No podía dejar de pensar en el auto que había visto la noche anterior, era idéntico, estoy segura que era el mismo auto, pero Camerón no creé lo mismo.
Ayer después de mirar el auto, inmediatamente llamé a Camerón por el celular, le dije sobre el auto que segundos antes de que se cerraran las puertas del ascensor, estaba detrás de él, y su respuesta fue; "Estas un poco paranoica Am, te aseguró que no era el mismo auto."En toda la noche no pude dormir pensando en ello.
El sonido de mi movil indicándo que estaba recibiendo una llamada me hizo volver de mis pensamientos y buscar el aparato ruidoso con la mirada, hasta que lo ubique en la barra americana de la cocina del departamento.
-¿Hola?- dije apenas descolgué la llamada.
-¿Estas lista? Ya estoy llegando.- habló Camerón al otro lado de la linea.
Definitivamente no estaba lista, sólo me había bañado, pero ni siquiera la ropa interior tenía puesta, lo único que tapaba mi cuerpo era una toalla.
-Si- mentí descaradamente - ya casí termino.- respondí y rápidamente colgué la llamada y salí corriendo a la habitación.
Busqué desesperadamente en el closed y sin tiempo de elegir la ropa del dia, saqué ropa interior, unos Jeans negros ajustados y una camiseta del mismo color.
Me vestí lo más rápido que pude, busqué unos zapatos y listo, dejé mi larga cabellera rubia suelta y tomé mi bolso, y salí de la habitación justo cuando la puerta principal se estaba abriendo.
-¡Hola Am!- exclamó con una sonrisa radiante, la sonrisa que lo hacía ver más guapo de lo que ya era.
Sin duda mi mejor amigo era portador de una increible belleza masculina, Cam tenía el cabello completamente negro y lacio, un poco largo, su piel era tersa y tan blanca como la mía, sus ojos eran una mezcla de color miel con matices naranjas, sus ojos eran increibles, su altura era de unos cuantos centimetros más que yo, su cuerpo estaba muy bien ejercitado.
-¡Hey! ¿que tanto me observas?-habló con soberbia.
-Es que eres hermoso. - dije con burla, pero teniendo muy claro era muy cierto. Él rió con ganas.
-¡Por supuesto que sí!- exclamá siguiendome la corriente-- pero sera mejor que continues tu observación en otro momento, sin, llegaré tarde para el examen.- culmina y rió al mismo tiempo que emprendimos el camino a la universidad.
-Pense que tardarían más tiempo para acabar de pintarlo- dije cuando salí de mi edificio y la imagen del auto de cam invadio mi campo de visión.
-Pues, te equivocas pequeña.- dice galante, con altanería mientras abre la puerta del copiloto y hace un ademán con su mano libre invitandome a tomar asiento en el mullido asiento-Esta vez lo llevé a un taller de buena calidad. ¿Te gusta? Ahora se ve como nuevo ¿Verdad?- pregunta alegre ya sentado a mi lado haciendo rugir el motor del vehiculo.
-Esta muy bonito, Cam. -elogió mientras miro por la ventana el paisaje panorámico - ¿de que tienes examen?- pregunto recordando que había dicho que tenía examen.
-De leyes griegas- dice mirando al frente-ahora necesito consentrarme para hacer un repaso mental- añade empezando a murmurar cosas y yo solo rió.
Cam y yo tomamos la misma carrera; Derecho, pero él esta dos semestres más arriba que yo, ambos queremos ser abogados y seremos los mejores abogados del pais.
Al cruzar en una esquina el edifició universitario se hace presente en mi campo de visión. Estacionamos el auto y ambos bajamos.
-Hasta más tarde, Am, voy tarde para el examén- dice rápidamente besando mi frente y dándose la vuelta para luego salir corriendo en dirección a las puertas de la universidad.
-¡Suerte!- gritó, viéndolo desaparecer por la puerta del lugar. Al contrario de Camerón la primera hora de mi horario era libre, así que decidí ir por algo de desayunar a la cafeteria de la universidad y empecé a caminar hacía el interior del edifició.
-¡Ambar! ¡Espera!-me detuve al escuchar mi nombre, me giré encontrandome con el rostro de Jean, un buen amigo.
-¡Jean! ¿Donde te habías metido?- cuestioné lanzandome en sus brazos los cuales rodiaron mi cuerpo en un cariñoso abrazo.
Cuando abrí los ojos, mi vista quedo clavada en un punto fijo; El auto negro.
