Trabajar bajo presión es mi pasión y últimamente es lo que menos hago. Dalbert parece olvidarse de que soy su asistente y eso me pone furiosa. Lo menos que quiero es dar en que pensar a los compañeros.
Subo al ascensor con las carpetas que me había pedido, cuando llego al piso, ingreso sin tocar a la oficina de Dalbert. Este al verme sonríe, se pone de pie y rodea su escritorio para llegar hasta mí, ignorando por completo a la mujer que se encontraba a su lado.- Gracias por venir. – susurra cuando por fin llega hasta donde estoy, toma las carpetas y me pide que lo siga, sin embargo, esto es algo que él debe de solucionarlo por su cuenta.- ¿Desde cuando eres tan sonriente con tu asistente? – y le doy la razón, incluso para mi resulta extraño, especialmente porque estamos en la empresa.- Desde siempre. – responde con simpleza, mi ceño se frunce un poco m&aacuTengo puesto un sexy vestido pegado al cuerpo que no deja nada a la imaginación, debajo de ella llevo unas lencerías que en mi vida he utilizado, pero quiero que esta noche sea especial.No tengo idea a donde iremos, solo sigo sus órdenes y visto como sugirió.Cuando bajo las escaleras, lo encuentro al final, esperándome y al verme, el destello de sorpresa no pasa desapercibido. - Te vez, sabrosa. – esto último lo dice coqueto. - ¿Preparada para esta experiencia? Solo acepto a sus palabras y él sonríe, como lo ha venido haciendo desde que salimos. - ¿Puedo hacerte una pregunta? – consulto, mientras caminamos fuera de la casa. - Todas las que quieras.- Antes no sonreías, y ahora, lo haces todo el tiempo. - Antes no tenía motivos, pero ahora te tengo a ti. – sonríe de lado. – Siéntete privilegiada de ser dueña ha
Desde ese momento mis pensamientos con respecto al sexo cambiaron. Mis gustos se ampliaron y he disfrutado al máximo cada encuentro con él.Las noches se han llenado de gemidos orgásmicos, suspiros de placer, maldiciones exquisitas que son generados por el choque de nuestros cuerpos, llenándonos de diversas sensaciones jamás experimentadas.Los días fueron pasando y nosotros lo hacíamos en cada rincón de la casa, del auto, de la oficina. No importaba donde, la necesidad ganaba. Siempre queríamos más. No he descuidado en ningún momento mi trabajo, al contrario, trabajaba de mejor humor, y ni hablar de Dalbert, quien se mostraba tranquilo en todo momento, despertando la curiosidad de todos los trabajadores de su empresa.De Ilkai no hemos tenido noticias, ha desaparecido. Sus secuaces han sido atrapados, y en su mayoría están muertos, todos en manos de Ronin y su gente por t
Dalbert BrownEnterarme de las pérdidas millonarias de mi empresa es algo que nunca creí pasar, puesto que el control masivo aquí es sorprendente. Tengo un equipo de seguridad impenetrable y sistema de control de alta tecnología informática. Todo indica que fue Olivia, pues es la única con acceso a esa área, sin embargo, las transferencias ocurren desde hace dos años, meses antes de que ella ingrese a la empresa lo que le da un punto a favor. Y estos últimos días hubo aviso de dos transferencias de una cantidad considerable y efectivamente ella no fue, porque en ese momento se encontraba conmigo. Existen miles de formas de realizar fraude, pero de algo estoy seguro y es que para que ella teng
Algo que odio de los hospitales es la espera, esperar en un pasillo, esperar respuestas. He vivido eso con mi madre, y lo he hecho con Olivia. No me gustan estos lugares. Cuando por fin alcanza el turno nuestro, me pongo de pie con ella, quien me mira extrañada, mientras camino a su lado, y cuando pretende entrar sin mí, la miro yo con las cejas arqueadas.- ¿Qué? – pregunta. - Yo te obligue a venir, merezco saber las respuestas. – respondo como sin nada, ingresando al consultorio, y oyendo la risita de la enfermera.Por una puerta aparece el medico que atenderá a Oli. - Buenas tardes, soy el doctor Raúl Snow, díganme ¿En para que soy bueno?- La señorita aquí presente no retiene alimento en su estómago hace días. – inicio la conversación - Entiendo. – mira a la mujer sentada a mi lado. – Dime, Olivia. – mirando su carp
