Narra Beatriz:
No vale la pena aferrarse a lo que te hace daño. La vida continua, sólo ama a quien te ama y valora a quien te valora
Llega un momento de la vida, donde uno debe darse cuenta sobre aquello que es bueno o malo, sobre lo que es importante y lo que no, aquello que deja huellas en nuestro corazón y marcas en el alma, llega un punto donde uno solo puede explotar… donde la vida se te pasa delante de ti y solo puedes ver que durante todo ese tiempo nunca tomaste control alguno sobre las cosas que sucedían a tu alrededor…
Solo entonces, cuando uno toca fondo y acepta la situación, decide qué hacer con su vida, que hacer de ahora en adelante…
Para mí, las opciones no eran muchas:
En primer lugar, podría seguir como estaba, seguir dependiendo de mis padres, y simplemente ser una espectadora en mi vida y en la de mi hija.
En segundo lugar, sería una idea por decirlo de alguna manera, mas arriesgada mas aventurera, podría irme de mi casa, tomar a mi bebe y empezar desde cero,
También sabia en el fondo que había otras ideas, podría intentar que el padre de mi hija se relacionara con ella…o simplemente acabar con todas estas sensaciones de una buena vez dejándome morir.
Claro las cosas se me habían ido de las manos y ese cuento de hadas que por tanto tiempo había anhelado, solo era eso un simple sueño de niña, ya no creía en los príncipes azules que atravesarían mares y desiertos, que pelearían hasta con dragones solo para estar conmigo…en mi vida ya había besado demasiados sapos como para querer intentar a que finalmente uno se convierta en mi príncipe.
Quería de una buena vez empezar de cero, reescribir mi historia, mi vida, y poder de una buena vez manejar todo, tomar mis decisiones y simplemente ser yo misma, Isabella Miller, mujer, madre… solo eso Beatriz Miller madre y mujer…
Así comienza mi historia.
—¡Basta! — grite fuerte, su carita se puso triste y en ese preciso momento fue cuando sus ojos se llenaron de lágrimas y dijo:
—¡Eres mala, no te quiero más! — Salió corriendo a su habitación y solo la escuche llorar, me quede helada, estaba en la cocina y realmente me di cuenta que mi vida se desmoronaba, que esta no era la vida que soñé y mucho menos la vida que deseaba para mi hija.
Gerard, mi padre, vino y me dijo – no puedes tratarla así, es chiquita, solo quiere pasar tiempo contigo— se que él tenía las mejores intenciones, pero yo no daba más, iba a explotar y era mejor que nadie me viera, tomé mi ipod y dije: —por favor cuídala—
—A dónde vas— escuche a lo lejos, pero yo ya había salido por la puerta y empezaba a correr.
Necesitaba pensar tranquila, la verdad la situación me superaba, mi vida me superaba, las cosas no podían ir peor eso era seguro.
Realmente las cosas en mi vida estaban mal, tenía 25 años y aún vivía con mis padres, la casa era chica pese a que éramos solo cuatro personas, sentía que mi vida había quedado paralizada desde aquel día que debía haber sido uno de los más hermosos de mi vida, el día que por primera vez vi a mi bebé, a mi Mía, creo que ese fue el último momento de total felicidad, el sentirme completa, sentir que mi bebé estaba bien, vivo dentro de mí, ver como se movía mi pequeñita dentro mío, escuchar su corazoncito y todo tomada de la mano de quien pensé que era el hombre de mi vida, las cosas no podían ser mejores sentía que eso era todo lo que quería para mí: formar una Beatriz familia, y pensar que todo sería distinto de que por ninguna razón volvería a sentirme sola, que de ahora en adelante seriamos tres para todo…
Pero no duro nada el cuento de hadas… hubiese preferido vivir soñando antes de que me chocara tan fuerte con la realidad. Darme cuenta de que ese hombre que pensé que estaría a mi lado siempre, no lo estuvo, solo se fue, solo desapareció y ahí estaba yo sola y abandonada y con un bebé en camino.
Los días pasaron y solo lloraba, no quería comer, no quería nada solo sentía que moría de a poco solo sentía mi corazón como se congelaba como con cada minuto que pasaba era una piedra. Solo sentía mucha angustia, como si todo a mi alrededor hubiese desaparecido, solo sentía un hueco en mi pecho que crecía y crecía…
Entre tanta tristeza sentí por primera vez la patadita de mi bebé y todo cambió, ya no podía seguí así, tenía una razón por la cual vivir, y así transcurrió desde entonces mi vida, yo viviendo solo para hacer feliz a mi hija y tratarnos de engañarme de que era una mujer feliz, intentado aparentar ante todos – y esto me incluía. Que yo no deseaba nada más que estar junto a mi hija, que esa era mi familia, pero, aunque nunca lo acepté necesitaba un cambio en mi vida. Necesitaba escuchar a la Beatriz que tenía dentro de mí gritando que la dejara aparecer, necesitaba dejar de ser la niñita de mamá y papá y convertirme en mujer y en la madre que quería para mi hija, pero era tan difícil.
