Novia por Contrato de mi Amigo GAY
Novia por Contrato de mi Amigo GAY
Por: Solange Ricci
Abre los ojos

Amanda.

Mañana es el día, estoy más que emocionada, por fin mi compromiso con Josh, será un hecho.

Será el evento del año, ya veo los titulares mañana : "La vice presidente de Sophistic, Amanda Roswellte, anuncia su fecha de boda, después de seis años de relación, con su amado novio, Josh Harper, dueño de Icónica ".

Por fin se hará realidad poder formar nuestra propia familia, hoy le daré una sorpresa.

Voy camino a su departamento, llevo puesta la lencería que vi en el desfile de la semana pasada.

Un conjunto de encaje negro con corset, que espero le encante como a mi, además será nuestra primera vez, por suerte tengo las llaves, así que será una verdadera sorpresa.

Bajo de mi auto y voy directo al ascensor, el portero intenta decirme algo, pero hoy no tengo tiempo de quedarme a charlar.

Subo rapidísimo cerrando las puertas, marcó su piso, el camino es rápido, son solo siete niveles.

Abro lentamente, haciendo el menor ruido posible. Estoy por retirar mis zapatillas, cuando escucho la voz de Josh.

Detengo lo que estaba haciendo, y camino a su recámara, pues además de él, se oye otra voz bastante familiar.

No me quiero hace ideas que no son, el corazón me empieza a latir descontrolado, y mi estómago siente una ráfaga de miedo.

La puerta está entreabierta y veo como mi prometido, esta de rodillas frente a su cama haciendo un oral a la que creí mi mejor amiga, Leila Turner.

Cubro mi boca para no llamar su atención, las lágrimas salen de mis ojos sin permiso.

No me atrevo a hacer una escena pero tomo imágenes, necesito pruebas de su infidelidad. ¿Qué me dirán? ¿Que no es lo que creo, a pesar de que lo he visto?

Es mejor que me vaya con lo poco de orgullo que aún me queda, regreso sobre mis pasos y salgo de aquí.

Par de mentirosos, ella diciendo que había ganado la lotería con esa escoria, mientras se le metía a la cama.

Sabrá Dios, desde cuando me ven la cara de idiota, llego a mi auto hecha un mar de lágrimas.

Y aunque sé que no debería, me dirijo a la licorería más cercana, necesito un buen trago para olvidar lo estúpida que he sido.

Más coraje tengo conmigo, por ser tan ciega y no ver la verdadera cara de ese par de traidores.

Compro una botella de vodka y me voy tomando directo de la misma, llego a un club, que no se ve muy concurrido.

Intento ingresar, pero el gorila de la entrada me dice que si no cuento con membresía ni lo intente.

— Mejor regrese a su auto, no cualquiera puede pagar su estadía aquí. — Me dice bastante burlón, barriendome con la mirada.

—¿Y como sabes que no puedo? Mejor llevame con tu administrador—Creo que el alcohol está hablando por mi—Dejame callar esa boca tuya, para ser el cadenero, eres muy prepotente.

Creo que no le agradó mi comentario, pues me toma algo brusco del brazo y me lleva por un pasillo, hasta lo que parece una oficina.

Llama a la puerta y sale una chica con muy poca ropa y un antifaz en el rostro, que solo deja ver sus ojos.

—La niña cree que puede pagar una membresía—Dice el gorila.

La chica, al igual que el mastodonte este, me barre con la mirada. Bueno en este lugar no saben hacer otra cosa o ¿Qué?

—Dejame ver que dice el jefe. Sígueme niña.

Bufo por como me llaman, pero con la valentía que me proporcionó esa media botella de vodka, avanzo siguiendo a la encuerada.

Después de como veinte minutos, donde el que supongo es el dueño, me explica el teje y maneje de su club, al fin puedo realizar el dichoso pago.

Le sonrío burlona a la chica, y me entrega un antifaz muy parecido al suyo, me explica que son política del club.

Al carajo, de todos modos ya estoy aquí, ya pagué, que más da. Me coloco la bella máscara, me retiro la ropa, quedando solo en la estúpida lencería de encaje y me adentro al lugar.

Llego directo a la barra y pido otro vodka, en lo que me dan mi trago, giro a ver el show que está en este momento.

Hay varias chicas bailando en jaulas y tubos, parejas en sillones teniendo relaciones, y los chicos de la barra atienden solo en tanga.

