Desayunaron juntos en el balcón de su habitación, luego él se fue a sus labores, mientras ella debía estar un sequito de damas que ultimaban detalles para su atuendo, peinado y accesorios para su boda. Después de deshacerse de todos, fue a dar un paseo.Pensó en aprovechar la hora del almuerzo para contarle a Erik sobre la visita de Karl. No quería seguírselo ocultando.Había personas corriendo de un lado a otro terminando de preparar los detalles para lo que sería el banquete por su boda con el príncipe. Mientras caminaba, recordó la forma en cómo Erik la había despertado esta mañana. Sonrió ante el recuerdo. Cuando despertó él la estaba besando en los labios.Iba un poco distraída sumergida en sus propios pensamientos cuando alguien tiró de su brazo y la condujo a la parte de atrás de un almacén.Se quedó muda y los nervios empezaban a apoderarse de ella cuando miró a Karl frente a ella. «No podía creerlo»—Pero ¿qué estás haciendo? —cuestionó cuando al fin pudo hablar.—Como te lo
El hombre a caballo levantó una mano, sus arqueros estaban listos para disparar en cuanto él diera la señal.Por supuesto que no se iba a rendir sin luchar, él no era conocido por eso precisamente. Estaba por dar el grito de guerra para pelear cuando los hombres frente a ellos empezaron a caer al ser impactados por flechas. Observó mejor, las flechas con plumas doradas pertenecían a su hermano.Se giró para ver detrás de él y los otros asesinos empezaron a caer también. Un grupo de soldados empezó a descender hacía ellos para terminar con el trabajo. Levantó la mirada para encontrarse con su hermano, Einar, Maija y…—¿Hedda? —musitó y su mente se puso en blanco cuando sus ojos se encontraron con los de ella y dejó de escuchar lo que sucedía a su alrededor. Hedda montaba el caballo negro que él le había regalado hace unas semanas. Vestía un traje de guerrera color verde con negro y una capa negra. Ella tiró su arco al suelo, se bajó de su caballo y corrió hacía él.Solo pudo atraparla
—Por favor…, mi señor, ayúdeme. —Karl jadeaba mientras sostenía su hombro, en el cual aún quedaba incrustada la punta de una flecha. Sus ropas estaban manchadas de sangre. Había hecho lo posible para escapar del palacio del príncipe Erik. Y ahora debía de dar explicaciones ante su señor.—¿Te das cuenta de lo que has hecho? —Cuestionó Igor.—Lo siento, mi señor.—¿De verdad creíste que con unos cuantos hombres acabarías con un hombre como el príncipe Erik? ¿Por qué crees que lo llaman el «León Asesino»?—Ayúdeme a escapar. Erik va a matarme —Suplicó. Él se había infiltrado entre los sirvientes del palacio para poder llegar hasta Hedda. Karl no esperaba que ella eligiera casarse con Erik y mucho menos que lo expusiera ante los guardias. Y luego hiciera que sus hombres fueran a salvar a Erik. El plan era perfecto, pero se había equivocado en confiar en ella. La maldijo en su mente porque de verdad pensó que ella lo amaba. Ahora solo le quedaba confiar en que el príncipe Igor lo proteger
La ceremonia transcurrió más rápido de lo que ella se imaginó. Erik colocó en su cabeza la corona de princesa heredera al trono de reina. Luego de que el oficiante de la ceremonia los declara marido y mujer, seguido…, bueno, no supo qué más se dijo porque se perdió en el azul de su mirada cuando él tomó su rostro para besarla. Solo se escucharon aplausos y gritos de júbilo, al menos sabía que el pueblo aprobaba su matrimonio con el príncipe o al menos eso parecía.De regreso a su palacio fueron juntos en el mismo carruaje. Su ahora esposo no había dicho una sola palabra, las últimas habían sido cuando le estaba prometiendo su amor y protección para toda la vida.Estaba tan serio que incluso temió hablarle, no quería romper con la poca tranquilidad que tenían por decirlo de alguna manera. Ya habrá tiempo después para hablar con él. Se suponía que este sería el día y la noche más feliz de sus vidas. Se limitó a ver por la ventana el paisaje.Erik la vio abrazarse a sí misma; una ventisc
