Algunas semanas después.Agradecía la compañía de Maija y Nilsa durante el día, necesitaba matenerse ocupada para evitar a Erik todo lo que fuera posible. Maija aprovechaba también su compañía para escapar un poco de Raner. Necesitaba algo de distancia con él y así poner en orden sus pensamientos, que parecían empeñados en estar dirigidos a él. Era un alivio estar con Hedda, se distraía con facilidad y se mantenía ocupada. Ella siempre tenía algo en mente para hacer. La única que parecía estar feliz era Nilsa, pero aun no sabían por qué.Maija aplaudió y Hedda celebró con ella. Aún no podía usar el arco, pero acompañaba a Hedda casi todos los días a practicar. No había dudas de que estaba mejorando su técnica.—Eso estuvo perfecto —La halagó Maija. Hedda había dado en el blanco en diez ocasiones seguidas.—Gracias. Prepárate, creo que te ganaré la próxima vez.—Eso lo veremos. —Ambas chicas sonrieron. Hedda se sentó a su lado mientras se ponía seria.—¿Puedo hacerte una pregunta?—Dim
—¿Qué están haciendo? —preguntó Raner, su rostro estaba entre preocupado y divertido, pero estaba claro que era más de preocupado y no dejaba de analizar a Maija.—Estamos teniendo una conversación —respondió Hedda mientras se sentaba y apoyaba sus manos en el suelo detrás de su cuerpo. Raner levantó una ceja—. Ustedes no entenderían, es una conversación entre mujeres —respondió Hedda a su pregunta no formulada.Raner se colocó de cuclillas frente a Maija y tomó su mano.—¿Estás bien? —preguntó él, de verdad parecía preocupado de que ella se hubiera lastimado, sabían que aún no estaba del todo recuperada.—Estoy bien —escuchó que su amiga respondió.Erik estaba ahí también, pero Hedda no le dirigió ni una sola mirada, le estaba siendo difícil, pero no iba a echar a perder su plan. Había decidido que era momento de cambiar de estrategia. Después de semanas dándole todo su tiempo, atención y devoción a él, no había tenido ningún resultado. Ahora Erik probaría lo que se siente ser ignora
Hedda despertó, estaba tratando de recordar cómo es que había llegado hasta su habitación, sus recuerdos llegaban hasta donde se había recostado junto a Maija en su cama y no tenía intenciones de volver a la habitación que compartía con su esposo. Pero el que hubiera despertado en su habitación no la sorprendía tanto como el hecho de que el príncipe Erik amaneciera a su lado, ella estaba de espaladas a él y él la abrazaba por la cintura y podía sentir su respiración en la parte de atrás de su cabeza. Se quedó un momento más disfrutando de la sensación de paz y seguridad que sentía al estar en sus brazos. Se preguntó si él se había embriagado la noche anterior, era la única explicación que encontraba para que él se hubiera acercado a ella de esa manera y aún estuviera dormido a esa hora. Pensar en esa posibilidad la desanimó, prefería que él estuviera muy sobrio. Quiso girarse hacia él y abrazarlo también. Pero recordó todo el esfuerzo que había hecho por mantener la distancia con su
El corazón de Maija latió acelerado cuando escuchó que tocaban a su puerta, por un momento pensó que podría ser él. Soltó un suspiro de alivio cuando vio que se trataba de Erik. Posiblemente se habría molestado de haberse trato de Raner, bueno, que dicha que no fue así. Hedda había ido a visitarla un poco más temprano y terminó contándole todo lo sucedido. Después de un rato conversando su amiga se marchó, era como si hubiera sabido que necesitaba estar a solas con sus pensamientos. —¿Cómo estás? —preguntó Erik sentándose a su lado. —Me siento mucho mejor. —Si es que se refería a su recuperación, estaba diciendo la verdad. Se aseguró de sonreír. —Me da gusto —Él intentó devolverle la sonrisa. Hace un tiempo su media sonrisa hubiera hecho estragos en ella. Pero se había dado cuenta de que él ya no tenía ese efecto en ella. Le habría gustado tener una respuesta sobre lo que había pasado con sus sentimientos. —Erik… —Maija… Hablaron al mismo tiempo. Ambos volvieron a sonreír. Él le
