Erik Subió de rodillas a la cama, depositó con mucho cuidado a Hedda antes de responderle: —Solo deseo estar con mi esposa. —Hedda abrió la boca para decir lo que pensaba al respecto, pero Erik unió sus labios ahogando sus palabras. Inevitablemente un gemido se les escapó. Hedda trató de resistirse, pero se le estaba haciendo muy difícil. No podía negar que lo deseaba también, y quería entregarse por completo a él. Pero eso no le daba ninguna certeza de que todo sería diferente de ahora en adelante. Erik aún no le había dicho que mantendría su promesa de que ella sería su única mujer. No se conformaría con menos, no, jamás lo haría. Erik deslizó sus labios hasta su cuello, y ella aprovechó para llamarlo por su nombre un par de veces y pedirle que se detuviera. —¿Qué sucede? Ya lo hemos hecho antes —dijo él. —Sí, pero la primera vez fue porque dudabas de mí y quería demsotrarte que estabas equivocado. Y las otras veces estabas ebrio, ni siquiera estoy segura de que lo recuerdes. B
Hedda despertó por las caricias y besos en su espalda. En la última semana había sido todo un reto despertar temprano, pero no se podía quejar porque la forma en como su esposo la despertaba cada mañana era la manera más dulce que podía haber. Habían vivido la mejor semana de sus vidas. Erik le había demostrado que de verdad la amaba, podía sentirlo, aunque no se lo había dicho, aún. —Despierta, mi bella —escuchó decir a su esposo. —Uhm —fue la respuesta de ella. Si por ella fuera se quedaría en su cama durmiendo todo el día. El cansancio que estaba experimentando en los últimos días era nuevo para ella si tomaba en cuenta lo inquieta que siempre había sido. —Vamos, pequeña, se hace tarde. —¿Tarde? ¿Para qué? Es muy temprano —se quejó antes de girarse para verlo, y él tenía una sonrisa divertida en su rostro. —Si recuerdas que día es hoy, ¿no? —Luego de pensarlo unos segundos se dibujó una «O» en sus labios antes de llevarse su mano a la boca. —¡Oh, por Dios! Es el cumpleaños de
Raner intentó sonreír con amabilidad, miró a Maija y pudo leer su intención de querer disculparse para luego retirarse del lugar. —Hola, Eyra. Espero disfrutes de la velada—La chica sonrió y le devolvió el saludo—. Señor Helge, ahora si me permite —tomó la mano de Maija y continuó su camino. —Oye, ¿no crees que fuiste muy grosero? —Él se detuvo. —¿Querías que me quedara a conversar con la chica? —Ella pensó en su respuesta—. Mejor vamos —dijo él sin darle lugar a contestar. —¿Qué fue eso que te pedí? —cuestionó ella una vez que estuvieron fuera del gran salón. Raner la guio hasta donde estaba su caballo y buscó dentro de su bolso. —Esto —dijo mostrándole un frasco de vidrio que contenía miel de algunos frutos. —Esto es… —Tu miel favorita. —Ella lo tomó de las manos de Raner y lo acercó a su rostro para inhalar el aroma de la miel. —Mmm, me encanta. Gracias por recordarlo. —Se colocó de puntillas y depositó un beso en su mejilla. —No dejé de pensar en ti ni un momento. «Ni yo
Hedda estaba sentada a la par de Erik en la biblioteca, él insistió en que se quedara cuando ella intentó dejarlo a solas con Raner y Einar para tratar asuntos que sabía que eran importantes. —¿Entonces, esto fue todo lo que encontraste? —cuestionó Erik, observando un pedazo de tela amarillenta. —Sí, el dueño de la posada me confirmó que varios hombres que se hospedaron ahí llevaban ese tatuaje en su brazo. También dice que la cantidad de viajeros que pasan por ahí se ha multiplicado. —¿Desde hace cuánto tiempo? —Más de un año. —¿Serán espías? —preguntó Einar. —No creo, un espía prefiere dormir en una cueva en las montañas, ocultarse lo más que pueda para no ser visto. Es difícil que un espía pase por un pueblo fronterizo y se quede ahí. —Tienes razón. —¿Puedo ver? —dijo Hedda que hasta ese momento solo había estado escuchando. Erik deslizó el pedazo de tela por la mesa hasta ella. Hedda lo tomó en sus manos, su ceño se frunció y su mente pareció perderse en algún recuerdo. —