El maldito auto estaba estacionado en el estacionamiento de la universidad, y sentía, persivia una mirada desde el interior del vehículo, una mirada que únicamente sentía en mí, que me observaba a mí.
Decidí ignorar el auto, talvez Camerón tenía razón y yo sólo estaba exagerando, talvez solo me encontraba con el auto por casualidad o simplemente estaba siendo paranoica y lo estaba confundiendo. Sí. Definitivamente era eso.
Seguí hablando con Jean, mientras ambos caminabamos hacía la cafeteria del edifició estudiantil, tratando de iganorar la sensación de estar siendo observada por alguién desde aquel misterioso vehículo que de un día para otro lo veía todo el tiempo.
........
Habían pasado cinco días. Hoy era la cita de Camerón y Melissa. -una chica muy dulce de la Universidad- Camerón y yo teníamos el día libre en la cafeteria, él lo pasaria con Meli y yo estaría toda la tarde viendo peliculas en mi departamento.-Cam, sal rápido, se te hará tarde, para recojer a melissa-dije ya aburrida de estar sentada en el sofa de la sala de estar de su departamento mientras él se vestia en su habitación.-¡Ya!- exclamó saliendo de la habitación- ¿que tal me veo?- preguntó curioso con un poco de nervios.Camerón estaba vestido con unos Jean negros ajustados, una camiseta blanca y una chaqueta negra, sus zapatos También eran negros, se veía más guapo de lo normal.-¡Estas precioso!- él rió - definitivamente la vas a enamorar Cam- le dije con una sonrisa.-Eso espero pequeña, eso espero- susurró con nerviosismo-vamos te dejaré en tu edifició.-No, dejame en el supermercado que esta a cerca, tengo que comprar algo de dulces para entretenerme el restó de la tarde.Él rió
Me quedé inmóvil, no podía hacer nada más, que mirar sus asombrosos ojos azules. Eso ojos que me miraban de una manera que no lograba comprender, pero que causaban un sin número de sentimientos encontrados, pero sin duda miedo era lo que más sentía.—Sueltala y retirate—habló sin quitarme la mirada. Su voz era muy masculina.Apenas acabó de decir aquellas dos palabras dejé de sentir la presión que ejercían los brazos del hombre que me sujetaba. Cuando sentí mis pies tocar el frío mármol del piso un leve escalofrío me recorrió completa.—Hola, Ámbar — dijo una vez que la puerta del lugar había sido cerrada. Cuando escuché mi nombre de sus labios no pude sentirme de otra manera que no fuera cohibida.–¿No me saludaras, pequeña?— inquirió, después de varios segundos en los cuales no hubo respuesta de mi parte.—Quiero irme— Conseguí decir después de varios segundos. El miedo me embargaba, él miró por un momento y luego se levanto de su lugar.Su altura era prominente, me sacaba aproximad
Habían pasado alrededor de dos horas desde que hablé con aquel hombre de cabellos rubios y ojos azules, del cual lo único que sabía de él es que al parecer su nombre es Rey.Después de que la conversación que teníamos culminara me tomó de la misma manera que el otro hombre -que tal parece es su empleado- y acuestas, me llevó a la habitación dónde me había despertado.La noche ya había caído, y al parecer muy pronto caería una gran tormenta. Durante todo el tiempo que tenía en la habitación no había hecho más que llorar si parar mientras miraba por la única ventana del lugar.Sentía las orbes caliente y cansadas, los párpados pesados y no hacía más que pensar en Camerón ¿Sabría Cam, que me habían secuestrado? ¿Me estaría buscando?Escuché que la puerta de entrada era abierta y seguidamente la voz del maldito hombre que me había sacado de mi hogar inundó el lugar.—El rey, te a mandado a buscar— dijo serió, se refería al hombre de ojos azules como “el rey” lo que me hizo caer en cuenta
Había pasado una muy mala noche, la verdad, ni siquiera he podido pegar un solo ojo, lo único que he hecho en estas horas de oscuridad y silencio es llorar, hacerme un ovillo en la cama y llorar hasta no poder más.Hace apenas unos minutos que el sol había salido, talvez son las seis o siete de la mañana. Podía escuchar unos muy leves sonidos que provenían de la planta de abajo.Me levanté de la cama y me dirigí al cuarto de baño que estaba en la habitación. Al entrar lo primero que divise fue mi reflejo en el espejo, un reflejo que no mostraba ni la mitad de la mujer que era hace algunas horas atrás, pues, simple y sencillamente la imagen que se vislumbraba en el espejo era la de una chica ojerosa, con los ojos, nariz y mejillas completamente rojas de tanto llorar, con el cabello largo hecho un gran desorden, la mirada llena de tristeza y muchas otros sinónimos de la palabra.Me lavé la cara y los dientes, salí del cubículo, sentía una enorme necesidad de ducharme pero no tenía nada
