Él corazón de la castaña se estremeció al ver la mano de Jean tendida hacia ella, era el m1omento de cerrar el trato… el detalle estaba en que, ¿realmente lo haría? Volvió la mirada hacia ese par de ojos azules que brillaban ansiosos y expectantes.
Con miedo y nerviosismo Zoé tomo la decisión más alocada de su vida…
—Es un trato. Le tiende la mano.
Este sonríe con malicia en la mirada, en medio del apretón de manos Jean hala a Zoé hacia él. El choque de ambos le permite al rubio besarla en los labios mientas la envolvía entre sus brazos. Pero aquel beso no duro mucho, ya que ella a los segundos se estaba separando.
—¿Qué crees que estás haciendo?
—Así sellaremos nuestros pactos de ahora en adelante. Le sonríe
Por la noche, la castaña junto con su amiga buscaba algo adecuado para la presentación de esa noche. Zoé había quedado helada cuando Jean llego a casa avisándole que se cambiara de ropa porque iría a conocer a su padre.Por más que la chica le insistió en que cancelara porque no se sentía preparada, le aseguro que solo sería un rato que no tenía que fingir por tantas horas. Al final, la discusión con Jean la había perdido. Y allí estaba, desesperadamente buscando un atuendo adecuado para causar una buena impresión.—Maldita sea Zoé, ponte cualquier cosa. Todo lo que se ha comprado es ideal.—¡No! No iré con algo con lo que no me sienta cómoda.—¿Cómoda? Le grito del otro lado de la puerta. –Gaste una maldita fortuna con toda esa rop
Maya limpiaba el último plato que había ensuciado, dejo la cocina impecable. A pesar de que Jean le había dicho que por las mañanas una señora llegaba hacer limpieza ella prefirió hacerlo. Ya tenía con ser una carga para su amiga y ese francés, como andar de vaga en la casa.Estaba completamente sola, Adrien se había ido no más cuando Zoé se había ido con Jean. Por un momento pensó que se iba a quedar, pero no había sido así. Aunque fue muy lindo el haberle regalado toda esa ropa. Se sentía en deuda con él, pero que tanto el mismo se había ofrecido en comprarle todo.De pronto la puerta del apartamento fue abierta, provocándole un susto de muerte a la morena. Al girarse se percató de la presencia del rubio.—¡Dios! Me has dado un tremendo susto.—Lo siento much
Susana conducía a las chicas hasta las habitaciones, abrió la primera puerta indicándole a Zoé que pasara.—Esta será su habitación señorita.—¡¿Solo la mía?!—Si. La habitación de su amiga estará a su lado. Esta es la que compartirá con el joven Jean Pierre.—¿Compartir? Pregunta atónita.—Así lo ha hecho saber el señor Dubois, señorita.—¡Dios! Exclama.—Tranquila, voy a estar aquí contigo no pasa nada. La anima su amiga.Después de acomodarse y refrescarse un poco las chicas bajaron a la planta de abajo, Antonie las había enviado a llamar. Así que Susana las llevo hasta la terraza donde las esperaba el señor Dubois listo para tomar el desayuno.
—Bueno, ya que todos están aquí les informo que he organizado a un pequeño grupo pero los mejores organizadores de bodas. Todo estará listo para que ustedes dos se casen en una semana.—¡¿Una semana?! Pregunta Zoé.—Sí, ¿acaso mi hijo no te dijo nada? ¿Acaso no se cuentan todo como la pareja que son?—¡Padre, basta! Zoé y yo conversamos y decidimos que en un ms estaría bien.—No. Se hará como digo, una semana. Sentencia el viejo. -¿Algún problema señorita Bonnes?—Ninguno señor Dubois. Sonríe a duras penas.—Esta dicho, en una semana y no se diga más. Después de la conversación poco amistosa que la pareja tuvo con Antonie todos se despidieron para dirigirse a sus habitaciones.
—¡Oh, señor Dubois! Qué bueno verlo tan repuesto. La rubia le dedico una radiante sonrisa, que para Zoé parecía más falsa.—Si querida, ya estoy mejor. Ven siéntate con nosotros.La rubia obedeció, observando a las chicas de una manera poco amistosas. Era como si ellas dos fueran un par de bichos que debían ser aplastados. —Adelaine, querida mía. Conoce a la señorita Zoé Bonnes, y su amiga Maya Weber.—¡Oh! Un gusto. Esta les sonríe siendo poco amable. – No sabía que tenías invitadas esta mañana.—No son mis invitadas, querida. La señorita Zoé es la prometida de Jean Pierre.—¡¿Qué?! Pregunta sorprendida la mujer mirando a Zoé como si debiera estar muerta.—Si, al p
Maya regresaba distraída a casa, cuando de la nada una mano la hala nuevamente hacia el laberinto. Ella da un pequeño gritico, pero luego sonrió al notar que era Adrien.—¿Qué estás haciendo? Pegunta con una sonrisa.—He venido a verte. Envuelve su cuerpo con los brazos.—¿Ah sí? —Si. Responde con voz ronca y sensual.El rubio besa los labios de la morena apasionadamente mientras deciente sus manos por los muslos hasta coronar las nalgas de esta. Inmediatamente ella comenzó a soltar sus pantalones y bajar la cremallera para sacar el pene de entre el bóxer.En seguida el rubio bajo las bragas de la morena, seguido de eso se la subió encima pegando su cuerpo de la muralla de flores. En segundos penetro a Maya quien jadeo sobre sus labios, este se los mordió cuando empez&oac
Jean tomaba un trago de whisky en el despacho de su padre, estaba solo… quizás lo que buscaba era un poco de paz. Afuera todo era un caos, los amigos de su padre no paraban de llegar. El no necesitaba ver a todo ese montón de viejos que solo querían felicitarlo por su matrimonio… (Su matrimonio) uno que no era para nada real. Bueno no al menos, hasta tenerla en su cama. Si no lo consumaban al final no sería legal.Debía buscar las maneras de llevársela a la cama, solo hacía falta una sola noche con ella. Estaba completamente seguro que después de eso Zoé cedería a sus mandatos. Necesitaba buscar una buena estrategia de seducción, en la que ella caiga rendida a sus pies.Podría sonar algo machista, pero ella se había vuelto algo obsesivo para el… a tal punto que la quería como su esposa con tal de tenerla solo para
Jean conduce una mano hasta el sexo de Zoé, la chica da un respingo al sentir que invadían los pliegues de su vagina.—¡Jean! No, detente. Pero sus palabras sonaron a gemidos que una petición.—No, preciosa. Me pienso comer tu coño.Y dicha esas últimas palabras, el rubio rápidamente llego hasta la zona v de su cuerpo. Abrió las piernas de Zoé atacando directamente su vagina. Oyéndola gemir con más fuerza mientras arqueaba más su cuerpo en dirección a la boca de Jean.—¡Ahhhh! Por dios, si paras te juro que te ahorco. Le grito aferrándose a la almohada. El francés se comía su coño con afán, aferrándose a las nalgas de está dejando la visible marca roja de sus manos. Jean sintió como el cuerpo de su esposa se tensaba, sus piernas se