Raner miró por última vez. A su espalda, en el horizonte, quedaba aquel imponente palacio, nunca antes se había sentido mal por dejar aquel lugar, aunque fuera solo por unos días, y no dudaba de que se sentirían como una eternidad antes de volver. Cuando decidió irse estaba seguro de que era lo correcto, no solo por la misión que tenía, sino porque sabía que Maija necesitaría espacio, y ya le era difícil dárselo teniéndola tan cerca. —¿Está todo bien, príncipe? —Estaba tan sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta de que Jensen había vuelto a su lado. —Sí —respondió—. Vamos. Minutos después, antes de cruzar el puente que los dejaría fuera del territorio del príncipe Erik. A su izquierda escuchó el sonido de un caballo algo inquieto. Observó arriba en la colina. «Esa su figura», sin duda conocía muy bien a esa mujer. Ahí estaba ella. Maija había tomado una ruta diferente para poder alcanzarlo. Miró cómo ella empezó a descender hacia él. —¿Es la señorita Maija? —preguntó Jens
Einar le hizo una reverencia antes de darse media vuelta. Al abrir la puerta se encontró con Erik. La mirada que este tenía era una de «Te lo dije», al parecer había escuchado su conversación con la princesa. —Príncipe —saludó el general haciéndose a un lado para que él entrara. Hedda se giró rápidamente al darse cuenta que él estaba ahí. Tenía curiosidad de saber si él siquiera había reconsiderado el tomar a otra esposa. Había muy pocas probabilidades de que él accediera a sus demandas, pero aún mantenía la esperanza. No se quedó más tiempo ahí. Aprovechó que la puerta aún estaba abierta. Pasó por un costado de Erik, antes de salir miró a Einar y le dijo: —Estaremos listas en media hora. Erik observó a su general. Tenía pintada la pregunta muy clara en su rostro. —A mí ni me mires —Dijo Einar —. Es tu culpa. Creí que al casarte serías más agradable, pero me equivoqué. —Cuida lo que dices. —Sí, sí, como sea. Mejor iré a cumplir las órdenes de tu esposa. —Es lo único que haces
Erik Subió de rodillas a la cama, depositó con mucho cuidado a Hedda antes de responderle: —Solo deseo estar con mi esposa. —Hedda abrió la boca para decir lo que pensaba al respecto, pero Erik unió sus labios ahogando sus palabras. Inevitablemente un gemido se les escapó. Hedda trató de resistirse, pero se le estaba haciendo muy difícil. No podía negar que lo deseaba también, y quería entregarse por completo a él. Pero eso no le daba ninguna certeza de que todo sería diferente de ahora en adelante. Erik aún no le había dicho que mantendría su promesa de que ella sería su única mujer. No se conformaría con menos, no, jamás lo haría. Erik deslizó sus labios hasta su cuello, y ella aprovechó para llamarlo por su nombre un par de veces y pedirle que se detuviera. —¿Qué sucede? Ya lo hemos hecho antes —dijo él. —Sí, pero la primera vez fue porque dudabas de mí y quería demsotrarte que estabas equivocado. Y las otras veces estabas ebrio, ni siquiera estoy segura de que lo recuerdes. B
Hedda despertó por las caricias y besos en su espalda. En la última semana había sido todo un reto despertar temprano, pero no se podía quejar porque la forma en como su esposo la despertaba cada mañana era la manera más dulce que podía haber. Habían vivido la mejor semana de sus vidas. Erik le había demostrado que de verdad la amaba, podía sentirlo, aunque no se lo había dicho, aún. —Despierta, mi bella —escuchó decir a su esposo. —Uhm —fue la respuesta de ella. Si por ella fuera se quedaría en su cama durmiendo todo el día. El cansancio que estaba experimentando en los últimos días era nuevo para ella si tomaba en cuenta lo inquieta que siempre había sido. —Vamos, pequeña, se hace tarde. —¿Tarde? ¿Para qué? Es muy temprano —se quejó antes de girarse para verlo, y él tenía una sonrisa divertida en su rostro. —Si recuerdas que día es hoy, ¿no? —Luego de pensarlo unos segundos se dibujó una «O» en sus labios antes de llevarse su mano a la boca. —¡Oh, por Dios! Es el cumpleaños de