Erik se había acercado a ella también cuando la vio palidecer, la atrapó antes de que se estrellara contra el suelo. Incluso él se sentía mareado, pero fue lo suficientemente rápido y fuerte para mantenerse en pie. No iba a dejar que ella se lastimara. Erik estaba desesperado llamando a su esposa para que despertara y pidiéndole a Aron que hiciera algo. Aron no necesitó que le explicaran lo que había pasado. —¿Cuántas veces hizo la extracción? —preguntó. —Tres veces —contestó Raner. Tal vez era la experiencia y no porque no se sintiera desesperado también, era su hija, pero debía mantener su mente concentrada para poder salvarla. Aron no podía evitar enseñarle algunas cosas a su curiosa hija. Ella siempre estaba detrás de él. Después de su experiencia de hace más de cinco años en el norte de Besian, cuando por poco una serpiente muy venenosa muerde a su hija, Aron le había dado un antídoto que conocía muy bien para poder hacerla inmune a esos venenos, pero sabía que el efecto sol
—Erik… Él estaba viendo por la ventana, no la escuchó porque su voz era muy débil y su garganta estaba reseca. Ella hizo un esfuerzo por abrir sus ojos, le pesaban, pero podía sentirlo y oler su perfume, sabía que él estaba cerca. Observó el techo y las paredes y se dio cuenta de que no estaba en la habitación que compartía con su esposo. —Erik —dijo un poco más alto, cuando logró observarlo. Él se giró de inmediato y dando grandes pasos llegó hasta ella. —¡Bella! —él se sentó a su lado tomando una de sus manos—, al fin despertaste. —Ambos sonrieron. —Agua —pidió ella, y él de inmediato le dio de tomar con mucho cuidado. Retiró el vaso cuando ella acabó. —¿Estás bien? —preguntó ella, aún preocupada. Era ella quien estaba luchando por su vida y la de su hijo; aun así, estaba preocupada por él. —Lo estoy —depositó un beso en el dorso de su mano y le sonrió. —Gracias al cielo —exclamó—, no podría vivir si algo te sucede. —¿Y crees que yo podría vivir sin ti? —Erik acunó su rostro
La nieve no era mucha en el norte, pero si no emprendían de regreso su viaje a la capital, podrían quedar atrapados en una tormenta que probablemente llegaría en las próximas horas, y eso los atrasaría demasiado, no se perdonaría si le fallaba a su hermano y a su cuñada. Habían estado buscando casi toda la mañana en aquella montaña a las orillas de aquel rio. No fue hasta que llegaron a una enorme catarata, él la había visto antes y siempre se quedaba maravillado por lo imponente y majestuosa que se miraba. —¡La encontré! —Gritó Maija; dejó de observar la catarata para concentrarse en su prometida, ella estaba del otro lado del río. Cruzó de inmediato sobre las rocas, el agua no era profunda, pero la evitó porque de seguro estaba demasiado fría. Se unieron en un abrazo lleno de felicidad y esperanza. Tomaron la cantidad que necesitaban y las guardaron dentro de su bolso. Aunque el lugar era hermoso, tenían una misión que concretar y un largo camino. —Bajaremos por este lado, el cami
—¿Estás seguro? —Erik se acercó más a su padre y lo tomó por los hombros. —No le había dicho esto antes porque necesitaba más información; descubrimos movimientos sospechosos en el sur, alguien está tramando algo, puede que esto tenga que ver con Soren y he enviado a averiguar. Pero necesito a mi hermano primero, antes de tomar una decisión. Melker creyó que su hijo se rehusaba solo por no alejarse de su esposa, pero ahora podía ver que tenía razón, no podía irse con todo su ejército y dejar a Besian desprotegido; aun en medio del caos, estaba pensando en su pueblo. —Está bien —su padre también lo tomó de sus hombros—, cuida de mi nieto y su madre. —Gracias, padre. —Cuando el rey se marchó, Einar entró a la sala, no había podido hablar con el príncipe, porque no se había separado de Hedda, entonces el general aprovechó para darle su informe. —Lo encontraste —dijo Erik tomando aquel sello en forma de anillo. —Sí —contestó el general, orgulloso de sí mismo—. Al parecer, el príncip