Capítulo 38
Que me abrace si quiere, me da igual.

Al fin y al cabo, ya entendí que no se puede juzgar a una persona solo por las apariencias.

Este hombre, que en su día a día parece tan correcto y serio, en la cama es un loco.

Al día siguiente, me desperté sedienta.

Cuando abrí los ojos, Mateo ya no estaba.

Miré la cama desordenada y recordé la forma en la que me trató anoche. Sentí una mezcla de enojo y tristeza.

Me levanté para ir a tomar agua.

Apenas puse los pies en el suelo, mis piernas flaquearon, y caí al piso.

Me quedé allí sentada un rato, sin fuerzas para levantarme.

De la nada, la puerta se abrió y Mateo entró hablando por celular.

Probablemente hablaba con su primer amor, porque su cara reflejaba una suavidad que rara vez mostraba.

Me miró con indiferencia mientras seguía hablando. Yo, avergonzada, tiré de las sábanas para cubrirme. Él se rio un poco, burlándose, tomó su chaqueta del perchero y se fue.

Durante todo ese tiempo, no volvió a mirarme. Suspiré y hundí las uñas en la alfomb
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