Capítulo 9

La pregunta hizo que Zia tuviera un ataque de risa, llevándose una mano a la boca para intentar contenerse. No cabía duda de que solo a Nicola se le ocurría hacerle esa pregunta a Fabrizio sin miedo a morir.

Fabrizio le lanzó una mirada penetrante a su hermano, sus labios apretados en una línea delgada.

—Voy a hacer de cuenta que no preguntaste eso —dijo, manteniendo la calma, aunque su voz tenía un tono helado.

—¿Y eso qué tiene? Igual te amaremos —insistió Nicola, con una sonrisa traviesa y encogiéndose de hombros.

Fabrizio solo lo miró con una mezcla de exasperación y diversión, alzando una ceja.

—Está bien, cerraré mi boca.

—Me voy, tengo mucho que hacer en mi oficina —dijo Fabrizio, levantándose de su silla y estirando los hombros.

—Pero no me dijiste qué viste para el cumpleaños de mamá —insistió Zia, frunciendo el ceño.

—Yo te dije que de eso no sabía. Nos vemos —respondió Fabrizio, saliendo de la oficina.

Zia rodó los ojos, con una expresión de resignación.

—¿Tú sí me ayudarás
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