CAPÍTULO 05

CAPÍTULO 05

Estoy completamente confundida, mareada, asqueada y temblorosa, parpadeo algunos veces moviendo rápidamente mis pestañas intentando enfocar a la persona que me tiene retenida en este lugar. El agua y la espuma cubren mi pecho y aunque hago el amague de ponerme en pie resbalo con la cerámica de la tina y vuelvo a caer. Un sonido melodioso sale de alguna de las esquinas del baño dándole un toque calmado a esta situación cuando en realidad por dentro estoy llena de pánico y temor. Mi cabeza se me quiere caer del cuerpo pero debo apretar las piernas y ser firme con esto. Estuve a punto de ser violada por un gilipollas y papá se tiene que enterar de esto—¿Quién eres y en dónde estoy?—los espejos junto a las divisiones de cristal están empañadas del vapor del agua caliente.

Puedo oír un gruñido, quien sea que sea me ha desnudado y me ha puesto en este sitio. ¿Pero con que intención lo ha hecho? Ni siquiera recuerdo cómo escapé de JB y mucho menos sé en donde terminó Lucrecia y lo peor de toda esta situación es que de seguro mi familia debe de estar buscándome hasta por debajo de las piedras si es necesario—¿De verdad te iras sin agradecer que te salvé de ser follada por esos idiotas?—Gabriel, puedo sentir una opresión fuerte en mi pecho al escuchar su ronca voz—¿Esa es tu manera de agradecer? Creí todo de ti, corderito, menos que fueras una mala agradecida…—abro los ojos y quedó fría al notar que sólo está vestido con vaqueros, aparto la mirada al toparme de frente con su endurecido y fuerte pecho, su piel está llena de sensuales tatuajes y que su cabello rubio algo rizado caiga en ondas sobre su frente lo hace ver más tentador, brinco al escuchar sus pasos aproximarse hacia la tina, mi corazón late con tanta fuerza que mis manos empiezan a temblar—Tu amiga está bien, pero solo te ayudé a ti porque ella no es de mi incumbencia…—alzo las cejas confundida—¿Por qué me mira así?—deja escapar una risita burlona—Señorita Smirnov, no se haga una idea equivocada sobre esto, usted ni siquiera es mi tipo…—lo ha dicho con tanta seguridad y era tan obvio ¿Desde cuando soy de las chicas que les gusta a los hombres? No tengo nada especial para dar—Te daré un momento de privacidad, tomate el tiempo que necesites, estaré preparando las clases del lunes.—el profesor Ford da la media vuelta dándome una vista espectacular de su ensanchada espalda, bajo la cabeza porque no es hora de estar pensando este tipo de cosa. ¿No fue capaz de ayudar a Lucrecia? Y es que no sé porque espero tanto de un tipejo egocéntrico como él, pero al menos ruego de que Logan haya ayudado a mi mejor amiga a salir de esto.

¡Dara debe estar colgada del techo! Jamás antes estuve fuera de casa tanto tiempo y es que todo se ha salido de control, después de mucho decidí ir a mi primera fiesta y terminó tan mal que he aterrizado en casa del gilipollas amargado de mi profesor de Artes. Hundo mi cuerpo por un momento dentro del agua, necesito organizar todas mis ideas antes de terminar loca por todo esto; vuelvo a flote cuando mis pulmones se quedan sin oxígeno, ni siquiera sé que hora es y en donde estoy.

Respiro una y otra vez, esta sensación de vergüenza y miedo no me gusta para nada y es como si todo lo malo del mundo solo se ensanchara contigo y es en ese punto en donde caigo en cuenta de algo. ¡Me vio desnuda! ¿Él mismo me quitó la ropa? ¿Alguien me dejó aquí adentro o fue él mismo? ¡Dios! Estoy tan apenada y hasta puedo sentir como todo mi cuerpo se calienta por la sensación de saber que ha visto mi desnudez. ¿Miro más allá de lo que debía? De seguro ahora más que nunca pensará que soy una niña tonta e inmadura. Tiro un poco de mi cabello por la frustración pero termino arrugando la frente porque he jalado con tanta fuerza que algunas hebras han quedado entre mis dedos. El baño es enorme y elegante, hay algunos floreros con girasoles sobre el lavabo, los azulejos son de color crema pálido y hay una enorme tina en dónde estoy escondida desde hace más de media hora.

Observo mis manos y aunque ya debería salir de aquí no lo hago porque tengo tanto miedo de enfrentarlo—Eres una Smirnov…Eres una Smirnov—me repito una y otra vez tratando de convencerme a mí misma, pero estoy fallando porque no me está funcionando para nada. Quiero gritar. Toco mi pecho me cuesta demasiado respirar pero recobro el valor que necesito y salgo del agua decidida a irme de aquí y nunca más volverle a ver la cara. Aprieto los dientes. ¡Es mi profesor! Debo seguir viéndole aunque no desee hacerlo. Busco en los cajones de ropa una toalla para salir y no hay nada para cubrirme. ¡¿Me estás jodiendo?! ¿Qué baño no tiene ropa de repuesto? ¡Lo ha hecho a propósito el maldito! Cálmate, Sandara, falta poco para que termines la universidad o podrías hacerlo echar de Hilton…

