CAPÍTULO 01

CAPÍTULO 01

Arrastro la cobija que se encuentra a la mitad de mi cintura y me tapo con ella el rostro al escuchar los gritos de Dara, no puedo creer que se haya ido de fiesta casi toda la noche con el tarado y bueno para nada de su novio, Liam. Ruedo los ojos porque en definitiva no voy a poder dormir y termino maldiciendo al ver en el despertador que está encima de nochero a un lado de mi cama que apenas y está amaneciendo. Paso mis manos por mi rostro cuando aún tengo los ojos cerrados; el dolor de cabeza me esta matando y las ganas de matar a mi hermana gemela me están ganando ventaja.

Como puedo me levanto de la cama, siendo honesta y si no fuera por la presión de papá para que vaya a la universidad y de mi madre para que tome el camino que deseo tener, desde hace mucho tiempo lo hubiese abandonado todo. Y cuando digo todo eso incluye mi aburrida carrera, pero como una vez dijo el abuelo Miguel «Es administración como tu hermana para encargarte de la empresa de la familia o haz lo que se te dé la gana» y bueno, heme aquí estudiando licenciatura en artes. La pasta dental cuece mis encías, mis ojos están más oscuros que de costumbre y esas horribles ojeras me hacen lucir cansada y completamente sofocada.

El agua caliente se desliza por mi suave piel, mi hermana y yo hemos heredado el color de ojos del abuelo, aunque en mi caso son más claros que los de Dara, muchas personas creen que ella y yo somos como dos gotas de agua, cuando en realidad somos como polos opuestos que se atraen. Ella es como el mal que abarca todo y yo… Yo solo soy Sandara Smirnov. Agarro un vestido de flores tipo verano y bajo la cabeza al ver a mi gemela rodar los ojos. Aquí vamos de nuevo.

—¿El sentido de la moda se murió cuando naciste?—muerdo mi mejilla interna para no responderle nada. Sé que su medicamento le da cambio bruscos de humor y la compañía de Liam no le ayuda de mucho—Esta noche es la fiesta en casa de Logan…¿Por qué no me estas viendo?—miro de reojo a su novio y sigo de largo con mis libros en mano. Ya es costumbre para mí ver que Dara no asista a clases, ¿Pero por qué arrastrarme a esto?—¡Nadie vive del arte, hermanita!

Me atrevo a sacarle el dedo del medio logrando sacarle una sonrisa, la amo pero a veces me cuesta comprenderla. Hundo un par de veces los botones del elevador, vivir en uno de los mejores vecindarios de Barcelona es algo complicado y mucho más cuando las personas se enteran de que familia provienes. El ballet del edificio me entrega mi Volkswagen New Betlen en color azul aguamarina que papá me obsequió como regalo de cumpleaños cuando Dará y yo cumplimos la mayoría de edad. La mañana en la ciudad está fría así que decido pasar por el restaurante favorito de mi hermana y mío antes de llegar a Hilton.

Natural Green es una franquicia de restaurantes pertenecientes a mi familia, el abuelo Miguel fundó está cadena de locales cuando descubrió la obsesión que teníamos por el pastel de chocolate crujiente y la cocoa. Ann la administradora del lugar me hace una pequeña reverencia apenas me ve y es la hora en la que no puedo todavía acostumbrarme a tanto protocolo al llegar a una propiedad Smirnov. Hay muchas personas a esta hora de la mañana, camino unos cuantos pasos hasta llegar a donde Patty, la cajera mexicana que contrataron hace algunas semanas y ha resultado más eficiente que otros trabajadores con años ya recorridos en esta industria.

