin dudarlo del salón de clases.—Y a usted la espero en mi oficina apenas terminen las actividades de hoy.

Y prácticamente la sonrisa en mis labios se me había borrado, recibir tu primer reporte negativo por parte del nuevo profesor era algo que jamás en mi vida me había pasado. Mis calificaciones son unas de las mejores en toda la universidad y esto prácticamente es como si tachara mi currículo sin ni siquiera haber empezado a laborar. Anoto todo lo que Gabriel apunta en el tablero y cuando suena la campana que da la orden para finalizar las clases me hundo en mi asiento deseando por enésima vez en este absurdo y tormentoso día, que todo esto solo sea una pesadilla y yo todavía me encuentre debajo de mis sábanas soñando como si nada, pero la mirada penetrante del profesor me hace darme cuenta que nada de esto es así.

—Debes guardar la compostura, no le respondas y asiente a todo lo que te diga—susurra Lucrecia sobre mi oído—Estaré esperando por ti en la cafetería de la facultad de ingeniería—ruedo los ojos porque ya sé que significa esto, Oliver García el chico caliente y capitán del estúpido equipo de basket de la universidad y que trae como loca a mi mejor amiga—No me mires así, Logan dijo que él estará en la fiesta que hará en su apartamento ¿Iremos, verdad?—agarro mis libros para irme, ni muerta voy a ir a esa reunión en donde lo único que habrá es alcohol y mujerzuelas intentando ligarse a los hombres de la facultad—¡Por favor, Sandara, lo amo desde hace dos años ¿No ayudaras a tu hermana?

—No…—respondo mirándola de soslayo, de todos los hombres en este universo, Lu tenía que haberse fijado en el más gilipollas de todos; y es que su fama de mujeriego y mano larga era el pan de cada día dentro de los pasillos de Hilton. Pero ¿Cómo es que Lucrecia jamás de ha dado cuenta de esto? Algunos profesores me saludan y le envían recados a Miguel conmigo. Mi familia es una de las donadoras más importantes dentro de la universidad y esto ha hecho que se gane el respeto de todos ellos. Busco mi billetera para sacar el carnet de estudiante pero arrugo las cejas al no ver mi llavero de Hello Kitty que me había regalado papá. Me hago a un lado para buscar dentro de mi bolso y comienzo a desesperarme al no verlo por ningún sitio—No, no, no, fue lo primero que Akim me dio el primer día de clases…No no puedo perderlo…

Alguien carraspea detrás de mí—Así que aquí estás…—es Mara.—¡Mírame cuando te hablo!—busco mi móvil para llamar a Dara, pero una de sus amigas me lo arrebata de las manos—¡Te las voy a cobrar todas!—siento el tirón fuerte sobre mi cabeza, una de las chicas me sostiene del cabello hasta arrastrarme hacia el enorme salón donde el equipo de basket de la universidad tienen sus partidos. Dos mujeres más están dentro y con las que me rodean serian cinco.—¿Te divertiste mucho con lo que el profesor Ford me dijo?—niego sin mirarla.

Mi cabeza se mueve con salvajismo al sentir como mi compañera de clases hunde su dedo índice en la piel de mi rostro—Mara, puedes evitar que yo te haga algo, pero si mi padre se entera de esto…—grito al recibir una dolorosa cachetada en mi mejilla derecha. Las lágrimas se resbalan por sí solas. La mujer delante de mí le hace una seña a una de sus amigas la cual me empuja logrando que caiga sentada en el suelo. Toco mi labio inferior impregnando mis dedos de mi propia sangre, abro los ojos al ver como sacan una tijera e intentan cortar mi cabello.

Como puedo le lanzo una patada a la líder de esta pandilla, pero alguna de ellas vuelve a jalarme cayendo de nuevo sobre el piso. Mis codos y rodillas me duelen—¡Basta! ¿Qué es lo que quieres de mí? Nunca me he metido contigo, Mara, déjame en paz…—cierro los ojos esperando lo peor, pero solo escucho los pasos apresurados de personas intentando huir. Me hago un ovillo con mis propias piernas, no puedo dejar de llorar y no solo porque he permitido esto, si no porque también soy una despreciable cobarde.

—¿Sandara?—esa voz ronca…No puede ser…—¿Quién le hizo esto? Iba para la oficina para firmar su reporte negativo y escuché personas peleando…¿Te has dejado golpear?—hago un puchero con la boca y escondo mi rostro entre mis manos—¿Quiénes han hecho esto? ¿Podrías dejar de comportarte como una niña tonta y madurar por un solo segundo? Un grupo de pijas te acaban de joder y tú solo caes más hondo a medida de que pasan los segundos…

Muerdo mi labio inferior para dejar de sollozar pero no puedo—¿Me puedo retirar?—hago el intento de ponerme en pie, pero las caderas me duelen horrores, estiro mi brazo para tomar mis cosas e irme de una buena vez para mi casa, pero soy detenida por el dueño de ese par de ojos cristalinos.

—Necesito que vayas a mi oficina ahora mismo y como dije anteriormente, hay un par de cosas que necesito aclarar con usted…—ve la sangre que sale de mi rodilla izquierda y pasa saliva con algo de dificultad. La manzana de Adán en su garganta sube y baja en el justo momento en que sus ojos se centran sobre mi cuerpo—¿Cómo alguien como tú puede ser…?—cierra los ojos de manera repentina, niega y se da la vuelta para salir de la habitación—Soy un hombre controlador… Me gusta que sigan mis órdenes, así que muévete y sígueme.

—¿A dónde me lleva?

—¿A dónde crees tú?—¿Por qué está sonriendo tan maliciosamente?—Al lugar a donde iremos gritaras tan fuerte pero nadie aliviará tu dolor, soy el único que puede ayudarte…

¿Eso fue una amenaza?

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