¡Eso! Necesito que Gabriel Ford se vaya de la universidad y así… niego ante esta descabellada idea ¡¿Qué estoy pensando?! Eso solo complicaría más las cosas y sí él se llegase a dar cuenta lo más probable es que trate de sabotear mi estadía en Hilton y por mi promedio alto no puedo darme ese lujo. Lo decidí—¿Profesor…Gabriel…?—toco la puerta del baño desde dentro—¿Se encuentra allí, profesor Gabriel…?—hijo de… ¿De verdad se fue dejándome desnuda y expuesta aquí? ¡Lo odio! ¡Lo odio! Ha pasado mas de un minuto y no responde, estoy entrando en pánico. ¿Sí me dejó a mi suerte? La cólera se apodera de mi cuerpo—¡Ni te necesito, tonto!—pateo la puerta varias veces, con algo de cuidado me siento sobre el retrete y hundo mi rostro entre mis manos. Eres un completo imbécil, bueno para nada y arrogante, mediocre profesor de pacotilla.

—¿Me estás maldiciendo, corderito?—brinco al escucharlo burlarse de mí—¿Sabes que son las tres de la mañana, verdad?—ya estoy muerta, me vuelvo a sentar derrotada, de esta no me salva nadie—Me has levantado de un buen sueño que he tenido ¿Quieres saber que estaba soñando?—bufo, ni me interesa nada lo que suceda con este tipo—Soñé con un par de tetas y un cu…—agarro un jabón del estante y lo estrello contra la puerta. ¡Tras de gilipollas, pervertido! Su risa llena el silencio del lugar.—¿Dije algo malo?—vuelve a reírse.

Respira Sandara, eres un ser de luz, aquí la psicópata es tu hermana gemela, tú das amor y recibes amor. Intento canalizar mis energías—¿Podrías darme algo con que poder vestirme, si eres tan amable?—tenso mi mandíbula, entre abro la puerta del baño y estiro mi mano obteniendo respuesta inmediata por parte de mi profesor y aunque por al menos medio segundo lo amé, el encanto no duró mucho al ver la camiseta deportiva y los bóxer usados que me ha dado. Dejo caer la ropa interior en el suelo—¡¿Te has vuelto loco, bastardo?!—me estoy viviendo histérica, yo no soy así. Quiero a mi mamá—¡Me niego a usar tu interior! No seas sádico. ¡¿A caso este es alguna clase de fetiche raro?!

Gabriel empuja la puerta y brinco por el fuerte sonido de la madera chocando contra su descomunal cuerpo—¡Me estás jodiendo la puta paciencia! Si quieres que te dé la ropa de las putas que han pasado por mi cama, venga tía, se las doy pero me deja de joder.—como puedo y aunque mi cuerpo esté temblando por el miedo que tengo, deslizo el bóxer negro por mis piernas y aprieto los ojos al introducir la camiseta por mi cabeza. La prenda me queda enorme y al menos puedo ocultar lo que no quiero que se vea.

Giro la perilla de la puerta con el alma en la boca, Gabriel me recorre con sus ojos desde la cabeza hasta los pies y debo pasar el peso de mi cuerpo de una pierna hacia la otra cuando una brisa helada eriza mi piel. Cruzo mis brazos a la altura de mis pechos, porque me siento expuesta ante él—¿Podría llevarme a mi casa?—inquiero mansamente ya que el profesor Ford ha demostrado tener un temperamento demasiado fuerte—Mi familia debe estar muy preocupada y…

Se da la media vuelta alejándose de mí e ignorándome rotundamente—Ya te dije que no eres mi problema, ya hice mucho con sacarte de esa camioneta, te puedes largar cuando gustes…—estoy tan confundida. ¿Por qué me ayudó si iba a ser un cabrón dejándome expuesta a más peligros? Intento alcanzarlo, mi cuerpo me duele y el dolor de cabeza me está matando demasiado. Necesito mi cama ahora mismo porque siento que en cualquier momento puedo explotarlo todo.—¿Podrías dejar de seguirme vestida así?—se detiene en seco y debo frenar para no golpearme con su espalda—Pareces un corderito saltando de un lado hacia otro lado. Ya te dije que no te puedo llevar a esta hora y como verás…—señala su cama y me cubro de nuevo con mis manos. Gabriel prensa su labio inferior para segundos después partirse a carcajadas delante de mí—¿Piensas que quiero dormir contigo? ¡No sea ridícula, señorita Smirnov! Tengo estándares altos y por nada del mundo me metería con una de mis alumnas.

—¿Entonces me permitirá dormir en su cama?—el hombre tatuado pasa delicadamente su lengua por sus gruesos labios dejando un rastro brillante de saliva sobre ellos.

—¿Te volviste loca?—no lo entiendo—Las mujeres que entran a esa cama normalmente follan conmigo...—abro los ojos y doy un paso hacia atrás al ver su intención de acercarse a mí—Pero si tú quieres pagarme el favor…—coloca sus manos a la altura de mis hombros para así empujarme con fuerza contra el blando colchón haciendo que mi cuerpo se hunda en este.

¡Ayuda! Mi profesor me quiere follar.

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