Dalbert Brown
Confesar lo que quería no estaba en mis planes, pero ya está hecho, no hay vuelta atrás y tampoco voy a retroceder. Todo lo que dije era cierto y funcionó para cerrarle la boca por unos momentos. Aún sigo reprochándome el mal rato que le hice pasar con mis palabras, por creer que tenía un novio demostrando de ese modo el interés que tenía en ella y sobre todo y no menos importante, por vomitarle encima.Sigo con la vergüenza latente, y agradezco a lo que sea que haya sido, que aquella noche ella se haya marchado sin despedirse porque no estaba preparado para mirarla a la cara.Fue tanto mi borrachera que no pude ni siquiera levantarme, pero ese día lo necMe encontraba sentado en la silla detrás de mi escritorio, pensando en que hacer. Miro mi reloj y aún faltaba varios minutos para que Olivia se presente, si es que lo hacía. Y si no, la entendería perfectamente.- Pasado traumático. – murmuro bajo a la nada, pensando en lo que significaría eso exactamente mientras juego con la tarjeta que ella me dejó.Quiero entender la gravedad de la situación, nunca me inmiscuí en sus asuntos, pero ayer, al verla temblar de miedo, llorar y me hizo querer protegerla. Solo porque es alguien importante y me ha ayudado bastante con la empresa. Unos golpes en la puerta me sacan de mis pensamientos. Autorizo su pase y juro que temblé en mi lugar por lo hermosa que es. Desde que la bese, no ha pasado ni un solo día que no piense en las mil posiciones que quiero tenerla. Se veía radiante con esa ropa que no entiendo porque me parecía aburrida,
Olivia CampbellMi respiración esta errática. Fue el mejor orgasmo, pero cuando volví en mí, me encontré con sus ojos. Pude ver su erección a través del pantalón y con la mirada que me daba sabía que quería más, pero como ya volví, no podía avanzar, no podía darle el gusto de ser una más.Lo empuje hacia atrás y no opuso resistencia. El solo sonreía. - Fue un error. – dije, mientras trataba de arreglarme.- Eres cruel, Oli. – dice, y sé que se refiere a la erección que lleva entre sus piernas.Y cuando intentaba acercarse nuevamente, sin dudarlo me aparté y hui como la cobarde que soy, pero antes
La noche fue pésima, no pude dormir en toda la noche y el apetito se me fue. El estrés en mi cuerpo es notable, las bolsas bajo mis ojos son pruebas de ellos. No puedo sacar de mi cabeza el rostro de Ilkai. Ese psicópata está obsesionado conmigo. Nunca pude entender su locura con mi persona, mucho menos porque se empeñaba en acosarme, eso no era amor. No lo conozco. No sé nada de su vida, simplemente un día apareció y empezó a hostigarme a tal punto de secuestrarme y jugar conmigo. Sufrí más de veinte días, encerrada, manoseada y violentada por él, humillada y burlada. Lloré más de lo que lloré en toda mi vida. He perdido mucho en esta vida como para que vuelva a joderme ahora que por fin estoy superando. Pero ¿Cómo huir? Tan solo ver su rostro, todo lo que viví alguna vez volvieron a mortificarme. El hecho de tan solo salir a l
- Debemos aceptar hermana. Es una buena oportunidad para protegerte, de lo contrario debemos irnos. – no quiero aceptar, pero tampoco quiero seguir huyendo. - Necesito saber toda la historia. – habla después de mucho mi jefe. – Quiero escucharlo de tu boca. – Había salido junto a Paulo y cuando volvió tenía el rostro rojo, estaba furioso. En sus manos llevaba una carpeta, que estaba presionando hasta el punto de arrugarlo por la presión que ejercía. Su cuero estaba tenso. Inhalo una bocanada de aire. Recordar mi pasado y hablar de ello me poner realmente muy mal. Me pongo de pie y empiezo a caminar de un lado a otro, como muestra de lo incomoda y nerviosa que me encuentro.Si no quieres, no lo hagas. – dice mi hermano. Lo miro y le brido una sonrisa que no llega ni a los ojos. - Cuando tenía veintiún años, recién cumplidos, era aún estudiante universitari
Dalbert Brown ˃˃ Usado, prostituto ˂˂ - Pensaba seriamente, recordando las palabras de su amiga o quien sea que estuviese hablando con ella en ese momento. Nunca me puse a pensar en que dirían las personas, pues siempre intentaba cuidar mi imagen, pero ella sabía con exactitud lo que hacía, nunca lo vi de ese modo y por increíble que parezca, sentí vergüenza de que me tildara de esa manera. Normalmente a las mujeres se la menosprecia por tener un pensamiento diferente, tener la mente más abierta, incluso por disfrutar su vida de una manera libertina, pero a los hombres se los aplaude y eso me lleva el recuerdo de aquella noche que ofendí a Oli y me dijo que ya estaba acostumbrada. Me comporté como un machista, solo por vestirse con algo diferente.
Lo primero que hice cuando me enteré que la condenada mujer que me roba los suspiros se marchó sin sus guardaespaldas, fue llamarla. Pero no atendió. Obvio que no contestaría porque soy yo, pero,¡maldición! Hay un puto loco afuera acechándola y ella se hace la loca y huye.¿Es que acaso no es consciente del peligro que corre? Que existen personas que nos preocupamos. Que yo me preocupo. ¡Claro que no! A la gatita altanera se le ocurre huir por miedo, cuando el verdadero peligro está afuera.Salgo disparado de la empresa ya que en definitiva no contestaría mis llamadas, y eso es demasiado extraño viniendo de ella. Quiero creer que le intimido, pero antes igual contestaba, esta no es una excusa. Pido al chofer que me lleve hasta su casa y a medida que avanzamos por las calles de la ciudad insisto en comunicarme, pero nada, ahora ya me da a buzón.Fuimos interceptados por una camioneta. Al principio me alarmé, pues creí que fuese el tal Ilkai, pero al ver al sujeto bajar de su
No entablamos conversación, la lleve directo a mi casa para que pueda descansar de este traumático evento. Mi casa está totalmente custodiada y ya los hombres de Ronin se encuentra también.Nos estacionamos y cuando planeo bajar para posteriormente ayudarla a ella, sus manos me detienen. Su mirada está fija en los hombres de afuera y se le ve sumamente nerviosa.- ¿Qué hacemos aquí? – pregunta, y yo caigo rendido cuando sus ojos azules como el cielo se clavan en los míos. ¿Ahora entiendo porque Andréi la llama así?- Aquí estarás más segura. – le confieso, acariciando su cabello. - Mi hermano. - Ya lo saben y están de acuerdo. – solo asiente. Y con esta respuesta espero haber sido claro y no me arme alguna escena.- En serio no quiero incomodar.- Cariño, jamás me incomodarías. – susurro, adm
Olivia Campbell Llevo aproximadamente quince días viviendo aquí. Aquella noche fue un caos, no cabía en mi cabeza vivir bajo el mismo techo que mi jefe y mucho menos que mi hermano estuviese de acuerdo con tan idea descabellada. La incomodidad era demasiado, al menos para mí, la tensión sexual ni que decir. Viajar hasta la empresa era muy raro, del mismo modo regresar a la casa con él. Aunque el lado bueno es que no llegaba los cinco minutos tardes como antes. Los empleados nos observaban raro, igualmente Gabriella de vez en cuando lanza su ponzoña. No puedo fumar, así ya se imaginar mi ansiedad ante momentos de estrés e incomodidad.Es muy bonito todo, es muy atento y detallista. Todos los días siguen apareciendo rosas y chocolates sobre mi escritorio. Ha