Algo que odio de los hospitales es la espera, esperar en un pasillo, esperar respuestas. He vivido eso con mi madre, y lo he hecho con Olivia. No me gustan estos lugares.
Cuando por fin alcanza el turno nuestro, me pongo de pie con ella, quien me mira extrañada, mientras camino a su lado, y cuando pretende entrar sin mí, la miro yo con las cejas arqueadas.- ¿Qué? – pregunta.- Yo te obligue a venir, merezco saber las respuestas. – respondo como sin nada, ingresando al consultorio, y oyendo la risita de la enfermera.Por una puerta aparece el medico que atenderá a Oli.- Buenas tardes, soy el doctor Raúl Snow, díganme ¿En para que soy bueno?- La señorita aquí presente no retiene alimento en su estómago hace días. – inicio la conversación- Entiendo. – mira a la mujer sentada a mi lado. – Dime, Olivia. – mirando su carpOlivia CampbellEnterarme que estoy embarazada fue una cubeta de agua fría, era algo que definitivamente no esperaba. Es inefable, la felicidad no cabe en mi cuerpo.Y ahora estoy temblando de nerviosismo, pues debemos darle la noticia a mi familia, y ciertamente no sé cómo lo tomaría mi hermano, pues nunca le he dicho que tengo una relación con mi jefe. - ¿Preparada? – consulta Dalbert, ingresando a la habitación.- No. – susurro, y éste suelta una risita que lo hace ver adorable con sus hoyuelos.- Todo estará bien, cariño.- Ni siquiera saben que mantenemos una relación. – suelto. - Y ahora lo sabrán. – responde
Las náuseas se intensificaron y la sobreprotección de Dalbert con ella hasta el punto de quererlo lejos de mí. Se ha vuelto paranoico, ni caminar tranquila una puede. Era tierno al principio, pero en estos momentos tengo unas ganas de tirarle la silla encima. - ¡Basta Dalbert! – pido al borde del colapso. – Te amo demasiado y agradezco el que me cuides, pero me estas sofocando, cariño. – confieso. Guarda silencio, y se queda quieto con la silla de ruedas que ha comprado para que no camine. Si, hasta ese punto es su paranoia. - Pero, no quiero arriesgarme a que te pase algo. - Me pasará si sigues tratándome como una invalida. Suspiro. - Dalbert, estoy embarazada no enferma.- Pero…- Pero nada, déjame trabajar. – Digo ofuscada por su terquedad. Ni siquiera tengo la panza grade para que me trate de ese modo, además de avergonzarme oblig
Han pasado exactamente dos semanas, Dalbert se ha mostrado muy atento a todo. Mi vientre está más hinchado, no tanto para que sepan que estoy embarazada, por lo que he aprovechado al máximo algunas salidas que me ha brindado mi novio para que no entre en depresión y lograr distraerme un pocoEn estos momentos me estoy vistiendo para la cita que tengo con Dalbert, después de mucho volveremos a salir a cenar nuevamente como una pareja normal, y aunque yo solo pido una cena normal, el prefiere llevarme a esos lugares más lujosos para evitar que hablen de él. Señor humilde le llaman. Bajo las escaleras, y al pie de la misma, encuentro a mi familia reunida, sonrientes, esperándome. - Luces, hermosa. – me alaga Dalbert, al tomar mi mano cuando llego al último escalón.- Tú también estás muy apuesto hoy. - ¿Y si cancelamos la cita? – pregunt
El olor asqueroso del alcohol penetra mis fosas nasales. Un rostro encantador aparece en mi campo de visión, y si, es mi hermoso prometido con una cara nada feliz. - ¿Estás bien? ¿Qué sucedió? ¿Vamos al hospital? – Quiero ser sincera y confesarle lo que vi, sin embargo, es mi día feliz, es nuestro día feliz, por lo que decido callar tal información que en el fondo sé es importante.- Estoy bien, solo bajó mi presión. – su ceño se frunce, sin embargo, opta por seguirme la corriente. – Denme espacio, siento que me falta aire. – pido, y es verdad. Que estén sobre mí no ayuda. Miro a Dalbert, quien me observa serio. – Vamos a casa vida. Mi ogro hermoso y solo asiente. Me ayuda a ponerme de pie, nos despedimos de todos con la excusa que iré a descansar, aunque todos vivimos en la misma casa. Cuando llegamos por fin a nuestro hogar, tomados de la mano ingresamos dentro de ella y subimos en silencio hasta nuestra habitación. Una vez en ella, decido agradecerle a Dalbert su h