Vaya que llegue a un muy buen lugar para olvidar al cortito de Josh, al primer macho que me guste y me invite a pasar a los silloncitos con él, le hago caso.

Mi trago llega y me viene a la cabeza el recuerdo de ese par de escorias, lo tomó de una sola.

Pido uno más que me tomo igual que el primero, pido dos más, que sumados a lo que ya había consumido, empieza a hacer estragos en mi vejiga.

Preguntó por los sanitarios, voy algo mareada, pero no lo suficiente como para olvidar la asquerosa escena que presencié hace unas horas.

Entro y por suerte no hay nadie, todos han de estar disfrutando allá afuera, y yo aquí orinando mi dolor.

Salgo un poco menos ebria de cuando entré, así que en vista de que nadie está disponible, trato de regresar a la barra.

Pero un fuerte pecho se cruza en mi camino, haciendo que el agua se me haga boca, digo al revés.

Es que este hombre está como para disfrutarlo como helado, pasándole la lengua hasta que termines.

—Creo que he encontrado a alguien libre esta noche. ¿Te gustaría pasar a mi VIP?

Su voz gruesa de inmediato hizo estragos en todo mi cuerpo, debe ser por el alcohol que ya ando alucinando cosas.

Esa voz se me hace familiar, pero en este momento no logro relacionarlo con nadie, pero de que es sensual, lo es.

Nos estamos viendo directo a los ojos, pero sin que yo controle el movimiento, mi mano esta rosando con los dedos en esa sedosa piel.

Llego hasta sus carnosos labios, delineando ese jugoso corazón que se alza en el borde.

El abre la boca introduciendo mi índice en ella, en ningún momento perdemos el contacto visual.

Y aunque no pueda ver su rostro, estoy más que convencida que esta noche perderé lo que he guardado por años.

Recordando el motivo por el cual estoy aquí, asiento con la cabeza, aceptando pasar la noche con este alto y sensual hombre.

Eleva su mano a la mía, encaminandonos a nuestro destino, pensé que nos quedaríamos en uno de los privados aquí abajo.

Sin embargo, llegamos a unas escaleras al final del establecimiento, las mismas que subimos, yo detrás de él.

Hay varias puertas, unas más lujosas que otras, no son muchas, como cinco a lo mucho, llegamos a la última.

Parece ser la más grande, y por lo que alcanzo a ver, también es él apartado más exclusivo.

Pues se ve el lujo que emana la fachada, pone su dedo sobre un lector digital, abriendo la puerta.

Me jala hacia adentro de la habitación, encendiendo en automático las luces en tonos rojos, haciendo más erótico el momento.

Me quedo observando todo, hay varias cosas colgando del techo, vitrinas con lo que parecen ser juguetes, una enorme cama con tubos en las esquinas, sillones, una enorme cruz empotrada a una pared, frente a la cama un raro columpio, entre otras cosas.

Escucho ruido, el delicioso hombre está sirviendo dos copas de champagne, me ofrece una.

Hacemos un pequeño choque de copas y bebemos del delicioso líquido, retira las copas, dejándolas sobre la mesa.

Se acerca a mi con esa mirada felina qué me desarmó en cuanto nos vimos, estoy maravillada con la vista.

Lleva solo un pequeño calzoncillo en piel, y va descalzo, su enorme cuerpo cubre el mio.

Estamos cerca de la cama así que me gira, haciendo que me agarre de uno de la tubos.

Siento su enorme y endurecido bulto, en mi espalda baja, y es imposible no compararlo con la miniatura de Josh.

Sí bien nunca tuvimos sex*, tuve la mala experiencia de hacerle varios orales y ayudarlo con mis manos.

Así que se muy bien que esto es un tremendo animalón, comparado con esa pequeña sanguijuela.

Siento como baja mis pequeñas bragas, y masajea mi trasero, propinando una fuerte nalgada en cada gluteo.

Un fuerte gemido abandona mi boca, y siento sus dedos entrar en mis ya muy humedecido labios.

¡Carajo! Este hombre si que tiene las manos grandes, pues a pesar que lo disfruto, si es un poco incómodo.

Con Josh, nunca pude siquiera mojarme, y con este desconocido, ya estoy hecha un río.

No se en que momento se deshizo de su poca ropa, pero siento como su glande juega en mi entrada.

Mis caderas toman vida propia, pues se mueven al compás de los embistes de su mano, sintiendo la punta de su dureza y sus dedos jugando en mis pliegues.

Termina de sacar sus dedos, y los lleva a mis labios para que pueda probar mis jugos.

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