Capitulo 4

   —Han pasado ya dos meses. —dice la Princesa afligida, acariciado su vientre ya un poco vistoso.

Morgana Camina de un lado al otro, por la habitación, un poco ansiosa. Con su vestido blanco, lista para dar el sí. Esperando el momento de ir al altar.

—Mi pequeñín, volveremos a estar junto a tu padre, lo prometo—dice ella con lágrimas en los ojos.

(…)

   De repente tocan la puerta sin previo aviso, va a su tocador para verse en el espejo,  se pasa las manos por las mejillas, limpiando su rostro delicadamente para no arruinar el maquillaje.

—Adelante — dice Morgana, acostandose en su cama.

Ve como el pomo de puerta es girado, conjunto a esto se escucha el rechinar de esta misma al ser abierta. Ve como su sirvienta entra en la habitación, hace una pequeña reverencia y le dice:

—Disculpe su Majestad —dice la sirvienta, acercando se acerca a  ella lentamente— su padre le está esperando en el pasillo, quiere saber si ya está lista.

Morgana voltea y la mira dolorosamente, y le enseña una sonrisa forzosa. Para que ella no se dé cuenta de su estado de ánimo, ya que si lo notara, le diría a mi padre que no estoy bien, a veces agradezco su preocupación, pero hoy no puedo dejar ver lo que en realidad me está pasando.

—Está bien Fark, dile a mi padre que saldré en cinco minutos. — dice Morgana firmemente —. Puedes retirarte.

—Si mi señora, espero tenga un provechoso día, me retiro— dice Fark, haciendo una reverencia y retirando se de la habitación.

Morgana se levanta de su cama, y va a su retocador para arreglar su maquillaje, tiene que estar perfecta para este día, termina de arreglarse tanto el maquillaje como su peinado, y se levanta para dirigir se a la puerta camina pesadamente, y antes de abrir la puerta se sacude el vestido para quitar las arrugas que se habían formado. Suspira nostálgica y duda un poco antes de abrir la puerta.

“Terminemos con esto, por el reino” pensé para darme ánimos.

Sin demorar me un minuto más, abrí la puerta lentamente, y salí un poco para luego cerrar la puerta al salir totalmente, no tuve que esforzar me mucho en buscar a mi padre, puesto a que mi padre daba vueltas en su lugar un poco nervioso.

—Padre —exclama la Princesa y futura Reina.

El rey Abaduel voltea y la observa detalladamente, sonríe apenas la ve, y al detallar la coloca sus manos en su boca en forma de asombro. La princesa Morgana, vestía un hermoso vestido de color perla bastante grande para ocultar ese bulto que ella tanto apreciaba. El vestido tenía una cola tan larga que esta misma se enroscaba a su alrededor, también llevaba como velo unas lindas flores, de todos los colores con una tela fina de color hueso adherida a esta. La princesa se veía como una verdadera reina y el rey Abaduel creía lo mismo.

—Mi hermosa niña -dijo el rey Abaduel. Acercándose a ella para en volverla en un fuerte abrazo. La mira tiernamente —. Pequeña me permite llevarla hasta el altar.-

—Claro padre, me aria muy feliz— le responde Morgana. Con una sonrisa torcida.

“Si supieras que llevas a tu única hija a su propia hoguera”

—Ya quita esa mala cara, mi pequeña—le dice su padre ofreciendo le su brazo para comenzar a caminar—. Estas a punto de casarte no es tu funeral.

—Si padre, lo haré. Lo siento— contesta la princesa, suspira y coloca su mejor cara. Toma el brazo del rey.

Comienzan a caminar, pasando por el umbral de mármol, saliendo a la estancia del lugar. Allí se encontraban criaturas de este reino Bruwld (Reino brujo), como de los reinos de wolftom (Reino de los licántropos), Elfdawn (Reino de los elfos) y de los pueblos lejanos de Dewcraft (poblado duende), Gigalcrow (poblado de gigantes), Ghowss (pueblo gnomos), Endwlds (pueblo enano) y muchas otras especies mágicas. A su lado izquierdo la servidumbre, muchos guardias alrededor de todo el lugar.

Todos se encuentra sonrientes y alegres por la unión de los tortolitos, mientras caminan al final de la alfombra color hueso, se encontraba, el Príncipe hubiere (próximo rey de  Farell Flo y Bruwld).

Morgana levanta la vista del piso y busca entre las criaturas a su amado, pero al no encontrar lo sonríe satisfecha, no sería ético que fuera a ver como su amada se casa con el hombre que no ama. Al cabo de tanto andar y saludar a los presentes, llegan al altar, el rey le da un beso en la coronilla y dirige su mirada al que será el esposo de Morgana, el príncipe Lumiere.

—Te entregó a mi más grande tesoro —dijo el rey Abaduel.

—La deja en excelentes manos —dice el Príncipe Lumiere, extendiendo la mano hacia Morgana.  

Morgana le pone los ojos en blanco y le sonríe falsamente. Toma su mano para terminar uno al lado del otro.

—Bienvenidos sea todos a esta maravillosa velada —dijo el anciano Lafeld. Capturando la atención de todos.

El anciano Lafeld recita un largo testimonio, el cual  presenta que nuestras vidas se entrelazaran por el resto de nuestras vidas. Después de un buen rato el anciano se dirige a nosotros y nos hace la pregunta más importante de la noche.

—Lumiere Bruwld, ¿acepta a Morgana Farell Flo como tu legitima esposa?—pregunta Lafeld 

—Sí, acepto— dijo Lumiere, le sonríe dulcemente a Morgana.

—Morgana Farell Flo, ¿acepta a Lumiere Bruwld cómo tú legítimo esposo?

Mira a todas partes sin saber qué hacer, solo sabe que esta será la peor decisión que va a tomar por el resto de sus días, pero aun así se arma de valor y responde balbuceando.

—Sí, acepto —dijo Morgana, al borde de las lágrimas.

—Muy bien, con el derecho que se me confiere a mí por el rey Abaduel, — dice el anciano tomando nuestras manos para juntarnos—. Los declaro marido y mujer, ya puede besar a la novia.

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