—Buenos días, señorita Smirnov, ¿En que le puedo servir?—bajo la cabeza e intento no reír. Dejé de ser virgen el verano pasado y aunque romper con mi ex novio me dolió mucho, creo que soy de las mujeres que no se lamenta tanto y sencillamente sigue su camino, busco en mi cartera de mano algunos billetes para pagar un capuchino y aunque por ser una heredera Smirnov podría tenerlo todo gratis, creo que cada persona que trabaja en este lugar merece respeto. Observo por algunos segundos el llavero con la cabeza de Hello Kitty que Akim me regaló cuando inicié en el kinder y sonrío porque a pesar de que han pasado tanto tiempo sigo siendo la niña de papá—¿Desea llevar galletas de chocolate?—abro los ojos y asiento rápidamente.

Paso el peso de mi cuerpo de un lado hacia otro y miro el reloj en mi mano derecha que termina por alterarme peor, falta cuarenta minutos para el inicio de clases y luego de la renuncia misteriosa y repentina del profesor Tarantino, la idea de empezar desde cero con un nuevo instructor no me hace mucha gracia que digamos. Frunzo el ceño y sostengo con fuerza el móvil en mi mano al ver a Patricia abandonar la caja de manera alterada, algunos clientes que siguen en la fila comienzan a maldecir y abandonar el lugar.

Corro detrás del mostrador al escuchar como Ann empieza a consolar a su empleada, al parecer a la pobre mujer se le acaba de morir su madre que aún se encuentra en México, percibo los murmullos de algunas personas y aún no comprendo hasta que veo a un tipejo alto, con cabello castaño, traje de dos piezas finísimo y tatuajes que sobre salen de su cuello y manos entrar al local detrás de una chica que parece más sacada de una revista de moda. El rubio hombre saca un pañuelo del bolsillo trasero de su pantalón clásico para acto seguido llevárselo hacia su nariz como si todas las personas en este lugar oliéramos a alcantarilla.

Me quedo estática algunos segundos y sólo reacciono al escuchar los insultos de la mujer que acompaña a este arrogante y déspota hombre—¡Hey! ¡Hey! Pedazo de estúpida incompetente…—dejo mi móvil en la mesa donde se encuentra la caja registradora, espabilo un par de veces porque aun no entiendo que es lo que está sucediendo—¿Me va a dar mi té con leche o llamo al dueño de esta pocilga para que te eche?—Ann me queda viendo y niego cuando se dirige hasta acá, un pleito o una mala imagen del restaurante puede perjudicar a mi familia y de todas formas no hay manera para que me los vuelva a topar a los dos.

—¿Algo más que deseen?—pregunto de forma sarcástica, alzo los vista al sentir la mirada penetrante del sujeto detrás de ella. Sus ojos son completamente cristalinos y la sonrisa ladina que se forma en sus labios me hacen tragar en seco. Vuelvo a mirarlo efímeramente pero me encorvo de hombros al observar como sigue sin quitarme la mirada de encima a tal punto que empieza a angustiarme.—¿A…Azúcar?—mi voz se quiebra al notar como desliza su mano por los hombros de la morena delante de mí pero ni aún eso le permite dejar de detallarme.

Me giro hacia donde están los estantes de bebidas, mis manos me tiemblan demasiado y lo único que deseo ahora mismo es huir lo más rápido posible de este lugar y no volver por un buen tiempo. Puedo oír como suena la mesa con sus dedos lo cual hace que acelere un poco más rápido mis movimientos; tapo la bebida y se la paso lo más distante posible. El hombre tatuado me dedica una risita burlona mientras que agarra de las caderas a la chica a su lado y se la lleva a una de nuestras mesas reservadas. Ann se me acerca prácticamente corriendo y es allí donde vuelvo a respirar, aprieto los ojos y me apoyo contra la pared de la cocina apenas entro allí.