Olivia CampbellEnterarme que estoy embarazada fue una cubeta de agua fría, era algo que definitivamente no esperaba. Es inefable, la felicidad no cabe en mi cuerpo.Y ahora estoy temblando de nerviosismo, pues debemos darle la noticia a mi familia, y ciertamente no sé cómo lo tomaría mi hermano, pues nunca le he dicho que tengo una relación con mi jefe. - ¿Preparada? – consulta Dalbert, ingresando a la habitación.- No. – susurro, y éste suelta una risita que lo hace ver adorable con sus hoyuelos.- Todo estará bien, cariño.- Ni siquiera saben que mantenemos una relación. – suelto. - Y ahora lo sabrán. – responde
Las náuseas se intensificaron y la sobreprotección de Dalbert con ella hasta el punto de quererlo lejos de mí. Se ha vuelto paranoico, ni caminar tranquila una puede. Era tierno al principio, pero en estos momentos tengo unas ganas de tirarle la silla encima. - ¡Basta Dalbert! – pido al borde del colapso. – Te amo demasiado y agradezco el que me cuides, pero me estas sofocando, cariño. – confieso. Guarda silencio, y se queda quieto con la silla de ruedas que ha comprado para que no camine. Si, hasta ese punto es su paranoia. - Pero, no quiero arriesgarme a que te pase algo. - Me pasará si sigues tratándome como una invalida. Suspiro. - Dalbert, estoy embarazada no enferma.- Pero…- Pero nada, déjame trabajar. – Digo ofuscada por su terquedad. Ni siquiera tengo la panza grade para que me trate de ese modo, además de avergonzarme oblig
Han pasado exactamente dos semanas, Dalbert se ha mostrado muy atento a todo. Mi vientre está más hinchado, no tanto para que sepan que estoy embarazada, por lo que he aprovechado al máximo algunas salidas que me ha brindado mi novio para que no entre en depresión y lograr distraerme un pocoEn estos momentos me estoy vistiendo para la cita que tengo con Dalbert, después de mucho volveremos a salir a cenar nuevamente como una pareja normal, y aunque yo solo pido una cena normal, el prefiere llevarme a esos lugares más lujosos para evitar que hablen de él. Señor humilde le llaman. Bajo las escaleras, y al pie de la misma, encuentro a mi familia reunida, sonrientes, esperándome. - Luces, hermosa. – me alaga Dalbert, al tomar mi mano cuando llego al último escalón.- Tú también estás muy apuesto hoy. - ¿Y si cancelamos la cita? – pregunt
El olor asqueroso del alcohol penetra mis fosas nasales. Un rostro encantador aparece en mi campo de visión, y si, es mi hermoso prometido con una cara nada feliz. - ¿Estás bien? ¿Qué sucedió? ¿Vamos al hospital? – Quiero ser sincera y confesarle lo que vi, sin embargo, es mi día feliz, es nuestro día feliz, por lo que decido callar tal información que en el fondo sé es importante.- Estoy bien, solo bajó mi presión. – su ceño se frunce, sin embargo, opta por seguirme la corriente. – Denme espacio, siento que me falta aire. – pido, y es verdad. Que estén sobre mí no ayuda. Miro a Dalbert, quien me observa serio. – Vamos a casa vida. Mi ogro hermoso y solo asiente. Me ayuda a ponerme de pie, nos despedimos de todos con la excusa que iré a descansar, aunque todos vivimos en la misma casa. Cuando llegamos por fin a nuestro hogar, tomados de la mano ingresamos dentro de ella y subimos en silencio hasta nuestra habitación. Una vez en ella, decido agradecerle a Dalbert su h