- Sabes la palabra clave. – más que una pregunta, es una afirmación. - Sí, señor.Cuando termino de decir esas palabras, me susurra un “Buena Chica” mientras el sonido de un vibrador o lo que sea que tenga en mano, suena. Supongo que me recorrerá con eso el cuerpo, sin embargo, siento como algo presiona mi pezón. Duele, pero es algo soportable. Besa el otro lado para estimularme y siento como la humedad colapsa entre mis piernas. Me remuevo excitada. Soy tan sensible a él, a sus toques, a sus juegos. Ese juguete recorre mis labios, mi cuello, mis senos que están sensibles y baja de manera lenta y peligrosa por mi vientre hasta llegar en mis labios, logrando que arquee mi cabeza y que un gemido escape de mi boca al percibir aquello en esa zona. Cerré mis ojos dejándome hacer, disfrutando de las sensaciones que me generaba ese aparato. Sin embargo, quería más.Se
Despierto desorientada por los rayos de la luz del sol. He olvidado cerrar las cortinas la noche anterior, y para ser francos estábamos muy ocupados haciendo otra cosa que pensar justamente en eso.Solo puedo imaginarme ser devorada salvajemente bajo la luz de la luna que ingresaba por este ventanal que ahora mismo da paso a una luz mucho más molestosa. Gruño en respuesta de descontento. Quiero dormir más, sin embargo, reacciono al notar que al lado mío se encuentra vacío. Frio y vacío.A rastras salgo de la cama, me preparo lentamente y cuando por fin estoy lista, salgo de la habitación, tomándome de frente con un guardia que se encontraba recostado por la pared frente a la puerta de mi habitación. - ¿Qué ocurre? – pregunto, ya que me parece ilógico que haya seguridad aquí si afuera estamos rodeados.- Me pidieron que la escoltara hasta el comedor. &nda
Dalbert BrownConfianza.¿En serio confié en las palabras de éste hombre al recibir su mensaje? Sé que he sido un idiota, pero esta vez me pasé. Creer en las palabras de un loco es caer bajo. Salí esta madrugada, porque supuestamente solo debía llegar a un acuerdo con él con respecto a dinero. Le creí al mencionarme que no tenía como defenderse y sobrevivir después de la muerte de su jefe. No obstante, solo era una trampa, porque apenas salí fuera de la mansión, fui interceptado por dos camionetas y varios hombres, quienes, a parte de golpearme, me han secuestrado y ahora estoy aquí, sucio, ensangrentado y respirando el aroma a humedad mezclada con algo podrido
Con mucha dificultad me puso de pie, logrando apartar de su cintura dicha navaja y muy afilada, por cierto, y sin que la pelinegra logre darse cuenta empezar a cortar a duras penas tales nudos. - ¿Por qué lo hiciste? – pregunto Olivia, quizás para distraerla de mis movimientos o realmente se sentía curiosa. - Solo quería vengarme de su padre. No sabía que eran mafiosos. - Él no te perdonará. – digo, refiriéndome a Andréi. Se de primera mano que el aprecia bastante a Oli, que daría la vida por ella. Entenderán al aprecio que me refiero.- ¿Quién? – pregunto, y libere mis manos. Sin importarme nada me lance al suelo y corte de una la soga que amarraban mis pies, Verónica reaccionó y se lanzó sobre mi gata, quien logró esquivarla. Cayó de bruces al suelo, sin embargo, en ningún momento soltó el