Sentía que iba a explotar, me faltaba el aire, luego de dos horas de haber estado corriendo, mis piernas temblaban, solo me senté en el piso tome con mis brazos mis rodillas y me largue a llorar, quería sacarme toda la bronca, la angustia, la frustración y hasta la desesperación que sentía, no comprendía por qué la cosas debían ser así, porque mi vida debía ser tan complicada, las cosas iba a cambiar, algo debía hacer y esta vez el cambio debía empezar por mí, aunque eso significara dejar todo atrás y empezar desde cero.
No sabía muy bien qué hacer, pero por suerte estaba tan cansada, y el haber hecho ejercicio, llorar y escuchar música que habían podido tranquilizarme, fue entonces que me di cuenta que estaba oscureciendo que debía regresar a casa, de enfrentar la realidad, enfrentar a mis padres que de seguro me reprocharían el haber reaccionado de esa manera y sobre todo reencontrarme con mi hija que por más que últimamente lograba acabar con mi paciencia era lo que más amaba en este mundo.
Por primera vez me di cuenta que necesitaba dejar salir a la Beatriz que realmente era, aunque eso significara dejar de ser la niña adorable y sumisa que aparentaba. Necesitaba empezar de cero.
Narra Stefano:—Mamá, llegamos mañana a las cinco—Si estará todo bien, ya nos dieron todas las autorizaciones para viajar, y sabes muy bien que si fuera riesgoso no lo haría. En esto no estoy dispuesto a correr riesgos—Corte el teléfono y termine de empacar todo, ya no faltaba nada, tenía mis valijas lista y las de Thomas también, los papeles estaban en la mesa, y el bolso con todo lo necesario para el también estaba allí, junto con los pasaportes.Una vez más di una mirada al departamento, y fije mi vista en el retrato que estaba sobre la chimenea, allí se nos veía a Tania con su gran panza y a mi abrazados, hasta pareciamos felices……flash back…Habia llegado a Londres luego de las vacaciones en Washington, Tania había vuelto unos días antes y estaba en el departamento esperando, esa semana cumplíamos ya cuatro años de noviazgo, si bien no estaba seguro sobre porque razón seguía con ella, me sentía cómodo en esta relación. Luego de saludarla con un beso, me indico que me sentara a
Narra Beatriz.Mía… eran tan sólo tres letras… tres simples letras que definían mi mundo. Unas que forman parte de un sueño y que empezó a hacerse realidad desde hace poco más de tres años, cuando ella comenzó a moverse en mi vientre.En esos días, me sentía abatida. Sabía que mi mundo se había derrumbado de un solo golpe. Había podido tener el mundo en mis manos… y ahora recuerdo cómo, muy lentamente, se rompió en miles de pedazos y yo no pude hacer nada por reestablecerlo.No quería comer. Creo que llevaba más de dos días que no probaba bocado alguno, ya ni ánimos tenía para llorar. No quería hablar con nadie, ni ver a mis amigas… prácticamente, no tenía fuerzas para nada que no fuera estar en la cama y dejar que ese sentimiento de vacío se apoderara de cada célula de mi cuerpo, de cada poro de mi piel, de cada una de las partículas de aire que inhalaba, que estaban llenas de soledad y más dolor.Sentía que moría lentamente, poco a poco. Quería creer, que sólo era una pesadilla. Que
Narra BeatrizEra ya viernes, cuando por fin recibí una llamada importante. Por suerte, mi pequeña dormía y no había nadie en casa, por lo que pude hablar tranquilamente. Era una llamada muy buena para mí, porque recibí una propuesta para trabajar en Washington; un pueblito que se encontraba al norte de Washington. Eso me dejaba aproximadamente a 2,494 kilómetros de distancia real de mis padres. La propuesta era bastante buena: trabajaría en la preparatoria dando clases de literatura, la paga era lo suficientemente buena y el director del establecimiento me comentó que podría combinar mis horarios para dar clases también en la reserva Indígena. Sería más que excelente, porque también me informó, que en el pueblo había una guardería donde podría dejar a mi hija, mientras estuviera trabajando, que era un lugar muy tranquilo y que sería muy fácil adaptarnos a él.Solamente le pedí que me diera de plazo hasta el lunes para tomar una decisión, por lo que muy amable, quedó en devolverme la
