Prólogo.

Íbamos llegando a la pizzería con Steph, Madison, Marcos y Lucas. Hoy fue nuestra graduación y como yo no soy de andar en fiestas pues aquí estamos entrando a Toscanos una de las pizzerías más reconocidas y una de mis favoritas. En estos años siempre hemos sido nosotros y Anahí la que por cierto no ha llegado aún.

—Oigan ¿Anahí no ha dado señales de vida? — dije tomando asiento al lado del ventanal que había allí.

—Si, hace un rato veníamos hablando de que su primo llegó hace poco de Bogotá y se quedará en casa de ella, ella está tratando de sacárselo de encima, pero sus padres le insisten en que lo traiga ¿Qué no escuchaste? —Respondió Madison haciéndose obvia.

—¿Se lo dices o se lo preguntas, Mad? —Me interrumpió Steph.

—¡Ya dejen de molestarla! —Gritó Lucas, causando que todas las miradas se posaran en nuestra mesa.

—Ya ¿Okey?  Cálmense. —Trató de controlar la situación Marcos. —¿Allyson, sigues en tu mundo? —Amo cuando creen que estoy en mi mundo y solo me quedo callada observando como ellos pasan la vergüenza del milenio.

—¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Qué pasó? —Fingí no saber que pasaba

—¡Ven lo que les digo! —Chilló Mad y Lucas la miró mal.

—Esta vez sí presté atención. Lo juro.

— Si de verdad escuchaste ¿Qué dijimos? —Me retó Steph.

—Dijeron que Anahí no llegaba porque no quería venir con el primito que llegó de Bogotá, Lucas les hizo pasar el oso y Marcos intentó tranquilizar la situación. ¿Se me olvidó algo? —Sople mis uñas con una de mis cejas alzadas; mi modo divo había sido encendido y todos rieron.

Después de unos minutos de mi muy astuto ataque a Mad, empezamos a charlar de las carreras que tomaríamos, en unos meses entramos a la Universidad y no estaríamos juntos, bueno Lucas, Marcos y Anahí se quedarían a estudiar aquí, pero la familia de Steph se irá a Bogotá y Mad regresará a Argentina.

—¿Ally, que vas a estudiar tú? — Preguntó Lucas sacándome de mis pensamientos.

—Quiero estudiar Derecho, pero bueno si no me dan esa beca que solicité; tendré que irme por Lenguas modernas que es lo más económico.

—Te hemos dicho que, si necesitas o quieres de corazón estudiar Derecho, nosotros o bueno yo podría costearte la carrera, Ally. — Dijo Lucas acariciando mi pelo. Lucas siempre estuvo cuando lo necesité y todavía ha estado para mí por encima de todo.

—Gracias, Lucas—Lo abracé y justo ahí sonó la campanita de la entrada del local, entrando Anahí junto a un chico alto, de tez blanca, pelo castaño y unos hermosos ojos cafés que dieron por toda la mesa y se pararon en mí; me sonrojé, él lo notó y sonrió.

—Cuidado, Ally, se te cae la baba—Susurró Anahí en mi oído al saludarme.

—No es mi culpa de que tu primo está bien bueno—Le susurré de vuelta y esta se río a carcajadas.

—Cuenten el chiste. —Dijo Steph mirándome pícara. Miré a Anahí para que me sacara de esta.

—No, ninguno. Solo que tengo hambre y deberíamos ¡TODOS!  ir a pedir la pizza y evitarle el trabajo al camarero y Ally se queda con Sebas para que no esté solo. —Anahí hizo que todos se fueran a regañadientes de la mesa, a Lucas se le veía enojado.

Después de un gran silencio incómodo, mi teléfono suena, me disculpo con el chico y salgo a contestar.

La llamada de mi papa me dejo algo asustada.

Entro al local a toda prisa y aun los chicos están en el puesto haciendo la fila, tomo mi bolso y me iba.

—Diles por favor que tuve que irme. —Le dije al chico.

—¿Quieres que te lleve?

—No, no te preocupes. Iré corriendo, es más rápido.

—Vamos, Allyson. Deja que te lleve. —Insistió

—Bueno, bueno... ¿Cómo sabes mi nombre?

—Lo imagine, es abreviado de Ally. Mi nombre es Sebastián.

—Un gusto, Sebastián. Pero ahora ando con prisa.

—¿Me dejas acompañarte?

—Bueno, pero no hables mucho de que me pone nerviosa.

—Prometo mantenerme callado. —Dijo y salimos del local, no sabía, pero este chico tenía un auto fuera. —¿No vas a subir?

Luego de unos minutos guiándolo hasta mi casa, llegamos y este insistió en quedarse afuera a esperarme. Le rogué que se fuera, le informé que estaba bien, pero él no cedió y quedó fuera de la casa.

—Papá ¿Qué pasa? — entre a la sala y me senté al lado de mi papá que estaba sentado cabizbajo.

—Ay Ally, se nos fue.

—¿Quién se fue, papá?

—Marianita se nos fue. —Al escuchar decirlo, mis piernas se debilitaron, mi corazón se partió en mil pedazos. Mariana era mi hermana menor, antes de mamá morir la tuvo y esta trajo como herencia el cáncer de mamá. La pobre niña vivió 14 años con esta enfermedad y siempre tuvimos esperanzas a que sanara, a que mejoraría. Prometí ir a verla en verano porque bueno a ella la tienen en un hospital especialista en cáncer en España. Estaba trabajando horas extras para pagar el pasaje y ahora, ahora me quede sin mi pequeña. Me acuerdo de que Sebastián está fuera y salgo a decirle que estoy bien para que se marche.

—¿Está todo bien, Ally?

—Esten... Si, claro. Ya puedes irte, gracias.

—¿Por qué no me miras? Allyson confía en mi ¿Qué pasó?

—M-mi hermanita murió. — Y mis llantos salieron sin cesar, Sebastián me abrazó y sentía que podía quedarme toda una vida en sus brazos sin cansarme de inhalar su fragancia.

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