Una vez que el “Rey” -como lo llamaban todos- terminó su desayuno, se levantó y sin medir ningúna otra palabra se retiró del comedor, y posteriormente la puerta que supusé era la de la entrada, fue abierta y luego cerrada.Me quede unos minutos sentada en la mesa y luego salí del comedor con la intensión de buscar una salida, pero apenas puse un pies fuera del lugar la voz del hombre que parecía mi niñera me sorprendió y acto seguido me tomó del brazo y me trajo a la habitación.Estaba mirando por la ventana. El día estaba nubloso al parecer iba a llover en cualquier momento, desde mi lugar podía ver claramente a tres hombres armados, estoy segura que hay más pero desdé aquí solo podía ver a esos tres. De esos tres hombre podía ver que dos se llevaban mal, pues uno de ellos intentaba separarlos a cada momento mientras que los otros no hacían más que mirarse desafiantes y dirigirse palabras que desde mi lugar no podía escuchar.Mirar eso era algo nuevo, por ende interesante. La puerta
Sentía su pecho subir y bajar con enojó, eso incrementaba el miedo en mí y por ende las lágrimas que caían sin parar por mis mejillas. Tenía miedo, no sabía que podía hacerme el rubio maldito una vez que llegaramos a la habitación donde me mantenía encerrada.Cuando llegamos a la casa pude divisar a varios hombres que me miraban como si ubiese firmado mi sentencia de muerte, eso me llenó áun más de nervios. El rubio siguió caminando hasta la puerta de entrada de la mansión y entró, en el recibidor del lugar estaban la señora Carmen y otras tres chicas que no conocía.No dijeron nada, la señora Carmen solo me miró con lástima, dos de las otras chicas miraban cualquier otro lugar que no fuera el mio, mientras que la chica restante, me miraba con burla, insuficiencia y otros sentimientos que no logré descifrar, ya que el ojiazul camino directo a las escaleras.Al llegar a la habitación, entró y se aproximó a la cama, mis lágrimas seguían bajando por el miedo que sentía, pero mi sorpresa
Los rayos del sol se colaban por la ventana y daban justo en mi cara. Intenté abrir los ojos pero la luz me lo impedía. Mi cabeza dolía enormemente, sentía mis sienes palpitar.Quise a moverme en la cama, pero el dolor en mi cuerpo me lo impidió. Sentía como si un auto me hubiese pasado por encíma. Giré el rostro al lado contrario de dónde los rayos de sol me impedían ver, parpadee un par de veces para acoplar mi vista a la nueva claridad.Mi corazón dejó de latir por unos segundo y casi inmediatamente reanudó su marcha a un ritmo descomunal. Tan rápido como pude me levante quedando sentada sobre la cama, con las rodillas pegadas a mi pecho y el edredón cubriéndome.Mis ojos estaban abiertos a más no poder, podía sentir los latidos de mi corazón en la parte de atrás de mis orejas; Él estaba dormido boca abajo en el lado derecho de la cama, y como si de flashes se tratase los recuerdos de la noche anterior llegaron a mí mente. Pero solo podía recordar hasta dónde él me trajo a la habi
Una semana después.Había pasado una semana desde el día que intenté escapar. Las heridas de mi pies estaban casi completamente sanadas.Durante toda esta semana no había vuelto a salir de la habitación y tampoco había vuelto a ver al rubio. La única compañia que tenía era la de Carme, ella venía todos los días a ayudarme a hacer mis necesidades y luego se quedaba un rato más para hacerme compañía.Había intentado persuadir a Carme para que me permitiera comunicarme con Camerón, pero ella con tristeza me hizo saber que tenía prohibido prestarme cualquier cosa con lo que pudiese comunicarme.Camerón pasaba constantemente por mi mente, sabía que mi amigo debía estar muy preocupado por mí, talvez ni siquiera se había creído la mentira que el hombre detestable me había hecho decirle. Lo extrañaba mucho, extrañaba mirar sus ojos ambarinos, su sonrisa, sus abrazos...—Buenos días mí niña— la voz de Carme entrando a la habitación me regreso a la realidad.—Buenos días para tí también Carmen—