Soy Stefano Magno.Aquel hombre era sin duda alguna el más hermoso que jamás hubiera visto, su cabello era rubio casi castaño, sus ojos tan verdes que era imposible dejar de verlos. Sin embargo, solo me paso de largo y se fue al mostrador a hablar con Esmeralda, parecía muy afligido, tan distante del mundo, y ese halo de misterio lo volvía aun mas increíble. Tímidamente, Sali de allí con la esperanza de volver a verlo y decidí ir al pueblo esperando que mi corazón dejara de latir tan deprisa como lo estaba haciendo.Y como todo en este pueblo, el lugar me pareció hermoso. Las maestras eran muy amables y los niños jugaban felices; hasta mi pequeña estuvo un rato jugando con ellos.Finalmente, a la noche, volvimos a casa para empacarlo todo, ya que en dos días volvería para instalarme definitivamente en Washington, en aquel lugar que me daba grandes esperanzas.Había llegado al pueblo desde temprano, así que en cuanto llegué, comencé a bajar las cosas del auto, aprovechando que Mía dorm
Narra Stefano:Cuando llegué a casa de mi hermana, lo que llamó mi atención de forma inmediata fue que Thomy no estaba ni con Esmeralda ni con Carla, ni con ningún integrante de mi familia.¡Hermanito! Seguro estas buscando al principito de la casa — Alisson, como siempre, sabia que me pasaba.Si, así es. ¿Dónde esta?Esta arriba, en el cuarto de Charlotte — en cuanto terminó de pronunciar estas palabras, yo ya subía velozmente por las escaleras. Esto de ser padre era raro, sentía que debía estar con él todo el tiempo, y que debía protegerlo de todo el mundo.La puerta de la habitación estaba a medio cerrar, y tan sólo se escuchaba una suave voz cantando dulcemente una nana. Entré tratando de hacer el menor ruido posible. Fue entonces que me quedé helado, nunca hubiese imaginado encontrar una imagen más hermosa que esa: ella era perfecta, su cabello oscuro dando casi en su cintura, un cuerpo escultural, y se le notaba una ternura inmensa, que irradiaba hacia mi pequeño… lo llenaba de
Mañana sería mi cumpleaños: justamente en cuestión de horas, cumpliría veintiséis años, y éste sí que iba a ser un cumpleaños muy… especial. Iba a ser el primero que pasaría alejada de mis padres, y de mi amiga Angie, a quien extrañaba muchísimo. Seguramente, este año no tendría ni un abrazo o beso, y eso me ponía un poco melancólica, pero a la vez, me sentía feliz. Durante el tiempo que había estado viviendo en Washington había logrado tranquilizarme, y podía sacar a esa Beatriz que comenzaba a tener una sonrisa en su rostro todos los días. Esa Beatriz, que ya no estaba al borde de un ataque de nervios a cada rato, la misma que poco a poco estaba descubriendo que podía ser feliz con tan poco; eso era algo que tenía merecido y que solo era cuestión de tiempo, y a la vez, ganas de adquirir más confianza en mí misma para lograrlo.No puedo negar que en un principio las cosas no fueron fáciles: era demasiado embarazoso no contar con mis padres para que me ayudaran en ciertos aspectos y e
Narra Beatriz.No sabía que era lo que Alisson iba a hacer, pero al parecer no había escapatoria. De todas formas, tampoco tenía muchas ganas de resistirme, después de todo, hacia más de cinco años que no festejaba un cumpleaños como era propicio, por lo que preparé a Mía, y me dejé llevar por lo que tuvieran planeado para mi. Y no fue difícil adivinar que ya habían llegado, porque eran algo… ruidosas. Abrí cuando iban subiendo las escaleras de la casa.¡Beatriz! —gritaron a coro las tres, anunciando su llegada. — ¡Feliz cumpleaños! — y me dieron un beso y un abrazo cada una.Mía — llamó Esmeralda, con voz dulce—. Vamos cariño, a jugar con Charlotte. Ve y dale un beso a mami.Mía corrió en mi dirección, me dio un beso, un abrazo y se fue con Esmeralda.Vamos — dijo Carla, por lo que cerré la puerta con llave y me subí al auto con ellas.Luego del viaje, donde inesperadamente tanto Carla, como Alisson estaban demasiado calladas, bajamos y nos dirigimos a un centro comercial que se enco
Narra BeatrizDesde el instante que me probé ese vestido, me sentía mucho más sexy que nunca, y obviamente el hecho de tener a Stefano coqueteándome de esa manera, después de haber sentido sus suaves manos en mi piel, sólo pronunciaban más esa sensación en mi. Además de que el alcohol ya estaba haciendo efecto.Nos encontrábamos en su auto, y podía notar la intensidad de su mirada; como intentaba acercarse cada vez a mí. Por mi parte, solamente había suspiros y esperaba que él diera el primer paso. Y estaba segura, que esta ocasión no podría detenerlo.Llegamos a la disco. Era un lugar alucinante: la música sonaba muy fuerte, por lo que Stefano me tomó de la mano, y me llevó al centro de la pista para seguir con el festejo de la noche. Bailábamos mucho y también estábamos bebiendo demasiado alcohol, y no ayudó en nada que los chicos no dejaran de traerme tragos a cada momento. En un instante, me separe de todos para ir al baño a refrescarme un poco y fue entonces que me encontré con