—¡Señorita Smirnov!—inicia a disculparse—Lamento esto, voy a ir a hablar con el cliente y le diré que le pida disculpas por esta ofensa, de verdad, lo lamento mucho, ¿Se encuentra usted bien?—asiento cuando en realidad no lo estoy, creía que iba a morir con el aura tan oscura que se carga ese hombre—¿Necesita algo? Se encuentra blanca como una hoja de papel, ¿Quiere que llame a su padre?—niego, lo último que quiero es molestar a papá con algo tan trivial como esto, ya suficientes problemas tienen con la empresa y mi hermana mayor.—Tome algo de agua—la castaña me pasa una botella que empino en mis labios para que el líquido se deslice por mi garganta y así despejar un poco este mal momento.

Coloco la botella a un lado—Iré al baño por un momento, por favor dile a Raúl que tenga mi coche listo apenas salga, debo llegar rápido a Hilton antes de que el decano Wilson le ponga quejas a mis padres de mi falta de seriedad, tú más que nadie sabes como se pone Akim con este tema—limpio mis manos del sudor con el borde de mi vestido, observo de soslayo que el tipo y aquella mujer ya se han marchado así que vuelvo a caminar segura. El baño de chicas está en total silencio así que me relajo un poco, agarro un tanto de papel de sanitario y entro a una de las cabinas. Deslizo mi braga por mis piernas y me siento en el retrete pero me detengo cuando empiezo a escuchar un quejido de mujer.

Muerdo mi labio inferior y tapo mi boca cuando el ruido comienza a tornarse como gemidos y extraños sonidos como si alguien estuviese…¡No! Dios, esto es demasiado vergonzoso para una chica como yo. Me levanto sin ni siquiera haber echo nada y como si este mal día no se pudiese colocar mucho peor, en ese justo momento en donde voy a quitar el pasador de la puerta me voy de cuerpo y caigo de boca sobre el suelo del baño. ¡¿Con que pie me levanté hoy?! Mi cabello esconde mi rostro y todo se vuelve peor al oír como la puerta de esa cabina se abre dejándome ver al déspota arrogante y su plástica acompañante. No me quiero levantar, lo que necesito es ser invisible ahora mismo o que me trague la mismísima tierra misma.

—Nunca pensé que las chicas buenas como tú, les gustara este tipo de fetiche, ¿Te gustó lo que viste?—mi corazón late con tanta fuerza al escuchar por primera vez su voz ronca y totalmente varonil—¿Te unes o qué?—mis manos se hacen puño y yo sigo en el suelo. La morena lo empuja un poco y este solo se ríe—No te preocupes cariño, no me gustan las niñas buenas como tú…

Y se van de aquí dejándome completamente humillada, muchas veces me gustaría tener la lengua venenos de Dara y su carácter. ¡¿Por qué tengo que ser de esta manera?! Ella les hubiese clavado lo primero que hubiese encontrado en su pecho. Recojo la poca dignidad que me queda en el día de hoy y salgo disparada hacia Hilton, al menos estos ojos no tendrán que verlos nunca más.

(***)

Lu me mira y se echa a reír apenas me ve entrar a la universidad, una de mis rodilla está raspada y mis manos me arden horrores. La agarro de la mano para correr hacia el salón de clases pero se detiene al notar los murmullos por parte de nuestros compañeros.

—¡¿Joder, que ha pasado?! Porque todos tienen tanto alboroto…—pregunta Lucrecia, ambas nos miramos, pero me acomodo en mi asiento al notar como algunas chicas comienzan a retocar su maquillaje y a arreglarse un poco más provocativas. Mi mejor amiga y yo nos quedamos viendo pero no digo nada hasta ver con mis propios ojos el motivo de tanto escándalo.

El hombre follador tatuado de la cafetería entra con un maletín con el logo de mi universidad y por fortuna mía ni siquiera me ha visto.—Soy Gabriel Ford, su nuevo profesor de artes.

Una corriente eléctrica me recorre el cuerpo y lo que suelto sin pensar me va a costar la carrera—¡¿El bastardo es el nuevo profesor?!

Gabriel me fulmina con la mirada—¿Cómo me acaba de llamar, señorita…?

Yo, Sandara Smirnov he firmado mi sentencia de muerte.

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