Huida

Dominic manejaba de vuelta con Aidan en el asiento del copiloto. Llevaba toda la tarde callado y mirando hacia la ventana. Se removía a cada rato, dándole a entender al alfa que su cuerpo dolía en las diversas partes donde hacía presión la posición. Su cuerpo estaba cubierto completo, un pantalón de tela suelta que llegaba a sus tobillos y una abrigo de mangas largas y cuello de tortuga. A pesar de que la temperatura era alta, él no quería dejar a la vista las diversas evidencias que marcaban su piel.

El alfa apretaba el timón tan fuerte que los nudillos estaban blancos e intentaba controlar sus feromonas lo mejor que podía. Se sentía cansado, muy cansado. No había dormido ni tampoco cogido el respectivo descanso que se supone necesitaba su cuerpo después de 24 horas de sexo intenso. Pero Ma

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