Escucharla decir su nombre de esa forma, lo excitó aún más. Y la maldijo por eso. Porque ella era su maldita debilidad y lo peor es que Hedda lo sabía.—Te tomaré porque puedo, porque me perteneces.—Así es —Lo instó ella—. Soy tuya —, musitó a pesar de la inseguridad que sentía.Erik no le quitó la vista de encima mientras se despojaba de sus ropas. Dejó de pensar en cualquier cosa que no fuera hacerla suya de la forma que venía deseando desde hace mucho. Haría que ella gritara su nombre una y otra vez.El deseo en sus ojos era más que evidente, y eso hizo que se sintiera con más confianza. Subió a la cama apoyado en sus manos y rodillas. Hedda intentó acariciarlo, pero él la detuvo. La tomó de sus manos y sujetándola con solo una de sus grandes manos, las llevó por encima de su cabeza. En tanto que con su otra mano comenzó a acariciar una de sus piernas.Hedda no estaba segura de en qué momento su cuerpo había empezado a temblar. Pero estaba segura que no era de miedo. Confiaba en q
Al abrir sus ojos, lo primero que Hedda buscó con su mirada fue el cuerpo de Erik a su lado, pero su espacio estaba vacío y frío. Eso quería decir que hace mucho tiempo él se había levantado.Al levantarse sintió una leve molestia entre sus piernas. Pero lo ignoró lo mejor que pudo. En lugar de su doncella, otra sirvienta llegó para ayudarle a preparase. No preguntó por su amiga, porque tenía algo de prisa.—¿Sabes dónde está el príncipe? —Preguntó. La chica le respondió que había visto al príncipe entrar a su biblioteca. Hedda se apresuró a ir a su encuentro.El guarda la dejó entrar sin ser anunciada.—Esperaba despertar contigo —dijo ella colocándose frente a él.—Como vez, Hedda tengo cosas que hacer —respondió él sin aún mirarla.—Sé que eres un hombre muy ocupado, pero al menos debiste quedarte un poco más. Por cierto, anoche no dijiste nada.—¿Qué se supone que debía decir? Pasó lo que tenía que pasar.Hedda se interpuso entre él y su escritorio haciendo que Erik dejara de ver
Einar bajó del caballo. Luego tomó a Nilsa de su cintura y la ayudó a bajar.—¿Qué estamos haciendo aquí? —cuestionó ella tratando de ignorar la manera en cómo se sentía cuando él colocaba sus manos sobre ella.—Ya te dije, dando un paseo. —Él le regaló una sonrisa y ella estuvo a punto de derretirse. La llevó por un sendero; de tanto en tanto, la tomaba de la mano para ayudarla a descender. Pronto se vio a la orilla de un río. Cerca había un bote pequeño, Einar la llevó hasta ahí. Sin previo aviso, la levantó en sus brazos y ella chilló de la sorpresa. En cuestión de segundos estaba sentada dentro del bote y Einar lo empujó hacia el agua. A ella no le pasó desapercibido lo fuerte que él era y se regañó por no haber sido capaz de apartar su vista de él.—¿Acaso estás tratando de dejarme aquí perdida? Pues déjame decirte que sé nadar muy bien, y puedo orientarme. Así que puedo llegar por mi cuenta al palacio. —Einar tiró su cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. Ella no pudo evitar
Quizás debería de pensar en algo diferente, para hacer que Erik la perdonara, pero quizás aún era muy pronto para darse por vencida. Habían pasado tres días desde la noche que estuvieron juntos. Él aún la trataba con indiferencia, y no había vuelto a dormir en la habitación.Dejó de darle vueltas al asunto y decidió que pensaría en algo al día siguiente. Estaba por quedarse dormida, cuando la puerta de su habitación se abrió, entonces, se puso en alerta.—Mi señora —dijo uno de los guardas.—Sí —contestó mientras se levantaba y se colocaba un abrigo encima de su camisón de dormir. El guarda entró sosteniendo al príncipe—. Jensen, ¿qué sucedió?—Mi señora, me temo que el príncipe está ebrio. —Eso la sorprendió, pero reaccionó de inmediato, le pidió que lo acostara en la cama y ella lo sostuvo de sus hombros.—Está bien, yo me encargo —dijo, y el soldado asintió antes de salir de la habitación.—¿Ahora te embriagas? —cuestionó molesta. Tomó una de sus camisas limpia y, como pudo, le ret