No era fácil tener la mente clara en esos momentos. De verdad estaba arrancando y, aunque estaba a solo unas horas de alejarme de todo, tenía miedo. Miedo de que, mi exnovio, me encontrara y se enterara de que en mis planes, no estaba la idea de regresar con él.Durante mucho tiempo soporté sus amenazas, sus gritos y sus golpes, pensando que algún día cambiaría y que volveríamos a ser felices como lo fuimos en el comienzo de nuestra relación, pero me equivoqué. Nada cambió de su parte. Me encontraba en el aeropuerto de Santiago, Chile, pidiendo a Dios que la fila del counter se apresurara, ya que quería ingresar pronto a la salida internacional para no ser encontrada.Desde que mis padres fallecieron en un accidente automovilístico cuando solo tenía dieciocho años, me las he arreglado sola. Si bien es cierto, mi vida no era la más acomodada, pero era feliz y estaba consciente de que mi padre y madre, siempre trataron de darme lo mejor en cuanto a educación. En casa no nos sobraba, aun
Quedaban solo dos horas para estar lejos de todo. No podía estar tranquila, necesitaba que el avión despegara pronto. En ese momento no sabía qué sería de mi vida, solo tenía claro que tenía suficientes ahorros para mantenerme, por lo menos, un mes en el lugar más económico que encontré en la ciudad de Orlando.Me dolía la cabeza y no podía dejar de recordar lo terribles que habían sido los últimos cinco años. Necesitaba ser feliz y mientras más trataba de olvidar, más recordaba. Cada paso que daba era una huella más que destacar en mi historia.Andrés era muy inconsecuente con su forma de ser, primero me salvó de ser abusada y luego solo me hizo daño.Aún siento el miedo y el olor a hospital que sentí cuando desperté al día siguiente de lo ocurrido con Diego. Escuchaba el sonido de las máquinas, mientras yo trataba de analizar lo que sabía que había ocurrido, pero nada me concordaba. Tenía miedo de abrir los ojos, pero necesitaba hacerlo para que alguien me dijera que todo había s
Me encontraba sentada en el avión, tenía una escala en Miami y un largo viaje para pensar. Seguía teniendo miedo. Las tripulantes de vuelo ya habían dado las instrucciones de emergencia porque el avión estaba en marcha. No podía dejar de pensar en que, si Andrés llegaba a saber lo que estaba haciendo, me mataría. Mientras tanto, volví a sumergirme en el recuerdo porque, todavía necesitaba convencerme del todo. Ese comienzo mágico no se comparó con nada al final que tuvo mi historia con él... Cerré los ojos tras un suspiro, reviviendo el comienzo...Había pasado mucho tiempo después de la muerte de mis padres, sin embargo, el dolor aún existía, por lo mismo no me era fácil sonreír, pero llegué al departamento de mi amiga y desde ese el primer segundo sentí que la vida me había cambiado. Todas mis cosas estaban perfectamente ordenadas, era como si desde el primer día yo hubiese vivido ahí. Me sentía relajada y en casa, lo que era bueno para mi recuperación mental.Paulina me sirvió u
—Señorita, necesitamos que se abroche el cinturón, el avión va a aterrizar —dijo la tripulante que estaba a cargo de asegurar correctamente el aterrizaje. Con mucho dolor lo abroché, me dolían los golpes en la cintura, pero tenía que hacerlo.Seguí tratando de recordar los mejores momentos de nuestra relación. Necesitaba sanar las heridas y para eso era necesario enfocarme en las cosas buenas que pasamos. Volví a cerrar los ojos y, hundida en mi pasado, recordé lo que me hizo enamorarme perdidamente de él.Al día siguiente por la mañana, desperté en el sillón, abrazada de mi jefe, miré la hora y eran las nueve y media de la mañana. No quería moverme, porque si lo despertaba tendría que dar explicaciones por todas las tonterías que había dicho la noche anterior. Él se veía perfecto durmiendo, lo estaba mirando cuando el mundo exterior se me vino a la cabeza. «¿Qué dirían los demás?», me pregunté. Solo esperaba que nadie nos hubiera visto. Intentaba levantarme con cuidado, pero él n
