11: el mejor error

De repente su cintura fue rodeada por dos fuertes brazos, y su cuerpo quedó sentado sobre la mesa. No tuvo tiempo de hablar, porque Leonardo con su boca le impidió decir cualquier cosa. Por un segundo se quedaron quietos boca contra boca, saboreando el momento. Luego Leonardo la comenzó a besar con un hambre que despertó por completo la propia de Alessa.

No duró mucho cuando la agarró de la mandíbula y la hizo abrir la boca. Su lengua fue profundo e insistente, y la pelirroja no ocultó un fuerte jadeo por su causa. Él se separó teniendo el chicle ahora y ella se esforzó para respirar calmada, algo bastante difícil en semejante situación.

—La próxima, linda —dijo y escupió lejos la goma de mascar—, escoge de fresa.

Alessa asintió dejándole acercarla a él. Leonardo no dudó en quitarse la musculosa, revelando un torso tonificado y lleno de sudor, con el reactor arc brillando en todo el centro. Mientras lo aprisionaba entre sus piernas, sintió sus manos ascender por su cintura hasta sus
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