Ya estaba sentada en el último avión, tratando de despejar mis ideas y de olvidarme de los mensajes recibidos. Lo primero que quería hacer era escribirle a mi amiga para decirle que estaba bien. Era peligroso que llegaran a pensar que me ayudó a planear mi escape.Cerré los ojos y regresé al momento en el que desperté luego de mi primera noche de sexo con mi ex.Miré a mí alrededor y solo estaban las copas y el desastre de la noche anterior. Me encontraba sola.Tomé mi celular y le escribí a mi amiga un WhatsApp:«Paulina, estoy bien. Debí haberte avisado que no llegaría.»Miré cuidadosamente por la puerta para verificar que no hubiese nadie, me vestí y salí corriendo hacia la ducha.Estaba dándome un baño, pensando dónde estaba mi jefe y que pasaría ahora que hubo sexo entre nosotros.Sentí que alguien me abrazó por la espalda. Era él, desnudo, no nos dijimos nada, solo disfrutamos del agua caer.No sabía si lo que estaba sintiendo era amor, pero era fuerte. Lo necesitaba para poder
Llegué a Orlando y solo necesitaba descansar.Retiré mi maleta y fui a tomar un taxi para llegar al hotel. Si bien es cierto, mi inglés no era el mejor, lo entendía, por eso había decidido irme a ese lugar, ya que es sabido que hay muchos latinos y eso podría ayudarme con la comunicación.No sabía aún nada de mi futura vida, solo que entré como turista, que tenía ahorros para vivir un mes y dinero para pagar a un abogado que pueda ayudarme con la visa de trabajo.El hotel más económico me acomodaba, ya que quedaba en todo el sector turístico de la ciudad, lo que me permitiría moverme para buscar trabajo. Por lo económico que era, me daba para extender mi estadía en caso de que no encontrara algo que hacer pronto.Me acomodé en el hotel, accioné mi teléfono y lo primero que vi es que mi celular se había colapsado con la llegada de tantos mensajes y WhatsApp:«Emilia, ¿dónde te fuiste? Estoy preocupado.»«¿Por qué me haces esto?»«Sabes que recorreré el mundo para encontrarte.»No quise
Pasaron dos semanas, mis papeles ya estaban en trámite y el abogado me estaba ayudando para estar legalmente con la visa de trabajo. Conseguí hacer aseo en más casas particulares, lo que me proporcionaba una buena estabilidad económica. Era un trabajo que me agradaba mucho, había aprendido algo más de inglés y mantenía mi cabeza ocupada. Creía que a mis veinticuatro años aún estaba a tiempo de rehacer mi vida y, pese a todo, seguía creyendo en el amor.Decidí activar el Wifi de mi celular de Chile para escribirle a mi amiga y avisarle que estaba bien.Me llegaron muchos mensajes de Andrés, pero no quise leer ninguno, así que lo bloqueé para no saber nada más de él.Posterior a eso me dispuse a escribirle a mi ex compañera de departamento: «Paulina, espero que estés bien, yo ya estableciéndome en un lugar nuevo. Te escribiré con mi nuevo número telefónico dentro de unas semanas. Te quiero.»Seguí en mis haberes y no tenía respuestas, pero sí había recibido y leído el mensaje, así qu
Solo tenía una hora de diferencia con Chile. Paulina no me respondía, estaba muy preocupada. Le escribí para darle el número telefónico de mi hotel, así cuando ella pudiera me llamaría o intentaría comunicarse con algún recado.Durante el tiempo que estuve con Andrés las cosas se fueron agravando, los golpes e insultos eran cada vez más recurrentes. Dejar de trabajar no me ayudó para nada, al contrario, estaba aún más sola.Una de las peleas más fuertes que tuvimos fue el día que le pedí permiso para volver al trabajo, ya habían pasado dos años sin hacerlo. No quería que saliera de casa, él decía que podía mantenerme y que no había ninguna posibilidad de que yo, siquiera, pensara en volver. Me armé de valor y respondí a sus respuestas tan negativas. —Andrés, necesito salir, ver gente —dije, suplicando.—Puedes conversar con el servicio. Además, ¿a quién necesitas ver con tanta urgencia? —respondió molesto.Su mirada era tan dura que desde un comienzo supe que sería imposible convenc